miércoles, marzo 28, 2012

LA JUSTICIA DE DIOS



[Romanos 3:21]: Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado LA JUSTICIA DE DIOS, testificada por la ley y por los profetas   





La Palabra de Dios demuestra con toda claridad la condenación de todos los hombres y la ira de Dios [Ro 1:18]; [Ro 3:20]; también demuestra la revelación de la justicia de Dios [Ro 3:21]. El único sentido en que Pablo parece haberse referido a la justicia de Dios es en la demostración de que Él es justo al condenar al hombre por su pecado. Sin embargo, todo lo anterior es parte del evangelio porque representa el diagnóstico de Dios de la condición del hombre por su pecado e injusticia; también demuestra la necesidad de liberación de una situación que el hombre no puede cambiar por sí solo, caminando hacia la condenación eterna; y está claramente demostrado que todos están bajo pecado [Ro 3:9]. El camino ha sido preparado para hablar de la respuesta de Dios; en otras palabras, de la “Justicia de Dios” y la solución para el problema del hombre revelada en el evangelio de Cristo.





¿Qué es la justicia de Dios?


Rectitud de conducta que se ajusta a las condiciones de una relación determinada. Así, la justicia de Dios manifiesta su fidelidad consecuente consigo mismo y con su Pacto. La justicia de Dios se refiere a la actividad redentora de Dios respecto al pecado humano por la cual Él, de una manera justa [Ro 3:26], pone al creyente en relación correcta consigo mismo y lo libera del poder de la maldad, del pecado y de la condenación eterna.


En la carta a los [Ro 4:6-8] muestra que Dios trata a los pecadores sinceramente arrepentidos como justos, no porque la justicia sea algo que obtengan mediante sus obras, sino más bien porque la reciben como un don cuando confiesan sus pecados y creen en Cristo Jesús; en otras palabras; Dios nos justifica por medio de la FE en Cristo Jesús.  La revelación de la justicia de Dios en el evangelio no es algo que solo ocurrió en el pasado. Como poder de Dios para la salvación que acompaña al creyente, es constantemente nueva y pertinente. La justicia de Dios le llega al creyente mediante la FE en su Hijo Jesús. La justicia de Dios también determina que no tendrá por inocente al culpable [Nahum 1:3]; [Nm 14:18], Dios es un Dios de justicia y pagará a cada uno conforme a sus obras y la retribución viene conforme a lo que se haya hecho [Job 34:11].





I - LA JUSTICIA DE DIOS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO


El [Sal 97:2] describe cuatro elementos del reino de Dios:


1]- La justicia y el derecho (justicia y juicio) como el cimiento de su trono [v2],


2]- Su poder imperante sobre toda la tierra [vv 1-6,9],


3]- Su victoria sobre los falsos dioses [v7]


4]- Y la subsecuente alegría de los justos [vv 8-12].





También profetiza la suprema revelación de Cristo y el gobierno de su reino final de la historia [Ap caps. 19-22], un acontecimiento que causará gran alegría entre los redimidos [Ap 11:15-17]; [Ap 18:20] [Ap 19: 1-3].


Según [Dt 32.4], Dios es justo (tsaddiq) y recto (yashar); todos sus caminos son justos (mishpat), y no hay iniquidad en Él. Es la Roca [Dt 32.4]; [Sal 92.12–15], y “la justicia (tsedeq) y el derecho (mishpat) son la base de su trono” [Sal 97.2]; [Sal 36.5]; [Sal 71.16]; [Sal 89.14]. Dios es el autor de toda justicia; y es quien autoriza al rey [Sal 72.1–4] y al juez [Sal 82].





Nótese que en el Antiguo Testamento la justicia de Dios se asocia constantemente con su obra salvadora y con su amparo de los pobres, los huérfanos, las viudas y los forasteros [Sal 10.12–18]; [Sal 31.1]; [Sal 36.5–7]; [Sal 140.12]; [Sal 146.7–10]; [Is 1.17]; [Jer 22.16]; [Lc 1.46–56]. Tanto el rey como el juez están llamados a rescatar al oprimido y “aplastar al opresor” [Sal 72.1–4]; [Sal 82.1–18]. Por eso tsedeq (tsedeqah) también puede traducirse por “los triunfos de Jehová” [Jue 5.11]; [Sal 48.10]; [Is 45.24], “salvación” [Is 54.17] o “hechos de salvación” [1S 12.7–12], y aparece a menudo en paralelismo con la palabra “salvación” [Sal 40.10]; [Sal 51.14]; [Sal 65.5]; [Sal 22.31]; [Sal 71.24]; [Is 46.12]; [Sal 51.5–8]; [Sal 61.10]; [Sal 62.1], con “vindicación” [Jer 11.20], con “bondad y misericordia” [Sal 145.7]; [Os 2.19] y con los “hechos poderosos” y “estupendos” de Dios [Sal 145.4–7]. “Y no hay más que Yo; Dios justo y Salvador” [Is 45.21].


El mundo debe entender que hay un Dios que habita en los cielos, que es justo; el creyente y la Iglesia en general deben entender que hay un Dios justo, y su justicia viene con retribución; y no tendrá por inocente al culpable. El cristianismo moderno no está asociando la obra salvadora de Cristo y no esta asociando lo que es el amparo a los pobres, a los huérfanos, a las viudas y a los forasteros. Los nuevos movimientos de la fe supuestamente “cristianos” y sus líderes, están más interesados en sí mismos que en el prójimo; peleándose unos; aborreciéndose unos con otros [Mt 24:10] y perdiendo el tiempo en cosas vanas; en vez de aprender doctrina bíblica, amar la justicia y la unidad en Cristo. Hoy en día estamos acostumbrados a ver predicadores que se apacientan a sí mismos [Ez 34:2]; [Judas 1:12], falsos pastores llenos de envidias y deleites de la vida. Solo quieren impresionar a la gente; llenos de envidias y de terquedad; duros de cerviz como el pueblo de Israel en el desierto. Predicadores egoístas y ciegos [Is 56:9-12] que quieren construir el reino con sus grandes templos y ni siquiera saben, o no se dieron cuenta que el pueblo de Dios sufre hambre alrededor del mundo, ovejitas que están contando las moneditas para tomar el bus que los lleve a las iglesias para adorar a Dios; y los predicadores siguen construyendo grandes templos y sometiendo a las ovejas a dar más dinero cada día, para pagar sus deleites, ultrajándolas de todo y de lo poco que les queda; predicadores inventando pactos para ultrajar y despojar  a la gente, olvidándose de los pobres de este mundo, los necesitados, los dolidos, los enfermos, los quebrantados de corazón [Ez 34:4] Predicadores tercos y sin conocimiento de la Palabra de Dios; que verán sus grandes templos en la Gran Tribulación derrumbarse como castillos de arena, junto con el dios de las riquezas, y el rey de los espantos. El fin no se tarda; Jehová de los ejércitos viene con retribución; y no tendrá por inocente al culpable.


En el Antiguo Testamento la justicia suele tomar una expresión social, como indican los textos citados. Gran parte de la legislación del Pentateuco se dedica a la justicia social, hasta en los detalles más mínimos de la vida económica, política, militar y judicial. Los profetas, especialmente, condenan la flagrante injusticia social de su tiempo, tanto en Israel como en las naciones vecinas, por ejemplo: [Am 1 y 2]; llaman al pueblo al arrepentimiento y a la restauración de la justicia para que “corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo” [Am 5.24]; [Miq 6.8]. Reprueban especialmente la hipocresía que racionaliza la injusticia con una piedad ceremonial, como lo vemos ahora en el cristianismo moderno o apóstata, mezclado con todo tipo de paganismo, sodomía, humanismo, mundanalidad, idolatría a los bienes materiales y sacrificios a los ídolos.





II - JEHOVÁ: ES EL JUEZ JUSTO: [Salmos 7:11]: Dios es JUEZ JUSTO, Y Dios está airado contra el impío todos los días.


Jehová es el juez de toda la tierra [Sal 9.4, 8]; [Sal 50.6]; [Sal 96.13]; [Jer 11.20]. Cuando los hombres y los pueblos infringen las condiciones del pacto, los mandamientos y la relación con Dios, la justicia de Dios los condena y castiga.


El rey David da gracias y alaba al Señor porque un día Él librará totalmente a quienes lo buscan [Sal 9.8-14] y juzgará a sus enemigos [vv 3-8,15-20].


1]- A fin de impedir el desaliento y la desesperación ante el aparente éxito de la maldad en el mundo, el pueblo justo y verdadero de Dios debe creer y confesar con firmeza que un día el Señor justificará a los que, a pesar de la aflicción, perseveren frente a todos los que pretendan destruir su FE en Dios [vv 7-11].


2]- Los creyentes pudieran aplicar estos pasajes a los enemigos del Señor y de su Iglesia. Durante toda la época neo testamentaria hay un continuo conflicto entre las fuerzas del mal y del bien. Lucifer, el mundo y los falsos creyentes; tanto falsos apóstoles, falsos profetas, y falsos maestros que crecen cada día más en las iglesias mundanas e idólatras apoyados por Lucifer y sus demonios; éstos se opondrán  a los creyentes fieles que buscan de continuo al Señor.





III -  DIOS DE LA VENGANZA


El Señor es un Dios cuya compasión, bondad y perdón van unidos a la verdad, la santidad y la justicia. El hecho de que Dios es piadoso y compasivo revela que Él no castigará a nadie, a menos que, y hasta que, se rechacen y menosprecien su clemencia, amor y atenten contra el Espíritu Santo; Él es un Dios de justicia, y no tendrá por inocente al culpable [Nm 14:18].


En la antigüedad se conoce como: “Dios de las venganzas” [Sal 94.1], aunque “perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado”, pero no tiene “por inocente al malvado” [Éx 34.7], sino juzga a sus siervos, condena al impío y justifica al justo para darle conforme a su justicia [1R 8.31]; [Jer 50.15]; [Jer 51.56]; [Am 1 y 2].


Dios aborrece sobre todo los pecados de maltrato a otros seres humanos y juzgará con severidad las acciones violentas e inhumanas, carentes de toda compasión  [Ro 1:18-32]. En vista de que Dios aborrece la crueldad, es esencial que el pueblo de Dios siempre se esfuerce por tratar a los demás con equidad, justicia y amor. Las naciones de Judá y de Israel eran el pueblo escogido de Dios, pero también caerían bajo su juicio por sus pecados. Los pecados de Judá giraban en torno a su rechazo de la Ley de Dios y su negativa a guardar su Palabra. Habían sido llevados al mal camino de la idolatría, es decir la adoración de los falsos dioses de otras naciones (demonios).


Siempre el pueblo de Dios se enfrenta a la tentación de ser descarriado por las costumbres y las creencias de la sociedad que lo rodea; hoy en día parte del cristianismo apóstata actual no difiere mucho de lo que eran Judá e Israel; llevando lo mundano, mezclarse, contaminarse y haciendo alianzas con los incrédulos, adorando a los demonios, adorando al dinero y a los bienes materiales; con predicadores idólatras que enseñan a las ovejas a descarriarse, inyectándoles doctrinas venenosas del humanismo secular, la sicología del engaño, del éxito mentiroso y la prosperidad de Satanás y predicando con biblias de los sodomitas. Desde ya el juicio de Dios no se tarda, llegará con retribución a todo aquel que hace lo malo y engaña al pueblo de Dios; y no solo a Dios; sino al mismo Espíritu Santo. Dios es un Dios de amor y de misericordia; y no tendrá por inocente al culpable [Nm 14:18]; [Nah 1:3]. Dios es un Dios de justicia y de venganza a todo aquel que practica lo malo. [Dt 32:35]; [Dt 32:41]. [Hebreos 12:29]: porque nuestro Dios es FUEGO CONSUMIDOR. Dios dará retribución a todo el que practica lo malo, nadie quedará excluido y nadie escapará del juicio de Dios; el fin no se tarda.





IV -  NO HAY JUSTO, NI AUN UNO [Romanos 3:10-18]


El apóstol Pablo expone en estos versículos que reflejan una fiel comprensión de la naturaleza humana. Todas las personas en su estado natural son pecadoras. Todo su ser está afectado adversamente por el pecado y se inclina a la conformidad con el mundo y la naturaleza pecaminosa. No hay nadie que no sea culpable de desviarse del camino de la verdad y de la piedad, al camino del egoísmo, del egocentrismo, del orgullo, de la lascivia, del materialismo, de la idolatría  y del amor al dinero.  





El Antiguo Testamento afirma que ningún hombre es justo ante Dios [Job 25.4]; [Sal 143.2]; [Is 57.12]; [Is 64.6], pero en algunos pasajes se vislumbra aquella justicia imputada por Dios en virtud de la FE, justicia que habría de revelarse plenamente en el Nuevo Testamento a través de Cristo [Justificación].


Entre los muchos sentidos que tiene “justo” en el Antiguo Testamento figuran:


1]. La perfección de Dios en virtud de la cual Él es fiel a sí mismo y a su pacto [Jn 17.25]; [Ro 3.26], especialmente como juez [2Ti 4.8]; [Ap 16.5] sobre los hombres y las naciones.


2]. El término “justo” tiene un sentido mesiánico y escatológico. En algunos pasajes rabínicos y apocalípticos se describe al Mesías como “el Justo” o “el Mesías, nuestra Justicia”;  [Jer 23.5]; [Jer 33.15]; [Zac 9.9]. A Cristo se le llama “el Justo” en [Hch 3.14]; [Hch 7.52]; [Hch 22.14] y el reino escatológico se describe frecuentemente como “justicia”. De igual manera, a los redimidos del reino escatológico, que constituyen el pueblo del Mesías, también se les llama “los justos” [Mt 10.41]; [Mt 13.43, 49]; [Heb 12.23]; [1P 4.18].


3]. A veces “justicia” significa misericordia, generosidad [2Co 9.9] o limosna [Mt 6.1]; [Mt 23.23]; (el uso más común de tsedaqah entre los rabinos). En algunos pasajes se emplea el término en su sentido más helenístico de virtud moral (“honorable”, “respetable”;  [Flp 4.8]; [1Ti 1.9]; “inocente” en [Mt 27.19, 24] o “meritorio” ante los hombres o ante Dios [Lc 1.6]; [Ro 2.13]; “no hay justo”, [Ro 3.10]. En otros pasajes, se alude a la seudo justicia de los fariseos [Mt 9.13]; [Mt 23.28]; [Lc 20.20].


Jesús expone su discurso sobre los dirigentes religiosos y los ministros de su época cuya conducta pública parecía recta, pero cuyo corazón estaba lleno de hipocresía, orgullo, idolatría, lascivia y maldad. Eran como sepulcros pintados y blanqueados, hermosos y atractivos por fuera, pero con fetidez y corrupción escondida en su interior. Vivimos tiempos peligrosos [2Ti 3:1] y los creyentes deben estar conscientes de que dentro de las iglesias pudiera haber predicadores de la Palabra de Dios de igual espíritu y vida que los maestros corrompidos de la Ley de Dios en la época de Jesús  [Mt 24:11,24]. Cristo advierte que no todo el que afirma que es creyente lo es verdaderamente [Mt 13:38] (trigo y cizaña), y no todo el que dice Señor, Señor, es siervo de Cristo;  ni son todos los escritores, conferencistas, misioneros, pastores, evangelistas, apóstoles, maestros, profetas, diáconos y obreros cristianos lo que dicen ser; muchos se parecen a sepulcros blanqueados, llenos de celos, envidias, adulterios, materialistas al extremo, viven en la carne y nunca se despojaron del viejo hombre [Ef 4:22].  





V - LA JUSTICIA EN EL NUEVO TESTAMENTO


Generalmente en el Nuevo Testamento la justicia no se concibe como la virtud abstracta del pensamiento griego, sino como una relación personal con Dios, como en el Antiguo Testamento (el “justo” es aquel a quien el rey acepta), e implica fidelidad [Ro 5.1]; [Ro 8.1–4]; [Ro 9.30–10.5]; [1Jn 3.6–10]. Este parece ser el sentido de la frecuente asociación entre el “reino de Dios y su justicia” [Mt 5.6, 10]; [Mt 6.33]; [Mt 13.43]; [Ro 14.17]; [1Co 6.9];  “camino de justicia”, [Mt 21.32]; [2P 2.21]. En muchos pasajes esta justicia equivale al nuevo modo de vivir que nace de la FE en Cristo [Stg 3.18]; [1P 2.24]; [1Jn 2.29], esta “Vida Cristiana”, es verdadera justicia; en otras palabras es una relación con Cristo; y no una religión que hace que la persona aparenta tener piedad y estar con Dios, cosa que no es la realidad sino más bien una hipocresía religiosa; y la hipocresía religiosa lleva a muchos a las llamas del infierno.


En muchos pasajes, los mismos términos griegos significan justificación vicaria [Gl 2.21]; [Flp 4.8]; [Ro 6.6].





VI – LA IRA DE DIOS CONTRA LA INJUSTICIA DEL HOMBRE [Romanos 1:18]


La ira de Dios [Gr orge] es una expresión de su justicia y amor. Es el enojo de Dios y su reacción  permanente a todo pecado [Ez 7:8-9]; [Ef 5:6]; [Ap 19:15], provocada por la conducta malvada de algunas personas [Éx 4:14]; [Nm 12:1-9]; [2S 6:6-7] y naciones [Is 10:5]; [Is 13:3]; [Jer 50:13]; [Ez 30:15], y por la infidelidad del pueblo de Dios [Nm 25:3]; [Nm 32:10-13]; [Dt 29:24-28].


1]- En el pasado se revelaron la ira y el furor de Dios respecto al pecado mediante el diluvio [Gn 6-8], el hambre y las plagas [Ez 6:11], la aniquilación [Dt 29:22-23], la dispersión [Lm 4:16] y el incendio de la tierra [Is 9:18-19].


2]- En la actualidad Dios manifiesta su ira al entregar al perverso a la impureza sexual y a pasiones vergonzosas y al llevar a la ruina y a la muerte a todo el que le desobedece [Ro 1:18]; [Ro 3:20]; [Ro 6:23]; [Ez 18:4]; [Ef 2:3].  Estamos viviendo en un tiempo, por decirlo así, el peor de los tiempos; parecido a Sodoma y Gomorra  [Gn 18:20]; [Judas 1:7]; donde las pasiones vergonzosas, la inmoralidad sexual, los adulterios, las fornicaciones, etc., han llegado al máximo; el apóstol Pablo menciona estos días como “malos” [Ef 5:16]; no como los falsos profetas que adivinan y profetizan que todo está bien.  Dios manifestará su ira contra todos los que practican tales cosas; no se tardará, y en donde el fin y al fin llegará. El mundo en la Gran Tribulación llegará a ser como Sodoma y Gomorra [Gn 19:28] y en donde la ira de Dios se manifestará sobre todos los impíos, los falsos apóstoles y profetas que predicaron un evangelio torcido y haciendo lucro con las ovejas del Señor; y a todos  los que rechazaron la Gracia de Dios, la justicia caerá con mano dura de parte de Dios.


3]- Dios manifestara su ira sobre este mundo mediante la Gran Tribulación  [Mt 24:21]; [Ap 5-19] y un día de juicio de todos los pueblos y naciones [Ez 7:19]; [Dn 8:19], “Día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad” [Sof 1:15], día de ajustar cuentas para los injustos [Ro 2:5-6]; [Mt 3:7]; [Lc 3:17]; [Ef 5:6]; [Col 3:6]; [Ap 11:18]; [Ap 14:8-10]; [Ap 19:15].


Finalmente, Dios manifestará su ira mediante el castigo eterno para los que no se arrepintieron y no aceptaron a Cristo como Señor [Mt 10:28].


En el Libro de [Apocalipsis 21:8] da una severa respuesta a los que irán al castigo eterno: Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.


En la carta de [1Corintios 6:9] da una respuesta clara a los que quedarán excluidos del reino de Dios y condenados al castigo eterno: ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones.


Mejor respuesta no se puede dar; La Palabra de Dios es clara y concisa. El hombre no tiene escapatoria; hay una condenación eterna en las llamas del infierno. Si la humanidad quiere escapar de la condenación eterna; deberá arrepentirse de toda obra mala mediante arrepentimiento hacia Dios, cambiar de actitud y cambiar la forma de vivir; en otras palabras, hacer obras dignas de arrepentimiento. Las religiones nunca cambiarán al hombre; las instituciones nunca cambiarán al hombre; ni los organismos, ni los gobiernos; ni siquiera un evangelio torcido a gusto y placer del consumidor; El Espíritu Santo no habita en iglesias corruptas, Jehová de los ejércitos no las conoce, y Jesús las vomitará de su boca [Ap 3:16].


4]- La ira de Dios no es su última palabra para la humanidad, porque Él ha provisto una vía de escape. Una persona puede arrepentirse del pecado y volverse en FE a Jesucristo, cambiar de actitud y forma de vivir [Ro 5:8]; [Jn 3:36]; [1Ts 1:10]; [1Ts 5:9].


5]- Los creyentes unidos a Cristo deben participar en la ira de Dios contra el pecado, no por venganza sino por amor a la justicia y rechazo del mal [Heb 1:9]. El Nuevo Testamento admite un enojo santo que aborrece lo que Dios aborrece, el cual manifestaron Jesucristo mismo [Mr 3:5]; [Jn 2:12-17]; [Heb 1-9]; [Lc 19:45]; Pablo [Hch 17:16] y otras personas justas [2P 2:7-8]; [Ap 2:6].


El enojo de Jesús demuestra cómo aborrece y desaprueba toda maldad e injusticia. Aunque el creyente debe resistir el enojo injustificable [Gá 5:20]; [Co 3:8], el enojo ante la injusticia se justifica por el ejemplo mismo de Cristo [Éx 32:19]; [1S 11:6]; [2S 12:5]; [Neh 5:6]. La indignación ante los pecados de su generación es evidencia de que el creyente está de parte de Dios contra el mal [Sal 94:16]; [Jer 6:11]; [Hch 17:16].


Conclusión:


Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros [Heb 1:9]


No basta que los hijos de Dios amen la justicia; deben además aborrecer el mal. Eso es evidente en la devoción de Cristo a la justicia [Is 11:5]. La fidelidad de Cristo a su Padre mientras estaba en la tierra, la cual demostró con su amor a la justicia y rechazo a la maldad, es el fundamento de la unción de Dios a su Hijo; de la misma manera, la unción de los creyentes se producirá sólo a medida que se identifiquen con la actitud de su Maestro hacia la justicia y el mal [Sal 45:7]. La justicia de Dios siempre está a favor del pobre, del necesitado, del menesteroso, del hambriento; Dios aborrece la maldad que hay en los predicadores que a costillas de la gente cada día se hacen más y más ricos ensuciando y pisoteando la sangre de Cristo; y que solo quieren dinero y más dinero. La justicia de Dios aboga para que sus hijos no pasen necesidad, y mayormente los que lideran iglesias compartan y repartan el pan a los necesitados. Un predicador millonario no podría jamás exponer el tema de la justicia de Dios; en tal caso debería vender todo lo que tiene y dárselo a los pobres [Mt 19:21]. El evangelio de la prosperidad con sus predicadores millonarios se contradice con la Palabra de Dios; ellos deben vender todo lo que tienen, compartir y dárselo a los pobres y necesitados de este mundo y mayormente a los de la familia de la FE; y si por casualidad quieren entrar al reino de los cielos; entonces tendrán tesoro en el cielo, y podrán seguir a Jesús [Mt 19:21]. ¡Esa es la verdadera justicia de Dios!





¡Gracia y Paz del Señor!