sábado, junio 05, 2010

El pecado: Desobediencia y ofenza a Dios


Junto con el concepto de la SALVACIÓN, el concepto de pecado se manifiesta a través de toda la Biblia, y constituye la antítesis del amor redentor de Dios, el cual las Escrituras proponen como tésis principal. Pecado es aquel poder misterioso primordial que se opone por naturaleza a Dios y a su buena voluntad para con el hombre, así como también todo el conjunto de manifestaciones y consecuencias trágicas del mismo. Por consiguiente, existe un amplio vocabulario relacionado con el pecado. Además, como la naturaleza pecaminosa se manifiesta claramente en la historia, es elocuente el valor y la actualidad constantes de las porciones narrativas de la Biblia al respecto (Ro 15.4); (1Co 10.1–11).

Términos Descriptivos

Para hablar sobre el pecado los hebreos emplearon palabras tomadas de las relaciones humanas, por ejemplo: falta, iniquidad, rebelión, injusticia, etc. El judaísmo inter testamentario agregó otro del cual el Nuevo Testamento había de hacer mucho uso: deuda. Los principales aspectos destacados de acuerdo con los diferentes vocablos de los idiomas bíblicos son los siguientes:

1. La realidad objetiva del pecado sin miras o con miras a sus consecuencias, motivaciones, etc. Inclusive se toma en cuenta la posibilidad de pecar sin saberlo (por yerro), (Lv 4.2); (Nm 15.27).

2. La rebelión como acto consciente de la voluntad. La manifestación más extrema de esta voluntad rebelde es el pecado cometido con soberbia (RV; el hebreo dice con mano alzada), (Nm 15.30).

3. Culpabilidad (iniquidad, maldad)

4. Errar, salir del camino. Aparece con frecuencia como verbo: errar, desviarse, divagar, andar perdido o ciego.

5. El concepto que en el Nuevo Testamento se traduce es deuda u ofensa.

Como la mentalidad hebrea no distinguía rígidamente entre la acción y sus consecuencias o motivaciones, el mismo vocablo podía significar el acto de pecar, la culpabilidad consecuente o el castigo merecido. Debido a este fenómeno, por ejemplo, la expresión visitar la maldad (Éx 20.5) significa castigar por su maldad.

Naturaleza Del Pecado

El pecado consiste en cualquier infracción de las normas que salvaguardan la vida normal, o sea, la comunión entre Dios y el hombre o entre los hombres. El pecado (como Justicia) se interpreta en términos de relaciones personales: pecar contra alguien, sea Dios u otro hombre. Y como es Dios el que ha establecido las normas que se infringen, cada pecado es, al final de cuentas, rebelión contra Él (2Samuel 12.13); (Sal 51.4). Esta actitud no solo es la característica más distintiva del concepto bíblico del pecado, sino también la medida de su funesta naturaleza. De ahí que para el pueblo hebreo cualquier infracción del sistema jurídico o cultural también representaba pecado y traía como consecuencia culpa delante de Dios. Es evidente que cada acto pecaminoso de la voluntad es fruto de la condición del alma pervertida de la humanidad (Pr 4.23); (Pr 23.7); (Mc 7.20–23); (Ro 8.15–25). Esta condición se conoce como depravación. Es la incapacidad de evitar el pecado y hacer el bien sin la ayuda de Dios. Esto culminaría, si no fuera por la Redención que ofrece Cristo, en la Muerte (Stg 1.15); (Jn 3.14).

El relato de (Génesis 3), a pesar de que no aparece en él ninguno de los vocablos clásicos para señalar el pecado, nos muestra gráficamente las características primordiales de este. Es un acto de desobediencia motivado por el deseo del ser humano de auto establecer las normas y ser el dueño de su propio destino. Rompe la comunión íntima que antes existía entre Dios y el hombre, y también la que existía entre los hombres (ADÁN; EVA). Trae como consecuencia la muerte y el sufrimiento, y desata fuerzas contrarias al hombre y su felicidad; produce el estado en el que el género humano se encuentra desde entonces. El pecado de Adán implicaba un significado único para toda la especie humana (Ro 5.12,14–19); (1Co 15.22), pues en alguna manera él representaba a sus descendientes en un pacto con Dios (Os 6.7), y su pecado se le imputó a ellos (Ro 5.19). Sin embargo, Dios no castiga a la especie humana por el pecado de Adán, sino que cada uno incurre en su propia culpabilidad. En relación con el tema, los pasajes clásicos son (Ez 18) y (Ro 3.9–20) entre otros.

Pecado Y Redención

Tras el primer pecado se nos dio la primera palabra de esperanza (Gn 3.15), y se señaló el camino que Dios seguiría en el desenvolvimiento de la historia de la salvación. Tras siglos de trato con su pueblo hebreo a base de una alianza en la que les ofrecía perdón y redención (redentor, redención), pero a la que repetidamente respondían con rebelión e infidelidad, Dios mandó a su Hijo en la persona de Jesús de Nazaret para que destruyera a los poderes de maldad definitivamente y en nombre de toda la humanidad Jesús encarnaba el amor de Dios que se opone al pecado y a sus consecuencias.

Jesús buscaba la compañía de pecadores, y vio su misión como la de perdonar pecados (Mt 9.6); (Jn 8.34–36). Sus discípulos predicaron en su nombre el perdón de los pecados en todas las naciones (Lc 24.47); (Hch 2.38); (Hch 3.19); (Hch 5.31).

El pecado y el cristiano

Las enseñanzas y obras de Jesucristo y los apóstoles dan un nuevo enfoque al concepto del pecado. En vez de medir las acciones de las personas de acuerdo con el legalismo de las interpretaciones oficiales de una serie de mandamientos, Jesús partió siempre de la motivación (Mt 15.19); (Mt 7.17). Vio el amor como la única fuerza capaz de derrotar al pecado (Mc 12.28); Lc 7.47). La misma victoria suya sobre el pecado es motivada por el amor divino (Jn 3.16); (Jn 13.1), y tal amor de Dios había de motivar y capacitar asimismo a los suyos para vencer el pecado (Ro 12.8–10); (1Jn 4.7–11); (Ro 14.23), (la fe actúa siempre por el amor).

Es a la luz de esta manera de ver el pecado que se puede comprender también otra novedad del Nuevo Testamento: la relación entre la culpabilidad y el nivel de desarrollo de la conciencia de los fieles (Ro 14); (1Co 8.7–13).

Es notable que Pablo, hable del pecado casi exclusivamente en singular, viéndolo como un todo, como una potencia espiritual enemiga de Dios y del hombre al cual Cristo ha derrotado. Sin embargo, el Nuevo Testamento advierte a los creyentes sobre una serie de pecados individuales, y reconoce que la historia de Cristo está para realizarse por la fe en la vida de cada uno de los suyos (1Jn 5.4).

Las consecuencias del pecado:

El pecado es acto y estado. En calidad de sublevación a las leyes de Dios, es un acto de la voluntad de la persona. Como separación de Dios, se convierte en estado pecaminoso. Una consecuencia doble se produce: el pecador acarrea el mal sobre sí por sus malas acciones, e incurre en culpabilidad ante Dios, por lo tanto deben distinguirse:

Las malas consecuencias que siguen al acto del pecado, y la pena que por ello el pecador sufrirán en el juicio de Dios.

1- Debilidad espiritual

2- Daño a la imagen divina: la imagen divina en el hombre ha sido gravemente dañada. El Señor Jesucristo vino al mundo para hacer posible para el hombre el reconquistar la imagen divina.

3- Pecado original: Adán, el padre de la raza humana, trasmitió a sus descendientes una tendencia o inclinación a pecar, (Salmo 51.5). Esta desventaja espiritual y moral bajo la cual todas las personas nacemos se conoce con el nombre de “pecado original”. Los actos o acciones de pecado que siguen durante la edad de la razón se denominan pecado actual o voluntario. Cristo, el segundo Adán, vino al mundo para librarnos de todos los efectos de la caída, (Romanos 5.12-21).

4- Conflicto interior: en el comienzo, existía el propósito de que hubiera armonía en el ser del hombre, que el cuerpo estuviera subordinado al alma. Pero el pecado perturbó esta relación, de manera que el hombre se encontró dividido en sí mismo. En medio de ese conflicto, la persona exclama: “¡Miserable de mi! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7.24)

5- Castigo positivo: “El día que de él comieres, ciertamente morirás”, (Génesis 2.17)

Porque la paga del pecado es muerte. (Romanos 6.23)

La muerte tuvo su origen en el pecado, y es la consecuencia final de éste. Esa pena incluye algo más que la muerte física, que es la muerte primera. Luego, en el juicio final, el juez pronuncia la sentencia de la segunda muerte. La muerte en calidad de castigo no constituye la extinción de la personalidad, sino un medio de separación de Dios.

El término “destrucción”, empleado con relación a la suerte de los malvados, no significa extinción. El perecer o ser destruido –según el griego-, no es ser extinguido, sino arruinado.

Por ejemplo, el hecho de que los odres se pierdan, (Mateo 9.17), significa que no son buenos como odres para vino, y no que serán aniquilados. De igual manera, el pecador perece o es destruido, no queda reducido a la nada, sino que está arruinado en lo que respecta al disfrute de las bendiciones de Dios y de la vida eterna.

El mismo uso está vigente en la actualidad; Cuando decimos que alguien ha “arruinado su vida”, no queremos dar a entender que el hombre está muerto, sino que ha errado el objetivo verdadero de su vida.

La única forma de enfrentarse al pecado consiste en amar a Dios y convertirse después en un canal de su amor para los demás.

I. El pecado de naturaleza

El pecado de naturaleza es la pre-disposición del ser humano y su inclinación a hacer cosas que de ninguna manera le recomiendan ante Dios. El hombre y la mujer sin Dios están controlados por el diablo quien es dueño de su naturaleza, su mente y su corazón; su mente está en oscuridad y su corazón tiene tendencia a hacer lo malo (pecar). En (2Corintios 4:4) dice: "en los cuales el dios de este siglo (el diablo) cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo". En (Efesios 4:18) dice: "teniendo el entendimiento oscurecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón". El ser humano nace predispuesto a pecar, esa es su naturaleza. Dios refiriéndose a la actitud del hombre en (Génesis 8:21) dice: "porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud", en el (Salmo 51:5), el salmista dice: "He aquí en maldad he sido formado y en pecado me concibió mi madre". El pecado está ligado al ser humano desde su niñez, en (Proverbios 22:6) dice:"La necedad está ligada en el corazón del muchacho".

El pecado de naturaleza trae como primera consecuencia la depravación. El individuo es impulsado por los deseos pecaminosos de su naturaleza y llegara a depravar su vida a tal grado que será llevado a otras áreas de pecado cada vez más profundas y más lejos de Dios.

La segunda consecuencia del pecado de naturaleza es la muerte espiritual. Cuando usted peca o está viviendo en pecado, esto causa una separación entre usted y Dios, El no tiene relación con usted, ni usted tiene relación con Él porque el pecado lo impide. Aunque usted piense que tiene relación con Dios lo cierto es que tal relación no existe. Dios le sigue amando y desea que la comunión con usted comience o sea restablecida. "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.

II. El Pecado Personal

El pecado personal son pecados cometidos por individuos de forma voluntaria o por ignorancia. El salmista David decía: Líbrame o Dios de los pecados que me son ocultos (Aquellos que cometía sin darse cuenta). Todo pecado tiene como consecuencia la perdida de la comunión con Dios, pero Dios tiene remedio para todos nuestros pecados. Si deseamos el perdón de Dios, solo tenemos que arrepentirnos de nuestros pecados ante Dios. "Dios no desprecia ni rechaza un corazón contrito y humillado" (Salmo 51:17).

III. El pecado imputado

El pecado de Adán en el huerto tuvo como consecuencia que toda la raza humana participara indirectamente de aquel pecado. La Biblia nos dice: "por tanto como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte paso a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (Romanos 5:12). Cuando Adán pecó todos pecamos. Este pecado ha sido transmitido a toda la humanidad y como consecuencia somos culpables y llevamos como consecuencia la muerte.

De la misma manera que en Adán todos pecamos; en Cristo todos recibimos vida. "Al que no conoció pecado (Jesús), por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hecho justicia de Dios en Él" (2Corinitios 5:21). Si aceptamos el sacrificio de Jesús como remedio perfecto para nuestros pecados, su justicia será imputada a nosotros y seremos hechos justos delante de Dios.

IV. Los resultados del pecado

A. Separación de Dios

El pecado siempre ha traído malas consecuencias. Cuando el primer pecador, Satanás; pecó al llenarse de orgullo y rebelarse contra Dios para tomar el lugar de Dios. Satanás fue destronado por tierra, ya su morada no sería más cerca de Dios en el cielo. El castigo final de Satanás será el ser "lanzado al lago que arde con fuego y azufre" (Apocalipsis 20:10), también aquellos ángeles que siguieron al diablo en su intento de rebelión contra Dios, tendrán su parte en este castigo. Estarán lejos de Dios por la eternidad.

Nos damos cuenta que, el primer resultado del pecado en nuestra vida es la separación de Dios o de la comunión con Él. Dios es santo no hay pecado en Él. Cuando Adán y Eva pecaron en el jardín del Edén al desobedecer a Dios y comer del fruto prohibido ellos se escondieron. No podían enfrentarse a Dios sabiendo que estaban en pecado y que habían desobedecido. La consecuencia de su pecado fue ser echados fuera del jardín del Edén. Aunque Satanás ha sido sentenciado a muerte eterna, usted tiene una gran oportunidad para no ser lanzados junto con el diablo al lago que arde con fuego y azufre, Dios nos ha dado a su Hijo Jesucristo para que por medio de Él obtengamos la salvación y seamos libres de los efectos del pecado. El murió un día en la cruz del calvario y derramó su sangre para que nosotros no tuviésemos que morir. El murió en nuestro lugar. "pero si andamos en luz, como el está en luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado...Si confesamos nuestros pecados, el es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1Juan 1:7,9).

B. Muerte (Física, Espiritual, Eterna)

1. La muerte física

La palabra nos dice que "la paga (consecuencia) del pecado es la muerte" (Romanos 6:23). Cuando Adán y Eva pecaron murieron espiritualmente y como consecuencia la muerte física comenzó a existir, ya no vivirían ellos por siempre, sino que envejecerían y morirían. Esa es la muerte física. Pero más que eso, el pecado trae como consecuencia la muerte eterna.

2. La muerte espiritual

La persona que está en pecado está muerta espiritualmente, aunque físicamente camina, habla, escucha, puede ver, trabaja y disfruta de su vida, la realidad es que esta persona está muerta porque Dios no mora dentro de ella, no hay espíritu de vida en esta persona (Lc 9:60). El pecado tiene como consecuencia todo lo relacionado a la muerte, sufrimiento, enfermedad, problemas familiares, drogas, borracheras, peleas, conflictos y muchas otras cosas malas. La Biblia nos enseña que el diablo, el autor del pecado, vino para matar, robar y destruir, pero Cristo vino para darnos vida y vida en abundancia, esto es Vida Eterna (Jn 10:10).

3. La muerte eterna

Si usted no nace de nuevo jamás tendrá vida y esto conllevará a la muerte eterna o la muerte segunda, esta es la muerte de la cual no hay oportunidad de escapar. La Biblia dice "pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idolatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda" (Apocalipsis 21:8).

V. El remedio para el pecado

La solución para el pecado en la vida del hombre es JESUCRISTO. El venció la muerte y al pecado, por medio de Él podemos tener vida eterna. La Biblia nos dice que la única forma por la cual podemos recibir perdón por nuestros pecados es por la fe en Cristo Jesús. En (Juan 3:16-17) dice: "De tal manera amo Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda mas tenga vida eterna. Porque no que envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él". El apóstol Pedro uno de los discípulos de Jesús, en su primera predicación en Jerusalén decía: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados" (Hechos 2:38). Aquel día se arrepintieron de sus pecados 3,000 personas. Todo el que dice tener fe en Jesucristo lo demuestra por medio del verdadero arrepentimiento, pues éste es fruto de una verdadera fe. El que se arrepiente de corazón, se aparta de pecado y de inmundicia. "y al que a mí viene, no le echo fuera" (Jn 6:37).

"Porque la paga (consecuencia) del pecado es la muerte, mas la dadiva de Dios es Vida Eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro" (Romanos 6:23)

El pecado: su carácter y universalidad

A.- LAS ESPECULACIONES HUMANAS SOBRE EL PECADO

Puesto que el pecado es un factor dominante en la experiencia humana a la vez que el tema principal de la Biblia, ha sido motivo de discusiones sin fin. Aquellos que rechazan la revelación escritural tienen con frecuencia conceptos inadecuados acerca del pecado. Una característica familiar del modo no bíblico de enfocar la cuestión es considerar el pecado hasta cierto punto como una ilusión, es decir, que el pecado es sólo un mal concepto basado sobre la falsa teoría de que existe el bien y el mal en el mundo. Por supuesto, esta teoría fracasa al enfrentarse a los hechos de la vida y a la maldad del pecado y niega la existencia de un Dios y principios morales.

Otro antiguo enfoque del problema del pecado es mirarlo como un principio inherente, lo opuesto de lo que Dios es, y relacionarlo con el mundo físico. Esto se encuentra en la filosofía oriental y también en el gnosticismo griego y es el trasfondo tanto para el ascetismo, la negación de los deseos del cuerpo, como para el epicureísmo, que aboga por la indulgencia del cuerpo. El hecho, sin embargo, es que se niega que el hombre peque realmente y que sea responsable ante Dios. Un concepto común, aunque inadecuado, es que el pecado es nada más que egoísmo. Si bien es cierto que el pecado es a menudo egoísmo, este concepto no es aplicable a todos los casos, porque el hombre peca a veces contra sí mismo.

Todas estas teorías no alcanzan el nivel bíblico y son una negación de la revelación bíblica del carácter y de la universalidad del pecado.

B.- LA DOCTRINA BIBLICA DEL PECADO

Reconociendo que hay varios pecados definidos en la Palabra de Dios, llegamos, a base de las Escrituras, a la conclusión de que el pecado es cualquier falta de conformidad al carácter de Dios, ya sea en obra, disposición o estado. En la Palabra de Dios se definen varios pecados, como se ilustran, por ejemplo, en los Diez Mandamientos que Dios dio a Israel (Ex. 20:3-17). El pecado es tal porque es diferente de lo que Dios es, y Dios es eternamente Santo. El pecado siempre es contra Dios (Sal. 51:4); (Lc. 15:18), aun cuando pueda ser dirigido contra seres humanos. Una persona que peca es, de acuerdo a ello, sin semejanza a Dios y sujeta al juicio de Dios. La doctrina del pecado se presenta en cuatro aspectos en la Biblia:

1. El pecado personal (Ro. 3:23) es la forma de pecado que incluye todo lo que en la vida diaria está en contra o fracasa en conformidad con el carácter de Dios. Los hombres son conscientes con frecuencia de sus pecados personales, y los pecados personales pueden tomar una gran variedad de forma. Hablando en forma general, el pecado personal se relaciona con algún mandamiento particular de Dios en la Biblia. Incluye el aspecto de rebelión o desobediencia. Al menos ocho palabras importantes se usan para el pecado en el Antiguo Testamento y unas doce en el Nuevo Testamento; la idea básica es la falta de conformidad al carácter de Dios y el obrar por medio de actos ya sea de omisión o de comisión. La idea esencial es que el hombre no alcanza a la norma y fracasa en alcanzar el nivel del propio carácter de santidad de Dios.

2. La naturaleza pecadora del hombre (Ro. 5:19); (Ef. 2:3) es otro aspecto importante del pecado tal como se revela en la Biblia. El pecado inicial de Adán le llevó a la caída, y en la caída él se volvió un ser completamente diferente, depravado y degenerado y sólo capaz de engendrar seres caídos como él mismo. Por lo tanto, cada hijo de Adán es nacido con la naturaleza adámica, siempre está predispuesto a pecar, y aunque su naturaleza fue juzgada por Cristo en la cruz (Ro. 6:10), una fuerza vital y activa permanece en cada vida del cristiano. Nunca se dice que será quitada o erradicada en esta vida, pero para el cristiano hay poder vencedor provisto a través del Espíritu Santo que mora en él (Ro. 8:4); (Gá. 5:16-17).

Muchos pasajes bíblicos hacen alusión a este importante asunto. De acuerdo con (Efesios 2:3), todos los hombres (éramos por naturaleza hijos de ira), y toda la naturaleza del hombre es depravada. El concepto de la total depravación no es que cada hombre es lo más malo posible que él pueda ser, sino más bien que el hombre, a través de su naturaleza, está corrompido por el pecado (Ro. 1: 18) (Ro 3: 20). De acuerdo a ello, el hombre, en su voluntad (Ro. 1:28), su conciencia (1Ti. 4:2) y su intelecto (Ro. 1:28); (2Co. 4:4), está corrompido y depravado, y su corazón y entendimiento están cegados (Ef. 4:18).

Como se ha visto en un estudio previo, la razón por la cual los hombres tienen una naturaleza pecaminosa es porque les fue transmitida por sus padres. Ningún niño nacido en el mundo se ha visto libre de esta naturaleza de pecado excepto en el único caso del nacimiento de Cristo. No es que los hombres pequen y se conviertan en pecadores; más bien es que los hombres pecan porque tienen una naturaleza pecaminosa. El remedio para esto, así como para el pecado personal es, por supuesto, la redención, la cual es provista en la salvación en Cristo.

3. También se presenta en la Biblia el pecado como imputado o computado en nuestra cuenta (Ro. 5:12-18). Como se vio en conexión con la caída del hombre en el capítulo anterior, hay tres imputaciones principales presentadas en las Escrituras:

a) La imputación del pecado de Adán a su descendientes, en cuyo hecho se basa la doctrina del pecado original.

b) La imputación del pecado del hombre a Cristo, en cuyo hecho está basada la doctrina de la salvación.

c) La imputación de la justicia de Dios en aquellos que creen en Cristo, en cuyo hecho se basa la doctrina de la justificación.

La imputación puede ser:

a) actual.

b) judicial.

La imputación actual es poner en la cuenta de alguien algo que originalmente ya pertenecía al deudor. Aunque Dios pueda hacer esto en su justicia, por la obra reconciliadora de Cristo Dios no está ahora imputando al hombre el pecado, el cual es suyo desde un principio (2Co. 5:19).

La imputación judicial es cargar a la cuenta de alguien algo que no pertenece al deudor (Flm. 18).

Aunque ha habido desacuerdo en cuanto a si la imputación del pecado de Adán a cada miembro de la raza es actual o judicial, (Romanos 5:12) declara claramente que la imputación es actual, en vista de la cabeza representativa; la posteridad de Adán pecó cuando él pecó.

Los próximos dos versículos (Ro. 5:13-14) se han escrito para probar que no es una referencia a pecados personales (He. 7:9-10). Sin embargo, (Romanos 5:17-18) implica que su imputación también es judicial, puesto que se establece que por el pecado de un hombre vino juicio sobre todos los hombres. Sólo el pecado inicial de Adán está en cuestión. Su efecto es la muerte, tanto para Adán, así como de Adán hacia los miembros de la Humanidad. La cura divina provista para el pecado imputado es el don de Dios, lo cual es vida eterna a través de Jesucristo.

4. El estado judicial resultante de pecado para toda la raza humana también se presenta en la Escritura. Por consideración divina el mundo entero, incluyendo judíos y gentiles, está ahora (bajo pecado) (Ro. 3:9); (Ro 11:32); (Gá. 3:22). Estar bajo pecado es estar contado desde el punto de vista divino sin ningún mérito que pueda contribuir a la salvación. Puesto que la salvación es solamente por gracia y la gracia excluye todos los méritos humanos, Dios ha decretado, con respecto a la salvación de los hombres, que sea (bajo pecado), o sin ningún mérito. Este estado bajo pecado sólo es remediado cuando el individuo, a través de las riquezas de la gracia, es contado para permanecer en los méritos de Cristo.

Tomado como un todo, la Biblia indica claramente los efectos devastadores del pecado sobre el hombre y la ausencia total de esperanza para el hombre en cuanto a solucionar su propio problema de pecado. El correcto entendimiento de la doctrina de pecado es esencial para entender el remedio de Dios para el mismo.

La verdad acerca del pecado

Hay mucho que necesita ser mencionado con respecto al pecado y su relación con la seguridad del creyente. Sin intentar escribir un libro completo sobre hamartiología (el estudio del pecado), ciertas verdades acerca del pecado que son relevantes para la seguridad del creyente deben ser brevemente comunicadas. Pero primero necesitamos una definición del pecado.

Según la Escritura, el pecado es: todo lo que no viene de la fe (Romanos 14:23), saber hacer lo bueno y no hacerlo (Santiago 4:17), quebrantar la ley (1Juan 3:4), y toda injusticia (1Juan 5:17).

La Escritura enseña que hay varias formas de pecar. Podemos pecar por omisión (Santiago 4:17) y por comisión (1Corintios 10:8). Es también posible pecar de pensamiento (Mateo 5:28), palabra (Mateo 12:37) y obra (Mateo 27:4).

Abandonemos todas las ideas preconcebidas y vayamos a las Escrituras mientras ponemos a prueba lo que algunos están diciendo acerca del pecado, especialmente en la vida de un creyente.

Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca (1Jn 5:18).

¡Gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo!