LUCHA ESPIRITUAL

El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya. [Is 61:1].


Esta descripción del Mesías y de su unción se relaciona con su misión o su ministerio. Cuando Jesús comenzó su ministerio, citó esos versículos y se los aplicó a sí mismo [Lc 4:18-19]. A fin de cumplir su ministerio, Jesús fue ungido con el Espíritu Santo [Is 11:2] [Is 42:1]. Su ungido ministerio incluía:

1]- Predicación del evangelio a los pobres, a los humildes y a los afligidos.
2]- Sanidad y vendaje de los enfermos espirituales, físicos y de los quebrantados de corazón.
3]- Rompimiento de la ataduras de maldad y proclamación de libertad del pecado y del dominio satánico.
4]- Apertura de los ojos espirituales de los perdidos para que vean la luz del evangelio y sean salvados.

Estos cuatro propósitos caracterizaron todo el ministerio de Jesucristo, y seguirá cumpliéndose hasta el fin de la Gracia.

El Mesías seria poderosamente ungido por Espíritu Santo a fin de realizar la voluntad del Padre y llevar plena salvación a las naciones [Is 61:1] [Mt 3:16-17] [Jn 1:33-34]. A fin de llevar a cabo su plan de salvación, también el Mesías bautizaría y ungiría a sus seguidores en el Espíritu Santo. Ese es un requisito fundamental en la continua obra de redención. Al Mesías se le llena del Espíritu, y sus dones carismáticos se describen en [Is 11:2] como el Espíritu, sabiduría, inteligencia, consejo, poder, conocimiento y temor de Jehová. Los siete elementos de ese don indican la plenitud del don.

LA ARMADURA DE DIOS

Los creyentes están en conflicto espiritual contra el mal. Se describe ese conflicto como una batalla de fe (2Co 10:4) (1Ti 1:18-19) (1Ti 6:12) que continua hasta que pasen a la vida venidera (2Ti 4:7-8) (Gá 5:17). Jesucristo mismo, mediante su muerte en la cruz, aseguró la victoria del creyente. Libró una batalla triunfante contra Satanás, desarmó a los principados y a las potestades del mal (Col 2:15) (Mt 12:29) (Lc 10:18) (Jn 12:31), llevó consigo a los cautivos (Ef 4:8) y redimió al creyente del poder de Satanás (Ef 1:7) (Hch 26:18) (Hch 3:24) (Col 1:13-14).

En la actualidad, los creyentes están en una batalla espiritual que libran por el poder del Espíritu Santo (Ro 8:13), contra:

a)- Los deseos pecaminosos del interior (1P 2:110 (Gá 5:17)

b)- Los placeres impíos del mundo y toda clase de tentaciones (Mt 13:22) (Gá 1:4) (Stg 1:14-15) (1Jn 2:16)

c)- Satanás y sus fuerzas espirituales de maldad.

A los creyentes se les dice que se separen del sistema del mundo actual, a tal grado que aborrezcan la maldad que contiene (Heb 1:9), venzan las tentaciones que se les presentan y mueran a ellas (Gá 6:14) (1Jn 5:4), y condenen abiertamente el pecado que lo consume (Jn 7:7).

Los soldados cristianos deben luchar contra todo mal, no con su propio poder (2Co 10:3) sino con las armas espirituales (Ef 6:10-18) (2Co 10:4-5).

En su lucha de fe se les llama a los creyentes a que soporten los sufrimientos como buenos soldados de Cristo (2Ti 2:3), sufran por el evangelio (Mt 5:10-12) (Ro 8:17) (2Co 11:23) (2Ti 1:8), peleen la buena batalla de la fe (1Ti 6:12) (2Ti 4:7), libren batallas (2Co 10:3), perseveren (Ef 6:18), venzan (Ro 8:37), sean victoriosos (1Co 15:57) (2Co 2:14), defiendan el evangelio (Fil 1:16), luchen por la fe (Fil 1:27) (Jud 3), no se atemoricen por sus adversarios (Fil 1:28), se vistan de toda la armadura de Dios y se mantengan firmes (Ef 6:13), derriben las fortalezas de Satanás (2Co 10:4), lleven cautivo todo pensamiento (2Co 10:5) y se hagan fuertes en batallas (Heb 11:34).

LA ESPADA DEL ESPÍRITU

Es el arma ofensiva del creyente para la lucha espiritual invisible contra el poder del mal. Satanás no escatimara esfuerzo para socavar y destruir la confianza del creyente en esa espada, que es la "Palabra de Dios". La iglesia debe conocer, para defender las Escrituras inspiradas contra los argumentos de que la Biblia no es la Palabra de Dios en todo lo que ensena. Abandonar la actitud de Cristo y los apóstoles respecto a la Palabra inspirada de Dios es destruir su poder para reprender o corregir, redimir, sanar, expulsar demonios y vencer todo mal. Negar que sean absolutamente fidedignas las Escrituras en todo lo que ensenan es entregarse a las manos de Satanás (2P 1:21).

ORANDO EN EL ESPÍRITU

La batalla del creyente contra las fuerzas espirituales de Satanás exige la intensidad en la oración, es decir, orar "en el Espíritu", "en todo tiempo", "con toda oración y suplica", "por todos los santos", "con toda perseverancia". No debe considerarse la oración simplemente como un arma más, sino como parte del conflicto mismo, en el que la victoria se gana para los creyentes en Cristo al trabajar juntos con Dios mismo. Dejar de orar con diligencia, con toda oración en toda situación, es rendirse al enemigo (Lc 18:1) (Ro 12:12) (Fil 4:6) (Col 4:2) (1Ts 5:17).

HUESTES ESPIRITUALES DE MALDAD

Los creyentes se enfrentan a un conflicto espiritual con Satanás y un ejército de espíritus malos (Mt 4:10). Esos poderes de las tinieblas son las fuerzas espirituales de maldad (Jn 12:31) (Jn 14:30) (Jn 16:11) (2Co 4:4) (1Jn 5:19) que estimulan a los impíos (Ef 2:2), se oponen a la voluntad de Dios (Gn 3:1-7) (Dn 10:12-13) (Mt 13:38-39) y con frecuencia atacan a los creyentes de esta época (1P 5:8).

Constituyen una gran multitud (Ap 12:4-7) y están organizados en un imperio de maldad sumamente sistemático que tiene jerarquía y orden (Jn 14:30).

SATANÁS (acusador y adversario)

Fue un gran ángel creado bueno y perfecto. Su oficio era servir delante del trono de Dios; pero tiempo antes de que comenzara la creación del mundo se reveló y se convirtió en el principal adversario de Dios y de los hombres (Ez 28:12-15).

En su rebelión contra Dios, Satanás arrastro consigo una gran multitud de ángeles menores (Ap 12:4) que tal vez se deban identificar, después de caída, como demonios, espíritus malos o espíritus inmundos. Satanás y muchos de esos ángeles menores fueron arrojados a la tierra y a la atmosfera que la rodea, y están activos dentro de esa esfera bajo la voluntad de Dios que se lo permite. Satanás, también llamado "la serpiente", causo la caída de la raza humana (Gn 3:1-6).

El reino de Satanás (Mt 12:26) es un imperio del mal altamente sistematizado que tiene autoridad sobre el reino del aire (Ef 2:2), los ángeles caídos (Mt 25:41) (Ap 12:7), la humanidad no regenerada (Mt 4:8-9) (Jn 12:31) (Ef 2:2) y el mundo (Lc 4:5-6) (2Co 4:4) (1Jn 5:19).

No es omnipresente, omnipotente, ni omnisciente; por eso la mayor parte de su actividad la delega a los demonios (Mt 8:28) (Ap 16:13-14) (Job 1:12).

Jesús vino a la tierra a destruir las obras de Satanás (1Jn 3:8), a establecer el reino de Dios y a librar a los seres humanos del dominio de Satanás (Mt 12:238) (Lc 4:18) (Lc 13:16) (Hch 26:18).

Mediante su muerte y resurrección, Cristo inicio la derrota de Satanás y de ese modo aseguro la victoria definitiva de Dios sobre Satanás (Heb 2:14).

Al fin de los tiempos Satanás quedara limitado al abismo por mil años (Ap 20:1-3). Después de quedar libre hará un último intento para derrocar a Dios; eso resultara en la derrota final de Satanás, que será arrojado al lago de fuego (Ap 20:7-10).

Actualmente Satanás lucha contra Dios y su pueblo (Job 1-2) (Ef 6:11-18), procurando apartar a los creyentes de la lealtad a Cristo (2Co 11:3), haciendo que caigan en pecado y acepten el presente sistema del mundo (1Ti 5:15) (1Jn 5:16). El creyente debe orar constantemente por su liberación del poder de Satanás (Mt 6:13), estar alerta contra sus asechanzas y tentaciones (Ef 6:11) y resistirlo mediante la lucha espiritual mientras permanece firme en la fe (Ef 6:10-18) (1P 5:8-9).

La obra del Diablo en el mundo

Él es el “príncipe de este mundo” (Jn 12.31; 14.30; 16.11)

El mundo hay que entenderlo como el ámbito del mal, enemigo de Dios y contrario a su voluntad, formado por aquellos que ni conocen a Dios ni quieren conocerle, y se manifiestan en abierta hostilidad hacia él. Los que forman parte de este “mundo” son del Diablo (Jn 8.44), y, aunque no lo sepan, son gobernados por él y contribuyen con sus acciones a sus malvados propósitos (2Tes 2-8-12) (2 Ti 2.25-26).

Es el “príncipe de la potestad del aire” (Ef 2.2)

Los demonios se mueven por la tierra y por el aire. En ambos ámbitos hacen su obra. ¡Cuidado con las señales que aparecen en los cielos! Los seguidores de las manifestaciones atmosféricas luminiscentes7 creen que existen otros mundos y seres inteligentes en ellos, y, por tanto, nada de los que dice Dios a través de su palabra sobre esta y la otra vida es cierto. Las señales de los cielos han sido siempre un instrumento del Diablo para alejar a las personas de Dios (Dt 4.19) (Ap 13.13-14).

Es el “dios de este siglo” (2 Co 4.4) (Ef 6.12)

Los humanos tenemos un vacío en forma de Dios que intentamos llenar con cualquier sucedáneo de esta vida y para esta vida. En palabras de las Escrituras el hombre ha dejado a Dios, fuente de agua viva, y se ha cavado para sí cisternas rotas que no retienen agua (Jr 2.13). Quienes dejan al Dios vivo y verdadero terminan teniendo como al Diablo como dios a través de cualquiera de los cebos que él pone para atrapar a las personas.

EL MUNDO ENTERO ESTÁ BAJO EL MALIGNO

No se entiende de manera adecuada el Nuevo Testamento a menos que se reconozca su enseñanza de que Satanás es el dios de este mundo. Él es el maligno y su poder domina esta época de maldad (Lc 13:16) (2Co 4:4) (Gá 1:4) (Ef 6:12) (Heb 2:14).

Las Escrituras no ensenan que ahora Dios está en control directo del mundo impío que incluye a los pecadores, la maldad, la crueldad y la injusticia. De ninguna manera Dios desea ni causa todo el sufrimiento que hay en el mundo, ni todo lo que ocurre es su perfecta voluntad (Mt 23:37) (Lc 13:34) (Lc 19: 41-44).

La Biblia indica que en la actualidad el mundo no está bajo el dominio de Dios, sino que está en rebelión contra su gobierno y esta esclavizado a Satanás. Debido a esa condición, Cristo vino a morir (Jn 3:16) y a reconciliar al mundo con Dios (2Co 5:18-19). Los creyentes nunca deben afirmar que "todo está bajo el control de Dios" con el propósito de librarse de la responsabilidad de combatir el pecado, la maldad o la tibieza espiritual. Sin embargo, hay un sentido en el cual el mundo impío si esta bajo el control de Dios.

Él es soberano, y por eso todas las cosas ocurren según su voluntad permisiva y su vigilancia, o a veces mediante su participación directa de acuerdo con su propósito. No obstante, en este momento de la historia Dios ha limitado su supremo poder y gobierno sobre el mundo; pero esa autolimitación es solo temporal, porque tan pronto como lo determine su sabiduría destruirá a Satanás y toda la maldad (Ap 19 y 20). Solo entonces se dirá: "Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo, el reinara por los siglos de los siglos" (Ap 11:15).

La derrota de Satanás y todo lo que representa comenzó mediante la cruz y la resurrección de Cristo. Su derrota final ocurrirá cuando sea arrojado al lago de fuego que arde con fuego y azufre (Ap 20:10). Sin embargo en la actualidad Satanás todavía está activo y es el "gobernante o príncipe de este mundo" (Jn 14:30) (Jn 16:11) (2Co 4:4) (Ef 2:2). Satanás tiene poder y autoridad en el mundo (Lc 4:6) y utiliza las cosas del mundo contra Cristo y la iglesia. Por eso "la amistad con el mundo es enemistad contra Dios" (Sig. 4:4) (1Jn 2:15-16).

DEMONOLOGÍA (lo que no se ve)

Uno de los énfasis principales del Evangelio según Marcos es el interés dominante de Jesucristo en derrotar a Satanás y sus poderes demoniacos. En (Mr 3:27) se expresa como atar al "hombre fuerte" (Satanás) y "saquear su casa" (libertar a los esclavos de Satanás). Ese poder sobre Satanás es evidente sobre todo en la expulsión de demonios o espíritus inmundos.

El Nuevo Testamento se refiere con frecuencia a los que sufren por la opresión y la influencia de Satanás debido a la posesión de espíritus inmundos, y al conflicto de Jesús con los demonios. En el Evangelio según Marcos, por ejemplo, se describen numerosos encuentros como esos: (1:23-28,32-34,39) (3:10-12,14-15) (5:1-20) (6:7,13) (7:24-30) (9:14-29) (16:17).

Los demonios son seres espirituales que tienen personalidad e inteligencia. Como súbditos del reino de Satanás y enemigos de Dios y del hombre (Mt 12:43-45), son malos y maliciosos y están bajo la autoridad de Satanás (Lc 4:6).

Los demonios son los poderes que respaldan a los dioses falsos, de modo que la adoración de ídolos y dioses falsos es en si adoración de los demonios (1Co 10:20).

El Nuevo testamento presenta al mundo separado de Dios y tomado por Satanás (Jn 12:31) (2Co 4:4) (Ef 6:10-12). Los demonios forman parte de la jerarquía de los gobernadores de las tinieblas de este siglo; los creyentes deben estar en continua lucha con ellos (Ef 6:12).

Los demonios pueden vivir, y con frecuencia viven, en el cuerpo de los incrédulos (Mr 5:15) (Lc 4:41) (Lc 8:27-28) (Hch 16:18) y pueden hablar con la voz de ellos. Esclavizan a tales personas y las inclinan al mal, a la inmoralidad y a la destrucción.

Los demonios pueden causar enfermedades físicas en el cuerpo humano (Mt 9:32-33) (Mt 12:22) (Mt 17:14-18) (Mr 9: 20-22) (Lc 13:11,16), aunque no todas las enfermedades y dolencias son resultado de los espíritus inmundos (Mt 4:24) (Lc 5:12-13).

Los que participan del espiritismo y de la magia, la hechicería, tratan con los espíritus inmundos, y eso puede conducir fácilmente a la esclavitud demoniaca (Hch 13:8-10) (Hch 19:19) (Gá 5:20) (Ap 9:20).

Los espíritus malos (demonios) estarán muy activos en los últimos días de esta época, promoviendo el ocultismo, la inmoralidad, la violencia y la crueldad; atacaran la Palabra de Dios y la sana doctrina y provocaran la apostasía (Mt 24:24) (2Co 11:14-15) (1Ti 4:1). El derramamiento máximo de actividad demoniaca se verá en el anticristo y en sus seguidores (2Ts 2:9) (Ap 134:2-8) (Ap 16:13-14)

JESÚS Y LOS DEMONIOS

En sus milagros, Jesús con frecuencia ataca el poder de Satanás y los demonios (Mr 1:26, 34,39) (Mr 3:10-11) (Mr 5:1-20) (Mr 9:17-29) (Lc 13:16).
Uno de los propósitos claros de Cristo al venir a la tierra fue atar a Satanás y librar a los que él tiene esclavizados (Mt 12:29) (Mr 1:27) (Lc 4:18).
Jesús ató a Satanás, en parte mediante la expulsión de demonios y de modo más completo en su muerte y resurrección (Jn 12:31), y así quebranto el poder del dominio de Satanás y restauró el poder del reino de Dios.
El fuego eterno (lago de fuego), el lugar de tormento eterno, lo preparó Dios para el diablo y sus ángeles (Mt 25:41).

LOS CREYENTES Y LOS DEMONIOS

Las Escrituras enseñan que a ningún creyente verdadero, en quien mora el Espíritu Santo, lo pueden poseer los demonios. El Espíritu Santo y los demonios no pueden habitar nunca en el mismo cuerpo (2Co 6:15-16). Sin embargo, los demonios pueden influir en los pensamientos, las emociones y las acciones de los creyentes que no siguen la dirección del Espíritu Santo (Mt 16:23) (2Co 11:3,14).

Cristo les prometió a los verdaderos creyentes autoridad sobre el poder de Satanás y sus secuaces. Al confrontarlos, se debe quebrantar el poder que quieren ejercer sobre los personas, librando una intensa batalla espiritual mediante el poder del Espíritu Santo (Lc 4:14-19). De esa manera se puede ser libre de los poderes de las tinieblas.

Según (Mr 3:27), el conflicto espiritual contra Satanás tiene tres aspectos:

a)- Estar firme en la lucha contra Satanás conforme al propósito de Dios (Lc 4:14-19).

b)- Entrar en la casa de Satanás (cualquier lugar donde habita), reprenderlo mediante la Espada del Espíritu y la oración (Lc 11:20-23) (Mt 12:29-30).

c)- Arrebatar sus posesiones, es decir, librar a los cautivos y entregarlos al Señor (Lc 11:22), para que reciban perdón, se conviertan y reciban herencia entre los santificados (Hch 26:18) y sean traslados al reino de su amado Hijo (Col 1:13).

Los pasos personales que el creyente debe dar:

a)- Reconocer que no es una lucha contra sangre y carne, sino contra huestes espirituales de maldad (Ef 6:12).

b)- Vivir delante de Dios, entregados en santidad y fervor a su verdad y justicia (Ro 12:1-2) (Ef 6:14).

c)- Tener fe en que el poder de Satanás se puede quebrantar en cualquier parte de su dominio (Hch 26:18) (Ef 6:16) (1Ts 5:8), y comprender que el creyente tiene armas espirituales poderosas que le ha dado Dios para la destrucción de las fortalezas de la tinieblas (2Co 10:4-5).

d)- Proclamar la salvación en Cristo en la plenitud del Espíritu Santo (Mt 4:23) (Lc 1:15-17) (Hch 1:8) (Hch 2:4) (Hch 8:12) (Ro 1:16) (Ef 6:15).

e)- Confrontar a Satanás y su poder directamente al creer en el nombre de Jesucristo (Hch 16:16-18), usar la Palabra de Dios (Ef 6:17), orar en el Espíritu (Hch 6:4) (Ef 6:18), ayunar (Mt 6:16) y echar fuera demonios (Mt 10:1) (Mt 12:28) (Mt 17:17-21) (Mr 16:17) (Lc 10:17) (Hch 5:16) (Hch 8:7) (Hch 16:18) (Hch 19:12).

f)- Pedir a Dios sobre todo que el Espíritu Santo convenza de culpa a los perdidosa en cuanto a pecado, justicia y el juicio venidero (Jn 16:7-11).

g)- Pedirle que se manifieste el Espíritu mediante los dones de sanidad, lenguas, milagros, señales y prodigios, y anhelar esa manifestación (Hch 4:29-33) (Hch 10:38) (1Co 12:7-11).

LA CONTROVERSIA ¿posesión, opresión, influencias espirituales, cristianos endemoniados, demonizados si o no?

Pablo presenta el convincente argumento de que al creyente nacido de nuevo, por ser el templo de Dios y del Espíritu Santo (Jn 14:23) (1Co 6:19), no lo puede poseer demonios.

Los ídolos tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento representan a los demonios (Dt 32:17) (1Co10:20-21). Por eso la peor forma de profanación en el Antiguo Testamento era erigir ídolos en el templo de Dios (2R 21:7,11-14). Asimismo, el creyente nunca debe profanar su cuerpo, donde vive el Espíritu Santo, al darles entrada a los demonios (Lc 10:19) (2Ti 2:25-26) (1Jn 4:4) (1Jn 5:18). Aunque un espíritu malo no puede vivir junto con el Espíritu Santo dentro del verdadero creyente, puede haber circunstancias en las cuales un espíritu malo viva en una persona que esté en el proceso de conversión, pero no que haya sido regenerada del todo por el Espíritu Santo. A veces la conversión requiere la expulsión de demonios de una persona que sinceramente desea seguir a Cristo, pero que está luchando con ciertos pecados. Mientras no se quiebre la fortaleza o el poder demoniaco, esa persona no puede conocer la plena conversión y así llegar a ser "templo del Dios viviente" (Mt 12:28-29).

Antes del sacrificio de Cristo, Satanás también se “congregaba” con los hijos de Dios en el cielo: “Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás.” (Job 1.6).

Después de la muerte de Cristo el Diablo no puede acceder a la presencia de Dios, pero si puede hacerlo a su pueblo, la Iglesia, para sembrar en ella su mala semilla: “La cizaña son los hijos del malo. El enemigo que la sembró es el diablo…” (Mt 13.38b-39a):

La cizaña son los creyentes legalistas, como los fariseos en tiempos de Cristo, a los que él dijo: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo…” (Jn 8.44). Estos son aquellos que no aman a Dios con todo su corazón, aquellos que mantienen con él una relación meramente ritual (Col 2.18-23) buscando justificarse delante de sí mismos (Lc 18.9-14).

Los hijos del malo entre los cristianos son aquellos que “llamándose hermanos” (1 Co 5.11) practican el pecado: “El que practica el pecado es del diablo…” (1Jn 3.8a). Todos podemos pecar a pesar de ser creyentes (1Jn 1.10), pero lo que no debemos ni podemos hacer jamás es practicar el pecado, pues de hacerlo demostraríamos que no estamos bajo la esfera de influencia de Dios sino de la de Satanás. Practicar el pecado es hacer de forma constante y permanente algo que está fuera de la voluntad de Dios. Es vivir aferrados a una forma de carácter o conducta pecaminosa de forma permanente en el tiempo. Es ser sin fruto y no reflejar el carácter de Cristo. Es ser esclavos del pecado.

La cizaña está formada por aquellos que a pesar de confesarse cristianos no aman a los hermanos: “En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios… Caín, que era del maligno… mató a su hermano.” (1Jn 3.10-12).

De esta manera tan clara podemos decir con seguridad que no todos los que asisten a las congregaciones son creyentes verdaderos; y es por ese motivo que vemos a personas que siempre están endemoniadas, son la cizaña, los hijos del diablo que se mezclan con los verdaderos creyentes; por ese motivo se ha creado la gran mentira de que los cristianos están endemoniados.

Los ocho espíritus (Mt 12:43-45)

Este pasaje enseña dos verdades importantes con respecto a la posesión demoniaca:

a)- Los espíritus inmundos desean volver a la persona poseída anteriormente (v44).

b)- Los espíritus inmundos no pueden entrar si el corazón de esa persona está ocupado por el Espíritu Santo (1Co 6:19) (2Co 6:15-16).

¿Por qué vemos a creyentes endemoniados o demonizados en las iglesias?

El punto central de este pasaje es con respecto a la liberación de una persona, que se refiere a la casa desocupada, barrida y adornada; siempre y cuando la persona reciba el bautismo en el Espíritu Santo; esa casa no se puede convertir en templo del Espíritu Santo, y esa es la razón que vemos en las iglesias gente que necesita ser liberada de espíritus inmundos; porque jamás recibió el bautismo en el Espíritu Santo. Se pueden ver muchas iglesias con miembros que aceptaron a Cristo, y llevan muchos años de creyentes y todavía no han recibido el bautismo en el Espíritu Santo, y siguen siendo casas para los demonios.

¿Por qué?. Tenemos bases bíblicas para explicar el motivo por el cual vemos gente en las iglesias que necesitan ser liberadas de espíritus inmundos.

a)- En la conversión y salvación (Jn 3:3) el creyente no solo debe ser liberado del pecado, sino que también debe consagrarse a una obediencia absoluta a Cristo, en santidad, oración, ayuno, y que Cristo tome el control total de esa vida. Muchos creyentes todavía no saben lo que significa: "Señor Y Cristo".

b)- Los creyentes que han sido liberados de lo demoniaco pero no han renunciado totalmente al pecado y siguen pecando (1Jn 5:18) (1Jn 3: 8-9), ni han abierto su vida al Espíritu de Dios, y están invitando a los espíritus malos a regresar con renovado poder para poseerlos (Mt 12:43-45).

c)- Mucha gente en las iglesias que no quieren renunciar, ni despojarse del viejo hombre (Ef 4:22), quieren seguir de religiosos y nunca cambiar, no quieren renunciar a la idolatria, la hechiceria, y costumbres paganas, y estando viciados o contaminados nunca recibirán el bautismo en el Espíritu Santo. Efesios 4:22 es un mandamiento.

d)- No es de todos la fe (2Ts 3:2) (Heb 11:6). Muchas personas van a las iglesias como si fueran clubes sociales y siguen con sus vicios y viven como los del mundo. Es un error pensar que todas las personas que van a las iglesias son creyentes. En (Ro 8:9) aclara que no todos los que asisten a las iglesias tienen el Espiritu. El Espiritu Santo es una promesa de Dios para el creyente obediente (Hch 5:32), no todos en las iglesias son obedientes y no todos tienen fe. En (Mr 16:16) aclara un punto muy importante; hay personas que se bautizan sin creer; por lo tanto no nacen del Espiritu, simplemente se dan un chapuzón de agua.

e)- La apostasia es producto de que los líderes y miembros tienen casas desocupadas para los demonios; y han entrado en esa corriente de doctrinas de demonios, dejando de lado la doctrina y dejando de lado al Espiritu Santo (2Ti 3:1-8). Hay una actividad intensificada de los espíritus inmundos, operando a través de hombres dentro de las iglesias (1Ti 4:1-3). Estos personajes son los que ocupan los púlpitos en la actualidad trayendo doctrinas erradas.



Continuará. . .