domingo, enero 30, 2011

EL DIOS-HOMBRE [Juan 1:1-18]

El cristianismo es Cristo. Muchas de las religiones del mundo creen en un Dios único. Casi todas creen que la humanidad tiene problemas y que necesita salvarse de alguna manera. Y la mayoría cree que nos espera al menos un juicio, un juicio basado en lo que hacemos durante nuestro peregrinaje en la tierra. Pero sólo el cristianismo enseña que Jesucristo es la llave que abre todas las puertas principales de nuestra vida pasada, presente y futura. Sólo el cristianismo considera a Jesús como el único mediador entre Dios y los hombres. Sólo el cristianismo ve a Jesús como la única esperanza verdadera de salvación.., una salvación basada en la gracia y la misericordia por medio de la fe, no en el esfuerzo propio, ni en la educación, ni en el control de la información, ni en la modificación de la conducta, ni en la comunidad, ni en cualquier otro bien menor, ni tan siquiera tener una posicion admirable en la realeza, ni el tener riquezas.

¿Por qué es así? ¿Por qué es que el cristianismo adopta una actitud tan intransigente en cuanto al papel central de Jesucristo? Porque Jesucristo es Dios encarnado. Este hombre, que nació en Belén, y María y José lo criaron en Nazaret, es además plenamente Dios. Mientras los brazos de María lo acunaban cuando era bebé, El sustentaba la existencia del universo entero. Mientras se alimentaba del pecho de María, mandaba la valiosa lluvia por toda la tierra. Mientras aprendía al lado de José el oficio de carpintero, los ángeles lo adoraban y alababan. Este hombre que comía, se cansaba, que llegó a frustrarse, a manifestar su enojo, que sudaba, sufría, lloraba, era incomprendido y rechazado —este hombre que al mismo tiempo era la Deidad- y no necesitaba nada, mantenía el control sobre todas las cosas, era todopoderoso, omnisciente, amaba a plenitud y era perfecto en todo sentido. El es el Dios-Hombre: Todo lo que pertenece a la humanidad, con excepción del pecado, le pertenece a El. Completo Dios y, sin embargo, completo hombre. Sólo el cristianismo afirma esta verdad acerca de Jesús. Esto es tan central que si el cristianismo estuviera equivocado en cuanto a Jesús, sería falso. El cristianismo es Cristo. Sin El, el cristianismo no tiene nada extraordinario que decir, nada especial para dar, ninguna esperanza que ofrecer, ningún perdón para prometer, ninguna salvación que asegurar, ningún Hijo, ni Espíritu, ni Padre, ni nada.

Juan, el autor humano del cuarto Evangelio, sabía muy bien este hecho. De modo que en el prólogo a su Evangelio, compuesto por los primeros dieciocho versículos, expone los hechos básicos acerca de Jesús: quién es, lo que es, por qué vino a la tierra y por qué deberíamos escucharlo y no darle la espalda. Los hechos que se presentan son sobrecogedores, revolucionarios, conmueven el alma. Pero más que eso, pueden generar vida, al menos para los que tienen oídos para oír y voluntad para obedecer.