sábado, abril 30, 2016

Dios es quien pelea por nosotros



Un varón de vosotros perseguirá a mil; porque Jehová vuestro Dios es quien pelea por vosotros, como él os dijo [Josué 23:10].



Tenemos grandiosas promesas en Dios y en su Palabra que merecen ser leídas y atesoradas en el corazón y en la mente. Muchas veces los que se dicen ser creyentes sufren, están desanimados, depresivos, enfermos; y es por el solo hecho de ser irrespetuosos con el Señor y su Palabra; no leen y desconocen las promesas de Dios. Cuando se presenta un problema parece ser que no tiene solución; y aparentemente el problema es más grave y más grande de lo que parece; el motivo de esto es que ignoramos las promesas.

No importa cuántos vienen contra nosotros; no importa cuán fuertes y poderosos aparentan ser los problemas; no importa cuál y quién es; no importa el nombre ni el tamaño del problema; no importa si es demonio, no importa si es potestad, no importa si es principado, no importa si es hombre fuerte, hombre flaco, hombre grande, pequeño, negro, blanco, etc. La promesa es que Dios combatirá por nosotros; y eso es lo que cuenta. Ya vimos en la antigüedad, que Él prometió todo eso a los que creen, a los que permanecen fieles y practican sus palabras.

Nuestro Dios peleará por nosotros; aunque seamos débiles e inexpertos a los ojos del mundo; su Palabra dice que somos más que vencedores; en cualquier guerra, en cualquier lugar, con cualquier problema; no importa si es demonio, no importa si es dificultad, no importa si es monte, no importa nada de eso; lo que importa es que Dios pelea por nosotros y con nosotros.

Perseguiremos a mil, grandiosa promesa; Dios sabe de esto; porque Él lo ve de esta forma. Los problemas tienen que desaparecer si permanecemos en la disciplina del Reino de Dios; esa promesa es para los que son fieles y se esfuerzan para caminar de fe en fe; esa es la condición. Entregarnos totalmente a Él y caminar en fe y obediencia; de seguro que tenemos la victoria de esta guerra en nuestras manos. No hay porqué dudar.

De manera que debemos practicar las promesas; ya están todas hechas en Dios. Esa es la fe que nos transforma en poderosos para deshacer toso los problemas. El Señor nuestros Dios es quien pelea por nosotros.


jueves, febrero 25, 2016

ESPERAR EN EL SEÑOR

                                

Pacientemente esperé al Señor, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor [Salmo 40:1].

La confianza es la seguridad íntima con la que se hace algo. Cuando vivimos en la “FE” esa seguridad trae tranquilidad en relación a la respuesta y es la firmeza de ánimo que debemos poseer cuando vivimos por la “FE”; la fe nunca falla, la fe nunca se equivoca, la fe trae respuestas y la fe trae paz. Esperar en el Señor, es fe. [Salmo 5:3] “oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré”. David oraba y esperaba; David oraba y no se desesperaba, esa era una práctica constante en su vida.
¿Por qué y para qué confiar en los hombres? Ellos son imperfectos; siempre fallan; creer en éste, creer en aquel, esperar en éste, esperar en aquel; perdemos el tiempo. Muchas veces nos enfrentamos con situaciones que nos son adversas y no encontramos respuestas, ni salida; entonces, debemos preguntarnos en quién estamos confiando.
Así ha dicho Jehová: maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. [Jeremías 17:5].
Los que ponen su confianza en sí mismo y en los recursos humanos están condenados a la desilusión, a la pobreza espiritual y a la perdición definitiva. Por el contrario, los que confían plenamente en el Señor, serán bendecidos y finalmente recompensados con una herencia incorruptible y divina. No temerán, ni estarán ansiosos en ninguna de las circunstancias de la vida porque sus raíces se han profundizado con Dios.
¿Por qué confiar en el hombre; si el corazón es engañoso?
Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?   [Jeremías 17:9].
El corazón es el ser interior de una persona y abarca los deseos, y sentimientos de ella. Sobretodo, es en extremo perverso y corrupto; como resultado, la gente se vuelve soberbia, arrogante; se vuelve al egoísmo y a la maldad. El corrupto corazón humano no puede transformarse por sí mismo. Entonces creer en el hombre y esperar en el hombre no trae buenos resultados.
Debemos confiar en Dios que jamás fallará. Para agradar a Dios, debemos hacer como David, que esperó confiadamente,  inclusive antes de saber que había sido oído. Esa es la confianza que jamás se quebranta y es la confianza que no tiene nada que ver con el sentimiento; porque es la firmeza de ánimo que nos sustenta hasta obtener la victoria. Dios es el único digno de confianza; creamos en Él; ya oyó nuestro clamor desde los cielos.
A partir de ahora nuestra meta será “Esperar en el Señor” diariamente como una práctica constante, y de esta manera la “FE” aumentará en nuestras vidas.


sábado, febrero 20, 2016

CINFIANZA EN MEDIO DE LA GUERRA



Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado [Salmo 27:3].

Es fácil confiar en Dios cuando todo está bien, es fácil confiar en Dios cuando se tiene un plato de comida en la mesa, cuando tenemos con qué vestirnos; es fácil confiar en Dios cuando todo es color de rosas; es fácil confiar en Dios cuando los enemigos están lejos; es fácil confiar en Dios cuando lo tenemos todo, alimentos, vestimenta, calzados, etc.  Cuando tenemos dinero en nuestro poder, es muy fácil confiar en Dios.
David manifestaba confianza en medio de la guerra, frente al enemigo; eso era una demostración clara de su fe; la certeza de que Dios estaba con él en medio de las dificultades; en medio de la adversidad; en medio de la fatiga.
Hay situaciones en la vida que parecen adversas, muy complicadas, contrarias a lo que uno espera; muchas veces el entorno que nos rodea se hace complicado, y aun las personas se vuelven complicadas; todo esto no debería desanimarnos, muy por el contrario; es una oportunidad para manifestar nuestra fe y confianza en Dios. Tal vez Dios nos ha creado una situación adversa [Isaías 45:6-7], para fortalecernos, y para que no seamos soldaditos de chocolate, sino verdaderos soldados  de Jesucristo para enfrentar la guerra, a Satanás, sus demonios y todas las situaciones adversas que se nos presentan.
¿Cómo enfrentaremos las situaciones adversas, si nuestra fe no es pura? ¿Cómo estar de pie si nuestra fe no es probada? ¿Con qué cara o actitud nos dirigimos a Dios si nuestra fe no es sincera?
[1Pedro 1:7] Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.

La fe debe ser probada, la fe debe ser pulida, la fe debe ser pura. La fe es más precisa que el oro.
Queremos servir a Dios y  nuestra fe es frágil, queremos agradar a Dios y nuestra fe no es pura, no es sincera. Pensamos que es el diablo que nos pone trabas, pensamos que es el enemigo que nos enreda todo; pero lo cierto es que nuestra fe debe ser probada por Dios.
Estamos en el tiempo final, y estamos viviendo el fin, estamos en la batalla final, donde lo que se está perdiendo es la fe por causa de todo lo que está ocurriendo en el mundo. Son tiempos malos lo que estamos viviendo; y es ahora donde nuestra fe debe ser fortalecida.
A partir de ahora, aprenda a enfrentar las situaciones adversas en su vida; su fe está siendo probada. Si se quiere servir a Dios, la fe debe ser probada y aprobada por Dios mismo para agradarle en todo; porque sin fe es imposible agradar a Dios. Se debe caminar en la fe y no por vista, ni sentimientos; se debe perseverar en la fe hasta el final.



domingo, febrero 14, 2016

LAS BUENAS PALABRAS DE DIOS

             

Y he aquí que yo estoy para entrar hoy por el camino de toda la tierra; reconoced, pues, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que no ha faltado una palabra de todas las buenas palabras que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas  [Josué 23:14]

Ninguna de las promesas de Dios falló en la vida de aquellos que creen; ninguna de ellas, ni tan solo una cayó por tierra. No fallará hoy, no fallará mañana, ni fallará en el futuro próximo. Todas las promesas escritas en su Palabra se cumplirán y continuarán cumpliéndose en nuestra vida y en la de aquellos que creen. Pero hay una condición, la “FE”. Cuando hay fe, hay obediencia. Es imposible agradar a Dios sin fe, imposible. No se puede dudar de Dios habiendo un enfermo con cáncer, si Dios es nuestro sanador; no se puede dudar de Dios habiendo hambre en el mundo, si Dios es nuestro proveedor; no se puede dudar de Dios habiendo pobreza extrema en el mundo, si Dios es rico en todo. Clamemos a Dios, Él es la fuente de todo; Él es el Dios Todopoderoso.
Las promesas de Dios están escritas para leerlas, meditarlas y practicarlas. Si las leemos, las meditamos; las debemos practicar con fe para que se cumplan en nuestra vida. Reclamémosle a Dios lo que prometió, aun cuando hayamos obtenido respuestas a nuestras oraciones. Practiquemos nuestra fe; no permitamos enfriarnos cuando el enemigo nos ataca con pensamientos negativos de que “nunca lograremos nada”; cuando vienen esos pensamientos negativos de que “somos fracasados”; todo eso es una mentira del diablo; Satanás es un fracasado, los demonios son unos fracasados. No permitamos  vivir otra cosa que no sea nuestra fe. Es la fe la que vence al mundo y todo lo que se nos viene encima; no hay razón alguna para desistir.
Escrito está: Mas el justo vivirá por fe; si retrocediere, no agradará a mi alma [Hebreos 10:38].
El capítulo once de Hebreos demuestra la naturaleza de la única clase de fe que acepta Dios, que es la fe que triunfa en la peor de las circunstancias. Es la fe que cree en las realidades espirituales; lleva a la justicia, busca a Dios, cree en su bondad, confía en su Palabra, obedece sus mandatos, vive conforme a sus promesas, rechaza el espíritu del malvado y enfermo mundo actual, anhela el hogar celestial, persevera en medio de las pruebas, bendice a la generación siguiente, rechaza los placeres del pecado, soporta la persecución, realiza obras poderosas de justicia, sufre por Dios y nunca regresa a la tierra de donde había salido, o sea, al mundo y la esclavitud.
Mantener la llama encendida de nuestra fe para garantizar el cumplimiento de todas las promesas de Dios es tarea diaria en este caminar cristiano. No hay porqué dudar.
Todas las promesas están encaminadas y programadas para cumplirse en la vida de aquellos que creen si se permanece en obediencia y en la práctica de la Palabra de Dios y una comunicación directa con Él, en  santidad; apartado de lo que nos distrae y nos apaga.
La “FE” es el arma poderosa que tenemos en este mundo cruel, enfermo y lleno de tinieblas. Con la fe se abren puertas, con la fe se construyen cosas, con la fe se detienen las tormentas, con la fe se aplasta al enemigo debajo de nuestros pies, y con la fe se heredan las promesas de Dios.
[Hebreos 10:23]  Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.
Fiel es el que prometió; Dios siempre permanecerá fiel a nosotros. Es por eso que debemos mantenernos firmes en la “FE”; mirando hacia adelante, sin fluctuar en nuestro caminar con Cristo. Todo lo demás es pasajero.



jueves, febrero 11, 2016

"Por vuestra poca fe"




Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible  [Mateo 17:20].

Pensamos que estamos sufriendo porque es una prueba, tal vez una cruz, o a lo mejor un karma, o puede ser que lo que estamos pasando sea por lo que hicieron nuestros antepasados. Existe un cúmulo de ideas y una gran porción de tonterías que vuelan por allí y hacen nido en nuestra cabeza, y por lo tanto, afectan nuestra mente y neutralizan nuestra creencia; todo esto son mitos, cuentos y enseñanzas erróneas que nada tienen que ver con la “FE”; la fe verdadera, o la verdadera fe en Jesús. Por eso, muchas veces nos vemos inmovilizados en una situación desesperante que nos tiene estancados, vemos que no avanzamos, ni para atrás, ni para adelante; y nos preguntamos si ese sufrimiento es injusto realmente; es entonces, que de esa manera la fe no logra ser eficaz.
¿Qué padre castigaría o probaría a su hijo con un cáncer? ¿Qué padre colocaría a su hijo una enfermedad como lección para que aprendiera algo? Pensamos que no, no sería lo correcto; como humanos que somos, nunca haríamos algo así. Entonces, ¿Por qué pensar que Dios siendo perfecto, misericordioso, lleno de amor, y de bondad, haría algo así?
Las tribulaciones, el sufrimiento, el desengaño, la traición y las pruebas que la Palabra de Dios dijo que tendríamos, son realmente por causa del evangelio. Cuando somos despreciados por servir a Jesús, cuando somos perseguidos aparentemente sin causa alguna, cuando somos rechazados por nuestros familiares, cuando padecemos en esta larga caminata que nos lleva a la meta de la salvación; en fin, un sinnúmero de situaciones adversas por predicar a Cristo; todo esto lo entendemos. Pero hay otras situaciones, que son desesperantes y que sólo debemos enfrentarlas con la fuerza de la fe. No todos tenemos la misma fe. Algunos en mayor medida, otros en menor medida, pero a todos se nos dio y se nos proveyó una medida de fe para enfrentar ciertas situaciones. A veces vemos el problema mucho mayor que la fe que se nos proveyó; y lo cierto es que la fe para sanar un cáncer, sanar un paralitico, una enfermedad, un problema grave, no necesitamos tener fe como un monte de grande, sino muy por el contrario; tener fe como un grano de mostaza para decirle a un monte, pásate de aquí allá, y éste se pasará sin ningún problema. Debemos enfrentar los problemas y las situaciones adversas con la fuerza de la fe, y tener la certeza de que no fue eso lo que Dios les destinó a sus hijos. En cierta ocasión Jesús reprendió a sus discípulos por no poder echar fuera un demonio, y que no era del tamaño de un monte; y eso se debía  por su falta de fe.
La fe de muchos se ha apagado; y eso es por estar divagando en lo que no tienen que estar, ven y miran demasiadas tonterías, y también escuchan demasiadas tonterías y enseñanzas que nos terminan apagando. Pierden demasiado tiempo en cosas inútiles y en las tecnologías del mundo y de los demonios. Cuando caemos en esa clase de tonterías nuestra fe se va apagando y la duda va creciendo. La duda corroe, la duda corrompe, la duda contamina y la duda hace hundir en el agua. Todavía muchos no saben lo que la “FE” es capaz de hacer, y lo que Jesús es capaz de hacer a través de la fe; y cómo el Espíritu Santo se movería en este mundo corrupto y enfermo; tal vez hubiesen menos enfermedades en el mundo, menos dolencias, menos pobreza, menos endemoniados, más serpientes amarradas, menos religiones, menos religiosos, menos de todo mal en el mundo; en fin, si se tiene fe, como un grano de mostaza. La fe mueve montañas. Todo es cuestión de “FE”. Pero sin “FE” es imposible agradar a Dios [Hebreos 11:6].



             

jueves, febrero 04, 2016

Solamente palabras vanas




                   

“Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia” [Efesios 5:6].

Hoy en día no estamos muy acostumbrados a oir hablar sobre la ira de Dios en las iglesias; tal vez porque suena muy asombroso para muchos, y para otros quizás, sea un poco molesto y dejen de congregarse. Tal vez parece que el miedo de perder miembros obliga a los predicadores a omitir el tema; ya que éste, no los hace muy populares. El amor, la Gracia, el perdón, la misericordia, la prosperidad, y las riquezas de Dios siempre están a la orden del día en los temas que se van a exponer desde los púlpitos; y dicho sea de paso, ¡Benditos sean!; todos son bíblicos.
Son temas atractivos, hacen sentir bien a la gente; a ¿Quién no le gustaría que Dios le diera riquezas, carros nuevos, mansiones de lujo, billeteras llenas de dinero, cuentas gordas en los bancos, yates, trajes de lujo, relojes finos, etc.? y la lista sería muy larga; total la fe da para todo, pero, en definitiva es todo material y arderá en fuego; todo eso es vanagloria. Claro está, que hay iglesias que buscan todo esto y están llenas, y los miembros, jamás se pierden una reunión, o un culto, ni siquiera por un catarro; es que evidentemente éstos temas satisfacen a todos los públicos y no incomodan a nadie; ni siquiera al infierno, y Lucifer también asiste a la congregación a escucharlos atentamente.
Éstos temas sensibilizan la mente de las personas y causan una sensación de que todo marcha bien y en victoria y que al fin de cuentas, después de todo, el Dios del Cielo, les abrirá las puertas a todos, sin importar como estén; manchados, rayados, listados, pintados o abigarrados, como el ganado de Jacob; no importa, somos todos hijos de Dios; y todo el que crea diga ¡Amén!
Es muy difícil, tal vez contradictorio, imaginar la ira de Dios, o un Dios que esté enojado con alguien cuando su propia Palabra  dice que “Él es amor” [1Juan 4:8,16].
Su Palabra no puede contradecirse, Él es tanto amor como justicia; y nunca tolerará injusticia o pecado entre sus hijos. Quién conoce y cree la verdad, pero vive en la mentira, vive en las cosas vanas, vive en la vanagloria de la vida, en las tentaciones de los ojos, en la soberbia, en la arrogancia y en cosas mundanas que ofrece el mundo y los demonios, está jugando con la fe y la salvación del alma.
El pueblo de Israel enfadaba a Dios con sus idolatrias, con sus quejas, con su desconformismo, con su rebeldía y desobediencia, y ellos pensando que la observancia de las tradiciones religiosas compensaba sus pecados. Hoy en día no se está muy lejos de ser como el pueblo de Israel, es exactamente lo que le ha sucedido a muchos creyentes en la actualidad; ellos piensan que el amor y la gracia de Dios cancelarán sus carnalidades. Tal vez se olvidaron de predicar este pasaje, que está escrito y no se ha borrado, tal vez algunos lo quieran quitar de la Biblia, otros hacen la vista gorda, en fin, el pasaje en cuestion [Romanos 1:18] Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad.
La ira de Dios es una expresión de su justicia y amor; es el enojo de Dios y su reacción permanente a todo pecado e injustica [Ezequiel 7:8-9] provocada por la conducta malvada de algunas personas. El mismo Jesús manifestó su ira cuando entró en el templo y echó afuera a todos los que hacían negocios en el mismo templo. Hoy en día cuántos hacen negocio con la Palabra de Dios; la tuercen, la tergiversan, le dan vueltas, la enroscan, le hacen torniquetes a ver si sale, o lo que salga; y le dan otro sentido a lo que quiere decir, la moldean a gusto y placer; y todo esto, lo hacen en el mismo templo, engañando a la gente. Muchos se han enriquecido con la venta de levadura, en ésta gran masa que es el mundo de la religión. Si estás con uno eres obediente; si estás con el otro eres rebelde; la idolatría da al cuello y quieren que digas lo que ellos quieren. Mejor no decir absolutamente nada, como cordero al matadero. ¡Amén!
Que nadie cuente con la compasión y la benevolencia de Dios para mantenerse en el pecado, porque la ira de Dios se revela sobre todos los rebeldes, hijos de la desobediencia.
Debemos aprovechar el poco tiempo que nos resta para hacer un examen de conciencia y firmar una alianza con Dios y alejarnos de todo lo que nos distrae, nos perjudica, y no ser cómplices con aquellas personas que adulteran la Palabra de Dios para su conveniencia, para su enriquecimiento o llenar las arcas de las ofrendas para su propia perdición. Debemos recordar que Dios es amor, pero también es fuego que consume.

domingo, enero 31, 2016

AL ABRIGO DEL ALTISIMO



“Porque has puesto al Señor, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada”. [Salmo 91:9-10].

Para garantizar que seremos guardados del mal que este mundo está sufriendo y padeciendo, es necesario, indiscutiblemente, tener un pacto con Dios. Está escrito que ningún mal nos sobrevendrá a los que habitamos al abrigo del Altísimo. Debemos hacer de Él nuestro refugio, hagamos de Él nuestra protección, hagamos de Él nuestro santuario. Refugiémonos en su Divina Presencia y creamos en el Dios verdadero, el Dios de verdad, el Dios que no puede mentir. “No te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada”.
Comencemos este año en la presencia de Dios. Lo que comienza bien, termina bien. Aunque el mundo se esté cayendo a pedazos, aunque la economía del mundo vaya de mal en peor, aunque los gobiernos no puedan tener control, ni encontrar soluciones a la crisis; no importa lo que diga la gente, no importa lo que digan los noticieros; no importa, nosotros tendremos paz por dentro. Aunque este año, para el mundo sea peor que el anterior, no importa, habrá bendiciones abundantes en la vida de los que le han sido fieles a Dios y han hecho de Él, su morada.

Esa certeza de que estamos seguros, es la “FE” consciente; la fe que hace pasar por tormentas, tempestades, por ríos, por altibajos; esa fe que hace caminar sobre el agua. Esa fe que nos sustenta en los momentos más difíciles, esa fe nos hace mantener la confianza de que pase lo que pase, estaremos seguros en el Altísimo; Él es nuestra habitación; una habitación donde el mal y la plaga jamás nos tocará. En Él, estamos protegidos y más que seguros.

sábado, enero 30, 2016

EL LIMPIO PENSAMIENTO



                             

“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” [Filipenses 4:8].

Analicemos nuestros pensamientos. ¿Qué ocupa nuestra mente? Lo verdadero, lo justo, lo puro, lo bueno, lo limpio, etc. “Si permanecemos fieles hasta el fin” No hay cómo permanecer fiel hasta el fin, sin vencer los malos pensamientos. La salvación no es fácil teniendo pensamientos de duda; teniendo pensamientos impuros, teniendo pensamientos negativos, teniendo pensamientos de derrota, teniendo pensamientos de miedo. La mente es una maquinaria que no descansa; constantemente está recibiendo señales del mundo exterior, un bombardeo del ambiente que nos rodea;  la mayoría son ideas negativas de un mundo corrupto y enfermo, y muy pocas veces son ideas buenas. Debemos pensar ¿Qué estamos recibiendo en nuestra mente? El Señor habla de la puerta estrecha y del camino angosto [Mateo 7:14], Él nos muestra cuán difícil es la salvación; y solamente frente a las tentaciones, a los desiertos, a las pruebas y a los desafíos de esta vida, entenderemos el peso de sus palabras.
Uno de los mecanismos para mantener la salvación es la oración en el espíritu y con el Espíritu Santo, inmediatamente debemos hacer ésta oración después de haber tenido malos pensamientos; instantáneamente deben ser reprendidos todo mal pensamiento en el “Nombre de Jesús” con toda fuerza y con toda voluntad deben ser expulsados de nuestra mente. Si no los resistimos de inmediato, ganan fuerza, amenazan nuestra conciencia y consecuentemente nuestra salvación; por lo tanto, nos contaminamos de toda esa basura.
Los pensamientos son inevitables; vendrán a nuestra mente en el momento menos esperado; un cúmulo de ideas y pensamientos que quieren hacer fortalezas en nuestra mente para desenfocarnos de nuestra salvación. Los pensamientos positivos deben ser almacenados y alimentados, y los negativos de ser expulsados, desterrados y quebrantados de inmediato por medio de una oración;  aunque tengan la apariencia de buenos y parezcan tener sentido. No podemos impedirlos venir; pero tenemos el poder y la autoridad para reprenderlos y limpiar nuestros pensamientos.

A partir de este momento, vamos a vigilar nuestros pensamientos y mantener en nuestra mente solo lo que es bueno, puro, santo respetable y verdadero; y nunca más pensamientos de derrota, de debilidad, de miedos. Los pensamientos negativos que nos hacen debilitar jamás harán nido en nuestra mente. Ahora ejercitaremos la mente del Señor [1Corintios 2:16] y renovándonos cada día en el espíritu de nuestra mente [Efesios 4:23].