martes, agosto 21, 2012

LA HIPOCRESÍA RELIGIOSA





Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa [Mateo 6:2]



El principio establecido en este versículo trata del móvil del creyente para actuar correctamente en las relaciones interpersonales con los demás.


1]- Si cualquier creyente, sea ministro o no, hace el bien por la admiración de los demás o por razones egoístas, perderá su recompensa y el reconocimiento de parte de Dios y demostrará que no es un cristiano verdadero, y en vez de eso aparecerá como un hipócrita, que bajo la apariencia de dar gloria a Dios, en realidad busca la gloria para sí mismo.


2]- Cristo se refiere a la justicia, es decir, las obras de caridad, en tres esferas:

Dar [vv 2-4]

orar [vv 5-8]

ayunar [vv16-18].


Su condenación a la justicia que se hace para ser visto por los demás pone en tela de juicio gran parte de la actividad cristiana contemporánea, incluso la competencia por la pomposidad, la publicidad del éxito personal, el espectáculo y la diversión en la iglesia, y el deseo de ser el primero y de esta manera contaminar a los demás.

¿ QUE ES LA HIPOCRESÍA?


HIPÓCRITA: El que pretende o finge ser lo que no es. Es una transcripción del vocablo griego (hypokriteis), que significaba actor o protagonista en el teatro griego. Los actores solían ponerse diferentes máscaras conforme al papel que desempeñaban. De ahí que hipócrita llegara a designar a la persona que oculta la realidad tras una “máscara” de apariencias.

En los días bíblicos, los actores se cubrían el rostro con una máscara, la cual incluía un dispositivo para amplificar la voz. Como los dramas se ejecutaban a través de preguntas y respuestas, la palabra que describe el diálogo era (hupokrinomai), replicar o contestar. (Hupokrites) es el que desempeña un papel en el drama, lee el guión o libreto, o el que monta un acto teatral. El hipócrita esconde sus verdaderos motivos debajo del disfraz que oculta su verdadera faz. Jesús censuraba severamente la hipocresía. En el Evangelio de Mateo, empleó la palabra quince veces [Mt 6.2, 5, 16]; [Mt 15.7]; [Mt 16.3]; [Mt 22.18]; [Mt 23.13–29]; [Mt 24.51], aplicándola especialmente a los escribas y fariseos que eran notables por su fingimiento religioso. El cristiano debe guardarse de caer en la hipocresía.

Pablo reprendió a Pedro por esta falta [Gl 2.11–14], y más tarde el propio Pedro exhorta a los cristianos a evitar el mismo error [1P 2.1].

La hipocresía es, constante o esporádicamente,
creencias, opiniones, virtudes, sentimientos, cualidades, o estándares que se exigen en las demás personas, y que la persona en realidad no tiene o no sigue. La hipocresía en sí es un tipo de mentira o pantalla de reputación; en otras palabras, muestra la cara y oculta el corazón, en algunos casos muestra la mitad de la cara.

La hipocresía puede venir del deseo de esconder de los demás motivos reales, o sentimientos. La hipocresía no es simplemente la inconsistencia entre aquello que se defiende y aquello que se hace.

Es decir, una persona hipócrita, es aquella que pretende que se vea la grandeza y bondad que construye con apariencias sobre sí misma, propagándose como ejemplo y pretendiendo o pidiendo que se actúe de la misma forma, además de que se glorifique su accionar, aunque sus fines y logros están alejados a la realidad.

La hipocresía, definida como la negativa a "aplicar en nosotros mismos, los mismos valores que aplicamos en otros", es uno de los males centrales en todas las esferas de nuestra sociedad, que promueve injusticias como la guerra y las desigualdades sociales en un marco de
autoengaño, que incluye la noción de que la hipocresía por sí misma es una parte necesaria o benéfica del comportamiento humano y la sociedad.
En muchos idiomas un hipócrita es alguien que esconde sus intenciones y verdadera personalidad.


I- LOS FARISEOS Y LOS SADUCEOS: ¿ QUIÉNES ERAN?


Los fariseos y saduceos eran los dos grupos religiosos más importantes en Israel en el tiempo de Jesús. Los fariseos tenían una mentalidad más religiosa, mientras que los saduceos se destacaban por ser más políticos. Ambos grupos no se aceptaban ni confiaban mutuamente, sin embargo, se aliaron en su enemistad hacia Jesús.


1]- LOS FARISEOS:


Comprometidos a obedecer todos los mandamientos de Dios. El pueblo los admiraba por su aparente piedad. Creían en la resurrección y en la vida eterna. Creían en ángeles y demonios. Actuaban como si sus propias reglas religiosas fueran tan importantes como las de Dios. Con frecuencia su piedad era hipócrita y obligaban a otros a intentar alcanzar niveles de conducta que ellos mismos no alcanzaban. Creían que la salvación era el producto de la obediencia perfecta a la Ley y no estaba basada en el perdón de pecados. Llegaron a ser tan obsesivos con la obediencia a la interpretación que daban a sus leyes en cada detalle, que hacían caso omiso del mensaje de la gracia y la misericordia de Dios


2]- LOS SADUCEOS:


La creencia en la Palabra de Dios se limitaba a los cinco primeros libros de la Biblia: De Génesis a Deuteronomio. Eran más prácticos que los fariseos. Se preocupaban más de aparentar piedad que de obedecer a Dios. Enfatizaban lo lógico y daban poca importancia a la fe. No creían que todo el Antiguo Testamento fuera Palabra de Dios

No creían ni en la resurrección ni en la vida eterna. No creían ni en ángeles ni en demonios. Con frecuencia estaban dispuestos a transigir con los romanos y otros en cuanto a valores a fin de mantener su nivel social e influencia.

II- ¡AY DE VOSOTROS FARISEOS HIPÓCRITAS! [Mateo 23]


Las palabras de Jesús constituyen su más severa denuncia. Estas iban dirigidas contra los dirigentes religiosos y los falsos maestros que habían rechazado por lo menos una parte de la Palabra de Dios y la habían reemplazado con y por sus propias ideas e interpretaciones [Mt 23:28]; [Mt 15:3,6-9]; [Mr 7:6-9]. Hoy en día no estamos muy lejos de aquella realidad que le tocó vivir a Jesús.

Los Fariseos cumplían los ritos religiosos de manera teatral para ser reconocidos por otras personas, no para agradar a Dios.

- Daban limosnas, no sólo para ayudar al pobre, sino para ser ensalzados por los demás [Mateo 6:2]

- Oraban en la sinagoga y en público para ser vistos por otros [Mateo 6:5]

- Cuando ayunaban se veían desarreglados y demacrados para dar la impresión de espiritualidad [Mateo, 6:16]

- Diezmaban de los productos de la despensa, pero se confundían en temas profundos de la Ley [Mateo 23:23]

- Limpiaban la parte exterior del vaso, pero no adentro [Mateo 23:25]; [Marcos 7:1-8]

- Se sentían auto-justificados [Mateo 23:29-30]

- No dejaban a otros entrar en el Reino [Mateo 23:13-15]

- Trataban de atrapar a Jesús con preguntas capciosas, no por una verdadera búsqueda de la sabiduría [Mateo 22:15-22]

- Tenían un lugar especial en el infierno [Mateo 24:51]

- Eran sepulcros blanqueados llenos de impurezas [Mateo 23:27]

1]- Debe notarse el espíritu de Jesús. No es el espíritu tolerante, condescendiente y acomodativo de alguien que no se interesa por la fidelidad a Dios y a su Palabra. Cristo no fue un predicador débil que toleraba el pecado y la corrupción de los que ocupaban altas posiciones [Mt 23:23-25], debido a que era fiel a su llamamiento.

2]- El amor de Jesús por las Escrituras inspiradas de su Padre, así como su interés por los que eran destruidos por la distorsión de ellas [Mt 15:2-3]; [Mt 18:6-7]; [Mt 23:13,15], era tan grande que hicieron que É l empleara palabras como “hipócritas”[Mt 23:15]; “hijo del infierno” [Mt 23:15]; “guías ciegos”[Mt 23:16]; insensatos”[Mt 23:17]; “robo e injusticia”[Mt 23:25]; “sepulcros blanqueados” e “inmundicia” [Mt 23:27]; “llenos de hipocresía e iniquidad” [Mt 23:28]; “serpientes”, “generación de víboras” [Mt 23:33], y “asesinos” [Mt 23:34].

Esas palabras, aunque severas y condenatorias, las pronunció con un corazón quebrantado [Mt 23:37]; aquel que murió por aquellos a quienes las dirigió [Jn 3:16]; [Ro 5:6-8].

3]- Jesús describe el carácter de los predicadores y maestros falsos como el de ministros que procuran ser populares e importantes, y ser “vistos por los hombres” [Mt 23:5]. Falsos apóstoles, obreros fraudulentos; con un evangelio torcido que engañan a la gente con su arrogancia; y les encanta los honores y los títulos, que aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas [templo-iglesias], y las salutaciones en las plazas [vía publica], y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí [apóstol-profeta] y cuanto títulos tengan [Mt 23:5-8]; a é stos que les gusta hablar mucho del reino de Dios, sin embargo le cierran la puerta del reino de Dios a los pobres, a los necesitados, a los quebrantados, a los que padecen necesidades y ni se atreven a alivianar la carga de aquellos desprotegidos. Jesús dijo: [Mt 23:8] pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. En otras palabras la hipocresía religiosa es, decir, y no hacer. En la mayoría de los casos los hipócritas religiosos nunca hacen lo que Dios les ordena que hagan.

Los hipócritas son religiosos profesionales que parecen espirituales y piadosos [2Ti 3:5], y que en realidad son injustos [Mt 23:14, 25,27]. Hablan bien de los dirigentes espirituales piadosos del pasado, pero no siguen sus costumbres ni su consagración a Dios, a su Palabra y a su justicia. El cuadro se repite hoy en día como en la antigüedad.

4]- La Palabra de Dios sugiere y ordena a los creyentes que se cuiden de esos falsos dirigentes religiosos [Mt 7:15]; [Mt 24:11], que los consideren incrédulos [Gá 1:9], y se nieguen a respaldar su ministerio o a tener comunión con ellos [2Jn 9-11]; en otras palabras, el verdadero creyente no los respalda.

5]- Los miembros de la iglesia que, en nombre del amor, de la tolerancia o de la unidad, se niegan a manifestar el espíritu y la actitud de Jesucristo hacia los que tuercen la enseñanza original de Cristo y las Escrituras [Mt 7:15]; [Gá 1:6-7]; [2Jn 9], participan de las obras malas de los profetas y maestros corruptos del evangelio torcido [2Jn 10-11]; en otras palabras, quiere decir que son cómplices de los corruptos del evangelio y sus obras infructuosas de las tinieblas.


III- NO TOQUÉIS TROMPETA, DIOS LO VE TODO, ÉL TE RECOMPENSARÁ EN PÚBLICO [Mt 6:2]


El término hipócrita, según se usa aquí, se refiere a la persona que hace buenas obras solo por apariencia, no por compasión ni ningún otro motivo bueno. Sus acciones pueden ser buenas pero sus motivos son malos. Esos actos vacíos son su recompensa, mientras que Dios premiará a los que son sinceros en su FE, por la FE y para la FE.

1]- [Mt 6:1] Primeramente, Jesús advierte que hay una manera incorrecta de hacer nuestras “obras de misericordia”. Parece increíble que alguien tuviera tanto afán de obtener la atención de otros que llevara a una persona para “tocar una trompeta” (ser visto por los demás), justo en el momento de realizar un acto de misericordia para asegurar que el mayor número posible de personas prestara atención. Por supuesto, Jesús no critica el acto de misericordia, ni el lugar, sino la manera y la intención. Normalmente, habría mucha gente en las sinagogas (iglesias-templos) y en las calles (vía pú blica). La mayoría de las veces los hipócritas, a mayor cantidad de personas, mayor es su hipocresía y mejor es su actuación o shows.

Cuando Jesús dice “no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha”, quiere significar que nuestros motivos para dar deben ser puros. Es fácil dar con motivos mixtos, hacer algo en favor de alguien, si nos va a beneficiar en alguna manera. Los creyentes debieran evitar todo artificio y dar solo por la satisfacción de dar y así responder al amor de Dios. Es muy importante hacerse la pregunta: ¿Cuál serí a la motivación de un creyente al dar o hacer algo por los demás?

2]- [Mt 6:2-4] Es muy fácil dar por reconocimiento y alabanza. Para asegurarnos de que nuestros motivos no son y no sean egoístas debiéramos realizar nuestras buenas obras quieta y silenciosamente (sin tocar trompeta), sin esperar recompensa. Jesús dice que debemos revisar nuestros motivos en cuanto a generosidad [Mt 6:4], oración [6:6] y ayuno [6:18]. Estas obras no deben ser egocéntricas, sino teocéntricas, y no para hacernos lucir bien, sino para hacer a Dios lucir bien. La recompensa que Dios promete no es material y nunca es dada a los que la buscan. Hacer algo solo para nosotros no es un sacrificio de amor. Cuando el creyente tenga la oportunidad de hacer una buena obra, debe hacerse la pregunta: ¿Haría esto aunque nadie lo supiera?

El énfasis está en el hecho de que Dios todo lo ve. No solamente ve la obra de misericordia, sino que observa la intención del corazón y la manera en que el creyente realiza la obra [1Samuel 16:7]. Nosotros miramos y juzgamos los hechos mayormente por las apariencias visibles, o exteriores. Dios no tiene tales límites. Esta verdad bíblica debe ser una fuente de consolación y paz para el creyente sincero.


IV- EL CREYENTE EN LA ORACIÓN [Mt 6:5-8];


Jesús señala la manera de orar que no es aceptable por Dios, luego la manera que agrada al Padre y finalmente presenta un modelo de oración que incluye los elementos y actitudes que agradan a Dios. Jesús no tenía que mandarles a orar, pues era una práctica común de los judíos. Daba por sentado que oraban normalmente tres veces al día, por lo menos. No tenía que mandarles a orar, pero tuvo que enseñarles a no orar como los hipócritas. No es tan importante el hecho de que ellos orasen en tal o cual lugar, o de diferentes posturas, de pie, sentados o de rodillas. Tenemos oraciones en las calles (vía publica) y en las sinagogas (templos) que agradan a Dios. El énfasis está puesto sobre la intención y la manera de su oración. Los hipócritas amaban los lugares más conspicuos (ilustre, visible, sobresaliente), y donde había más personas para admirar su piedad. No solamente oraban en la calle, sino que se apresuraban para llegar a la esquina de las calles más importantes justo cuando era la hora establecida para orar.
Tenían la intención de obtener la atención y aplauso de las multitudes (mega iglesias); lo mismo ocurre hoy en día con los falsos apóstoles y profetas. Hacían de las calles y sinagogas sus teatros donde podían actuar; a mayor cantidad de gente, mejor la actuación. Al lograrlo, ya tenían toda su recompensa.

Ahora Jesús descubre todo el mal del corazón de la falsedad religiosa; y enseña todo lo contario en contraste con la ostentación pública de parte de los hipócritas. Jesús nos enseña que busquemos un lugar privado, secreto, donde sólo Dios nos vería, indicando que se trata de una oración personal, no colectiva. Significa que la oración debe dirigirse a Dios con el fin de agradarlo a él, y no a las multitudes. Dirigirse a Dios, y solamente a él, en la oración, en privado y en público, requiere una disciplina rigurosa y un motivo puro. El creyente tiene que decidir de una vez si su principal motivo es el de agradar a Dios, o a las multitudes. Jesús no quiso indicar que la oración pública no fuera aceptable a Dios. Jesús mismo oraba en público y también los apóstoles, pero todos ellos mantenían una sólida vida de oración en privado que aseguraba que su motivo era puro al orar en público.
En los [vv. 7 y 8], Jesús vuelve a señalar una práctica ineficaz e inaceptable para Dios en la oración: La vana repetición.
Explica por qué tal práctica es vana e innecesaria. La razón es que oramos a un Dios que ya sabe todo y que está predispuesto a oírnos y socorrernos. Dos acotaciones importantes surgen de estos dos versículos:


1]- Jesús no prohíbe repetir una oración. Jesús oró tres veces en el huerto de Getsemaní esencialmente la misma oración. Jesús alabó la persistencia en la oración en la parábola de la viuda inoportuna [Luc. 18:1–8]. También el apóstol Pablo oró tres veces para que Dios quitara el aguijón en la carne [2Cor. 12:7, 8]. El número tres probablemente debe entenderse no en el sentido estrictamente literal, sino como muchas veces. El énfasis en el [v. 7] no recae sobre “repeticiones”, sino sobre “vanas palabras” sin sentido. Muchas veces las palabras sin sentido no llegan al cielo.

2]- El hecho de que vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes que pidáis [v.8] no significa que no debemos expresar nuestras necesidades. Por lo contrario, el hecho de que oramos a un Dios que ya sabe todo, debe ser un fuerte aliciente para orar más frecuentemente y con más confianza.


V- EL CREYENTE EN EL AYUNO [Mt 6:16-18].


Jesús sabí a que los discípulos ayunaban, pues era una costumbre común entre los judíos. Todavía se practica generalmente en el oriente, entre judíos y musulmanes. El ayuno duraba desde la salida hasta la puesta del sol. [Levítico 16:31] sirve como texto básico para los judíos, pero el ayuno era obligatorio solamente durante el Día de Expiación. A pesar de esto, los fariseos ayunaban dos veces a la semana, considerando que era evidencia de una piedad extraordinaria [Luc. 18:12]. También Jesús ayunó al comienzo de su ministerio [Lc 4:2). La iglesia primitiva practicaba el ayuno [Hch. 13:1–3]; [1Cor. 7:5]. En este párrafo Jesús no discute la práctica del ayuno, cuando al hacerlo hay un motivo y una manera correctos para realizarlo.

Jesús desea ilustrar el contraste entre la práctica de la piedad por parte de los líderes religiosos de su día, por un lado, y de los hijos del reino, por otro lado. Cuando los líderes ayunaban, su propósito era el de hacer un espectáculo de su pretendida piedad, de aparentar dolor, tristeza, abnegación (hipocresía). Era un verdadero show para atraer la atención de la gente. Lo mismo ocurre hoy con los obreros fraudulentos y los lí deres religiosos. Los discípulos del reino, cuando ayunan, deben hacerlo con el propósito de agradar a Dios, no a los hombres; ayunar por los demás y no para ser vistos. Deben evitar toda ostentación, todo deseo de aparentar una cosa que no representaba la verdad, o sea, deben evitar la hipocresía. El verdadero creyente debe practicar su piedad con gozo, con la intención de agradar al Padre y traer gloria a su nombre. Solamente así recibirá la recompensa que Dios reserva para los fieles. En último caso, todo creyente tiene la sencilla opción entre dos alternativas: Ser hipócrita y recibir el aplauso del mundo, o ser auténtico y recibir la recompensa de Dios.


CONCLUSIÓN:

No es necesariamente malo desear tener la atención y aprobación de los semejantes, siempre y cuando ese deseo esté claramente subordinado al deseo de tener la atención y aprobación de Dios, y que Dios sea glorificado. Jesús mismo insinúa este principio en [Mateo 5:16]. La consecuencia de buscar afanosamente la aprobación de otros es perder la aprobación de Dios. El cristiano debe ser transparente, cuidándose de no caer en hipocresía, ni querer parecerse a los supuestos grandes del evangelio, falsos [apóstoles y profetas], [fariseos-saduceos]. Hay un mal muy contagioso dentro del cristianismo que se llama imitación; la mayoría de las personas todo lo imitan; lo mismo que hizo Lucifer ante Moisés, con señales mentirosas de imitación.


[Mateo 6:1-2,5,16]: Hipócritas son las personas que pasan a través de rituales de adoración y servicio, pero su propósito no es dar honor a Dios, sino recibir el honor para sí mismos y satisfacer los deseos de otros.

[Mateo 23:25-28]: La gente es hipócrita cuando exteriormente pretenden ser justos, pero realmente no están deseando hacer las obras de justicia. Son como un sepulcro en un cementerio: un paisaje hermosísimo en la superficie, pastos verdes, árboles, flores, pero llenos de podredumbre, gusanos y corrupción debajo.


!Gracia y Paz del Señor!