viernes, marzo 26, 2010

DIEZMOS Y OFRENDAS



Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde [Malaquías 3:10]


DEFINICIÓN DE DIEZMOS: La palabra hebrea para diezmo [ma'aser] literalmente significa una décima parte. Un diezmo era una décima parte del producto de la tierra y del ganado que se le daba al Señor. Se daba el diezmo de Israel para mantener a los Levitas [Nm 18:28] y a los sacerdotes [Nm 18:26], para ayudar en las comidas sagradas [Dt 14:22-27], y para ayudar a los pobres, a los huérfanos y a las viudas [Dt 14:28-29].

El diezmo es una práctica de la antigüedad [tanto entre los babilonios, persas, griegos y romanos, como entre los hebreos]. También es ley en la actualidad entre los musulmanes, judíos y muchos grupos cristianos. En la historia bíblica la primera mención que se hace de los diezmos es cuando ABRAHAM, después de haber logrado una victoria militar sobre cuatro reyes, dio los diezmos del botín a MELQUISEDEC, sacerdote del Dios Altísimo [Gn 14.17–20]. No se nos dice quién instruyó a Abraham a hacerlo así, pero fácilmente podemos inferir que por el ejemplo de sus antepasados [la ofrenda de ABEL], [Gn 4.4] entendió que esta era una manera apropiada de reconocer la soberanía de Dios sobre todas las cosas. El sacerdote, en este caso, representaba a Dios y a la religión.

Este mismo principio, que sirve de base a la costumbre religiosa de dar los diezmos, aparece también en el Nuevo Testamento, no necesariamente en cuanto a la proporción de la décima parte, pero sí en cuanto a la motivación de adoración, gratitud y responsabilidad cristianas [2Co 9.7] [Heb 7.1–10] [Lc 21.1–4].

Según la Ley Mosaica, el diezmo es obligatorio. "El diezmo entero de la tierra, tanto de las semillas de la tierra como de los frutos de los árboles, es de Jehová; es cosa sagrada de Jehová." [Levítico 27:30] [Deut., 14, 22]. En el Deuteronomio no solo se menciona el diezmo anual, sino también un diezmo a pagarse cada tres años [el año de los diezmos].

La tribu de los levitas no heredó la tierra como las otras tribus de Israel. En vez de ello, recibían de las otras tribus, por ser representantes del Señor, el décimo de lo que la tierra producía, incluso del ganado. Ellos a su vez debían ofrecer al sacerdote una décima parte de todo lo recibido. Dios demanda de su pueblo los diezmos de todo. Aunque no se anuncian castigos por no darlos, hay promesas de bendiciones por darlos [Dt 28.1–13] [Mal 3.10]. Los diezmos son de Jehová y abarcaban la tierra y su producto y los animales del campo. Cuando por una razón especial alguien quería rescatar algo del diezmo, debía agregar la quinta parte del precio [Lv 27.30–32]. Los escribas y los fariseos fueron sumamente escrupulosos en diezmar aun hierbas diminutas como la menta, el eneldo y el comino, y merecieron la reprensión de nuestro Señor por el legalismo extremo, vacío de la debida motivación espiritual [Mt 23.23].

Los israelitas debían dar los diezmos a los LEVITAS, quienes eran la tribu sacerdotal del pueblo. Esto era la compensación a ellos por su ministerio. Pero los levitas, a su vez, debían dedicar en ofrenda a Dios el diezmo de los diezmos, presentándolo delante de AARÓN [Nm 18.21–28]. El principio detrás de esta práctica rige para el sostén económico de la obra del evangelio, pues Pablo dice que ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio [1Co 9.11–14].

EN EL ANTIGUO TESTAMENTO:

En la Ley de Dios, a los israelitas se les exigía que dieran una décima parte del producto de la tierra, del ganado y de sus ingresos como un reconocimiento de que Dios los había bendecido [Lv 27:30-32] [Nm 18:21-26] [Dt 14:22-29]. El diezmo se usaba primordialmente para los gastos de la adoración del Señor y para el sostenimiento de los sacerdotes. Dios le dio a su pueblo la responsabilidad de administrar los recursos que les había dado en la tierra prometida

En el fondo del diezmo está el concepto de que Dios es el dueño de todo [Ex 19:5] [Sal 24:1] [Sal 50:10-12] [Hag 2:8]. Los seres humanos son creados por Él, y ellos le deben todo el aire que respiran [Gn 1:26-27] [Hech 17:28]. De modo que nadie tiene nada que primero no haya recibido del Señor [Job 1:21] [Jn 3:27] [1Co 4:7]. En las leyes sobre el diezmo, Dios estaba sencillamente ordenándoles que le devolvieran lo que Él les había dado primero.

Además de los diezmos, a los israelitas se les exigían numerosas ofrendas a Jehová, principalmente en la forma de sacrificios. El libro de Levítico describe diversas ofrendas ceremoniales: el holocausto [Lv 1] [Lv 6:8-13], la ofrenda por el pecado [Lv 4:1-5] [Lv 5:13] [Lv 6:24-30], y las ofrendas expiatorias [Lv 5:14] [Lv 6:7] [Lv 7:1-10].

Además de esas ofrendas prescritas, los israelitas podían ofrecer ofrendas voluntarias al Señor. Algunas de ellas eran continuas [Lv 22:18-23] [Nm 15:3] [Dt 12:6,17], mientras que otras eran excluidas para alguna ocasión. Por ejemplo, cuando los israelitas emprendieron la construcción del tabernáculo en el Monte de Sinaí, el pueblo dio generosamente para esa tienda y sus utensilios [Ex 35:20-29]; estaban tan entusiasmados con ese proyecto, que Moisés tuvo que decirles que dejaran de ofrecer más [Ex 36:3-7]. En la época de Joás, el sumo sacerdote Joiada hizo un arca en la que el pueblo podía poner ofrendas voluntarias para financiar las reparaciones necesarias del templo, y dieron generosamente [2R 12:9-10]. Asimismo, en la época de Ezequías, la gente dio generosamente para la obra de reconstrucción requerida en el templo [2Cr 31:5-19].

EL DIEZMO A LOS POBRES

El diezmo del Antiguo Testamento tiene una importante orientación también hacia la caridad con los pobres:

"El tercer año, el año del diezmo, cuando hayas acabado de apartar el diezmo de toda tu cosecha y se lo hayas dado al levita, al forastero, a la viuda y al huérfano, para que coman de ello en tus ciudades hasta saciarse" [Deuteronomio 26.12]

EL FAMOSO [Malaquías 3:10] Y UN POCO DE HISTORIA.

También hubo numerosas ocasiones en la historia del Antiguo Testamento en que el egoísta pueblo de Dios se aferró a su dinero en vez de dárselo al Señor en diezmos y ofrendas regulares.

Durante la construcción del segundo templo, los judíos parecían estar más interesados en ocuparse de su propiedad, mientras que dejaban la casa de Dios en ruinas. Como resultado, dijo Hageo, muchos de ellos estaban sufriendo reveses económicos [Hag 1:2-6]. Algo similar estaba sucediendo en la época del profeta Malaquías, y una vez más Dios estaba juzgando a su pueblo Israel por negarse a dar el diezmo [Mal 3:9-12]. Entiéndase que la amonestación del profeta Malaquías fue para esa época y para esa gente en especial en tiempos de la Ley. Los hijos de Jacob en aquella época eran los israelitas; la iglesia del Señor Jesucristo, en la actualidad, son los hijos de la fe, los descendientes de Abraham. Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. [Malaquías 3:6]

ESTRUCTURA DEL LIBRO

El libro de Malaquías refleja un estilo literario especial. Está compuesto de una serie de “disputas proféticas”. El profeta, en nombre de Dios, lanza una pregunta y sus interlocutores la responden, provocando así una contra respuesta. Los acusados en este libro son: los sacerdotes, el pueblo en general y la elite socioeconómica y política.

Las disputas proféticas tienen una estructura común:

1] el profeta hace una declaración;

2] los sacerdotes o el pueblo hacen una objeción.

3] el profeta responde dando una evidencia de la afirmación original. A ésta última se acompaña una acusación y una amenaza de castigo.

AUTOR Y FECHA DE REDACCIÓN

No se sabe nada del autor de este libro. Muchos biblistas dudan que se haya llamado “Malaquías”. La mayoría cree que Malaquías es un nombre agregado tiempo después para darle título a este libro. Si fuera así, el libro sería anónimo, situación muy rara entre los libros proféticos. El nombre quiere decir “mi mensajero” y fue tomado probablemente de la expresión que se encuentra en [Mal 3:1]: “He aquí yo envío a mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí”. El profeta Malaquías pertenece a la época histórica conocida como pos exilio y que se describe en el mensaje de los libros proféticos de Hageo, Zacarías y los capítulos [56–66 de Isaías], como también en la historia que se encuentra en los libros de Esdras y Nehemías. Aunque es muy difícil establecer con exactitud el período del ministerio de Malaquías y de la redacción del libro, la mayoría de los biblistas lo colocan en los años que van del tiempo cuando se terminó de edificar el segundo templo [515 a. de J.C.], hasta poco antes de las reformas de Esdras y Nehemías [aprox. 465 a. de J.C.]; más concretamente se le coloca entre los años [465 a 460 a. de J.C]. Algunos eruditos le hacen a Malaquías un contemporáneo de Nehemías.

Si aceptamos la fecha aproximada de [460 a. de J.C], Malaquías se convierte en una fuente histórica importante; porque sería el único documento de la época que nos describe la vida de la comunidad judía después del ministerio de Hageo y Zacarías y antes de las reformas de Esdras y Nehemías.

EL MENSAJE DEL LIBRO

El profeta proclama su mensaje a una comunidad frustrada y desesperanzada. Las expectaciones levantadas por los profetas Hageo y Zacarías no se habían cumplido. El futuro se veía muy nebuloso, y el presente era terrible.

Todo esto se había traducido en abulia e indiferencia. Y el culto era, según el profeta, el mejor lugar donde evaluar la calidad de vida de la comunidad judía en esos años. Malaquías bien hubiese parafraseado el conocido refrán así: “Dime qué clase de culto celebras y yo te diré quién eres”.

La comunidad judía de esa época creyó que la manera de cubrir su miseria y de olvidarse de ella era a través de la indiferencia y burla barata a las cosas de Dios. Todo se hacía con mediocridad y descuido.

Imperaba la corrupción desde el sacerdocio hasta el último miembro de la comunidad. El mensaje del libro está arraigado en la enseñanza del Pentateuco, en la “instrucción del Señor” [torah Yahvé]; más específicamente, en el libro de Deuteronomio. Además de asuntos de estilo [Mal. 2:2, 30] y [Mal. 3:7], varios temas clave de Malaquías muestran su cercanía a la teología del Deuteronomio. El tema con el que abre el libro de [Malaquías 1:2], el amor de Dios, se encuentra en varios textos del Deuteronomio, [Deut. 7:7, 8]; [Deut 23:5]. La relación entre padre e hijo de [Malaquías 1:6]; [Mal 2:10]; [Mal 3:17] se encuentra en [Deuteronomio 1:31]; [Deut 32:5, 6]. El tema del nombre de Dios, de [Malaquías 1:6, 11, 14]; [Malaquías 2:2,5]; [Malaquías 3:16]; [Malaquías 4:1], se encuentra en varias partes del [Deuteronomio 12:5,21]; [Deuteronomio 14:24]; [Deuteronomio 26:2]. El reconocimiento de la unicidad de Dios y el llamado a una fidelidad absoluta a Él [Mal 2:15] se basan especialmente en [Deuteronomio 6:4, 5]. El tema de las ofrendas de sacrificio [Mal. 1:8, 13, 14] se encuentra en [Deuteronomio 15:21] y [Deuteronomio 17:1]. El asunto sobre los diezmos [Mal. 3:7–10] se encuentra en [Deuteronomio 18:1–8]. El tema del pecado de abominación [burla, sacrilegio; [Mal. 2:11] se encuentra en [Deuteronomio 14:3]; [Deuteronomio 17:1, 4] y [Deuteronomio 23:17, 18]. Además, la enseñanza contra la idolatría [Mal. 2:11] y la injusticia [Mal. 3:5] son centrales en la enseñanza del Deuteronomio, [Deut. 10:12–22]. El argumento general del libro de Malaquías se resume en tres temas centrales:

1] Una denuncia de la maldad del pueblo y de sus líderes;

2] una vindicación del carácter moral de Dios y de su amor;

3] un mensaje de esperanza al remanente fiel y piadoso.

La posición de Malaquías al final de los libros proféticos es significativa. Por un lado, Malaquías viene a ser una especie de resumen de lo que sus predecesores proclamaron: el llamado al arrepentimiento; la enseñanza de una vida moral de acuerdo a la voluntad de Dios; el significado e importancia del culto y los ritos; la celebración apropiada de los sacrificios y las ceremonias; la resistencia a una actitud escéptica hacia Dios y su manera de actuar con su pueblo; las ideas apocalípticas; la esperanza mesiánica.

Por otro lado, viene a ser una puerta hacia el mensaje del Nuevo Testamento. Malaquías termina anunciando la llegada del precursor del Mesías [Mal. 4:5, 6]. Así el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento se conectan para hablar de la unidad del mensaje redentor de Dios [Mat. 17:10–13]; [Mat 11:7–19]. Malaquías muestra también la unión de su mensaje con el del Nuevo Testamento al afirmar que los gentiles [los no judíos] honran el nombre de Dios y están más dispuestos que los mismos judíos a vivir la verdadera religión [Mal. 2:11–14].

DIOS REPRENDE A LOS QUE LE ROBAN, [Malaquías 3:6-12]

Esta sección tiene una estructura concéntrica: en el centro está el tema del robo [cuatro veces; vv. 8a, 8b, 8c, 9b]. En los extremos están:

1] la llamada al arrepentimiento [v. 7, volveos a mí] y

2] la promesa de bendición [vv. 10–12, vaciaré… bendición, las naciones los llamarán Bienaventurados].

¿Cómo el pueblo robaba a Dios? [v. 9], también el pueblo sufría de la voracidad de otro “ladrón”, la plaga de langostas [v. 11]. El pueblo no se daba cuenta de que era su maldad la que traía otra maldad; qué difícil le era descubrir que una bendición [traer los diezmos ante Dios, [v.10a], traería para ellos una más grande bendición [v.10b].

La unidad empieza afirmando la fidelidad inquebrantable de Dios: ¡Porque yo, Jehová, no cambio! [v. 6]. Esto es lo que realmente mantenía viva a la comunidad judía del pos exilio. Esa firmeza de Dios se contrastaba con la constante infidelidad del pueblo [v. 7]. Sobre el tema de la fidelidad divina ver: [1 Samuel 15.29]; [Salmo 110:4]; [Jeremías 4:28]; [Jeremías 15:6]; [Jeremías 20:16]; [Ezequiel 24:14]; [Oseas 11:8, 9]; [Oseas 13:14]; [Hebreos 6:17, 18]; [Santiago 1:17].

El profeta, por medio de las disputas, ha ido construyendo el argumento que une dos de los temas centrales del libro: el pueblo y sus líderes andan por el camino del mal; Dios ama al pueblo y se ha mantenido fiel. En esta sección, el profeta muestra el profundo abismo entre la maldad del pueblo y la bondad de Dios. El pueblo vive en una total ceguera: la llamada al arrepentimiento es rechazada [v. 7] y la declaración divina del robo es cuestionada [vv. 8, 9]. La ceguera es tan profunda que ni siquiera la maldición ni la situación precaria sacuden al pueblo para volverse a Dios.

Ante esta realidad surge la duda: ¿Será capaz el pueblo de tener oídos abiertos para oír la palabra de promesa de Dios de los vv. [10–12]? El libro de Malaquías y el resto de los profetas nos recuerdan que Dios no se cansa de llamar al arrepentimiento a los suyos [Zac. 1:3]; [Deut. 30:1–10]; [Jer. 3:12]; [Jer 4:1].

El [v. 10)] es probablemente el texto más frecuentemente citado de todo el libro de Malaquías. Hemos de reconocer que muchas veces esto es hecho “fuera de contexto”. Sin embargo, hemos de reconocer la riqueza de este pasaje, que puede considerarse como mandamiento, como invitación y como promesa. Pero este libro, solamente está dirigido al pueblo de Israel, y no a la iglesia actual; es una aberración creer que Dios le está hablando a la iglesia.

Aquí en Malaquías la implicación es que Dios derrama sus bendiciones tan abundantemente sobre los que le aman y le obedecen, que ellos respondan voluntariamente con la entrega de sus diezmos y ofrendas; y el resultado es que no faltará nada, si todos los del pueblo de Israel lo hacen.

“¿Robará el hombre a Dios?”


1]. Quien “roba” a Dios recibe como pago el “robo” de otro ladrón.

2]. El Dios que es fiel exige fidelidad y obediencia.

3]. Prueba a Dios en tu fidelidad y verás qué tan grande es su fidelidad.


Los diezmos y las ofrendas son respuesta de gracia al don divino.

[Malaquías 3:10] nos da dos lecciones:

1. Existe un desafío de fe y confianza en tiempos de escasez.

Cuando las personas viven en estrechez económica y material es muy fácil caer en la tentación de justificar la retención de lo que le pertenece a Dios: “Dios sabe que somos pobres; él no va a despojarnos de lo poco que tenemos”. Frente a esta actitud está el ejemplo de dos mujeres:

a] la viuda de Sarepta [1Rey. 17:8–24]; [Sal. 37:25]

b] la viuda que dio todo lo que tenía [Mar. 12:41–44].

2. La presentación de diezmos no se establece como ley en el Nuevo Testamento; sin embargo la demanda de dar a Dios lo que le corresponde es bien radical: Dios pide toda la vida [Rom. 12:1, 2].

MAYORDOMÍA DEL DINERO:

Estos ejemplos del Antiguo Testamento de los diezmos y las ofrendas contienen importantes principios sobre la mayordomía del dinero que son válidos para los creyentes del Nuevo Testamento.

Todas las personas deben tener en cuenta que todo lo que tienen le pertenece al Señor, de modo que lo que poseen no es de ellas sino que Dios se lo ha confiado; no tienen derecho de propiedad de sus posesiones.
1]- El creyente debe decidir en su corazón servir a Dios y no al dinero [Mt 6:19-24] [2Co 8:5]. La Biblia pone en claro que cualquier avaricia es una forma de idolatría [Col 3:5].

2]- Lo que el creyente da, debe ser para fomentar el reino de Dios, sobre todo la obra de la iglesia local y de la difusión del evangelio por todo el mundo [1Co 9:4-14] [Fil 4:15-18] [1Ti 5:17-18], para ayudar a los necesitados [Pr 19:17] [Gá 2:10] [2Co 8:14] [2Co 9:2], para hacerse tesoros en el cielo [Mt 6:20] [Lc 6:32], y para aprender a temer a Dios [Dt 14:22-23].

3]- Siempre lo que se da, debe estar en proporción con los ingresos. En el Antiguo Testamento el diezmo llegaba a un décimo; dar menos que eso era desobediencia a la Ley de Dios y era en efecto robarle a Dios [Mal 3:8-10]. Asimismo, el Nuevo Testamento exige que lo que se dé esté en proporción con lo que Dios haya dado [1Co 16:2] [2Co 8:3,12].

4]- Lo que se da, debe ser voluntario y generoso; esto se enseña tanto en el Antiguo Testamento [Éx 25:1-2] [1Cr 26:6-9] [2Cr 24:8-11], como en el Nuevo Testamento [2Co 8:1-5,11-12]. No se debe vacilar o titubear en dar como sacrificio [2Co 8:3], porque ese es el espíritu en que el Señor Jesús se entregó a sí mismo por todos.

5]- Se debe dar con alegría [2Co 9:7]. Tanto el ejemplo de los israelitas en el Antiguo Testamento [Éx 35:21-29] [2Cr 24:10] como el de los cristianos macedonios en el Nuevo Testamento [2Co 8:1-5], sirven de modelos para los creyentes.

6]- Dios ha prometido recompensar a los creyentes conforme a cómo le hayan dado a Él [Dt 15:4] [Mal 3:10-12] [Mt 19:21] [1Ti 6:19] [2Co 9:6].

EL DIEZMO EN EL NUEVO TESTAMENTO

Cristo no rechaza el diezmo pero enseña una referencia nueva: Dar ya no el 10% sino darse del todo por amor, sin contar el costo, y nuestra fe, produce obediencia a Dios.

En ninguna de las cuatro veces que el diezmo aparece en el Nuevo Testamento [Mt 23.23] [Lc 11.42] [Lc 18.12] [Heb 7.2-9] se nos enseña a guiarnos por esa medida. El Nuevo Pacto no se limita a la ley del 10% sino que nos refiere al ejemplo de Jesucristo que se dio sin reservas. Jesús vive una entrega radical y nos enseña que debemos hacer lo mismo. Él nos da el siguiente modelo:

LA OFRENDA DE LA VIUDA: [UNA ACCIÓN DE GENEROSIDAD].

Levantando los ojos, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas. Vio también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas. Y dijo: En verdad os digo, que ésta viuda pobre echó más que todos. Porque todos aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; más ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía. [Lc 21:1-4]

Mucho más importante para Dios que el valor monetario de lo que se da es el sacrificio implicado.

Los creyentes pueden dar generosa o escasamente. El Apóstol Pablo no considera el dar como perdida sino como una forma de ahorrar que produce grandes beneficios a los que dan; no se refiere principalmente a la cantidad que se da, sino a la calidad de los deseos y motivos del corazón.

Jesús da una lección sobre la manera como Dios mide la acción de dar:

1]- La ofrenda de una persona no se determina por la cantidad que da, sino por el sacrificio que hace para dar. A veces los ricos dan de lo que les sobra y no les cuesta nada. La ofrenda de la viuda, al contrario, le costó todo. Ella dio tanto como podía.

2]- Este principio se puede aplicar a todo el servicio que se le preste a Cristo. Él juzga la obra y el ministerio dedicados a Él, no por su tamaño ni por su influencia o éxito, sino por la dedicación sincera, el sacrificio, la fe y el amor puestos en ellos. [Pr 11:24-25] [Pr 19:17] [Lc 6:38].

El creyente que da lo que puede para ayudar a los necesitados comprobara que la gracia de Dios le suplirá todo lo necesario, y aún más, de manera que abunde para toda buena obra [2Co 9:8].

Para que se exprese exteriormente la generosidad, el corazón debe enriquecerse con amor sincero y compasión por los demás. El darse a sí mismo y el dar las posesiones tiene como consecuencia:

1]- La provisión para las necesidades de los hermanos más pobres.

2]- La alabanza y la acción de gracias a Dios.

3]- El amor reciproco de los que reciben la ayuda.

LA OFRENDA PARA LOS SANTOS [RIQUEZAS DE GENEROSIDAD]

El creyente pertenece a Dios, y reconoce que lo que tiene le ha sido encomendado por el Señor.

En la carta Segunda a los Corintios en los capítulos 8 y 9 encierran los principios y las promesas importantes del ofrendar:

1]- Debe tomar la decisión fundamental en el corazón de servir a Dios y no al dinero [Mt 6:24]

2]- Da para ayudar a los necesitados [2Co 8:14] [2Co 9:12] [Pr 19:17] [Ga 2:10]

3]- Da para hacer progresar el reino de Dios [1Co 9:14] [Fil 4:15-18]

4]- Da para acumular tesoros en el cielo [Mt 6:20] [Lc 6:32-35]

5]- Da para aprender a temer al Señor [Dt 14:22-23]

6]- Dar en proporción a los ingresos, haciéndolo de manera sacrificada [2Co 8:3,12] [1Co 16:2]

7]- Debe ofrendar como prueba de su amor [2Co 8:24]

8]- Dar de una manera voluntaria [2Co 9:7]

9]- Dar a Dios siembra fe, tiempo y servicio, y segará en abundancia [2Co 8:5] [2Co 9:6,10-12]

10]- Dar para aumentar la dedicación a Dios [Mt 6:19-21].

Con respecto a los diezmos, se ha creado una gran confusión; y mucha gente en las iglesias, inclusive líderes, cree y enseñan que la prosperidad de Dios viene por dar el diezmo u la ofrenda, enseñan a las personas a pactar con los diezmos. El pueblo de Dios debe tener sumo cuidado con esa clase de pactos, porque eso escapa a la voluntad de Dios. Cuando el creyente da; el Señor le retribuye de acuerdo a su bondad y amor por sus hijos; de manera que no debemos confundir la bondad de Dios con la prosperidad. Otro punto importante es dónde el creyente siembra; si el creyente da el diezmo a través de los pactos !cuidado¡ eso es anti bíblico, no está en las Escrituras; si el creyente da ese tipo de diezmos a líderes que no son llamados por Dios, [Hebreos 5:4]; nunca Dios le retribuirá nada; Dios es Santo y no puede ser burlado.

Otro punto importante que debemos saber y entender es que la iglesia lavada con la sangre de Jesús no está bajo la Ley, sino bajo la Gracia; y debemos ser maduros en esto, el creyente debe dar conforme a lo que tiene; y no a lo que no tiene y conforme a lo que propuso en su corazón; y esto es en cuanto a las ofrendas se refiere, y las enseñanzas del Nuevo Pacto son claras a como el creyente debe ser; y nadie te va a maldecir por ello.

También debemos entender que estamos en apostasía religiosa, donde se han lanzado falsos profetas, falsos maestros y falsos líderes, que se dicen ser cristianos, aprovechándose y haciendo mercadería con la gente, y que el propósito de ellos es el dinero y todo por amor al dinero, obligando a la gente a pactar con Dios con los diezmos.

El pueblo de Dios debe tener mucho cuidado con respecto al dinero:

1] Cuando tú veas a un líder que no es llamado por Dios, y tú des tu dinero, nunca serás bendecido; en otras palabras: Si el Ministerio no viene del cielo, nunca serás bendecido. Debemos recordar que hay muchos ladrones en el 
lpito.

 

2]-Cuando tú no das tu dinero y te dicen que eres maldito porque le robas a Dios conforme a [Malaquías 3:10]; no les creas, ellos mismo utilizan ese pasaje para saquearte; el diezmo de Malaquías es para los hijos de Jacob; el creyente no es hijo de Jacob, es hijo de Abraham en cuanto a la FE. El problema con estos líderes religiosos que ellos también maldicen a la gente que no les da dinero.

Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores [1Timoteo 6:10]

El apóstol Pablo da una clara idea de lo que es el amor al dinero, está en juego la fe, y el alma del creyente está en riesgo de ser traspasado de muchos dolores.

MELQUISEDEC Y ABRAM [Génesis 14:17-24]

Cuando Abram volvía de derrotar a Quedorlaomer se encontró con Melquisedec, Rey de Salem (Jerusalén) y sacerdote del Dios Altísimo. ¿Quién era este misterioso sacerdote? Hay tres hipótesis principales sobre su identidad:

1]- Que era Sem. Esta es la tradición hebrea. Si es así, Sem sería la persona más anciana en ese momento. El murió a la edad de 600 años.

2]- Que era Cristo mismo. Los teólogos lo llaman una Cristofanía (una aparición del Señor Jesucristo en el Antiguo Testamento anterior a Belén). Aquellos que abogan por esta teoría utilizan [He 7:1-4] para apoyarla.

3]- Que era sencillamente el primer rey de Jerusalén que se menciona en la Biblia. Melquisedec significa literalmente “Rey de Justicia”, y se piensa que Salem es el nombre primitivo que se daba a Jerusalén.

A Melquisedec se le menciona nuevamente en el [Salmo 110], y en el Nuevo Testamento lo encontramos en [Hebreos 5:6-10]; [Hebreos 7:1-22].

Melquisedec sacó para Abram pan y vino y le bendijo. Esta es la primera mención que se hace de pan y vino en la Biblia y habla de la obra futura de Cristo en la cruz.

Esta es también la primera vez que aparece la palabra sacerdote en la Biblia [Gn 14:18]. Es apropiado señalar en este punto cuáles son los tres grandes oficios en el Antiguo Testamento: Profeta, Sacerdote y Rey.

El profeta era uno que representaba a Dios ante el hombre [1R 19:16]

El sacerdote era aquel que representaba al hombre ante Dios [Lv 8:12]; [Sal 133:2]

El rey era uno que gobernaba sobre el hombre bajo la dirección de Dios [1S 10:1; [1S 16:13].

En el Nuevo Testamento encontramos que estos tres oficios le corresponden a Nuestro Señor Jesucristo.

Él fue un profeta (su primer ministerio) [Jn 1:18]; [Mt 21:11]; [Lc 7:16]; [Jn 4:19]; [He 1:1-2].

Es un sacerdote (su ministerio presente) [Ro 8:34]; [He 4:14-16]; [He 7:24-25]; [1Jn 1:1].

Será un Rey (su ministerio futuro) [Ap 19:11-16].

Después que Melquisedec le bendijo, Abram le dio los diezmos de todo lo que
tenía.
 
Algunos creen que la práctica de diezmar (el dar nuestro dinero a Dios) era algo para ser hecho solamente por el pueblo de Israel que vivía bajo la Ley y por lo tanto no nos toca a nosotros que vivimos bajo la Gracia del Nuevo Testamento.

Pero debemos entender algo que es muy importante; Abram diezmaba mucho antes que Israel llegara a ser nación, y como 400 años antes de que la Ley fuera dada.

En el Nuevo Testamento se nos enseña que no solamente el diezmo, sino todo lo que tenemos le pertenece a Dios [1Co 6:19,20]. Esto incluye nuestro tiempo [Ef 5:16]; [Sal 90:12]; nuestros talentos [Ro 12:6]; [1Co 7:7]; [2Ti 1:6]; nuestro dinero [1Co 16: 1-2]; [2Co 9:7].

Otro punto muy importante, Abram rechazó la oferta materialista de Bera, el impío rey de Sodoma, de repartirse el botín de guerra. Debemos tener cuidado cuando nuestros corazones se carguen de materialismo y de glotonería [Lc 21:34].

Quiere decir que Cristo siendo Melquisedec nos bendice totalmente cuando ponemos en práctica aquello; no solamente con pan y vino, sino que nos bendice con mucho más y cuando Él sabe cuándo y cómo bendecirnos.


! Gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo ¡

 

 

miércoles, marzo 24, 2010

EL ESPÍRITU SANTO Y LA RESTAURACIÓN

Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo [Hechos 3:19-21].

La profecía del Nuevo Testamento sobre la restauración

La restauración en cada dimensión de la experiencia humana es fundamental en el evangelio cristiano. Está entretejida en toda la Escritura y debe hallarse en el pórtico de nuestro ministerio de la verdad.

En [Hechos 3.19–21] se halla la más citada referencia a la restauración en el Nuevo Testamento. Pedro hace un llamado urgente a retornar a Dios para ser limpios de pecado. Añade que este retorno allanará el camino a un período de refrescante avivamiento como resultado de la presencia del Señor en medio de su pueblo. También preparará el regreso de Cristo, quien, según Pedro, es necesario que el cielo reciba [o retenga] hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo [Hechos 3.21].

Muchos sienten que es ahora, en estos últimos días, que todas las cosas profetizadas se cumplirán y se completará la restauración. La restauración final es el regreso de la Iglesia, la novia de Cristo, a la majestad y la gloria preparada por Dios para ella. Para que esta restauración tenga lugar, Dios ha comenzado a dejar que su poder y pureza fluyan sin medida por medio de ella. La remoción de las cosas movibles ha comenzado, para que el reino inconmovible se manifieste [Hebreos 12.27- 28].

Definición bíblica de la restauración [Job 42.10-12]

De acuerdo con el diccionario, restaurar significa restablecer la condición original de algo. Sin embargo, cuando algo es restaurado en la Escritura, siempre crece, se multiplica o mejora, de manera que su condición final supera su estado original, véase [Joel 2.21–26].

Por ejemplo, bajo la Ley de Moisés, si alguien robaba un buey o una oveja, no era suficiente que restaurara el animal que había tomado. Tenía que pagar por el equivalente de cinco bueyes o cuatro ovejas [Éxodo 22.1]. Cuando Dios restauró a Job tras las pruebas terribles a que lo sometió, le dio el doble de lo que había perdido y lo bendijo más abundantemente en sus últimos días que al inicio de su vida [Job 42.10–12]. Jesús dijo a sus discípulos que todo aquel que dejara algo para seguirle recibiría cien veces más [Marcos 10.29, 30].

Dios multiplica cuando restaura. Y así, al restaurar hoy en día, Dios no solamente devuelve a la Iglesia la gloria que alcanzó en tiempos del Nuevo Testamento, Él quiere hacerla más poderosa, majestuosa y gloriosa que nada de lo que el mundo haya visto jamás.

La restauración en el principio [Génesis 1-3]

El tema bíblico de la restauración se halla en el principio de todas las cosas: el libro de Génesis. Dios creó al ser humano a su propia imagen, hombre y mujer. El ser humano gozó de la imagen de Dios, de su intimidad, de un ininterrumpido compañerismo con Él.

Sin embargo, el ser humano decidió comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Al hacerlo, quiso tomar su vida en sus propias manos. En lugar de depender de la sabiduría, la justicia y los recursos de Dios, viviría de sus propios y limitados recursos, según su parecer.

Con esa trágica decisión, el ser humano perdió su imagen divina, así como la intimidad y el compañerismo con el Señor, su Creador. Pero la obra restauradora de Dios comenzó inmediatamente. Como el ya consciente de sí mismo ser humano trataba de cubrir sus desnudeces con sus propias manos, Dios le proveyó de ropas hechas de piel de animales. Esto reveló con toda claridad el plan redentor y restaurador de Dios para el ser humano caído. Ese primer sacrificio, que lo proveía de vestido, apuntaba hacia el sacrificio final del Cordero de Dios, el propio Jesús.

El ser humano se precipita a la degradación [Génesis 4-12]

Tras ser despedido del Huerto, y apartado del Árbol de la Vida que estaba en medio de él, Adán tuvo hijos a su propia imagen, desobediente y egoísta, y no a imagen de Dios. De ese momento en adelante, el ser humano cayó más y más en la depravación, y en la desgracia hasta que Dios decidió destruir la raza y comenzar de nuevo a partir de una sola familia, la de Noé.

El pacto del arco iris [Génesis 9.1] fue una de las más importantes de las muchas señales dadas por Dios durante este período, señal a través de la cual indicaba su deseo de restaurar lo que se había perdido en tiempos de Adán y Eva. Esta constituye de hecho un eterno recordatorio del plan de Dios de restaurar, tras el juicio, al ser humano según su propósito.

Con el llamado de Abraham [Génesis 12], comenzó a desarrollarse ese plan, al manifestarse el propósito de Dios a través de un individuo específico. La «gran nación» que Él prometió hacer prosperar por medio de Abraham comenzó a gestarse con Israel, pero estaba destinada a transformarse en la Iglesia, la casa de Dios. Aunque hay muchas profecías dedicadas a Israel, podemos estar seguros que desde el principio Dios tenía en su corazón a la Iglesia en lo que toca a su realización. La Iglesia no era una simple premonición en la mente divina, como tampoco la promesa del Mesías: Jesucristo.

La restauración anticipada de José: [Génesis 37-46]

El perfil de la obra restauradora de Dios se muestra vívidamente en la vida de José. José fue abandonado, falsamente acusado, olvidado. Pero finalmente se vio favorecido por Dios y restaurado en el papel que Dios le había asignado.

1]- Abandonado. Cuando José les reveló a sus hermanos que Dios le había llamado para reinar sobre ellos, éstos reaccionaron envidiosos, vendiéndolo como esclavo en Egipto.

2]- Falsamente acusado. Dios prosperó a José, aun como esclavo, hasta el punto que su amo lo puso al frente de sus bienes. Pero la esposa de su amo lo acusó falsamente de asaltarla, y fue enviado a prisión.

3]- Olvidado. Estando en prisión, José interpretó los sueños del copero y el panadero del Faraón. El copero se regocijó al saber que sería liberado, y José le pidió que intercediera por él ante Faraón. Pero, una vez fuera de la prisión, el copero se olvidó de José.

4]- Favorecido. Sin embargo, Dios no lo olvidó. Dos años más tarde Faraón tuvo un sueño. El copero se acordó de José y le habló de él a Faraón. José interpretó el sueño, anunciándole siete años de hambruna. Agradecido del aviso, Faraón puso a José al frente de toda la riqueza de Egipto. No sólo fue José restaurado por medio de esta acción, sino que cuando llegó la sequía, estuvo en condiciones de salvar a su pueblo.

Los inútiles esfuerzos humanos de auto restauración [Jeremías 8-10] [Lamentaciones 2]

Dios prometió enviar un profeta como Moisés a los israelitas a fin de garantizar su liberación definitiva. Ello era necesario porque habían rehusado escuchar a Dios, he insistido en que le hablara directamente sólo a Moisés [Deuteronomio 18.15, 16]. Su temor de escucharlo sin intermediarios los colocó bajo la letra de la Ley, donde el esfuerzo humano trata de obtener y retener el favor divino. Pero Dios, conociendo los límites de la Ley, instituyó el sistema mosaico de sacrificios de animales para expiar los pecados. También convirtió la Ley en una maestra que apuntaba hacia la salvación definitiva a través de la sangre derramada por Jesús, el sacrificio hecho una vez y para siempre [Hebreos 10.10].

El fracaso de sus esfuerzos se presenta gráficamente en [Jeremías 8–10] y [Lamentaciones 2], en la destrucción de Jerusalén y la dispersión del pueblo. Estos capítulos describen un oscuro cuadro de la necedad humana, y de la rebelión, inmoralidad, idolatría y corrupción general que sufría la nación de Israel, la cual había forzado a Dios a disciplinarlos de tal manera que llegó a ser como enemigo para ellos [Lamentaciones 2.5].

[Jeremías 9.3] resume su difícil situación, que recuerda la de muchos en la iglesia de nuestros días: Y me han desconocido. A pesar de su gran empeño todavía no habían establecido una relación personal con Dios.

La corrupción de los líderes [Ezequiel 34.1-10]

Habiendo escogido escuchar a otros en lugar de a Dios, el pueblo pronto comenzó a escuchar mentiras [Jeremías 9.3]. [Ezequiel 34.1–10] expone la debilidad y la depravación en la que habían caído los líderes judíos. Utilizaban sus oficios y ministerios en provecho personal, no para servir al pueblo. No alimentaban el rebaño, sino a sí mismos. En su ira, Dios se enfrentó a estos malos pastores, advirtiéndoles que les quitaría las ovejas y pondría fin a su despiadada explotación.

La analogía del pastor se mantiene en la promesa de restauración que sigue a estas frases de censura divina. He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas... Como reconoce el rebaño el pastor... así reconoceré mis ovejas [vv. 11, 12]. Dios, entonces y ahora, quiere que su pueblo se relacione directamente con Él, le escuche, le responda y tenga una vida abundante.

El Señor nunca se ha apartado de su promesa de restaurar la relación de amor que se perdió en el Huerto del Edén.

La inutilidad del ritual religioso [Amos 5.21-23]

Como el ser humano siempre ha buscado ganar la aceptación de Dios con sus propias fuerzas, las personas llegaron a concebir su relación con Él siempre en términos ceremoniales. Pensaron que observando ciertas reglas y regulaciones, realizando ciertos rituales, y pronunciando determinadas palabras, podían conservar el favor de Dios. El Señor les aclaró aquellos conceptos erróneos a través del mensaje de los profetas. Les hizo saber que despreciaba el ritualismo del culto y los sacrificios formales [Amos 5.21-22], las solemnidades ridículas [Isaías 58.4-5], y el tributo de labios [Jeremías 7.4]. Rechazó sus cánticos, en los cuales entonaban alabanzas que no significaban nada para ellos [5.2]. Y prometió convertir sus cánticos en lamentos, y también transformar sus voces en clamor de luto [Jeremías 7.34].

Remoción de las obras humanas [Hebreos 12.26-27]

Todo lo que Israel y Judá habían edificado por sí mismas durante generaciones de esfuerzo propio era abominación para Dios, y éste entregó para destrucción todo lo que habían logrado mediante la obra de sus manos [Jeremías 1.16] [Jeremías 32.29–36].

El mensaje que se desprende de las falsas concepciones de los israelitas llega hasta nuestros días, y el autor de Hebreos habla de la remoción que Dios se dispone a llevar a cabo [Hebreos 12.26- 27]. Él ha prometido remover toda obra humana levantada con la energía y la sabiduría de la carne. Sólo las cosas inconmovibles lo que haya sido levantado gracias a la sabiduría y el poder eterno del Señor permanecerán.

La gran remoción profetizada en Hebreos ha comenzado y continúa en la iglesia de nuestros días. Y ello debido a que los mismos males que afectaron a Israel a buscar y agradar a Dios mediante el culto ritual, prácticas idólatras y decadencia moral, corrupción del liderazgo, y el adorar la obra de manos humanas se manifiestan también en la iglesia actual. La remoción de estas cosas forma parte del proceso de restauración. En el tiempo final nacerá la iglesia [la novia del Cordero] para ser levantada santa y pura.

El arrepentimiento en la restauración [Isaías 58.1-14]

Tras juzgar y disciplinar enérgicamente al pueblo por su apostasía, Dios le ofrece maravillosas promesas de restauración. Les dice que su salvación pronto se dejará ver, que será como huerto de riego. Los librará de sus iniquidades, sanará sus apostasías, y les amará de pura gracia, véanse [Isaías 58] [Jeremías 31–33] [Oseas 14].

Sin embargo, entre su advertencia de juicio y su promesa de restauración, los profetas de Dios hacen una importante exhortación: ¡Arrepentíos! En [Isaías 58] se indica: Si abandonas tus ayunos rituales y practicas el verdadero ayuno. Se escucha en el lamento de Efraín en [Jeremías 31.19] Porque después que me aparté tuve arrepentimiento. Y resuena en el ruego de [Oseas 14.1] Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios.

Arrepiéntete no significa redoblar los esfuerzos por agradar a Dios guardando la Ley o realizando buenas obras. El llamado siempre ha sido el de simplemente volverse a Dios, arrepentimiento es la esencia del mensaje y permitirle al pecador, limpiarlo y restaurarlo.

Restauración del tabernáculo de David [Hechos 15.16-18]

En [Hechos 15.1–29] surgió la pregunta de si los gentiles podían ser aceptados como cristianos sin someterse a la Ley de Moisés. Pedro respondió haciendo notar que ni los judíos de su tiempo, ni sus padres, habían podido soportar el peso de la Ley; por lo tanto, no tenía sentido pedir a los gentiles que se sometieran a ella: antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos los gentiles [v.11]. Santiago confirmó la declaración de Pedro citando el pasaje de Amós en el cual Dios promete reedificar el tabernáculo de David... para que el resto de los hombres busque al Señor [Hechos 15.16, 17].

En muchos otros lugares de la Escritura se habla del tabernáculo de David, aunque no siempre utilizando ese nombre. Frecuentemente se utiliza el término Sion, el monte de Jerusalén donde se levantaba el tabernáculo, el lugar donde Dios moraba junto a su pueblo.

[Joel 2] comienza con un llamado emotivo: Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte. [Hebreos 12.22] dice: Os habéis acercado al monte de Sion. En ambos casos la referencia es al tabernáculo de David. Una comprensión del concepto de la restauración divina de este tabernáculo es esencial, porque permite una visión bíblica clara de la iglesia de hoy.

El tabernáculo de David: origen y descripción

El tabernáculo de David fue establecido poco después que David sucediera a Saúl como rey. El arca del pacto, que representa la presencia y el poder de Dios, había sido capturada por los filisteos. Tras una serie de plagas, éstos la devolvieron en Quiriat-jearim, donde se la colocó en casa de Abinadab [1 Samuel 4.1] [1Samuel 7.1]. David anhelaba tener a su lado, y junto al pueblo de Israel, la manifiesta presencia de Dios, de manera que hizo retornar el arca a Jerusalén, colocándola en una tienda sobre el Monte Sion [2Samuel 6] [1Cronicas 13–16].

Antes de su captura, el arca había estado situada en el tabernáculo de Moisés, descansando en su habitación más sagrada, el Lugar Santísimo. Sólo el sumo sacerdote podía acercarse a ella, y únicamente él salpicaba su cubierta una vez al año con la sangre de un animal sacrificado [Hebreos 9.1–7]. El pueblo podía aproximarse solamente al atrio externo del tabernáculo para presentar sus sacrificios y adorar a Dios.

El tabernáculo de David marcó un cambio revolucionario en esta práctica que separaba al pueblo de Dios. Sin violar el espíritu de la Ley de Moisés, David cultivaba las relaciones de intimidad del pueblo con su Señor.

Significado de la restauración del tabernáculo de David

El gran significado del tabernáculo de David residía en que el arca, representativa de la presencia de Dios, ocupaba un lugar central en medio del pueblo de Jerusalén. David enseñó al pueblo a adorar a Dios con alabanzas, acciones de gracias y regocijo. Se ordenaron unos dieciséis ministerios para ser realizados las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. Ninguno de ellos estaba relacionado con la culpa o la condenación; todos expresaban el reconocimiento de la gracia y la misericordia de Dios, y su aceptación incondicional de todo el que se acercase a Él con fe.

La restauración del tabernáculo de David significa hoy desechar el formalismo, el legalismo y la condenación, y hacer regresar al sufrido pueblo de la Iglesia y el mundo a los brazos de un Dios de amor y de misericordia [Hebreos 10.1–25]. El Señor invita a todos a volverse a Él, a dejar atrás los pecados, y recibir el refrigerio que viene de estar en su presencia [Hechos 3.19].

Restauración de la imagen de Dios [Isaías 4.2-3]

Así como el tabernáculo de David representa la restauración del compañerismo con Dios que se perdió en el Edén, la analogía del renuevo simboliza la restauración de la imagen de Dios: la santidad y el vínculo familiar con Dios. [Isaías 4.2- 3] habla del renuevo de Jehová, que florecerá en el futuro. El renuevo es Cristo, la cabeza de la verdadera Iglesia, integrada por aquellos que han recibido la salvación y el nuevo nacimiento por la gracia a través de la fe. Jesús se identificó a sí mismo con la vid, y a sus discípulos con los pámpanos y dijo que llevarían mucho fruto si permanecían en Él [Juan 15.5].

En muchos otros lugares, las Escrituras denotan que, en Jesucristo, Dios restaura a su pueblo al vínculo padre-hijo roto por la desobediencia de Adán. Todos los que en Él creen son retornados a la casa de Dios [Efesios 2.19] y conformados a su imagen [Romanos 8.29].

Restauración de la intimidad con Dios [Apocalipsis 19.7-9]

El Señor ilustra la restauración de la intimidad con su pueblo por medio de la analogía de la esposa y el novio. El pasaje de [Apocalipsis 19.7–9] describe la boda del Cordero, Jesús, cuando llama a su Esposa, la Iglesia, una vez que ya está preparada para presentarse ante Él. En su carta a los Efesios, Pablo explica cómo la Esposa se prepara: sometiéndose a Dios y permitiéndole purificarla en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentarse ante el Señor sin mancha ni arruga ni cosa semejante [Efesios 5.25–27].

Cuando la Esposa está preparada y Jesús retorna por ella, el vínculo roto en el Edén queda completamente restaurado, y los seres humanos vuelven a ser uno en Cristo y Dios, como Jesús oró en [Juan 17]. Pero como en el primer matrimonio, la Esposa será hueso de sus huesos y carne de su carne; esto es, debe ser como Él. El Señor no regresará por una esposa impura, derrotada y llena de mentiras. En estos días debe haber una restauración, fundamentalmente de puntos principales y fundamentales de la doctrina que llevarían a una total restauración de la iglesia. Dios quiere preparar a su Esposa en hermosura y poder, sin mancha y sin arruga, y vestirla de su gloria.

El Espíritu Santo: agente de restauración [Joel 2.28-29]

La obra de restauración de Dios es una obra del Espíritu Santo en y a través de las vidas de aquellos que han creído en Jesús y han nacido de lo alto [Juan 3.3]. El profeta Joel predijo cuándo Dios derramaría su Espíritu sobre toda carne [Joel 2.28-29]. De esa manera, su poder sería recibido por todos y no quedaría limitado a un individuo en especial. Esto explica por qué Cristo le dijo a sus discípulos que les convenía que Él se fuese a donde el Padre [Juan 16.7], porque entonces el Espíritu les sería enviado a morar en ellos, a llenarlos y capacitarlos para que los prodigios de Dios se hicieran a través de ellos.

[Tito 3.5-6] revela que aun la salvación la regeneración del espíritu muerto del ser humano y la limpieza que hace aceptable ante Dios la nueva criatura es la obra del Espíritu Santo.

Por último, en [Hechos 1.8], Jesús dice a los discípulos que nada hagan hasta que venga el Espíritu Santo. El Señor promete que recibirán poder para testificar de Él y esparcir las buenas nuevas por toda la tierra.

Significado de la restauración para el individuo [Juan 10.10]

Quizás la mejor manera de resumir todo lo que significa la restauración para el creyente individual sería invocar una sencilla palabra utilizada tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento: vida. En [Deuteronomio 30.20], Moisés dice del Señor: Él es vida para ti. En [Colosenses 3.4], Pablo habla de Cristo, vuestra vida. Y Jesús dice: Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia [Juan 10.10].

Restauración, para el individuo, significa reemplazar la muerte espiritual con la vida espiritual. [Ezequiel 36.25–28] describe gráficamente esta sustitución. Pero no sólo recibimos un nuevo tipo y una nueva calidad de vida, sino también debemos crecer en ella. En muchos versículos vemos reflejados ese proceso de crecimiento como una obra del Espíritu Santo [Juan 16.23] [Juan 17.22] [Romanos 8.13] [Filipenses 1.6] [Filipenses 2.13] [Colosenses 1.27]. Por medio de su Espíritu Santo, Dios continúa y perfecciona la obra que inició con nuestra salvación.

Significado de la restauración para la Iglesia [Juan 13.34-35]

Para la Iglesia, como un todo, la restauración significa algo más que convertirse en un duplicado de la iglesia del Nuevo Testamento. Recuerda que la restauración significa la creación de algo que supera al original.

En primer lugar, la restauración significa que la Iglesia desplegará el tipo de amor que Jesús manifestó durante su ministerio sobre la tierra. Jesús dijo que la gente conocería a sus discípulos por su amor [Juan 13.34- 35]. La restauración también significa la manifestación del poder ilimitado de Dios por medio de su Iglesia. Ello ocurrirá cuando a través del pueblo de Dios fluyan los dones del Espíritu y obren sin limitaciones ni restricciones, bajo su dirección y en el Santo Espíritu del amor divino.

A través de la plena manifestación de los dones y ministerios señalados por Dios, y obrando según el amor esencial a su propia naturaleza, la Iglesia alcanzará un nivel de madurez y unidad que sólo podrá ser medido en términos de la medida de la estatura de la plenitud de Cristo [Efesios 4.13]. Mientras la Iglesia se convierte en un templo santo [Efesios 2.21], habitado por un sacerdocio consagrado que ofrece sacrificios aceptables a Dios por medio de Jesucristo [1Pedro 2.5], todas las personas son atraídas al Señor; y el mundo verá por fin la gloria de Dios a través de esta Iglesia restaurada.

iGracia y Paz! De nuestro amado Señor Jesucristo.

lunes, marzo 22, 2010

LOS DONES DEL ESPIRITU SANTO [1Parte]

Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere [1Corintios 12:7-11].

La Biblia constantemente nos da testimonio de su inherente verdad. Lo mismo aplica con los dones del Espíritu Santo. Pareciera que existe una aparente discrepancia entre los dones manifestados por Jesús y aquellos manifestados por la Iglesia. Esta supuesta discrepancia, no obstante, da pie a un asombroso testimonio de la verdad de la palabra de Dios.

En su primera carta a los Corintios, Pablo enumera los dones del Espíritu Santo [1Corintios 12:7-11]. En la lista se incluyen los siguientes dones o manifestaciones del Espíritu: sabiduría, conocimiento, fe, sanidad, milagros, profecía, discernimiento de espíritus, lenguas e interpretación de lenguas. Según lo registran los evangelios, los primeros siete dones pueden observarse plenamente en el ministerio realizado por el Mesías Jesús. Los evangelios no muestran que Jesús alguna vez ejercitara el don de lenguas y, como resultado de esto, tampoco hubo cabida para la interpretación de lenguas. Ambos dones sin embargo, se manifestaron de manera inmediata a comienzos de la Iglesia el día de Pentecostés [Hechos 2:4]. ¿Por qué en la Iglesia se manifestaron dones sin antes ser manifestados por el Señor? La respuesta a esta pregunta resulta muy interesante y afianza una sólida confirmación de la verdad de las Escrituras.

Los dones del Espíritu Santo son simplemente la obra u operación de Dios. Los dones son la manifestación de un Dios omnipotente, soberano y omnisciente que rige sobre su universo. El Mesías Jesús fue y es la patente manifestación del Padre o "Palabra de Dios". Él dijo, "En verdad, en verdad os digo que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo de igual manera." [Juan 5:19]. En consecuencia, las manifestaciones del Espíritu Santo en el Mesías Jesús fueron simplemente la obra de Dios, lo que Dios hace y ciertamente había hecho en previas generaciones a través de sus profetas. Como sabemos estas obras incluían sabiduría, entendimiento, fe, sanidad, milagros, profecía y discernimiento de espíritus.

Por ejemplo, analicemos el significado especial del número siete en la Escritura. Con el estudio de la Biblia, se hace evidente que este número representa una señal de la mano de Dios y de la totalidad de su obra. Los siete días de la creación son una muestra de esto. Dios santifica el séptimo día, el séptimo mes, el séptimo año y el siguiente año al año siete veces siete [49 años]. Adicionalmente, Juan nos habla de los "siete Espíritus de Dios" [Apocalipsis 5:6]. Podemos concluir entonces, que los siete diferentes dones del Espíritu Santo observados en el ministerio de Jesús siguen el mismo patrón y apuntan a la esencialísima totalidad de la manifestación misma de Dios por intermedio del Mesías Jesús.

Nuevamente, de la Escritura se desprende que es el plan divino hacer realidad estas mismas cosas actuando Jesús en medio de su cuerpo, la Iglesia de la misma manera que fueron manifestadas directamente en la persona de Jesús durante su ministerio terrenal. No es raro entonces y debemos esperar que en efecto suceda, que los siete dones del Espíritu Santo se desarrollen plenamente en la

Iglesia. Recordemos no obstante, que en el cuerpo, tenemos dos adicionales dones: el don de las lenguas y el don de interpretación de lenguas. En consecuencia, podemos preguntarnos, ¿recibió acaso la iglesia algo más de lo que recibió Jesús?

El propósito de las lenguas no es otro que servir de auxilio a los creyentes; a todos aquellos que como seres humanos redimidos y llenos del Espíritu Santo, aún seguimos viviendo en la carne. El don de lenguas se nos da para ayudarnos a interceder, adorar y comunicarnos con Dios. Pablo dice que el que habla en lenguas habla a Dios. El que habla en lenguas habla misterios a Dios y es edificado al hacerlo [1Corintios 14:2,4]. Pablo también escribió en referencia a la intercesión: Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos [Romanos 8:26-27]. Sabemos que el don de lenguas puede manifestarse a través del individuo en intercesión y adoración privada ante Dios. En este caso, la interpretación no es necesaria. No obstante, si en un servicio de adoración del cuerpo de creyentes el don de lenguas se hace manifiesto, las lenguas deben recibir interpretación, a fin de edificar a la corporación entera de creyentes y permitir que el servicio proceda de manera ordenada siempre glorificando a Dios.

¿Por qué el don de lenguas no se hizo manifiesto en el ministerio terrenal del Mesías? Nosotros creemos que la comunión de Jesús con el Eterno Dios fue única y completa porque Jesús era el Hijo unigénito del Padre sin mancha. Para su comunión y adoración a Dios, Jesús nunca requirió auxilio como nosotros lo necesitamos. En efecto, la Escritura afirma que Él recibió el Espíritu Santo sin medida [Juan 3:34].

Finalmente, el tema de los dones del Espíritu Santo ofrece un maravilloso testimonio de la verdad inherente de la Biblia. Vemos en el ministerio del Jesús la totalidad de Dios manifestada por medio de los "siete" dones del Espíritu Santo. Por otra parte, en la iglesia, compuesta de seres humanos regenerados aun con las marcas del pecado en la carne, un don adicional se nos ha otorgado, el de las lenguas, y su propósito es ayudarnos a funcionar a capacidad para el llamado que hemos recibido. Por otro lado, el don de interpretación de lenguas acompaña al uso del don adicional de las lenguas, cuando éstas se hacen presentes en la adoración colectiva de la congregación siempre para el buen orden, madurez y edificación general del cuerpo de creyentes del Mesías. Queda nuevamente confirmada en la Biblia la sabiduría y la gloria de nuestro Dios.

DONES Y PODER DEL ESPÍRITU SANTO

El avivamiento pentecostal de principios del siglo veinte y la renovación carismática que comenzó a fines de los años cincuenta, sin duda constituyen una de las más innovadoras e impactantes transformaciones espirituales en la historia. Pero cuando investigamos estos fenómenos debemos preguntar:

1]- ¿Por qué ha ocurrido esto?
2]- ¿Qué impacto ha tenido? y
3]- ¿Cómo puede mantenerse la integridad espiritual?

¿Por qué ha ocurrido esto?

Primero, porque era evidente la necesidad de renovación de la misión y el propósito cristianos en la iglesia y entre sus miembros.

Segundo, en vista de esta necesidad de renovación, ha habido un decisivo movimiento de parte de creyentes sinceros deseosos de recobrar el poder del Espíritu Santo que transformó y dinamizó la vida de los primeros cristianos. De este movimiento ha emergido una manifestación del Espíritu Santo, acompañada del hablar en lenguas, entre los creyentes de todas las grandes denominaciones, lo cual demuestra que el bautismo en el Espíritu Santo no es una denominación o un movimiento, sino una experiencia que trae consigo la plenitud del poder espiritual para un servicio más eficaz.

Tercero, esta manifestación del Espíritu Santo ha vinculado las corrientes principales del protestantismo y el movimiento pentecostal tradicional a las formas de culto del primer siglo de la Iglesia, por medio de lo que se ha llamado acertadamente el movimiento carismático (derivado del griego charismata, término utilizado, por ejemplo, en [1Corintios 12:4, 30] para referirse a los dones del Espíritu Santo).

¿Qué impacto ha tenido?

De esta renovación surge la pregunta: ¿Qué sucede realmente cuando la Iglesia recibe estos dones? Al intentar una respuesta, se deben tener en cuenta los fundamentos bíblicos, el contexto tradicional y los testigos contemporáneos.

Se cumplen las Escrituras

En primer lugar, la Biblia declara de forma inequívoca: Sed llenos del Espíritu [Efesios 5:18]. Un análisis del verbo griego traducido sed llenos nos revela que está en tiempo presente, lo cual indica que ésta es una bendición que debemos experimentar y gozar ahora. El hecho de que el verbo sea un imperativo [un mandato] no deja opciones al discípulo sensible. Sin embargo, como el verbo está en voz pasiva, no hay dudas de que ser llenos del Espíritu no es cosa que el cristiano obtiene por su propio esfuerzo, sino algo que se hace a su favor y a lo cual debe someterse. Por ello la Escritura ofrece una visión teocéntrica del ser llenos del Espíritu, experiencia en la que lo alto alcanza a lo bajo y se une con Él en íntima comunión. Esclarecer este punto sirve para contrarrestar la crítica o la incomprensión de algunos que ven en la experiencia pentecostal algo suscitado por sugestión, determinación o emoción humanas.

La Persona del Espíritu Santo obra

En segundo lugar, la Biblia revela que la Persona del Espíritu Santo ha sido el agente primario en lo referente al ministerio de la Palabra a través de los siglos. La Escritura declara claramente que la Deidad obra en coigualdad, coeternidad y coexistencia, como una unidad. Así que, las Escrituras nos muestran al Espíritu Santo asumiendo de forma única los siguientes papeles:

1]- Como autor del Antiguo Testamento [2Samuel 23:2] [Isaías 59:21] [Jeremías 1:9] [2Timoteo 3:15–17] [2Pedro 1:21]

Y el Nuevo Testamento [Juan 14:25, 26] [1Corintios 2:13] [1Tesalonicenses 4:15] [Apocalipsis 1:10, 11; 2.7].

2)- Como el que unge a los personajes del Antiguo Testamento.

Las Escrituras mencionan no menos de dieciséis líderes de Israel que fueron ungidos por el Espíritu: José [Génesis 41:38], Moisés [Números 11:17], Josué [Números 27:18], Otoniel [Jueces 3:10], Gedeón [Jueces 6:34], Jefté [Jueces 11:29], Sansón [Jueces 14:6, 19] [Jueces15:14, 15], Saúl [1 Samuel 10:10] [1Samuel 11:6], David [1Samuel 16:13], Elías [1Reyes 8:12] [2Reyes 2:16], Eliseo [2Reyes 2.15], Azarías [2Cronicas 15.1], Zacarías [2Cronicas 2.20], Ezequiel [Ezequiel 2.2], Daniel [Daniel 4.9] [Daniel 5.11] [Daniel 6.3], Miqueas [Miqueas 3.8].

De manera que el Espíritu Santo, como protagonista, ungió a los profetas del Antiguo Testamento, como Isaías y Joel, para que escribiesen sus profecías sobre el día cuando el Espíritu sería derramado, y sus dones esparcidos a lo largo de toda la era de la Iglesia [Joel 2.28–32] [Hechos 2.17–21]. En [Isaías 28.11, 12], Dios usó a Isaías para decirle a Judá que le daría una lección en una forma que no sería de su agrado, y que le daría conocimientos a través de idiomas extranjeros en vista de su incredulidad. Siglos más tarde, el apóstol Pablo hizo extensivo el sentido de este pasaje al don de hablar en lenguas dentro de la iglesia como manifestación o señal a los que no eran creyentes [1Corintios 14.21, 22]. Esta señal podía manifestarse en lenguas conocidas o no por los seres humanos; compárese [1Corintios 14] con [Hechos 2.1-11] [Hechos10.45, 46].

En todos estos aspectos, vemos al Espíritu Santo como alguien que obra en la Iglesia con una personalidad definida, como una persona dada a la Iglesia para garantizar que el ministerio del Cristo crucificado sea continuamente proclamado y verificado. El Espíritu Santo, pues, tiene todas las características de una persona:

1]- Tiene conocimiento [Romanos 8.27], voluntad [1Corintios 12.11] y sentimientos [Efesios 4.30].

2]- Participa en la revelación [2Pedro 1.21], la enseñanza [Juan 14.26], el testimonio [Hebreos 10.15], la intercesión [Romanos 8.26], la exhortación [Apocalipsis 2.7], la comisión [Hechos 16.6, 7] y la afirmación [Juan 15.26].

3]- Se relaciona con seres humanos. Lo pueden entristecer [Efesios 4.30], se le puede mentir [Hechos 5.3] y blasfemar [Mateo 12.31, 32].

4]- El Espíritu Santo posee los atributos de la divinidad: Es eterno [Hebreos 9.14], omnipresente [Sal 139.7–10], omnipotente [Lucas 1.35] y omnisciente [1Corintios 2.10, 11].

5]- Se habla de él como Espíritu de Dios, Espíritu de Cristo, Consolador, Espíritu Santo, Espíritu Santo de la promesa, Espíritu de verdad, Espíritu de gracia, Espíritu de vida, Espíritu de adopción, Espíritu de santidad.

6]- Se le simboliza con el fuego [Hechos 2.1, 2], el viento [Hechos 2.1, 2], el agua [Juan 7.37–39], un sello [Efesios 1.13], el aceite [Hechos 10.38] y una paloma [Juan 1.32]. Todo esto revela una parte del vasto ámbito o esfera de acción del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento y la iglesia contemporánea.

Los acontecimientos que narra Hechos están siendo redescubiertos y aplicados

En tercer lugar, el libro de Hechos narra cinco relatos de personas que reciben la plenitud, la llenura o el bautismo del Espíritu Santo [Hechos 2.4] [Hechos 8.14–25] [Hechos 9.17–20] [Hechos 10.44–48] [Hechos 19.1–7]. En estos relatos se manifiestan cinco factores:

1]- Los presentes experimentaron la irresistible presencia de Dios.

2]- Hubo una evidente transformación en la vida y testimonio de los discípulos que fueron llenos.

3]- Aquella experiencia dio un gran ímpetu al crecimiento de la Iglesia: Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo [Hechos 5.42].

4]- La evidencia inmediata en tres de los cinco relatos fue la glosolalia: Porque los oían que hablaban en lenguas [Hechos 10.46]. [Glosolalia es un término derivado del griego glossa [lengua] y laleo [hablar].

5]- El propósito esencial de aquella experiencia era ofrecer un testimonio poderoso [Hechos 1.8] y una más profunda dimensión del compromiso cristiano de dar frutos de bondad, justicia y verdad [Efesios 5.19], gratitud [Efesios 5.20], humildad [Efesios 5.21], amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza [Gálatas 5.22, 23].

Todas estas cosas juntas demuestran lo que debería ser la Iglesia actual, una renovación constante experimentada a través del Espíritu Santo que obra en los que creen. El problema es que con demasiada frecuencia se mal interpreta o aplica mal, por la falta de una comprensión del concepto bíblico de las lenguas y el papel de los dones del Espíritu. Aunque hay diversos puntos de vista teológicos, solo debemos tener la autoridad de la Palabra de Dios con respecto a esto y obedecerla. De manera que, para comprender completamente este fenómeno, es necesario tomar en cuenta el punto de vista carismático en lo que se refiere a la interpretación y aplicación de las poderosas manifestaciones del Espíritu Santo del libro de Hechos, aplicando los controles que se enseñan en [1Corintios 12–14].

¿Cómo puede mantenerse la integridad espiritual?

Establecer nuestra perspectiva

En primer lugar, la Iglesia debe considerar el bautismo del Espíritu Santo como una experiencia consecuente a la conversión cristiana: algo que ocurre a través de un proceso de entrega completa al Espíritu que nos llena y guía. Estamos de acuerdo con que el Espíritu Santo obra en cada creyente y en los varios ministerios de la Iglesia. Aun así cada creyente debe contestar la pregunta de [Hechos 19.2]: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?

Aquí deben examinarse dos expresiones:

1]- Se entiende que, al hablar del bautismo del Espíritu Santo, el movimiento pentecostal-carismático tradicional no se refiere a ese bautismo del Espíritu Santo que se produce en la conversión, mediante el cual el creyente es integrado al cuerpo de Cristo por medio de la fe en su obra redentora en la cruz [1Corintios 12:13]. Pero, ningún carismático bíblico ve al cristiano que no es carismático como menos salvo o menos espiritual que él. El bautismo con o en el Espíritu Santo [Juan 1:33] [Hechos 1:5] fue y está dirigido por el Señor Jesús para que sea recibido [Juan 20:22] [Hechos 1:8] como un don que había de otorgarse después de su ascensión [Juan 7:39] [Hechos 2:38, 39]. Sin embargo, si alguien prefiere desestimar esta terminología, sostenemos que experimentar la plenitud del Espíritu en espíritu de unidad es más importante que crear divisiones entre nosotros o disminuir nuestra pasión por recibir su plenitud a causa de diferencias en terminologías teológicas o prácticas.

2]- Cuando habla del proceso de «rendirse por completo al Espíritu» el movimiento pentecostal-carismático no entiende:

[a] pasividad de mente, o

[b] un estado de hipnosis auto provocada o de trance. En lugar de ello, esta terminología alude a una búsqueda consciente y ferviente de Dios. La mente permanece activa, adorando a Jesucristo, el que bautiza con el Espíritu Santo [Juan 1.33]. La emoción crece mientras el amor de Dios se derrama en nuestros corazones [Romanos 5.5]. El ser físico participa de ello, mientras se adora y alaba, elevando la voz en oración [Hechos 4.24] o las manos para adorar [Salmo 63.1–5].

La doble función del hablar en lenguas

En relación con aquellos que han recibido el don de hablar en lenguas, la Biblia describe dos funciones básicas: Debe servir para la edificación personal y la exhortación pública.

En la experiencia del bautismo con o en el Espíritu Santo, las lenguas desempeñan la función de señal de la presencia del Espíritu Santo. Jesús profetizó que vendrían como una señal [Marcos 16.17], Pablo se refirió a ellas como una señal [1Corintios 14.22], y Pedro las vio como un don-señal que confirmaba la validez de la experiencia en el Espíritu Santo de los gentiles, compárese con [Hechos 10.44–46], [Hechos11.16, 17] y [Hechos15.7–9]. De ahí que hablar en lenguas sea una señal apropiada y esperada que confirma la presencia plena del Espíritu y ofrece al creyente un vigoroso testimonio vivo. No se considera un requisito para obtener la plenitud del Espíritu, sino una indicación de que se ha producido.

Las lenguas y la edificación personal

En primer lugar, hablar en lenguas es un asunto privado, que concierne a edificación personal [1Corintios 14.2–4]. La glosolalia la practica devocionalmente el creyente en los momentos más íntimos de su comunicación con Dios bajo el impulso del Espíritu Santo. Esta experiencia devocional

puede también ser puesta en práctica por acuerdo colectivo, en reuniones de grupos donde no estén presentes personas no creyentes o no informadas [1Corintios 14.23]. De acuerdo con ello, se proponen los siguientes principios sobre el hablar en lenguas:

1]- Hablar en lenguas bajo la inspiración del Espíritu Santo es el único don espiritual que se identifica con la Iglesia de Jesucristo. De los otros dones, milagros y manifestaciones espirituales hay evidencias en tiempos del Antiguo Testamento, antes del día de Pentecostés. Este nuevo fenómeno se manifestó originalmente en la Iglesia, se identificó de forma única con la Iglesia y fue ordenado por Dios para la Iglesia 1Corintios 12.28] [1Corintios 14.21].

2]- Hablar en lenguas representa el cumplimiento de profecías de Isaías y Jesús. Compárese [Isaías 28.11] con [1Corintios 14.21], y [Marcos 16.17] con [Hechos 2.4]; [Hechos10.46]; [Hechos19.6]; [1 Corintios 14:5, 14,18, 39].

3]- Hablar en lenguas es una prueba de la resurrección y glorificación de Jesucristo [Juan 16.7]; [Hechos 2.26].

4]- Hablar en lenguas es una evidencia del bautismo en o con el Espíritu Santo [Hechos 2.4]; [Hechos 10.45, 46]; [Hechos19.6].

5]- Hablar en lenguas es un don espiritual para la edificación personal [1Corintios 14.4]; [Judas 20).

6]- Hablar en lenguas es un don para la edificación espiritual de la Iglesia, cuando se acompaña de la interpretación de lo que se dice [1Corintios 14.5].

7]- Hablar en lenguas es un don espiritual para la comunicación con Dios en los momentos de devoción privada [1Corintios 14.15].

8]- Hablar en lenguas es un medio a través del cual el Espíritu Santo intercede por nosotros en la oración [Romanos 8.26] [1Corintios 14.14] [Efesios 6.18].

9]- Hablar en lenguas es un medio espiritual para el regocijo [1Corintios 14.15] [Efesios 5.18, 19].

10]- La aplicación que hizo Pablo de la profecía de Isaías indica que hablar en lenguas también sirve de descanso o refrigerio [Isaías 28.12] [1Corintios 14.21].

11]- Las lenguas se manifiestan tras la predicación de la Palabra de Dios y la confirman [Marcos 16.17-20] [1Corintios 14:22].


                                                                                          Continúa...

LOS DONES DEL ESPIRITU SANTO [2Parte]

Las lenguas sirven para la exhortación pública

Volviendo a la segunda función de las lenguas, la exhortación pública, [1Corintios 14] funda los dones del Espíritu sobre los firmes cimientos del amor [1Corintios 14.1]. El uso público de las lenguas también exige observar una serie de normas como la clave para mantener el orden en nuestras comunidades y en los cultos de adoración. Tras aceptar que ha habido quienes han abusado de este don y se han vanagloriado abusivamente de él, debemos reconocer que éste puede convertirse en parte vital y valiosa del culto cuando se le emplea correctamente para la edificación del cuerpo de Cristo [1Corintios 14.12-13].

Sin embargo, el creyente sincero y lleno del Espíritu no se ocupará solamente de este don, porque ve en él sólo uno de los muchos dones dados para que la Iglesia alcance la plenitud; de ahí que no participe en el culto o se reúna con otros exclusivamente con el propósito de hablar en lenguas. Tal intención sería una señal de inmadurez, vanidad e idolatría. Por el contrario, los creyentes sinceros se reúnen para adorar a Dios y prepararse para toda buena obra por medio de la enseñanza de su Palabra [2Timoteo 3.16-17]. Consecuentemente, el creyente sensible a las enseñanzas de la Escritura reconoce las siguientes recomendaciones del Nuevo Testamento sobre los dones espirituales:

1]- Hablar en lenguas sólo edifica en las reuniones públicas cuando se interpretan; quien adora debe orar por la interpretación, y si ella no llega, guardar silencio, a menos que se sepa que está presente alguien en posesión del don de interpretación [1Corintios 14.5, 28].

2]- El Espíritu se manifiesta sólo para edificar; por lo tanto, dondequiera que está verdaderamente presente todo se halla en orden y nadie siente vergüenza o se perturba [1Corintios 14.26, 40].

3]- Los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas [1Corintios 14.32]. Toda persona que de verdad sea llena del Espíritu es capaz de ejercer el dominio propio; de ahí que la confusión pueda y deba ser evitada de manera que prevalezcan la decencia y la unidad [1Corintios 14.40].

4]- El fundamento de todos los dones es el amor. El amor, no la experiencia de un don, es lo que califica a aquellos que ejercitan los dones espirituales. De esa forma, en la administración de la autoridad espiritual en la congregación local, la Palabra exige que juzguemos [1Corintios 14.29] a fin de confirmar que aquellos en posesión de dones sigan el amor y procuren los dones espirituales [1Corintios 13.1–13] [1Corintios14.1].

5]- El autor y dispensador de los dones es el Espíritu Santo, que los reparte según su voluntad; por lo tanto, ningún don se convierte en posesión exclusiva de un creyente para su edificación personal y vanagloria. Al contrario, los dones son dispensados a la Iglesia para ser ejercitados por ella en la mutua edificación de los creyentes [1Corintios 12.1–11] y como un medio para extender su ministerio.

6]- La práctica del don de lenguas debe limitarse a una secuencia de dos o tres manifestaciones a lo sumo [1Corintios 14.27]. Aunque muchos sostienen que ésta es una norma muy rígida, otros la consideran una guía para mantener el equilibrio en el culto de adoración. En la práctica, el Espíritu Santo raramente se mueve más allá de estos límites; sin embargo, en ocasiones, por razones y necesidades especiales, puede que se produzca más de una secuencia de dos o tres manifestaciones apropiadamente espaciadas en un culto dado. La pauta principal es la siguiente: Pero hágase todo decentemente y con orden [1Corintios 14.40].

El testimonio contemporáneo

Moviéndonos más allá de la plenitud del Espíritu, es importante comprender el impacto de los dones en la vida y el testimonio de la Iglesia.

La experiencia de la plenitud del Espíritu representa algo más que hablar en lenguas. Es, en realidad, entrar en posesión de la plenitud de los dones y el fruto del Espíritu, como se describe en el Nuevo Testamento [1Corintios 12.7–11] [Gálatas 5.22, 23]. También abarca, en sentido amplio, el ejercicio de los dones de Dios para la edificación espiritual que se mencionan en [Romanos 12.3–8] [Efesios 4.7–12].

La palabra griega charisma [singular] o charismata [plural] se utiliza para designar los dones espirituales, y de acuerdo con una terminología más técnica, dones de la santa gracia. En [Efesios 4.11–13], las palabras dorea y doma también se usan para designar los dones, calificándolos como aptitudes que nos equipan para el servicio personal en el reino de Dios. Asimismo, la palabra pneumatika, empleada en [1Corintios 12.1], se utiliza para describir los dones como cosas del Espíritu. El asunto es que cada uno de estos términos revela el significado actual de la acción sobrenatural del Espíritu en nuestras vidas, en tanto nos prepara para crecer en gracia y en el servicio del reino. Con ese fin, se nos llama a procurar los dones mejores [1Corintios 12.31]. Así que superar la pasividad, y buscar ardientemente cómo obrar y qué actitud adoptar ante todos los dones espirituales es lo correcto desde el punto de vista bíblico.

Sin embargo, hablar de los dones nunca implica exclusivismo alguno. Los dones son dispensados a la Iglesia como recursos para ser utilizados donde sea necesario ministrar el cuerpo de Cristo. Ello quiere decir que no todos los creyentes poseerán los mismos dones. Por el contrario, el Espíritu Santo es el autor y dispensador de los dones para hacer que las expresiones del culto y el reino posean integridad.

Los dones de la Divinidad

Muchos consideran útil la clarificación de las funciones específicas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que desempeñan en la dispensación de los dones a la humanidad. En sus orígenes, como es natural, nuestra existencia, la vida humana, la debemos al Padre [Génesis 2.7] [Hebreos 12.9], quien también entregó a su Hijo Unigénito como redentor de la humanidad [Juan 3.16]. Desde el punto de vista de la redención, Jesús es el dador de la vida eterna [Juan 5.38–40] [Juan10.27- 28]. Dio su vida y derramó su sangre para ser acreedor de ese privilegio [Juan 10.17-18] [Efesios 5.25–27]. Aún más, el Padre y el Hijo enviaron juntos al Espíritu Santo [Hechos 2.17, 33] a fin de hacer avanzar la obra de la redención por medio del ministerio del culto, el magisterio de la Iglesia y la evangelización.

[Romanos 12.3–8] describe una serie de dones dispensados por Dios como Padre, los cuales parecen identificarse con motivaciones básicas, esto es, inclinaciones inherentes a cada persona, según las cualidades que les concedió el Creador desde su nacimiento. Aunque sólo se mencionan siete categorías, al observarlas vemos que a pocos individuos se les puede describir con un solo don. Lo más común es encontrar una combinación de varios dones, con diferentes rasgos de cada don presentes hasta cierto grado, mientras que a la vez uno es el rasgo dominante en la persona. Sería un error pensar que uno cumple con el llamado bíblico a procurar los mejores dones [1Corintios 12.31] si se limita a desarrollar uno o más de los dones del Creador mencionados en estas categorías. Estos dones que Dios nos da para ocupar nuestro lugar en su creación son la base.

En segundo lugar, en [1Corintios 12.7–11] se relacionan los nueve dones del Espíritu Santo. Su propósito es específico: para provecho del cuerpo de la Iglesia. [Provecho, del griego sumphero, significa reunir, beneficiar, favorecer, lo cual ocurre mientras la vida colectiva del cuerpo se fortalece y se expande por medio de su ministerio evangelístico]. Estos nueve dones están a disposición de cada uno de los creyentes pues el Espíritu Santo es quien los reparte [1Corintios 12.11]. No se debe adoptar una actitud pasiva ante ellos, sino desearlos y buscarlos activamente [1 Corintios 13.1] [1Corintios14.1].

En tercer lugar, los dones dispensados por el Hijo de Dios constituyen el fundamento que garantiza que las primeras dos categorías de dones se apliquen al cuerpo de la Iglesia. [Efesios 4.7–16] no solamente indica que estos dones los ha dado Cristo a la Iglesia de acuerdo con su propósito. El ministerio de los líderes es equipar al cuerpo de Cristo ayudando a cada persona:

1]- A que perciban el lugar que el Creador les ha reservado, de acuerdo con las cualidades con que los ha dotado, y las posibilidades que la salvación les ofrece ahora para la realización del propósito divino en sus vidas.

2]- Para que reciban el poder del Espíritu Santo, y comiencen a responder a los dones que cada creyente recibe a fin de expandir sus capacidades innatas en aras de llevar a cabo su ministerio redentor, edificar la Iglesia y evangelizar al mundo.

A la luz de lo anterior, examinemos las siguientes categorías de dones claramente identificadas: los dispensados por el Padre [Romanos 12.6–8], el Hijo [Efesios 4.11] y el Espíritu Santo [1Corintios 12.8–10]. Si bien el análisis va más allá de los dones aquí mencionados, y de la estructura de los dones de la Divinidad a que antes nos hemos referido, el siguiente bosquejo general puede ayudarnos de dos maneras. En primer lugar, nos ayuda a identificar las diferentes funciones y la obra del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en nuestro perfeccionamiento. En segundo lugar, contribuye a que no confundamos nuestras cualidades innatas en la vida y en el servicio a Dios con nuestra búsqueda consciente de la plenitud del poder y los recursos del Espíritu Santo para servir y ministrar en la Iglesia.

Los dones del Padre [Romanos 12:3-8] [Propósitos y motivaciones básicas de la vida]

1]- Don de profecía

Hablar con franqueza y visión, especialmente cuando lo hacemos bajo la inspiración del Espíritu de Dios [Joel 2.28].

Demostrar valor en lo moral y un inquebrantable compromiso con los valores dignos.

Influir sobre los que están en nuestra esfera de acción con un espíritu positivo de justicia social y espiritual.

NOTA: Como las tres categorías de dones los del Padre, los del Hijo y los del Espíritu Santo involucran aspectos proféticos, hace falta hacer algunas distinciones. En la primera categoría [Romanos 12] se destaca lo general; aquel nivel del don de profecía al alcance de cada creyente [toda carne]. El don de profecía dispensado por el Espíritu Santo [1Corintios 12] se refiere a la inspiración sobrenatural, hasta el punto que el hablar en lenguas y su interpretación se incluye en esta categoría [1Corintios 14.5]. El don de oficio de profeta, dado por Cristo a la Iglesia a través de los ministerios individuales, constituye otra expresión del don de profecía; aquellos que lo desempeñen deben llenar tanto los requisitos del Antiguo Testamento sobre la fidelidad del mensaje como las exigencias del Nuevo Testamento en torno a las normas de vida y carácter requeridas para ejercer el liderazgo espiritual.

2]- Don de servicio

Ministrar y servir amorosamente a todos los que están en necesidad. Ministrar tal como corresponde al trabajo y oficio del diácono [Mateo 20.26].

3]- Don de enseñanza

Habilidad sobrenatural para explicar y aplicar las verdades recibidas de Dios para la Iglesia. Presupone el estudio y la inspiración del Espíritu que permite presentar con claridad la verdad divina al pueblo de Dios. Considerada diferente a la actividad del profeta, quien habla directamente en nombre de Dios.

4] Don de exhortación

Significa literalmente llamar a alguien para animarlo a algo. En sentido amplio, equivale a suplicar, consolar o instruir [Hechos 4.36] [Hebreos 10.25].

5]- Don de repartir

Su significado esencial es dar en un espíritu de generosidad. Desde un punto vista técnico se refiere a aquellos que proveen recursos a quienes no los tienen. Este don debe ser ejercido con liberalidad, sin ostentación ni vanagloria [2Corintios 1.12] [1Corintios 8.2] [1Corintios 9.11-13].

6]- Don de presidir

Alude a alguien que se pone al frente en alguna actividad. Abarca la acción modeladora, supervisora y directriz del Espíritu Santo sobre el cuerpo de Cristo. El liderazgo debe ser ejercido con diligencia.

7]- Don de hacer misericordia

Identificarse con el sufrimiento de otros. Establecer relaciones de comprensión, respeto y sinceridad con otros. Para que sea efectivo, este don debe ser ejercido con amabilidad y alegría, no como una obligación.

Los dones del Espíritu Santo [1Corintios 12:8-10,28]

1]- Palabra de sabiduría

Perspectiva sobrenatural para determinar los medios de cumplir con la voluntad de Dios en situaciones dadas. Poder recibido de lo alto para resolver un problema valiéndose de la intuición espiritual. Sentido de dirección divina. Ser guiado por el Espíritu Santo a fin de actuar apropiadamente en determinadas circunstancias. Conocimientos correctamente aplicados; la sabiduría interactúa con el conocimiento y el discernimiento.

2]- Palabra de ciencia

Revelación sobrenatural del plan y voluntad divinos. Visión sobrenatural o comprensión de las circunstancias o de un conjunto de evidencias por medio de revelaciones; es decir, sin ayuda humana alguna, gracias solamente al auxilio divino. Implica una comprensión más profunda y amplia de la revelación de Dios. Supone sabiduría moral para vivir y relacionarse correctamente con otros. Requiere comprensión objetiva sobre las cosas divinas en los asuntos humanos. Puede aludir también al conocimiento de Dios o de las cosas que pertenecen a Dios, como se relatan en el Nuevo Testamento.

3]- Fe

Habilidad sobrenatural para creer en Dios sin reserva alguna. Habilidad sobrenatural para combatir la incredulidad. Habilidad sobrenatural para enfrentar circunstancias adversas, confiando en el mensaje de Dios y su Palabra. Convicción interna que obedece a un llamado urgente de lo alto.

4]- Dones de sanidad

Alude a la sanidad obtenida por medios sobrenaturales, sin ayuda humana. Puede incluir la aplicación de terapias y medios de cura humanos bajo la dirección divina. No excluye el uso de los dones innatos que recibimos de Dios.

5]- Don de hacer milagros

Poder sobrenatural para contrarrestar fuerzas humanas o diabólicas malignas. Significa literalmente un despliegue de poder que va más allá de lo natural. Opera junto con los dones de fe y sanidad para ejercer autoridad sobre el pecado, Satanás, la enfermedad y las fuerzas que causan ataduras en este mundo.

6]- Don de profecía

Predicción divinamente inspirada y declaración ungida. Proclamación sobrenatural en un lenguaje conocido. Manifestación del Espíritu de Dios, no del intelecto [1Corintios 12.7]. Puede ser poseída y practicada por todos los que están llenos del Espíritu Santo [1Corintios 14.31]. Este don pone en acción el intelecto, la fe y la voluntad, pero su ejercicio no está basado en el intelecto. Constituye la proclamación de un mensaje del Espíritu de Dios.

7]- Discernimientos de espíritus

Poder sobrenatural para detectar el mundo de los espíritus y conocer su actividad. Implica la posesión de visión espiritual para revelar sobrenaturalmente los planes y propósitos del enemigo y sus fuerzas.

8]- Diferentes tipos de lenguas

Expresiones sobrenaturales no conocidas por quien habla: estos lenguajes puede que existan en la tierra, procedentes de antiguas culturas, o desconocidos en el sentido que son medios de comunicación inspirados por el Espíritu Santo [Isaías 28.11] [Marcos 16.17] [Hechos 2.4] [Hechos 10.44–48] [Hechos 19.1–7] [1Corintios 12.10, 28–31] [1Corintios 13.1] [1Corintios 14.2, 4–22, 26–32].

Sirve de evidencia y señal de la plenitud y la acción del Espíritu Santo.

9]- Interpretación de lenguas

Poder sobrenatural que permite revelar el significado de las lenguas. Funciona no como una operación de la mente humana, sino de la mente del Espíritu. No constituye una traducción [el intérprete nunca comprende la lengua que interpreta], sino una declaración de su significado. Su ejercicio es un fenómeno milagroso y sobrenatural, como ocurre con los dones de hablar en lenguas y el don de la profecía.

Los Dones del Hijo [para equipar el cuerpo de la Iglesia y facilitar su misión]

[Efesios 4.11] Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas, a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.

[1Corintios 12.27-28] Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.

1]- Apóstol

En los días apostólicos se trataba de un selecto grupo escogido para llevar a cabo el ministerio de Cristo; incluía la tarea encomendada a unos pocos de completar el canon de las Sagradas Escrituras.

Implica el desempeño de un papel especial de liderazgo asignado por Cristo. Funciona como mensajero o enviado de Dios. En nuestra época se refiere a quienes poseen un destacado espíritu apostólico, hacen una contribución destacada a la ampliación de la obra de la Iglesia, abren nuevos campos misioneros y supervisan los principales órganos del cuerpo de Jesucristo.

2]- Profeta

Un vocero espiritualmente maduro, portador de un mensaje divino especial dirigido a la Iglesia o el mundo. Una persona que en ciertas ocasiones recibe el don de prever los acontecimientos futuros.

3]- Evangelista

Se refiere fundamentalmente a un don especial de predicación o testimonio que atrae a los incrédulos a la experiencia de la salvación. Desde el punto de vista funcional, el don de evangelista contribuye al establecimiento de obras nuevas, mientras que los pastores y maestros se ocupan entonces de organizar y sostener. Esencialmente, el don de evangelista contribuye a hacer conversos y a reunirlos física y espiritualmente en el cuerpo de Cristo.

4]- Pastor/Maestro

La palabra pastor deriva de una raíz que significa proteger. Implica la función de nutrir, enseñar y cuidar de las necesidades espirituales del cuerpo, que ejerce un pastor/líder.

5]- Misionero [algunos incluyen al apóstol y al evangelista en esta categoría].

Implica desarrollar un plan para dar a conocer el evangelio a todo el mundo [Romanos 1.16]. Da ejemplo de la humildad necesaria para seguir el llamado de acudir a regiones remotas y enfrentar situaciones desconocidas. Connota una compulsión interna para guiar a todo el mundo a una comprensión del mensaje de Jesucristo [2Corintios 5.14–20].

Gracias especiales

1]- Hospitalidad

Significa literalmente, amar, hacer el bien o auxiliar a otros con alegría. Ilustra la noción de Pedro sobre una de las dos categorías de dones: enseñar y ministrar [1Pedro 4:10-11]

Se manifestaba en el cuidado prodigado a creyentes y obreros que llegaban de visita para adorar, trabajar y formar parte del cuerpo de Cristo. Se ejemplifica en las enseñanzas de Cristo sobre el juicio de Dios [Mateo 25.35, 40].

2]- Celibato [Mateo 19.10] [1Corintios 7.7–9, 27] [1Timoteo 4.3] [Apocalipsis 14.4].

La Biblia considera el matrimonio como algo honorable, ordenado por Dios, y una necesidad de cada individuo. Implica un don especial, que libera al individuo de los deberes, presiones y preocupaciones de la vida familiar, permitiéndole dedicar toda su atención a la obra del Señor.

3]- Martirio [1Pedro 4.12, 13].

Se ejemplifica en el espíritu de Esteban (Hechos 7.59, 60). Se cumplió en la actitud de Pablo [2Timoteo 4.6–8).

El propósito principal de todos los dones espirituales es fortalecer a la iglesia y al creyente, podemos notar en [1Co 14:26] que son para edificación, que significa estimular la vida espiritual, la madurez y el carácter piadoso en los creyentes. Es una obra del Espíritu Santo mediante los dones espirituales por la cual a los creyentes se les transforma espiritualmente cada vez más a fin de que no se adapten al mundo actual [Ro 12:2-8], sino que se edifiquen en santificación, amor a Dios, interés por los demás, pureza de corazón, buena conciencia y fe sincera.


¡Paz a vosotros, que la Gracia abunde en vuestros corazones!