jueves, octubre 25, 2012

LA SALVACION DEL SER HUMANO


                                                                                                  
El patriarca Job hizo una pregunta que muchos han considerado desde aquel tiempo: “Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?” [Job 14:14]. Luego expresa lo que muchos sienten: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantara sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios” [Job 19:25,26]. La Biblia dice que ésta establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” [Hebreos 9:27]. En la descripción del juicio, que relata [Mateo 25:31-46], se ve que habrá una gran separación ë irán éstos  (los injustos) al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (v46). Hay solamente dos destinos: El infierno, con su tormento descrito en el Evangelio de Lucas, capitulo 16, y el cielo, cuyo esplendor y gloria están descritos en Apocalipsis 21 y 22.  
La salvación se refiere al lugar y al estado del alma, en los cuales el hombre vivirá eternamente. Todo el mundo sabe que Dios no permite al hombre llevar sus pecados consigo al cielo. Por lo tanto, algo tiene que efectuarse en el hombre para librarle del pecado si es que va a pasar la eternidad en el cielo. Esta obra por la cual el alma del hombre queda libre de la condenación del pecado se llama la salvación.
¿Cómo conseguimos la salvación? ¿Cómo podemos estar seguros de que viviremos en el cielo y no iremos al infierno? Los hombres han dado muchas respuestas a estas preguntas: Unos dicen que el hombre tiene que mortificar la carne, hacer votos, hacer bienes a otros, llevar una vida moral, etc.; otros declaran y decretan que es necesario confiar en la iglesia, dar diezmos, ofrendas y pactos de dinero; hay otros que señalan que se debe confiar en personas piadosas que puedan abogar por ellos; otros dicen que es preciso recibir los ritos de la iglesia y cumplir con ellos. Pero cuando se trata de un asunto tan importante como el destino del alma deseamos basarnos en la absoluta verdad; y a fin de hallar la verdad en cuanto a asuntos espirituales, debemos ir a la autoridad suprema de toda verdad, la Palabra de Dios; y esa es la autoridad para el cristianismo.
¿Qué dice la Biblia?
“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo” [1Pedro 1:18-19]. “Quien (Jesucristo) llevo él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” [1Pedro 2:24].
El apóstol Pablo declara:
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” [Efesios 2:8-9].
Nadie puede ser salvo por buenas obras de amor ni grandes esfuerzos por obedecer los mandamientos de Dios. La persona se salva por la gracia de Dios. Las razones para eso son las siguientes:
1]- Todos los que no son salvos están muertos espiritualmente [v1], bajo el dominio de Satanás [v2], esclavizados al pecado [v3] y bajo la condenación de Dios [v3].
2]- Para ser salvo uno debe recibir la provisión de Dios de salvación  [vv 4-5], recibir el perdón del pecado [Romanos 4:7-8], obtener la vida espiritual, ser liberado del poder de Satanás y del pecado [Colosenses 1:13], ser hecho una criatura [v 10]; [2Corintios 5:17] y recibir al Espíritu Santo [Juan  7:37-39]; [Juan 20:22]. Ningún esfuerzo propio, por grande que sea, puede lograr lo anterior.
3]- Lo que produce la salvación  es la gracia de Dios por la fe [vv 5-8]. El don de gracia de Dios incluye lo siguiente:
A]- Primero se produce el llamado al arrepentimiento y a la fe [Hechos 2:38]. Junto con ese llamado viene la obra del Espíritu Santo dentro de la persona, que le da el poder o la capacidad de convencer de pecado y responder a Dios.
B]- Los que responden en fe y arrepentimiento y aceptan a Cristo como Señor y Salvador reciben gracia adicional para ser nacidos de nuevo mediante el Espíritu y ser llenos del Espíritu [Efesios 5:18]; [Hechos 1:8]; [Hechos 2:38].
C]- Los que llegan a ser nuevas criaturas en Cristo reciben continua gracia para vivir la vida cristiana, resistir el pecado y servir a Dios [Romanos 8:1314]; [2Corintios 9:8].  
Jesucristo dice:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” [Juan 3:16-18].
La salvación no depende de ningún hombre, ni de las obras del hombre, o sea, de hacer bien a los demás o de hacer buenas acciones; la salvación no depende de la iglesia donde tú estás, ni de la cantidad de dinero que ofrezcas; no depende del diezmo, de la ofrenda, ni de los pactos de dinero que te pidan; la salvación depende pura y exclusivamente de la obra redentora de Jesucristo quien tomó el lugar del pecador en la cruz del Calvario. La acción que debe tomar el hombre es creer en Cristo, confiar en él como Salvador de la condenación eterna, y obedecerle como el Señor.
Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” [Mateo 11:28].
¡Gracia y Paz del Señor ¡

martes, agosto 21, 2012

LA HIPOCRESÍA RELIGIOSA





Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa [Mateo 6:2]



El principio establecido en este versículo trata del móvil del creyente para actuar correctamente en las relaciones interpersonales con los demás.


1]- Si cualquier creyente, sea ministro o no, hace el bien por la admiración de los demás o por razones egoístas, perderá su recompensa y el reconocimiento de parte de Dios y demostrará que no es un cristiano verdadero, y en vez de eso aparecerá como un hipócrita, que bajo la apariencia de dar gloria a Dios, en realidad busca la gloria para sí mismo.


2]- Cristo se refiere a la justicia, es decir, las obras de caridad, en tres esferas:

Dar [vv 2-4]

orar [vv 5-8]

ayunar [vv16-18].


Su condenación a la justicia que se hace para ser visto por los demás pone en tela de juicio gran parte de la actividad cristiana contemporánea, incluso la competencia por la pomposidad, la publicidad del éxito personal, el espectáculo y la diversión en la iglesia, y el deseo de ser el primero y de esta manera contaminar a los demás.

¿ QUE ES LA HIPOCRESÍA?


HIPÓCRITA: El que pretende o finge ser lo que no es. Es una transcripción del vocablo griego (hypokriteis), que significaba actor o protagonista en el teatro griego. Los actores solían ponerse diferentes máscaras conforme al papel que desempeñaban. De ahí que hipócrita llegara a designar a la persona que oculta la realidad tras una “máscara” de apariencias.

En los días bíblicos, los actores se cubrían el rostro con una máscara, la cual incluía un dispositivo para amplificar la voz. Como los dramas se ejecutaban a través de preguntas y respuestas, la palabra que describe el diálogo era (hupokrinomai), replicar o contestar. (Hupokrites) es el que desempeña un papel en el drama, lee el guión o libreto, o el que monta un acto teatral. El hipócrita esconde sus verdaderos motivos debajo del disfraz que oculta su verdadera faz. Jesús censuraba severamente la hipocresía. En el Evangelio de Mateo, empleó la palabra quince veces [Mt 6.2, 5, 16]; [Mt 15.7]; [Mt 16.3]; [Mt 22.18]; [Mt 23.13–29]; [Mt 24.51], aplicándola especialmente a los escribas y fariseos que eran notables por su fingimiento religioso. El cristiano debe guardarse de caer en la hipocresía.

Pablo reprendió a Pedro por esta falta [Gl 2.11–14], y más tarde el propio Pedro exhorta a los cristianos a evitar el mismo error [1P 2.1].

La hipocresía es, constante o esporádicamente,
creencias, opiniones, virtudes, sentimientos, cualidades, o estándares que se exigen en las demás personas, y que la persona en realidad no tiene o no sigue. La hipocresía en sí es un tipo de mentira o pantalla de reputación; en otras palabras, muestra la cara y oculta el corazón, en algunos casos muestra la mitad de la cara.

La hipocresía puede venir del deseo de esconder de los demás motivos reales, o sentimientos. La hipocresía no es simplemente la inconsistencia entre aquello que se defiende y aquello que se hace.

Es decir, una persona hipócrita, es aquella que pretende que se vea la grandeza y bondad que construye con apariencias sobre sí misma, propagándose como ejemplo y pretendiendo o pidiendo que se actúe de la misma forma, además de que se glorifique su accionar, aunque sus fines y logros están alejados a la realidad.

La hipocresía, definida como la negativa a "aplicar en nosotros mismos, los mismos valores que aplicamos en otros", es uno de los males centrales en todas las esferas de nuestra sociedad, que promueve injusticias como la guerra y las desigualdades sociales en un marco de
autoengaño, que incluye la noción de que la hipocresía por sí misma es una parte necesaria o benéfica del comportamiento humano y la sociedad.
En muchos idiomas un hipócrita es alguien que esconde sus intenciones y verdadera personalidad.


I- LOS FARISEOS Y LOS SADUCEOS: ¿ QUIÉNES ERAN?


Los fariseos y saduceos eran los dos grupos religiosos más importantes en Israel en el tiempo de Jesús. Los fariseos tenían una mentalidad más religiosa, mientras que los saduceos se destacaban por ser más políticos. Ambos grupos no se aceptaban ni confiaban mutuamente, sin embargo, se aliaron en su enemistad hacia Jesús.


1]- LOS FARISEOS:


Comprometidos a obedecer todos los mandamientos de Dios. El pueblo los admiraba por su aparente piedad. Creían en la resurrección y en la vida eterna. Creían en ángeles y demonios. Actuaban como si sus propias reglas religiosas fueran tan importantes como las de Dios. Con frecuencia su piedad era hipócrita y obligaban a otros a intentar alcanzar niveles de conducta que ellos mismos no alcanzaban. Creían que la salvación era el producto de la obediencia perfecta a la Ley y no estaba basada en el perdón de pecados. Llegaron a ser tan obsesivos con la obediencia a la interpretación que daban a sus leyes en cada detalle, que hacían caso omiso del mensaje de la gracia y la misericordia de Dios


2]- LOS SADUCEOS:


La creencia en la Palabra de Dios se limitaba a los cinco primeros libros de la Biblia: De Génesis a Deuteronomio. Eran más prácticos que los fariseos. Se preocupaban más de aparentar piedad que de obedecer a Dios. Enfatizaban lo lógico y daban poca importancia a la fe. No creían que todo el Antiguo Testamento fuera Palabra de Dios

No creían ni en la resurrección ni en la vida eterna. No creían ni en ángeles ni en demonios. Con frecuencia estaban dispuestos a transigir con los romanos y otros en cuanto a valores a fin de mantener su nivel social e influencia.

II- ¡AY DE VOSOTROS FARISEOS HIPÓCRITAS! [Mateo 23]


Las palabras de Jesús constituyen su más severa denuncia. Estas iban dirigidas contra los dirigentes religiosos y los falsos maestros que habían rechazado por lo menos una parte de la Palabra de Dios y la habían reemplazado con y por sus propias ideas e interpretaciones [Mt 23:28]; [Mt 15:3,6-9]; [Mr 7:6-9]. Hoy en día no estamos muy lejos de aquella realidad que le tocó vivir a Jesús.

Los Fariseos cumplían los ritos religiosos de manera teatral para ser reconocidos por otras personas, no para agradar a Dios.

- Daban limosnas, no sólo para ayudar al pobre, sino para ser ensalzados por los demás [Mateo 6:2]

- Oraban en la sinagoga y en público para ser vistos por otros [Mateo 6:5]

- Cuando ayunaban se veían desarreglados y demacrados para dar la impresión de espiritualidad [Mateo, 6:16]

- Diezmaban de los productos de la despensa, pero se confundían en temas profundos de la Ley [Mateo 23:23]

- Limpiaban la parte exterior del vaso, pero no adentro [Mateo 23:25]; [Marcos 7:1-8]

- Se sentían auto-justificados [Mateo 23:29-30]

- No dejaban a otros entrar en el Reino [Mateo 23:13-15]

- Trataban de atrapar a Jesús con preguntas capciosas, no por una verdadera búsqueda de la sabiduría [Mateo 22:15-22]

- Tenían un lugar especial en el infierno [Mateo 24:51]

- Eran sepulcros blanqueados llenos de impurezas [Mateo 23:27]

1]- Debe notarse el espíritu de Jesús. No es el espíritu tolerante, condescendiente y acomodativo de alguien que no se interesa por la fidelidad a Dios y a su Palabra. Cristo no fue un predicador débil que toleraba el pecado y la corrupción de los que ocupaban altas posiciones [Mt 23:23-25], debido a que era fiel a su llamamiento.

2]- El amor de Jesús por las Escrituras inspiradas de su Padre, así como su interés por los que eran destruidos por la distorsión de ellas [Mt 15:2-3]; [Mt 18:6-7]; [Mt 23:13,15], era tan grande que hicieron que É l empleara palabras como “hipócritas”[Mt 23:15]; “hijo del infierno” [Mt 23:15]; “guías ciegos”[Mt 23:16]; insensatos”[Mt 23:17]; “robo e injusticia”[Mt 23:25]; “sepulcros blanqueados” e “inmundicia” [Mt 23:27]; “llenos de hipocresía e iniquidad” [Mt 23:28]; “serpientes”, “generación de víboras” [Mt 23:33], y “asesinos” [Mt 23:34].

Esas palabras, aunque severas y condenatorias, las pronunció con un corazón quebrantado [Mt 23:37]; aquel que murió por aquellos a quienes las dirigió [Jn 3:16]; [Ro 5:6-8].

3]- Jesús describe el carácter de los predicadores y maestros falsos como el de ministros que procuran ser populares e importantes, y ser “vistos por los hombres” [Mt 23:5]. Falsos apóstoles, obreros fraudulentos; con un evangelio torcido que engañan a la gente con su arrogancia; y les encanta los honores y los títulos, que aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas [templo-iglesias], y las salutaciones en las plazas [vía publica], y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí [apóstol-profeta] y cuanto títulos tengan [Mt 23:5-8]; a é stos que les gusta hablar mucho del reino de Dios, sin embargo le cierran la puerta del reino de Dios a los pobres, a los necesitados, a los quebrantados, a los que padecen necesidades y ni se atreven a alivianar la carga de aquellos desprotegidos. Jesús dijo: [Mt 23:8] pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. En otras palabras la hipocresía religiosa es, decir, y no hacer. En la mayoría de los casos los hipócritas religiosos nunca hacen lo que Dios les ordena que hagan.

Los hipócritas son religiosos profesionales que parecen espirituales y piadosos [2Ti 3:5], y que en realidad son injustos [Mt 23:14, 25,27]. Hablan bien de los dirigentes espirituales piadosos del pasado, pero no siguen sus costumbres ni su consagración a Dios, a su Palabra y a su justicia. El cuadro se repite hoy en día como en la antigüedad.

4]- La Palabra de Dios sugiere y ordena a los creyentes que se cuiden de esos falsos dirigentes religiosos [Mt 7:15]; [Mt 24:11], que los consideren incrédulos [Gá 1:9], y se nieguen a respaldar su ministerio o a tener comunión con ellos [2Jn 9-11]; en otras palabras, el verdadero creyente no los respalda.

5]- Los miembros de la iglesia que, en nombre del amor, de la tolerancia o de la unidad, se niegan a manifestar el espíritu y la actitud de Jesucristo hacia los que tuercen la enseñanza original de Cristo y las Escrituras [Mt 7:15]; [Gá 1:6-7]; [2Jn 9], participan de las obras malas de los profetas y maestros corruptos del evangelio torcido [2Jn 10-11]; en otras palabras, quiere decir que son cómplices de los corruptos del evangelio y sus obras infructuosas de las tinieblas.


III- NO TOQUÉIS TROMPETA, DIOS LO VE TODO, ÉL TE RECOMPENSARÁ EN PÚBLICO [Mt 6:2]


El término hipócrita, según se usa aquí, se refiere a la persona que hace buenas obras solo por apariencia, no por compasión ni ningún otro motivo bueno. Sus acciones pueden ser buenas pero sus motivos son malos. Esos actos vacíos son su recompensa, mientras que Dios premiará a los que son sinceros en su FE, por la FE y para la FE.

1]- [Mt 6:1] Primeramente, Jesús advierte que hay una manera incorrecta de hacer nuestras “obras de misericordia”. Parece increíble que alguien tuviera tanto afán de obtener la atención de otros que llevara a una persona para “tocar una trompeta” (ser visto por los demás), justo en el momento de realizar un acto de misericordia para asegurar que el mayor número posible de personas prestara atención. Por supuesto, Jesús no critica el acto de misericordia, ni el lugar, sino la manera y la intención. Normalmente, habría mucha gente en las sinagogas (iglesias-templos) y en las calles (vía pú blica). La mayoría de las veces los hipócritas, a mayor cantidad de personas, mayor es su hipocresía y mejor es su actuación o shows.

Cuando Jesús dice “no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha”, quiere significar que nuestros motivos para dar deben ser puros. Es fácil dar con motivos mixtos, hacer algo en favor de alguien, si nos va a beneficiar en alguna manera. Los creyentes debieran evitar todo artificio y dar solo por la satisfacción de dar y así responder al amor de Dios. Es muy importante hacerse la pregunta: ¿Cuál serí a la motivación de un creyente al dar o hacer algo por los demás?

2]- [Mt 6:2-4] Es muy fácil dar por reconocimiento y alabanza. Para asegurarnos de que nuestros motivos no son y no sean egoístas debiéramos realizar nuestras buenas obras quieta y silenciosamente (sin tocar trompeta), sin esperar recompensa. Jesús dice que debemos revisar nuestros motivos en cuanto a generosidad [Mt 6:4], oración [6:6] y ayuno [6:18]. Estas obras no deben ser egocéntricas, sino teocéntricas, y no para hacernos lucir bien, sino para hacer a Dios lucir bien. La recompensa que Dios promete no es material y nunca es dada a los que la buscan. Hacer algo solo para nosotros no es un sacrificio de amor. Cuando el creyente tenga la oportunidad de hacer una buena obra, debe hacerse la pregunta: ¿Haría esto aunque nadie lo supiera?

El énfasis está en el hecho de que Dios todo lo ve. No solamente ve la obra de misericordia, sino que observa la intención del corazón y la manera en que el creyente realiza la obra [1Samuel 16:7]. Nosotros miramos y juzgamos los hechos mayormente por las apariencias visibles, o exteriores. Dios no tiene tales límites. Esta verdad bíblica debe ser una fuente de consolación y paz para el creyente sincero.


IV- EL CREYENTE EN LA ORACIÓN [Mt 6:5-8];


Jesús señala la manera de orar que no es aceptable por Dios, luego la manera que agrada al Padre y finalmente presenta un modelo de oración que incluye los elementos y actitudes que agradan a Dios. Jesús no tenía que mandarles a orar, pues era una práctica común de los judíos. Daba por sentado que oraban normalmente tres veces al día, por lo menos. No tenía que mandarles a orar, pero tuvo que enseñarles a no orar como los hipócritas. No es tan importante el hecho de que ellos orasen en tal o cual lugar, o de diferentes posturas, de pie, sentados o de rodillas. Tenemos oraciones en las calles (vía publica) y en las sinagogas (templos) que agradan a Dios. El énfasis está puesto sobre la intención y la manera de su oración. Los hipócritas amaban los lugares más conspicuos (ilustre, visible, sobresaliente), y donde había más personas para admirar su piedad. No solamente oraban en la calle, sino que se apresuraban para llegar a la esquina de las calles más importantes justo cuando era la hora establecida para orar.
Tenían la intención de obtener la atención y aplauso de las multitudes (mega iglesias); lo mismo ocurre hoy en día con los falsos apóstoles y profetas. Hacían de las calles y sinagogas sus teatros donde podían actuar; a mayor cantidad de gente, mejor la actuación. Al lograrlo, ya tenían toda su recompensa.

Ahora Jesús descubre todo el mal del corazón de la falsedad religiosa; y enseña todo lo contario en contraste con la ostentación pública de parte de los hipócritas. Jesús nos enseña que busquemos un lugar privado, secreto, donde sólo Dios nos vería, indicando que se trata de una oración personal, no colectiva. Significa que la oración debe dirigirse a Dios con el fin de agradarlo a él, y no a las multitudes. Dirigirse a Dios, y solamente a él, en la oración, en privado y en público, requiere una disciplina rigurosa y un motivo puro. El creyente tiene que decidir de una vez si su principal motivo es el de agradar a Dios, o a las multitudes. Jesús no quiso indicar que la oración pública no fuera aceptable a Dios. Jesús mismo oraba en público y también los apóstoles, pero todos ellos mantenían una sólida vida de oración en privado que aseguraba que su motivo era puro al orar en público.
En los [vv. 7 y 8], Jesús vuelve a señalar una práctica ineficaz e inaceptable para Dios en la oración: La vana repetición.
Explica por qué tal práctica es vana e innecesaria. La razón es que oramos a un Dios que ya sabe todo y que está predispuesto a oírnos y socorrernos. Dos acotaciones importantes surgen de estos dos versículos:


1]- Jesús no prohíbe repetir una oración. Jesús oró tres veces en el huerto de Getsemaní esencialmente la misma oración. Jesús alabó la persistencia en la oración en la parábola de la viuda inoportuna [Luc. 18:1–8]. También el apóstol Pablo oró tres veces para que Dios quitara el aguijón en la carne [2Cor. 12:7, 8]. El número tres probablemente debe entenderse no en el sentido estrictamente literal, sino como muchas veces. El énfasis en el [v. 7] no recae sobre “repeticiones”, sino sobre “vanas palabras” sin sentido. Muchas veces las palabras sin sentido no llegan al cielo.

2]- El hecho de que vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes que pidáis [v.8] no significa que no debemos expresar nuestras necesidades. Por lo contrario, el hecho de que oramos a un Dios que ya sabe todo, debe ser un fuerte aliciente para orar más frecuentemente y con más confianza.


V- EL CREYENTE EN EL AYUNO [Mt 6:16-18].


Jesús sabí a que los discípulos ayunaban, pues era una costumbre común entre los judíos. Todavía se practica generalmente en el oriente, entre judíos y musulmanes. El ayuno duraba desde la salida hasta la puesta del sol. [Levítico 16:31] sirve como texto básico para los judíos, pero el ayuno era obligatorio solamente durante el Día de Expiación. A pesar de esto, los fariseos ayunaban dos veces a la semana, considerando que era evidencia de una piedad extraordinaria [Luc. 18:12]. También Jesús ayunó al comienzo de su ministerio [Lc 4:2). La iglesia primitiva practicaba el ayuno [Hch. 13:1–3]; [1Cor. 7:5]. En este párrafo Jesús no discute la práctica del ayuno, cuando al hacerlo hay un motivo y una manera correctos para realizarlo.

Jesús desea ilustrar el contraste entre la práctica de la piedad por parte de los líderes religiosos de su día, por un lado, y de los hijos del reino, por otro lado. Cuando los líderes ayunaban, su propósito era el de hacer un espectáculo de su pretendida piedad, de aparentar dolor, tristeza, abnegación (hipocresía). Era un verdadero show para atraer la atención de la gente. Lo mismo ocurre hoy con los obreros fraudulentos y los lí deres religiosos. Los discípulos del reino, cuando ayunan, deben hacerlo con el propósito de agradar a Dios, no a los hombres; ayunar por los demás y no para ser vistos. Deben evitar toda ostentación, todo deseo de aparentar una cosa que no representaba la verdad, o sea, deben evitar la hipocresía. El verdadero creyente debe practicar su piedad con gozo, con la intención de agradar al Padre y traer gloria a su nombre. Solamente así recibirá la recompensa que Dios reserva para los fieles. En último caso, todo creyente tiene la sencilla opción entre dos alternativas: Ser hipócrita y recibir el aplauso del mundo, o ser auténtico y recibir la recompensa de Dios.


CONCLUSIÓN:

No es necesariamente malo desear tener la atención y aprobación de los semejantes, siempre y cuando ese deseo esté claramente subordinado al deseo de tener la atención y aprobación de Dios, y que Dios sea glorificado. Jesús mismo insinúa este principio en [Mateo 5:16]. La consecuencia de buscar afanosamente la aprobación de otros es perder la aprobación de Dios. El cristiano debe ser transparente, cuidándose de no caer en hipocresía, ni querer parecerse a los supuestos grandes del evangelio, falsos [apóstoles y profetas], [fariseos-saduceos]. Hay un mal muy contagioso dentro del cristianismo que se llama imitación; la mayoría de las personas todo lo imitan; lo mismo que hizo Lucifer ante Moisés, con señales mentirosas de imitación.


[Mateo 6:1-2,5,16]: Hipócritas son las personas que pasan a través de rituales de adoración y servicio, pero su propósito no es dar honor a Dios, sino recibir el honor para sí mismos y satisfacer los deseos de otros.

[Mateo 23:25-28]: La gente es hipócrita cuando exteriormente pretenden ser justos, pero realmente no están deseando hacer las obras de justicia. Son como un sepulcro en un cementerio: un paisaje hermosísimo en la superficie, pastos verdes, árboles, flores, pero llenos de podredumbre, gusanos y corrupción debajo.


!Gracia y Paz del Señor!



 





















 











 



 



 



 



 

miércoles, agosto 08, 2012

EL DESTINO ETERNO DE LAS PERSONAS


Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan
[Mateo 7:13-14].
Cristo enseño que no se debe esperar que la mayoría lo siga en el camino que lleva a la vida.
1]- Relativamente pocos entran por la humilde puerta del arrepentimiento genuino y se niegan a sí mismos para seguir a Jesucristo, esforzándose sinceramente por obedecer sus mandamientos, buscando de veras su reino y su justicia, y perseverando hasta el fin en la FE verdadera, la pureza y el amor.
2]- En el sermón del monte, Jesús describe las grandes bendiciones que acompañan al discipulado en el reino de Dios [Mt 5:3-12], pero también insiste en que sus discípulos no escaparáde la persecución [Mt 5:10-12]. Además contrario a lo que predican los evangelistas de turno al afirmar que salvarse es una de las avenidas más fáciles del mundo, Jesús enseñó que seguirlo a Él implica serias obligaciones con respecto a la justicia, a la aceptación de la persecución, al amor por los enemigos y a la negación de sí mismo.

EL CONCEPTO DEL DESTINO ETERNO

En la fe cristiana se usa los términos “el cielo” y “el infierno” para indicar los dos destinos que existen para el hombre. Muchos, sin embargo, no entienden el significado real de ellos. Fuera del cristianismo hay millones que tienen poco interés en estos conceptos, pues la mayoría de los pueblos del mundo no creen en la vida después de la muerte. Por otra parte, muchos de los que aceptan la doctrina pierden la gloria de ella por la idea de la reencarnación.
¿Qué es el destino de los seguidores de Cristo y dónde pasará n la eternidad los incrédulos? Nos conviene buscar en las Sagradas Escrituras las respuestas a preguntas tan significativas y pertinentes.
El Nuevo Testamento presenta el tema de los cielos como la morada de Dios y sus ángeles. Satanás ha sido lanzado fuera de los cielos [Lc 10:18]. Jesús descendió a la tierra desde el cielo a través de la virgen María [Juan 3:13]; [6:31, 41, 51, 58].
La existencia en los cielos se llama en la Biblia “vida eterna”, pues procede del Padre y de Jesús mismo [Juan 17:3]. Esta vida no es una prolongación de la vida actual, sino que es de una calidad divina que durará para siempre [Juan 3:16]. Ella es la dádiva de Dios para los hombres de fe, aunque no la merecen por sus buenas obras [Rom. 6:23]. Esta vida se llama también salvación, y ella se recibe cuando los hombres depositan toda su fe en Dios, a través de Cristo [Ef. 2:8, 9].
En realidad, el cristiano experimenta por anticipado el gozo del cielo en la vida actual. La vida eterna no es lo que Dios nos da cuando morimos, sino la nueva vida de la eternidad que nos regala en el momento cuando nos rendimos al señorío de Jesucristo. El verdadero discípulo de Cristo ya tiene la vida del cielo, y goza de la
presencia inmediata del Espíritu de Dios, como se enseña en [Juan 22], [Hechos 2], [Romanos 8], entre otros.
El destino eterno de los hijos de Dios es aún más que eso. Pablo lo expresa así: “Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos ardientemente al Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo de humillación para que tenga la misma forma de su cuerpo de gloria, según la operación de su poder, para sujetar también a sí mismo todas las cosas” [Fil. 3:20, 21].
El apóstol también llama nuestro hogar celestial, “la Jerusalén de arriba” [Gál. 4:26], y así nos enseña que el destino eterno de los creyentes será un lugar de compañerismo supremo y adoración contí nua.
Con la excepción del Apocalipsis, la carta a los Hebreos trata más que otros del lugar permanente de los fieles seguidores de Cristo. Bajo las figuras del “trono de Dios”, “el tabernáculo original del cielo” y “la ciudad eterna”, el autor nos instruye acerca del cielo como la perfección que Dios tiene para nosotros.
El trono se refiere al trono de la majestad y soberanía de Dios [Heb. 1:8]; [Heb 4:16]; [Heb 8:1]; [Heb 12:2]. Actualmente podemos acercarnos confiadamente al trono de la gracia, alcanzar la misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Si podemos acercarnos al trono del Padre ahora, ¡cuánto más podremos hacerlo en la eternidad!
El tabernáculo en el libro de Hebreos se refiere a la habitación provisional de Dios en el pasado, y también a la morada permanente que Dios ocupa en el cielo. Puesto que Jesús nos hizo sacerdotes para Dios, servimos y adoramos en el tabernáculo eterno del Padre [Heb. 8:2]; [Heb 9:11, 12, 24]. También se alude a la ciudad celestial en la epístola a los Hebreos. “Porque aquí no tenemos una ciudad permanente, sino que buscamos la que ha de venir” [Heb. 13:14]. Aun Abraham “esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” [Heb. 11:10]. Muchos de los justos del pasado anhelaban una ciudad mejor, esto es, celestial: “Por eso Dios no se avergüenza de llamarse el Dios de ellos, porque les ha preparado una ciudad” [Heb. 11:16]. Esta ciudad se identifica de la siguiente manera: sino que os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos
[Heb. 12:22, 23]. Lo significativo de la figura de la ciudad como el destino de los creyentes es la idea de comunidad, la unidad y el sentido de una familia grande viviendo en compañerismo y gozo, sin el peligro de tener que separarse por la muerte, la guerra u otros conflictos.
Cuando estudiamos las enseñanzas del Apocalipsis descubrimos que no hay otro libro que nos apunta tanto hacia los cielos como el destino sin fin de los creyentes en Cristo. Juan nos revela sus visiones del cielo, y nos muestra el triunfo final de Cristo sobre todos sus enemigos. Localizado centralmente en el cielo está el trono de Dios y Jesús, así como el Cordero inmolado. Alrededor del trono había veinticuatro tronos con los veinticuatro ancianos sentados en ellos, y vestidos de ropas blancas y con coronas de oro en sus cabezas.
Todo el vocabulario que Juan emplea para pintar su visión del cielo es resplandeciente con lo más glorioso que el intelecto humano es capaz de comprender [Apoc. 4-5]. La iglesia se describe en el último libro como la esposa de Cristo, y la culminación del relato es la cena de las bodas del Cordero [Apoc. 19:9].
Juan también enseña que el destino eterno de los creyentes es la santa ciudad, la nueva Jerusalén, teniendo la gloria de Dios. Ésta desciende del cielo “preparada como una novia adornada para su esposo” [Apoc. 21:2]. El primer cielo y la primera tierra pasarán y se ve un cielo nuevo y una tierra nueva. Lo mejor es que “el tabernáculo de Dios está con los hombres, y él habitará con ellos; y ellos serán su pueblo” por toda la eternidad [Apoc. 21:3]. “Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. No habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas ya pasaron” [Apoc. 21:4]. La descripción de la Jerusalén nueva simboliza lo máximo de belleza, entrada amplia para todos, los cimientos permanentes y un área perfecta [Apoc. 21:9–27].
El cuadro que Juan pinta del destino eterno de los renacidos en Cristo es el del hombre gozando de la comunión y la felicidad absoluta en la presencia inmediata de Dios.
Hasta aquí se ha presentado el estado permanente de los creyentes,
Pero ¿qué de los perdidos, o sea los que rechazaron a Dios durante la vida terrenal? En realidad hay teólogos, predicadores y muchos más que no quieren aceptar las enseñanzas de la Biblia sobre el castigo eterno. Sin embargo, esta doctrina es bastante clara, y se debe enseñ ar siempre, pues Jesús, Pedro y Juan nos instruyen ampliamente sobre este tema.
El estado de los que no son salvos es el de un castigo continuo. El infierno es presentado por Jesús en los evangelios y el Apocalipsis como la experiencia del tormento eterno. En la historia del rico y Lázaro, Cristo hace notar claramente el contraste enorme entre el mendigo creyente y el rico incrédulo cuando llegan a su destino después de la muerte [Lc 16:22-24].
Es importante también que nos fijemos en el hecho de que el purgatorio no se menciona en el Nuevo Testamento. La verdad es que la palabra no se encuentra en la Biblia. Hay muchas personas que creen que no van al infierno, sino al purgatorio. Tal enseñanza es sumamente peligrosa, pues da la idea de que hay tres destinos para los hombres después de la muerte. En realidad, Cristo enseñó que existen solamente dos: el infierno y el cielo.
El juicio de Dios permanece sobre los malhechores por toda la eternidad. La única esperanza que tenemos es recibir al Hijo de Dios como nuestro sustituto, Salvador y obedecerle como Señor. Él ya experimentó el juicio del Padre en la cruz, y ahora se ofrece a sí mismo y su justicia a todos los que en él crean. La idea principal del Nuevo Testamento en cuanto al infierno es que éste consiste en la separación eterna del amor y la gracia de Dios. Esto sí es tormento, es peor que las llamas, la sed y las memorias del remordimiento para siempre. El infierno es tan horrible y el amor de Dios es tan extenso que el Padre envió a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda en el juicio contra el pecado, mas tenga vida eterna [Juan 3:16].
Cristo se ofrece así mismo como intermediario para la reconciliación del hombre con Dios Padre; Él se ofrece así mismo como el camino que lleva a la vida eterna. Solo es la decisión del hombre de aceptarlo o rechazarlo.
Mientras hay vida hay esperanza para el hombre [Ecl 9:4], después de la muerte sin Cristo, queda una horrenda expectación de juicio y de hervor de fuego, para los que no creen en Jesús.

¡ Gracia y Paz del Señor!

miércoles, julio 25, 2012

EL PERÍODO DEL ANTICRISTO

                       

Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios [2Ts 2:3-4].
 
Según la Biblia viene el anticristo [1Jn 2:18], el artífice de la final embestida violenta contra Cristo y los santos poco antes que Cristo establezca su reino en la tierra. Pablo se refiere al anticristo como “el hombre de pecado”, “el hijo de perdición” [2Ts 2:3]. También se le describe en la Biblia como una “bestia” que sube del mar [Ap 13:1-10], “una bestia escarlata” [Ap 17:3] y “la bestia” [Ap 17:8,16]; [Ap 19:19-20]; [Ap 20:10].
Pablo explica que señalarán el comienzo del día del Señor y describe la destrucción del hombre de pecado y de los impíos al fin del mundo. La secuencia de los acontecimientos es como sigue:
1]- Durante la época de la iglesia esta en acción “el misterio de la iniquidad”, recordando que viene el fin; el mal se volverá cada vez mas desenfrenado a medida que se acerca el fin de la historia.
2]- Al ir cobrando fuerza ese poder, la apostasía en la iglesia y los falsos hermanos alcanzara proporciones alarmantes [Mt 24:12]; [2Ti 4:3-4].
3]- El que refrena “al que lo detiene” el “misterio” se quita entonces del medio.
4]- Luego se manifiesta el hombre de pecado [2Ts 2:3-4, 7,9-10].
5]- La apostasía llega a su clímax en plena rebelión contra Dios y su Palabra; Dios mismo envía un engaño poderoso a los que no aman la verdad; aunque digan Señor, Señor [Mt 7:22]; [2Ts 2:9-11].
6]- Mas tarde al hombre de pecado se le destruye junto con los que se deleitaron en la maldad [2Ts 2:12], esto ocurre cuando Cristo vuelve después de la Gran Tribulación, es decir, al fin del mundo [2Ts 2:8]; [Ap 19:20-21]


I- SEÑ ALES DE LA VENIDA DEL ANTICRISTO
A diferencia del arrebatamiento, la venida del anticristo no será sin advertencia. Varias señales indican su venida y aparición. Por lo menos tres acontecimientos deben ocurrir antes que aparezca sobre la tierra: 1]- “El misterio de la iniquidad”, que ya está obrando en el mundo, se ha de intensificar [2Ts 2:7]; 2]- “La apostasía” [2Ts 2:3]; y 3]- Será quitado de en medio “quien al presente lo detiene” [2Ts 2:7].


II- EL MISTERIO DE LA INIQUIDAD:
“El misterio de la iniquidad”, esa actividad secreta o encubierta de los poderes del mal que son evidentes en todo el mundo [2Ts 2:7], aumentará hasta que llegue a su clímax en el ridículo completo y el desacato de las normas y los mandamientos que se consideran sagrados en la Biblia. Debido a un espíritu prevaleciente de pecado y también por causa de falsos apóstoles, profetas y maestros que están introduciendo herejías destructoras en el cuerpo de Cristo, el amor de muchos se enfriará [Mt 24:10-12]; [Lc 18:8].
“El misterio de la iniquidad” es una actividad oculta de poderes malignos en el transcurso de la historia humana, que prepara el camino para la rebelión del hombre de pecado.
1]- Es un proceso engañoso que atrapa a los incrédulos y dispone a muchos creyentes a que se aparten de la verdadera FE y crean la mentira encarnada en la iglesia apó stata. Comprende un espíritu o una tendencia contra la FE bíblica genuina y la ley divina; procura librarse de toda restricción moral y se complace en el pecado [2Ts 2:10-12].
2]- Aunque esa tendencia existía ya en los días de Pablo, Serra común y corriente en el mundo y en el cristianismo al acercarse el fin del mundo.


III- PODER ENGAÑ OSO: [2Ts 2:11].
Hay una atmosfera peligrosa de apostasía antes del arrebatamiento de la iglesia en los cuatro puntos cardinales de la tierra, donde el demonio se ha lanzado; grupos religiosos aquí, falsos profetas allí, y una gran confusión espiritual en las personas donde se han amontonado maestros corruptos del evangelio queriendo seducir a las almas para perdición; y después de quitarse al que lo detiene, y que se manifieste el hombre de pecado, no abra má s oportunidad para que se salve un grupo particular de personas:
1]- Ese grupo lo forman todos los que dentro o fuera de la iglesia, después de haber escuchado la verdad de la Palabra de Dios, voluntaria e intencionalmente se han negado a amar esa verdad y en lugar de eso han optado por deleitarse en la maldad del mundo.
2]- Dios les enviará a esas personas un engaño poderoso de modo que no volverán a tener la oportunidad de creer la verdad que se negaron a amar. Están destinados por siempre a creer la mentira.
3]- Dios les envía un poder engañoso a fin de que sean condenados. Por lo tanto, para los que han oído y entendido la Palabra de Dios, pero no han amado su verdad sino que han escogido el placer del pecado, “ya no queda má s sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio” [Heb 10:26-27].
4]- La salvación durante los días de la Gran Tribulación se les ofrecerá só lo a los que nunca han tenido una adecuada oportunidad para recibir el conocimiento de la verdad ni de oír y entender el evangelio [Ap 7:14]; [Ap 11:3]; [Ap 14: 6-7]. Es seguro que entre los que proclamen el evangelio durante esos días estén los ciento cuarenta y cuatro mil de las tribus de Israel [Ap 7:4], los dos testigos [Ap 11:3], y los ángeles [Ap 14:6].


IV- LA APOPSTASÍ A
La apostasía, que significa: Partida, caída o abandono. En los últimos días, muchos de las iglesia profesante te apartaran de las verdades bíblicas. Tanto Cristo como Pablo describieron un cuadro deprimente de la condición moral, espiritual y doctrinal de gran parte de la iglesia visible al concluir la época actual [Mt 24:5,10-13,24]; [1Ti 4:1]; [2Ti 4:3-4]. Pablo en particular subraya que a las iglesias las invadirán los impíos en los últimos días. Esa apostasía dentro de la iglesia tendrá dos dimensiones:
1]- La apostasía teológica: Es la desviación y el rechazo de parte o de toda la enseñanza original de Cristo y los apóstoles [1Ti 4:1]; [2Ti 4:3]. Abra ministros predicando doctrinas que Dios no les envío a predicar. Los falsos dirigentes ofrecerán salvación y gracia barata y pasaran por alto la exigencia de Cristo del arrepentimiento, la separación de la inmoralidad y la fidelidad a Dios y a sus normas [2Pedro 2:1-3,12-19]. Serán populares los evangelios falsos y herejías encubiertas que se centran en los deseos humanos y en metas egoístas [2Ti 4:3-4].
2]- La apostasía moral: Es la interrupción de la relación salvadora que se tiene con Cristo y la vuelta al pecado y la inmoralidad. Es posible que los apostatas proclamen la doctrina correcta y la enseñanza del Nuevo Testamento, pero abandonen las normas de moralidad de Dios [Is 29:13]; [Mt 23:25-28]. Muchas iglesias toleraran lo que sea, incluso falsos ministros envueltos en hechicería y brujería amarrando a las personas, todo a cambio del aumento de asistentes, dinero, éxito y honor [1Ti 4:1]. El evangelio de la cruz con su llamado a sufrir [Fil 1:29], a renunciar radicalmente al pecado [Ro 8:13], a sacrificarse por el reino de Dios y a negarse a sí mismo se volverá algo extraño [Mt 24:12]; [2Ti 3:1-5]; [2Ti 4:3]. Tanto la historia de la iglesia como la apostasía profetizada de los últimos días les advierten a todos los creyentes que no den por sentado el progreso continuo del reino de Dios a trabes de todas las épocas hasta el fin. En algún momento de la historia de la iglesia, la rebeldía contra Dios y su Palabra alcanzara proporciones increíbles. En el dia del Señor caerá la ira de Dios sobre los que rechazan su verdad [1Ts 5:2-9]. Por lo tanto, el triunfo definitivo del reino de Dios y su justicia en el mundo no depende del progresivo aumento de éxito de la iglesia profesante, sino de la final intervención de Dios cuando entre en el mundo con juicio justo [Ap 19-22]; [2ts 2:7-8]; [1Ti 4:1]; [2P 3:10-13]; [Judas].
El Espíritu Santo ha revelado que en los últimos tiempos se apartaran muchos de la FE personal en Jesucristo y de las verdades bíblicas [2Ts 2:3]; [Jud 3-4]. Aparecerán dentro de la iglesia ministros que tienen gran carisma, mucho talento y predican bajo la unción de Dios. Algunos harán grandes proezas en nombre de Dios y predicaran con eficacia la verdad del evangelio; pero se apartaran de la FE, y poco a poco se volverán a espíritus seductores, y a doctrinas falsas. Extraviaran a muchos debido a su anterior unción y celo por Dios. Muchos creyentes se apartaran de la FE por haber dejado de amar la verdad [2Ts 2:10], y de resistir la tendencia pecaminosa de los últimos días [Mt 24:5,10-12]; [2Ti 3:2-3]. Muchas iglesias muy pocos se opondrán al evangelio tergiversado de ministros y educadores transigentes [1Ti 4:1]; [2Ti 3:5]; [2Ti 4:3]; [2Co 11:13]. La popularidad de la enseñanza contraria a la Biblia Serra principalmente el resultado de que Satanás dirige sus hordas demoníacas en una oposición mas intensa a la obra de Dios. A la segunda venida de Cristo precederá una mayor dosis de satanismo, espiritismo, ocultismo, posesión de espíritus malos y engaño demoní aco en el mundo y en la iglesia. La protección del creyente contra semejante engaño se halla en la completa fidelidad a Dios y a su Palabra inspirada, y en el estar consciente de que las personas con mucho carisma y unción pueden ser engañadas y luego engañará a otros con su mezcla de verdad y error.


V- FALSOS APOSTOLES, OBREROS FRAUDULENTOS [2Co 11:3,4,13].
Satanás el gran engañador [2Ts 11:3]; [Jn 8:44] emplea a hombres malvados como sus agentes, transformándolos en “falsos apóstoles, obreros fraudulentos”.
1]- La Palabra de Dios se refiere a esos dirigentes fraudulentos como personas que, estimuladas por Satanás:
a]- Parece que hacen grandes hazañas para Dios [2 Ts 11: 15]; [Ap 13:2].
b]- Predican atractivos mensajes del evangelio [2Ts 11:4]; [1Ti 4:1].
c]- Aparentan ser justas, pero en realidad rechazan la piedad y niegan su poder [2Ti 3:5].
2]- Esas personas se “disfrazan como apóstoles de Cristo” y de “ministros de justicia” [2Ts 11:15]. De ese modo imitan a los verdaderos ministros de Cristo, dándole a su mensaje toda apariencia de piedad” [2Ti 3:5] que tengan a su disposición. Aunque demuestren interés y amor sinceros y prediquen perdón, paz, amor y muchos otros mensajes útiles, con todo viven bajo la influencia de Satanás. El evangelio que predican a menudo se basa en la razón humana y no en la verdadera interpretación de la revelación de Dios encontradas en las Escrituras [Ga 1:6-7]; [1P 2:1-3]. El mensaje que proclaman se desvía de la doctrina apostólica del Nuevo Testamento [1Jn 4;1].
3]- Todos los creyentes deben cuidarse de esos ministros y dirigentes engañosos [2Ts 11:3-4]; [Mt 7:15]; [Mt 16:6], y no dejarse engañar por su carisma, elocuencia, preparación, obra milagrosa, éxito numérico, ni mensaje popular.
4]- Se debe juzgar a todos los dirigentes religiosos según su actitud y su fidelidad a la redención por la sangre de Jesucristo y al evangelio tal como lo presentaron Cristo y los escritores del Nuevo Testamento [Ga 1:9].


CONCLUSIÓ N: [2Ts 2:10]
Desde el comienzo mismo de la creación el asunto central en las relaciones de la humanidad con Dios ha sido su descuido de la Palabra y la verdad de Dios o su amor por ellas. Ese es también un asunto fundamental en los últimos días de esta época, donde el hombre de pecado se ha manifestado con todo engaño y maldad, donde la apostasía ha superado los niveles del asombro. Solo se salvará n los que mediante la FE en Cristo ferviente y sinceramente amen la verdad, crean sin dudar lo que Dios ha dicho y rechacen toda nueva revelación o enseñanza que esté en conflicto con esa verdad [Mt 24:5,11].

sábado, junio 23, 2012

LA SALVACION Y LA OBEDIENCIA






          

Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron [Hebreos 2:1-3].



Una razón por la cual el autor de Hebreos pone de relieve la superioridad del Hijo de Dios, y su revelación, es inculcar a los que han recibido la salvación que deben tomar muy en serio el testimonio y la doctrina de Cristo y de los apóstoles. Por lo tanto, se debe prestar mucha atención a la Palabra de Dios, a la relación con Cristo y a la dirección del Espíritu Santo [Gálatas 5:16-25].






1]- Son funestos el descuido, la falta de interés y la apatía. El creyente que, a causa de la negligencia, descuida las verdades y las enseñanzas del evangelio, esta en gran peligro de que lo arrastre la corriente sin poder detenerse en el puerto donde tendría seguridad.

2]- Como los destinatarios de esta carta, todos los creyentes padecen la tentación de volverse indiferentes a la Palabra de Dios. A causa del descuido y de la indiferencia, fácilmente pueden comenzar a prestar menos atención a las advertencias de Dios [v2], a dejar de perseverar en su lucha contra el pecado [Heb 12:4]; [1P 2:11] y a alejarse lentamente del Hijo de Dios, Jesucristo [Heb 6:4-8]; [Heb 10:31-32].

I- LA SALVACION: ¿Qué debo hacer para ser salvo? [Jn 3.3]

Para ser salvo debes darle la espalda al pecado, creer en la muerte y resurrección de Jesús, y recibirlo como Señor y Salvador de tu vida.

Primero, debes reflexionar sobre tu vida y entonces abandonar todo aquello que contraría la voluntad de Dios. Este alejarse de las actitudes egoístas y entregarse a Dios se llama arrepentimiento [Mt 3.710]; [Hch 3.19].

Segundo, debes reconocer que Jesús murió en la Cruz para perdonar tus pecados. Acéptalo como Salvador para que te limpie de pecado, como el sustituto que pagó tus culpas [Ro 5.9, 10]; [Tito 2.14].

Tercero, debes pedirle que se convierta en el Señor de tu vida, reconociendo abierta y públicamente que Jesús no solo es tu Salvador, sino tu Señor, y de hecho hacer su voluntad [1Jn 2.23].

La Biblia dice que a todos los que le recibieron les dio potestad de ser hechos hijos de Dios [Jn 1.12]. Así que, cuando le recibes y le abres tu corazón, se introduce en él, en tu ser interior, por medio del Espíritu Santo, y comienza a vivir en ti. Desde ese momento es tu privilegio y llamado a confesar lo que Dios ha hecho por tu vida [Ro 10.9].

II- EL CRISTIANO QUE PECA:

¿Perderé la salvación? [Heb 6.46]

Un acto de pecado no te cuesta tu salvación. Hay quienes dicen que si pecas tras haber aceptado a Jesús debes ser salvado otra vez. Pero esto no es lo que la Biblia enseña, nada de eso es cierto.

¿Puedes concebir que alguien adopte un niño y después lo lance a la calle porque comete una falla cuando está aprendiendo a caminar? Cuando somos salvos, nos adoptan como miembros de la familia de Dios. Debemos, llenos de amor, por un lado, y de santo temor, por el otro, vivir vidas que le agraden al Señor. Pero la idea de que un acto pecaminoso pueda hacer que alguien se condenado no está en la Biblia [1Jn 1.7, 9], este versículo es clave; y debemos andar en luz, tener comunión con nuestros hermanos y la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado. Debemos recordar que hay doctrinas de excomunión en la Palabra de Dios; y eso se aplica a personas que persisten en pecar y andar en tinieblas todo el tiempo; parece contradictorio, pero está escrito [Heb 6: 6-8]. Sin embargo, los pecados y rebeliones te arrebatarán el gozo de la salvación. Cuando David pecó no se sintió gozoso, porque se había rebelado contra Dios [Sal 51.12]. Sus palabras de entonces fueron: “Y no quites de mí tu Santo Espíritu” [Sal 51.11]. Aun cuando había cometido codicia y adulterio y era responsable de la muerte de un inocente, esta frase nos revela que todavía poseía el Espíritu Santo. Aunque fue castigado por su pecado, Dios lo perdonó y amó cuando se arrepintió delante del Señor.

Si uno persevera en el pecado, puede perderse la seguridad de la salvación [Ap 3:5], pero ello no equivale a una perdida instantánea y efectiva de ella. Cuando la Escritura dice: [1Jn 3:9]; [1Jn 5:18] “que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado”, el sentido de la frase en griego no es que el cristiano nunca comete pecado, sino que persevera en él, rehusando confesarlo y arrepentirse. Una persona nacida del Espíritu de Dios será conducida al arrepentimiento cada vez que peque. El tema no es complicado; no se debería pecar y mucho menos permanecer en el pecado.

[1Juan 3:9]: La expresión “no puede pecar” (Gr jamartano) implica acción contínua. Juan enfatiza que los de veras nacidos de Dios no pueden hacer del pecado un hábito, porque la vida de Dios no puede existir en los que viven en pecado [1Jn 1:5-7]; [1Jn 2:3-11,15-17]; 24-29]; [1Jn 3:6-24]; [1Jn 4:7-8,20].

1]- El nuevo nacimiento produce la vida espiritual que resulta en una relación siempre presente con Dios. En esta carta, cada vez que Juan se refiere al nuevo nacimiento, emplea el tiempo perfecto del griego para resaltar la relación contínua y sostenida que comenzó con el nuevo nacimiento [1Jn 2:29]; [1Jn 3:9]; [1Jn 4:7]; [1Jn 5:1, 4,18].

2]- Es una imposibilidad espiritual que alguien tenga la vida de Dios y siga pecando. El cristiano que peca o continúa en el pecado es porque no permanece en Dios, ni le ha visto y ni le ha conocido.

3]- Lo que guarda a los fieles del pecado es “la simiente de Dios” en ellos, es decir, la vida, el Espíritu y la naturaleza de Dios viviendo en ellos [1Jn 511-12]; [Jn 1:1]; [Jn 15:4]; [2P 1:4].

4]- Mediante la FE [1Jn 5:4], la presencia de Cristo , el poder del Espíritu Santo y la Palabra escrita [1Ts 2:10], todos los creyentes pueden vivir cada momento de su vida libres de ofensa y de pecado.

Aun más, leemos en [Hebreos 10.29] que si alguien menosprecia la sangre de Cristo y renuncia a la salvación que ha recibido, entonces esa persona puede haberla perdido del todo. Pero el mismo libro dice; “Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores” [Heb 6.9]. Es muy difícil creer que alguien que ha nacido de nuevo se aparte tanto de Dios. Pero podemos preguntarnos: Si somos nuevas criaturas en Cristo, ¿por qué conservamos la capacidad de pecar después del nuevo nacimiento? La respuesta es que la perfección cristiana espera por nosotros en el cielo [1Co 15.54]. Así pues, quedamos unidos a Jesús en la salvación, pero somos transformados a su imagen y semejanza progresivamente [2Co 3.18]. Nuestras vidas se transforman paulatinamente, pero en ningún momento antes de la muerte el creyente alcanza la perfección [1Jn 1.8]. También la transformación viene por permanecer en la FE [1Co 16:13]; [Col 1:23].

III- DIOS ES SANTO: DEBEMOS VIVIR EN SANTIDAD

¿Puedo vivir en santidad? [Mt 5.8]
Si fuere imposible vivir en santidad, Dios no lo hubiera ordenado. El Señor dice: “Santos seréis, porque santo Soy Yo Jehová vuestro Dios” [Lv 19.2]. Ser santo significa ser separado para Dios. La santidad la define la propia naturaleza de Dios. Ser apartados para Dios nos hace santos.

Las buenas obras no nos hacen santos. Somos hechos santos por medio de la fe en Cristo, y también por FE somos salvos. Poco a poco, mientras crecemos y vivimos en el Señor, nos parecemos más y más a Él [2Co 3.18].

Si ponemos nuestra vista en el Señor Jesús, pensamos en Jesús, estudiamos su vida, oramos a Jesús, y buscamos seguir su ejemplo, nos pareceremos más a Él. Comenzamos a pensar y actuar como Él. Nos asemejaremos a Él porque hemos sido apartados para Él. Esta es la verdadera santidad.

Si eres cristiano, dentro de diez años tu vida será considerablemente diferente de lo que es ahora. Tus motivos y deseos serán cada día más elevados, en la medida que te acerques a Él.

Jesús dice: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” [Mt 5.8]. Podemos alcanzar cierto grado de pureza en esta vida. Pero ella viene de Dios, a medida que crecemos en la fe y nos acercamos cada día más a Él. Aunque la perfección no se alcanza completamente en esta vida, debemos buscarla y aspirar a ella en todo momento, porque la madurez cristiana y la santidad forman parte de la vida de los hijos e hijas de Dios responsables. La santidad es también práctica. La madurez en la santidad se observa en aquellos que han dejado de preocuparse por sus propias necesidades y se han identificado totalmente, dentro de la visión global de su Padre, con la tarea de transformar un mundo herido. La santidad engendra la actitud madura que nos impulsa a convertirnos en instrumentos de Cristo, para cumplir con los anhelos de la oración del Señor [Mt 6.10]. La santidad viene porque se resiste al pecado continuamente.

Ser santo es estar separado del pecado y apartado para Dios; es estar cerca de Dios, ser como Él y buscar su presencia, justicia y comunión con todo el corazón. Sobre todas las cosas, la santidad es la prioridad de Dios para sus seguidores [Ef 4:21-24]:

1]- Dios deseaba que su pueblo fuera santo cuando planeó su salvación en Cristo [Ef 1:4].

2]- Cristo también deseaba que su pueblo fuera santo cuando vino a la tierra [Mt 1:21]; [1Co 1:2,30] y se entregó por él en la cruz [Ef 5:15-27].

3]- La santidad es lo que Dios anhela al hacer de sus hijos nuevas criaturas y al darles el Espíritu Santo [Ro 8:2-15]; [Gá 5:16-25]; [Ef 2:10].

4]- Sin santidad nadie puede ser útil a Dios [2Ti 2:20-21].

5]- Sin santidad no se siente cerca de Dios ni se tiene comunión con É l [Sal 15:1-2].

6]- Sin santidad nadie verá al Señor [Heb 12:14]; [Mt 5:8].

IV- EL PECADO IMPERDONABLE

¿Cuál es el pecado imperdonable? [Mt 12.31]

El concepto de un pecado imperdonable ha sido fuente de dificultad para muchos, debido a que parece contradecir las enseñanzas bíblicas acerca de la Gracia. Sabemos que la Gracia de Dios perdona todo pecado, pero el Señor mencionó un pecado que no puede ser perdonado. Los líderes religiosos fueron a escuchar al Señor, pero se opusieron virtualmente a todo lo que éste decía. Cuando expulsaba demonios alegaban que lo hacía utilizando medios satánicos de parte de Beelzebú [Mt 12.24].

Estaban tan ciegos espiritualmente, que atribuían a Satanás la obra del Espíritu Santo. Aun más, rechazaban la acción del Espíritu Santo en sus propias vidas. En esencia, el Espíritu Santo estaba dando testimonio de que Jesús era el Hijo de Dios, que era Dios, mientras ellos repetían “no es Dios”, “es agente de Satanás”. Fue entonces cuando Jesús dijo: “Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada” [Mt 12.31.

Obviamente, el pecado imperdonable no consiste en decir algo desagradable sobre el Espíritu Santo. Los líderes religiosos de que se habla rechazaron completamente la revelación de Dios. Habían ido tan lejos en su impiedad, que rechazaron no sólo a Jesús, sino también al Espíritu Santo. Confundían el bien con el mal y el mal con el bien. ¡Llamaron Satanás al Espíritu de Dios!

Al rechazar a Jesús, la única fuente de perdón, nada se podía hacer por ellos. Una persona que rechaza a Jesucristo no puede recibir perdón, y esto es lo que ellos habían hecho.

Si quieres obedecer a Dios, pero estás preocupado con haber cometido el pecado imperdonable, de hecho no lo has cometido. Si alguien lo ha cometido hoy, debe ser uno con el corazón endurecido, que se ha vuelto contra Jesús, lo ha vilipendiado, y ha llegado a convertirse en un ser tan depravado que llama Satanás al Espíritu de Dios. Hoy por hoy podemos llamar apostatas a aquellos que una vez estuvieron en el reino de Dios sirviendo a Dios, y ahora, por diferentes motivos se han apartado de la FE que una vez recibieron [Heb 6:4-6].

 

V- RAÍCES DE AMARGURA:

1]- ¿ Qué es la raíz de amargura?
[Heb  12:14-17] Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.

Esta raíz de amargura describe de modo metafórico el espíritu y la actitud caracterizados por intenso odio y resentimiento. La amargura puede tener como objeto ciertas personas de la iglesia. Tarde o temprano la amargura corrompe a la persona y la incapacita para acercarse a Dios en oración. La amargura en la comunidad de los creyentes puede extenderse y corromper a muchos, destruyendo así la santidad, sin la cual “nadie ver al Señor” [Heb 12:14].

Los lectores conocían el ritual de la limpieza que los preparaba para la adoración, y sabían que debían ser “santos o limpios” a fin de poder entrar en el templo. El pecado siempre obstaculiza nuestra visión de Dios; por lo tanto, si queremos ver a Dios, debemos obedecerle y renunciar al pecado [Salmo 24.3,4]. Vivir en santidad armoniza con vivir en paz. Una buena relación con Dios conduce a una buena relación con la comunidad de creyentes. Aunque no siempre vamos a sentir amor por todos los creyentes, debemos buscar la paz a medida que logramos ser más semejantes a Cristo. Así como una raíz pequeña crece hasta convertirse en un gran árbol, la amargura brota en nuestro corazón y eclipsa aun nuestras más profundas relaciones cristianas. Una “raíz de amargura” se apodera de nosotros cuando permitimos que los desacuerdos crezcan hasta volverse resentimiento, o cuando alimentamos rencores por heridas pasadas. La amargura trae consigo celos, disensiones e inmoralidad. Cuando el Espíritu Santo llena nuestra vida, puede sanar la herida que causa la amargura. La historia de Esaú nos muestra que los errores y pecados a veces tienen consecuencias a largo plazo [Génesis 25.2934]; [Génesis 27.36]. Ni siquiera el arrepentimiento y el perdón eliminan las consecuencias del pecado. ¿Con qué frecuencia tomamos decisiones basadas en qué queremos ahora, y no en lo que necesitamos a largo plazo? Debemos evaluar los efectos a largo plazo de nuestras decisiones y acciones.

2]- ¿Cómo perdono a mis enemigos? [Mt 5.43- 48]
 
Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

 

El primer paso para perdonar es reconocer tu resentimiento contra un enemigo. Debes identificar al enemigo y lo que ha hecho para herirte. Entonces debes decir: “Lo perdono por las siguientes ofensas”. Entonces arrepiéntete de lo que sientes y pídele a Dios que te perdone, como dijo Jesús [Lc 11.4].

Después de eso, ora fervientemente por el bien de tu enemigo. Jesús nos dijo que orásemos por nuestros enemigos y que ello nos ayudaría a amarlos [Mt 5.4348]. Cuando oras por tus enemigos, le pides a Dios que se manifieste ante ellos y llene sus necesidades, estás venciendo con el bien el mal. En lugar de llenar tu mente de pensamientos negativos, aliméntala con pensamientos de FE sobre el amor de Dios hacia esa persona. Si Dios responde a tu oración, como es tu deseo, la persona por la que oras será bendecida, y recibirás una lección sobre la redención, el más alto exponente del perdón divino [Mt 18.2135]. Si pides a Dios que bendiga a alguien que te ha herido, ¡el resultado será un pecador arrepentido y un nuevo hermano o hermana en el Señor!

3]- ¿ Cuántas veces debo perdonar?
 
[Mt 18:21-22] Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.

Los rabinos enseñaban que debían perdonar tres veces a un ofensor. Pedro, procurando ser generoso, preguntó si era suficiente perdonar siete veces, el número “perfecto”. Pero Jesús le contestó: “Setenta veces siete”. Con esto daba a entender que no debiéramos ni siquiera llevar la cuenta de las veces que perdonamos a alguien. Debiéramos perdonar siempre a los que se arrepienten de verdad, no importa las veces.


VI- LA DISCIPLINA DEL SEÑOR [Hebreos 12:5]

El pecado, la falta de perdón y la raíz de amargura, son agentes que atentan contra nuestra salvación. Podemos notar varios aspectos de la disciplina de Dios para los creyentes y las dificultades y los sufrimientos que permite.

1]- Son señal de que son hijos de Dios [vv 7-8]

2]- Son la confirmación del amor y del interés de Dios por sus hijos [v 6].

3]- La disciplina del Señor tiene dos fines:

A]- Que los creyentes no sean finalmente condenados con el mundo [1Co 11:31-32]

B]- Que participen de la santidad de Dios y persistan en la vida de santidad, sin la cual nadie verá al Señor [vv 10,11-14]

4]- Hay dos posibles consecuencias de la disciplina del Señor:

A]- Pueden soportar los sufrimientos por los cuales los dirige Dios, someterse a su voluntad y permanecer fieles [vv 5-6]. Y seguirán viviendo como hijos espirituales de Dios [vv 7,9] y participando de su santidad [v 10], producirán una cosecha de justicia [v 11].

B]- Pueden menospreciar, es decir, tomar a la ligera la disciplina del Padre [v 5], rebelarse contra Dios por causa del sufrimiento y del dolor, y apartarse de Dios [v 25]; [Heb 3:12-14].

5]- Dentro de la voluntad de Dios, las dificultades pueden producirse:

A]- Como resultado de la guerra espiritual contra Satanás [Ef 6:11-18].

B]- Como pruebas para fortalecer la FE [1P 1:6-7] y las actividades

[Mt 7:24-27]; [1Co 3:13-15].

C]- Como preparación para consolar a los demás [2Co 1:3-5] y para manifestar la vida de Cristo [2Co 4:8-10,12,16].

6]- En toda clase de adversidades se debe buscar a Dios, examinar su vida [2Cr 26:5]; [Sal 3:4]; [Sal 9:12]; [Sal 34:17] y renunciar a todo lo que sea contrario a la santidad de Dios [vv 10,14].

VII- HACÉIS MORIR LAS OBRAS DE LA CARNE: [Romanos 8:13].
Pablo acentúa la necesidad de una lucha continua contra todo lo que pudiera limitar la obra de Dios en la vida del creyente [Ro 6:11-19], ya que el pecado esta siempre esforzándose por volver a dominar a los que tuvo bajo su control.

1]- este conflicto espiritual, aunque va dirigido contra Satanás y las fuerzas espirituales de maldad [Ef 6:12], va principalmente contra las pasiones y los deseos de la “carne” [Gálatas 5:16-21]; [Stgo 4:1]; [1P 2:11].

2]- El dejar de darle muerte a las obras de la carne da por resultado la muerte espiritual [vv 6,13] y la pérdida de la herencia en el reino de Dios [Gálatas 5:19-21]. Las palabras “hacéis morir” significan que los creyentes pueden volver de la vida espiritual, a la muerte espiritual. Así que la vida de Dios que se recibe en el nuevo nacimiento [Jn 3:3-6] puede extinguirse en el alma del creyente que se niegue por medio del Espíritu a darle muerte a las obras de la carne.
 
VIII- LA OBEDIENCIA: [Hebreos 2:2-3]
 
Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?



Los términos traducidos por obediencia tanto en el Antiguo Testamento (shama) como en el Nuevo Testamento (hypakoúo y eisakoúo) denotan la acción de escuchar o prestar atención (otros términos en el Nuevo Testamento son (pe

ı́tho) “ser persuadido“: [Hch 5.36, 37]; [Ro 2.8]; [Gl 5.7], y (peitharjéo) “someterse a la autoridad”: [Hch 5.29, 32]; [Tit 3.1]. Aunque obediencia se utiliza también en sentido secular, el significado central deriva de la relación con Dios. Él da a conocer su voluntad mediante su voz o su palabra escrita, y frente a ella no hay neutralidad posible: prestar atención humilde es obedecer, mientras desestimar la Palabra de Dios es rebelarse o desobedecer [Sal 81.11]; [Jer 7.2428]. La obediencia a Dios es una entrega total a su voluntad y, por consiguiente, obediencia y FE están íntimamente relacionadas [Gn 15.6]; [Gn 22.18]; [Gn 26.5]; [Ro 10.1721].






La práctica de la desobediencia a Dios [Zac 7.11]; [Ro 5.19]; [Ro 11.32] llega a hacer del hombre un incapaz aun para oírle [Jer 6.10]. Pero Dios envía a Jesucristo, quien cumple plena y filialmente la obediencia debida [Jn 6.38]; [Flp 2.8]; [Heb 5.8]. Su obediencia es imputada a los hombres [Ro 5.18]; [1Co 1.30]. Por la FE participamos de esa obediencia [Hch 6.7]; [Ro 1.5]; [Heb 5.9], en tanto que la incredulidad es desobediencia [Ro 10.16]; [2Ts 1.8]; [1P 2.8]. En esta relación de agradecida obediencia [Ro 12.1], que excluye toda idea de mérito propio [Ro 9.31]; [Ro 10.3], el cristiano imita a Cristo en humildad y amor [Jn 13.14]; [Flp 2.5]; [Ef 4.32]; [Ef 5.2] y se somete “en el Señor” a quienes corresponde [Ro 13.1]; [Ef 5.22]; [Ef 6.1]; [Flp 2.12]; [Heb 13.17]. No obstante, la obediencia a Dios tiene absoluta prioridad.

[Hch 5.29]: Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.

Lo que le debe importar a cada creyente no es si lo que se propone es conveniente, seguro, placentero o popular entre las demás personas; sino má s bien si es lo recto a los ojos de Dios [Gálatas 1:10]; no se puede ser verdadero ministro del evangelio y tratar de agradar a los demás acomodando las verdades del evangelio [1Co 4:3-6]. Pablo consideraba que era su obligación hablar sin tratar de agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones [1Ts 2:4]. Todos los seguidores del evangelio de Cristo deben proponerse agradar a Dios en obediencia, aun cuando eso signifique desagradar a algunas personas [Hch 5:29]; [Ef 6:6]; [Col 3:22]. Cada predicador del evangelio enfrenta la tentación de agradar a otras personas, es decir, de buscar aceptación, aprobación y reconocimiento de parte de los demás predicando solamente lo que no ofenda a nadie.






1]- Se pudieran considerar la tolerancia del pecado y la tibieza en la iglesia como una forma en que se manifiesta el ceder a esa tentación [Ap 2:20]; [Ap 3:15-16]. Pudiera también manifestarse en el empleo de palabras lisonjeras con el fin de obtener ofrendas monetarias, aumento en la asistencia a los cultos, cargo político o reconocimiento de parte de los demás.

2]- Si eso ocurre, se hace un daño irreparable a la justicia e integridad de la iglesia de Cristo. Por eso es esencial que el motivo de la predicación siempre sea buscar a Dios en obediencia y la aprobación de É l y no la de otras personas [1Co 4:5]; [Gálatas 1:9-10].

3]- Alto grado de desobediencia hacia el fin: A través de la historia de la iglesia ha habido siempre quienes se han negado a amar la sana doctrina; con todo, a medida que se acerque el fin, empeorara la situación [2Ti 3:1-5]; [1Ti 4:1].

A]- “No sufrirán la sana doctrina” [2Ti 4:3]. Muchos afirmaran que son creyentes, se congregaran en iglesias, aparentará n reverencia a Dios, pero no toleraran la FE apostólica original del Nuevo Testamento ni la exigencia bíblica de separarse de la injusticia [1Ti 3:5]; [Ro 1:16].

B]- “Apartará n de la verdad el oído” [2Ti 4:4]. Muchos dentro de las iglesias no toleraran más la sana enseñanza bíblica de ningún hombre de Dios. Quienes se aparten de la verdad deseará n que la predicación contenga menos exigencias que las del verdadero evangelio [2Ti 2:18]; [2Ti 3:7-8]; [1Ti 6:5]; [Tit 1:14]. No aceptará n los pasajes de la Palabra de Dios que tienen que ver con el arrepentimiento, el pecado, la condenación y la necesidad de santidad y de separación del mundo [2Ti 3; 15-17]; [Jer 5:31]; [Ez 33:32].

C]- “Se amontonará n maestros conforme a sus propias concupiscencias” [2Ti 4:3]. Esos supuestos creyentes no buscará n pastores que se conformen a las normas de la Palabra de Dios

IX- EL GOZO DE LA SALVACION: EL PRIMER AMOR [Ap 2:4]

Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.



 
Esto se refiere al primer amor profundo y a la devoción de las cosas de Dios, a su obra, al amor por los perdidos, a Cristo y a su Palabra [Jn 14:15-21]; [Jn 15:10].






1]- Esta advertencia enseña que no es suficiente conocer la doctrina correcta, obedecer algunos de los mandamientos y adorar en la iglesia [Mt 5:17]. Sobre todo la iglesia debe amar de todo corazón a Jesucristo y toda su Palabra [1Co 11:3]; [Dt 10:12].

2]- El sincero amor a Cristo resulta en una devoción extraordinaria a Él, en pureza de vida y en amor a la verdad [2Co 11:3]; 2Cr 30:6]; [Mt 22:37,39]; [Jn 21:15]

Volverse de las costumbres pecaminosas a Dios es un requisito previo fundamental del creyente [Zac 1:4]. El verbo “volver” aparece cuatro veces en los [vv 6-9] indicando que el pueblo de Dios estaba en una condición de descarrío, má s apegado a las costumbres del mundo que a los caminos de Dios. El mensaje de arrepentimiento expresado aquí es aplicable a todas las iglesias que han dejado su primer amor, han aceptado doctrina no bíblica y han transigido con el mundo.

CONCLUSIÓN:

[Ap 22:11-12]
El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía. He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.


Pudiera significar que continuarán en sus pecados todos los que rechacen la profecía de Juan. Sin embargo, los creyentes deberán perseverar en la justicia y la santidad hasta que Cristo vuelva. Juan finaliza esta revelación de Jesucristo advirtiendo sobre la terrible posibilidad de que algunos pierdan su parte en el árbol de la vida y la santa ciudad [Ap 22:19]. No debe adoptarse una actitud de descuido hacia este libro, ni ningún pasaje de las Sagradas Escrituras de Dios, la salvación se debe cuidar en todo tiempo. Tal actitud se manifiesta cuando se opta por creer só lo ciertas partes de la revelación de Dios y se rechazan otras que no sean del agrado del lector, o cuando se enseñan conceptos humanos como si formaran parte de la Palabra de Dios [v18]. Tal como al comienzo del peregrinaje humano en la tierra, no tomar con absoluta seriedad la Palabra de Dios es un asunto de vida o muerte.

!Gracia y Paz del Señor¡