viernes, marzo 26, 2010

DIEZMOS Y OFRENDAS



Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde [Malaquías 3:10]


DEFINICIÓN DE DIEZMOS: La palabra hebrea para diezmo [ma'aser] literalmente significa una décima parte. Un diezmo era una décima parte del producto de la tierra y del ganado que se le daba al Señor. Se daba el diezmo de Israel para mantener a los Levitas [Nm 18:28] y a los sacerdotes [Nm 18:26], para ayudar en las comidas sagradas [Dt 14:22-27], y para ayudar a los pobres, a los huérfanos y a las viudas [Dt 14:28-29].

El diezmo es una práctica de la antigüedad [tanto entre los babilonios, persas, griegos y romanos, como entre los hebreos]. También es ley en la actualidad entre los musulmanes, judíos y muchos grupos cristianos. En la historia bíblica la primera mención que se hace de los diezmos es cuando ABRAHAM, después de haber logrado una victoria militar sobre cuatro reyes, dio los diezmos del botín a MELQUISEDEC, sacerdote del Dios Altísimo [Gn 14.17–20]. No se nos dice quién instruyó a Abraham a hacerlo así, pero fácilmente podemos inferir que por el ejemplo de sus antepasados [la ofrenda de ABEL], [Gn 4.4] entendió que esta era una manera apropiada de reconocer la soberanía de Dios sobre todas las cosas. El sacerdote, en este caso, representaba a Dios y a la religión.

Este mismo principio, que sirve de base a la costumbre religiosa de dar los diezmos, aparece también en el Nuevo Testamento, no necesariamente en cuanto a la proporción de la décima parte, pero sí en cuanto a la motivación de adoración, gratitud y responsabilidad cristianas [2Co 9.7] [Heb 7.1–10] [Lc 21.1–4].

Según la Ley Mosaica, el diezmo es obligatorio. "El diezmo entero de la tierra, tanto de las semillas de la tierra como de los frutos de los árboles, es de Jehová; es cosa sagrada de Jehová." [Levítico 27:30] [Deut., 14, 22]. En el Deuteronomio no solo se menciona el diezmo anual, sino también un diezmo a pagarse cada tres años [el año de los diezmos].

La tribu de los levitas no heredó la tierra como las otras tribus de Israel. En vez de ello, recibían de las otras tribus, por ser representantes del Señor, el décimo de lo que la tierra producía, incluso del ganado. Ellos a su vez debían ofrecer al sacerdote una décima parte de todo lo recibido. Dios demanda de su pueblo los diezmos de todo. Aunque no se anuncian castigos por no darlos, hay promesas de bendiciones por darlos [Dt 28.1–13] [Mal 3.10]. Los diezmos son de Jehová y abarcaban la tierra y su producto y los animales del campo. Cuando por una razón especial alguien quería rescatar algo del diezmo, debía agregar la quinta parte del precio [Lv 27.30–32]. Los escribas y los fariseos fueron sumamente escrupulosos en diezmar aun hierbas diminutas como la menta, el eneldo y el comino, y merecieron la reprensión de nuestro Señor por el legalismo extremo, vacío de la debida motivación espiritual [Mt 23.23].

Los israelitas debían dar los diezmos a los LEVITAS, quienes eran la tribu sacerdotal del pueblo. Esto era la compensación a ellos por su ministerio. Pero los levitas, a su vez, debían dedicar en ofrenda a Dios el diezmo de los diezmos, presentándolo delante de AARÓN [Nm 18.21–28]. El principio detrás de esta práctica rige para el sostén económico de la obra del evangelio, pues Pablo dice que ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio [1Co 9.11–14].

EN EL ANTIGUO TESTAMENTO:

En la Ley de Dios, a los israelitas se les exigía que dieran una décima parte del producto de la tierra, del ganado y de sus ingresos como un reconocimiento de que Dios los había bendecido [Lv 27:30-32] [Nm 18:21-26] [Dt 14:22-29]. El diezmo se usaba primordialmente para los gastos de la adoración del Señor y para el sostenimiento de los sacerdotes. Dios le dio a su pueblo la responsabilidad de administrar los recursos que les había dado en la tierra prometida

En el fondo del diezmo está el concepto de que Dios es el dueño de todo [Ex 19:5] [Sal 24:1] [Sal 50:10-12] [Hag 2:8]. Los seres humanos son creados por Él, y ellos le deben todo el aire que respiran [Gn 1:26-27] [Hech 17:28]. De modo que nadie tiene nada que primero no haya recibido del Señor [Job 1:21] [Jn 3:27] [1Co 4:7]. En las leyes sobre el diezmo, Dios estaba sencillamente ordenándoles que le devolvieran lo que Él les había dado primero.

Además de los diezmos, a los israelitas se les exigían numerosas ofrendas a Jehová, principalmente en la forma de sacrificios. El libro de Levítico describe diversas ofrendas ceremoniales: el holocausto [Lv 1] [Lv 6:8-13], la ofrenda por el pecado [Lv 4:1-5] [Lv 5:13] [Lv 6:24-30], y las ofrendas expiatorias [Lv 5:14] [Lv 6:7] [Lv 7:1-10].

Además de esas ofrendas prescritas, los israelitas podían ofrecer ofrendas voluntarias al Señor. Algunas de ellas eran continuas [Lv 22:18-23] [Nm 15:3] [Dt 12:6,17], mientras que otras eran excluidas para alguna ocasión. Por ejemplo, cuando los israelitas emprendieron la construcción del tabernáculo en el Monte de Sinaí, el pueblo dio generosamente para esa tienda y sus utensilios [Ex 35:20-29]; estaban tan entusiasmados con ese proyecto, que Moisés tuvo que decirles que dejaran de ofrecer más [Ex 36:3-7]. En la época de Joás, el sumo sacerdote Joiada hizo un arca en la que el pueblo podía poner ofrendas voluntarias para financiar las reparaciones necesarias del templo, y dieron generosamente [2R 12:9-10]. Asimismo, en la época de Ezequías, la gente dio generosamente para la obra de reconstrucción requerida en el templo [2Cr 31:5-19].

EL DIEZMO A LOS POBRES

El diezmo del Antiguo Testamento tiene una importante orientación también hacia la caridad con los pobres:

"El tercer año, el año del diezmo, cuando hayas acabado de apartar el diezmo de toda tu cosecha y se lo hayas dado al levita, al forastero, a la viuda y al huérfano, para que coman de ello en tus ciudades hasta saciarse" [Deuteronomio 26.12]

EL FAMOSO [Malaquías 3:10] Y UN POCO DE HISTORIA.

También hubo numerosas ocasiones en la historia del Antiguo Testamento en que el egoísta pueblo de Dios se aferró a su dinero en vez de dárselo al Señor en diezmos y ofrendas regulares.

Durante la construcción del segundo templo, los judíos parecían estar más interesados en ocuparse de su propiedad, mientras que dejaban la casa de Dios en ruinas. Como resultado, dijo Hageo, muchos de ellos estaban sufriendo reveses económicos [Hag 1:2-6]. Algo similar estaba sucediendo en la época del profeta Malaquías, y una vez más Dios estaba juzgando a su pueblo Israel por negarse a dar el diezmo [Mal 3:9-12]. Entiéndase que la amonestación del profeta Malaquías fue para esa época y para esa gente en especial en tiempos de la Ley. Los hijos de Jacob en aquella época eran los israelitas; la iglesia del Señor Jesucristo, en la actualidad, son los hijos de la fe, los descendientes de Abraham. Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. [Malaquías 3:6]

ESTRUCTURA DEL LIBRO

El libro de Malaquías refleja un estilo literario especial. Está compuesto de una serie de “disputas proféticas”. El profeta, en nombre de Dios, lanza una pregunta y sus interlocutores la responden, provocando así una contra respuesta. Los acusados en este libro son: los sacerdotes, el pueblo en general y la elite socioeconómica y política.

Las disputas proféticas tienen una estructura común:

1] el profeta hace una declaración;

2] los sacerdotes o el pueblo hacen una objeción.

3] el profeta responde dando una evidencia de la afirmación original. A ésta última se acompaña una acusación y una amenaza de castigo.

AUTOR Y FECHA DE REDACCIÓN

No se sabe nada del autor de este libro. Muchos biblistas dudan que se haya llamado “Malaquías”. La mayoría cree que Malaquías es un nombre agregado tiempo después para darle título a este libro. Si fuera así, el libro sería anónimo, situación muy rara entre los libros proféticos. El nombre quiere decir “mi mensajero” y fue tomado probablemente de la expresión que se encuentra en [Mal 3:1]: “He aquí yo envío a mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí”. El profeta Malaquías pertenece a la época histórica conocida como pos exilio y que se describe en el mensaje de los libros proféticos de Hageo, Zacarías y los capítulos [56–66 de Isaías], como también en la historia que se encuentra en los libros de Esdras y Nehemías. Aunque es muy difícil establecer con exactitud el período del ministerio de Malaquías y de la redacción del libro, la mayoría de los biblistas lo colocan en los años que van del tiempo cuando se terminó de edificar el segundo templo [515 a. de J.C.], hasta poco antes de las reformas de Esdras y Nehemías [aprox. 465 a. de J.C.]; más concretamente se le coloca entre los años [465 a 460 a. de J.C]. Algunos eruditos le hacen a Malaquías un contemporáneo de Nehemías.

Si aceptamos la fecha aproximada de [460 a. de J.C], Malaquías se convierte en una fuente histórica importante; porque sería el único documento de la época que nos describe la vida de la comunidad judía después del ministerio de Hageo y Zacarías y antes de las reformas de Esdras y Nehemías.

EL MENSAJE DEL LIBRO

El profeta proclama su mensaje a una comunidad frustrada y desesperanzada. Las expectaciones levantadas por los profetas Hageo y Zacarías no se habían cumplido. El futuro se veía muy nebuloso, y el presente era terrible.

Todo esto se había traducido en abulia e indiferencia. Y el culto era, según el profeta, el mejor lugar donde evaluar la calidad de vida de la comunidad judía en esos años. Malaquías bien hubiese parafraseado el conocido refrán así: “Dime qué clase de culto celebras y yo te diré quién eres”.

La comunidad judía de esa época creyó que la manera de cubrir su miseria y de olvidarse de ella era a través de la indiferencia y burla barata a las cosas de Dios. Todo se hacía con mediocridad y descuido.

Imperaba la corrupción desde el sacerdocio hasta el último miembro de la comunidad. El mensaje del libro está arraigado en la enseñanza del Pentateuco, en la “instrucción del Señor” [torah Yahvé]; más específicamente, en el libro de Deuteronomio. Además de asuntos de estilo [Mal. 2:2, 30] y [Mal. 3:7], varios temas clave de Malaquías muestran su cercanía a la teología del Deuteronomio. El tema con el que abre el libro de [Malaquías 1:2], el amor de Dios, se encuentra en varios textos del Deuteronomio, [Deut. 7:7, 8]; [Deut 23:5]. La relación entre padre e hijo de [Malaquías 1:6]; [Mal 2:10]; [Mal 3:17] se encuentra en [Deuteronomio 1:31]; [Deut 32:5, 6]. El tema del nombre de Dios, de [Malaquías 1:6, 11, 14]; [Malaquías 2:2,5]; [Malaquías 3:16]; [Malaquías 4:1], se encuentra en varias partes del [Deuteronomio 12:5,21]; [Deuteronomio 14:24]; [Deuteronomio 26:2]. El reconocimiento de la unicidad de Dios y el llamado a una fidelidad absoluta a Él [Mal 2:15] se basan especialmente en [Deuteronomio 6:4, 5]. El tema de las ofrendas de sacrificio [Mal. 1:8, 13, 14] se encuentra en [Deuteronomio 15:21] y [Deuteronomio 17:1]. El asunto sobre los diezmos [Mal. 3:7–10] se encuentra en [Deuteronomio 18:1–8]. El tema del pecado de abominación [burla, sacrilegio; [Mal. 2:11] se encuentra en [Deuteronomio 14:3]; [Deuteronomio 17:1, 4] y [Deuteronomio 23:17, 18]. Además, la enseñanza contra la idolatría [Mal. 2:11] y la injusticia [Mal. 3:5] son centrales en la enseñanza del Deuteronomio, [Deut. 10:12–22]. El argumento general del libro de Malaquías se resume en tres temas centrales:

1] Una denuncia de la maldad del pueblo y de sus líderes;

2] una vindicación del carácter moral de Dios y de su amor;

3] un mensaje de esperanza al remanente fiel y piadoso.

La posición de Malaquías al final de los libros proféticos es significativa. Por un lado, Malaquías viene a ser una especie de resumen de lo que sus predecesores proclamaron: el llamado al arrepentimiento; la enseñanza de una vida moral de acuerdo a la voluntad de Dios; el significado e importancia del culto y los ritos; la celebración apropiada de los sacrificios y las ceremonias; la resistencia a una actitud escéptica hacia Dios y su manera de actuar con su pueblo; las ideas apocalípticas; la esperanza mesiánica.

Por otro lado, viene a ser una puerta hacia el mensaje del Nuevo Testamento. Malaquías termina anunciando la llegada del precursor del Mesías [Mal. 4:5, 6]. Así el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento se conectan para hablar de la unidad del mensaje redentor de Dios [Mat. 17:10–13]; [Mat 11:7–19]. Malaquías muestra también la unión de su mensaje con el del Nuevo Testamento al afirmar que los gentiles [los no judíos] honran el nombre de Dios y están más dispuestos que los mismos judíos a vivir la verdadera religión [Mal. 2:11–14].

DIOS REPRENDE A LOS QUE LE ROBAN, [Malaquías 3:6-12]

Esta sección tiene una estructura concéntrica: en el centro está el tema del robo [cuatro veces; vv. 8a, 8b, 8c, 9b]. En los extremos están:

1] la llamada al arrepentimiento [v. 7, volveos a mí] y

2] la promesa de bendición [vv. 10–12, vaciaré… bendición, las naciones los llamarán Bienaventurados].

¿Cómo el pueblo robaba a Dios? [v. 9], también el pueblo sufría de la voracidad de otro “ladrón”, la plaga de langostas [v. 11]. El pueblo no se daba cuenta de que era su maldad la que traía otra maldad; qué difícil le era descubrir que una bendición [traer los diezmos ante Dios, [v.10a], traería para ellos una más grande bendición [v.10b].

La unidad empieza afirmando la fidelidad inquebrantable de Dios: ¡Porque yo, Jehová, no cambio! [v. 6]. Esto es lo que realmente mantenía viva a la comunidad judía del pos exilio. Esa firmeza de Dios se contrastaba con la constante infidelidad del pueblo [v. 7]. Sobre el tema de la fidelidad divina ver: [1 Samuel 15.29]; [Salmo 110:4]; [Jeremías 4:28]; [Jeremías 15:6]; [Jeremías 20:16]; [Ezequiel 24:14]; [Oseas 11:8, 9]; [Oseas 13:14]; [Hebreos 6:17, 18]; [Santiago 1:17].

El profeta, por medio de las disputas, ha ido construyendo el argumento que une dos de los temas centrales del libro: el pueblo y sus líderes andan por el camino del mal; Dios ama al pueblo y se ha mantenido fiel. En esta sección, el profeta muestra el profundo abismo entre la maldad del pueblo y la bondad de Dios. El pueblo vive en una total ceguera: la llamada al arrepentimiento es rechazada [v. 7] y la declaración divina del robo es cuestionada [vv. 8, 9]. La ceguera es tan profunda que ni siquiera la maldición ni la situación precaria sacuden al pueblo para volverse a Dios.

Ante esta realidad surge la duda: ¿Será capaz el pueblo de tener oídos abiertos para oír la palabra de promesa de Dios de los vv. [10–12]? El libro de Malaquías y el resto de los profetas nos recuerdan que Dios no se cansa de llamar al arrepentimiento a los suyos [Zac. 1:3]; [Deut. 30:1–10]; [Jer. 3:12]; [Jer 4:1].

El [v. 10)] es probablemente el texto más frecuentemente citado de todo el libro de Malaquías. Hemos de reconocer que muchas veces esto es hecho “fuera de contexto”. Sin embargo, hemos de reconocer la riqueza de este pasaje, que puede considerarse como mandamiento, como invitación y como promesa. Pero este libro, solamente está dirigido al pueblo de Israel, y no a la iglesia actual; es una aberración creer que Dios le está hablando a la iglesia.

Aquí en Malaquías la implicación es que Dios derrama sus bendiciones tan abundantemente sobre los que le aman y le obedecen, que ellos respondan voluntariamente con la entrega de sus diezmos y ofrendas; y el resultado es que no faltará nada, si todos los del pueblo de Israel lo hacen.

“¿Robará el hombre a Dios?”


1]. Quien “roba” a Dios recibe como pago el “robo” de otro ladrón.

2]. El Dios que es fiel exige fidelidad y obediencia.

3]. Prueba a Dios en tu fidelidad y verás qué tan grande es su fidelidad.


Los diezmos y las ofrendas son respuesta de gracia al don divino.

[Malaquías 3:10] nos da dos lecciones:

1. Existe un desafío de fe y confianza en tiempos de escasez.

Cuando las personas viven en estrechez económica y material es muy fácil caer en la tentación de justificar la retención de lo que le pertenece a Dios: “Dios sabe que somos pobres; él no va a despojarnos de lo poco que tenemos”. Frente a esta actitud está el ejemplo de dos mujeres:

a] la viuda de Sarepta [1Rey. 17:8–24]; [Sal. 37:25]

b] la viuda que dio todo lo que tenía [Mar. 12:41–44].

2. La presentación de diezmos no se establece como ley en el Nuevo Testamento; sin embargo la demanda de dar a Dios lo que le corresponde es bien radical: Dios pide toda la vida [Rom. 12:1, 2].

MAYORDOMÍA DEL DINERO:

Estos ejemplos del Antiguo Testamento de los diezmos y las ofrendas contienen importantes principios sobre la mayordomía del dinero que son válidos para los creyentes del Nuevo Testamento.

Todas las personas deben tener en cuenta que todo lo que tienen le pertenece al Señor, de modo que lo que poseen no es de ellas sino que Dios se lo ha confiado; no tienen derecho de propiedad de sus posesiones.
1]- El creyente debe decidir en su corazón servir a Dios y no al dinero [Mt 6:19-24] [2Co 8:5]. La Biblia pone en claro que cualquier avaricia es una forma de idolatría [Col 3:5].

2]- Lo que el creyente da, debe ser para fomentar el reino de Dios, sobre todo la obra de la iglesia local y de la difusión del evangelio por todo el mundo [1Co 9:4-14] [Fil 4:15-18] [1Ti 5:17-18], para ayudar a los necesitados [Pr 19:17] [Gá 2:10] [2Co 8:14] [2Co 9:2], para hacerse tesoros en el cielo [Mt 6:20] [Lc 6:32], y para aprender a temer a Dios [Dt 14:22-23].

3]- Siempre lo que se da, debe estar en proporción con los ingresos. En el Antiguo Testamento el diezmo llegaba a un décimo; dar menos que eso era desobediencia a la Ley de Dios y era en efecto robarle a Dios [Mal 3:8-10]. Asimismo, el Nuevo Testamento exige que lo que se dé esté en proporción con lo que Dios haya dado [1Co 16:2] [2Co 8:3,12].

4]- Lo que se da, debe ser voluntario y generoso; esto se enseña tanto en el Antiguo Testamento [Éx 25:1-2] [1Cr 26:6-9] [2Cr 24:8-11], como en el Nuevo Testamento [2Co 8:1-5,11-12]. No se debe vacilar o titubear en dar como sacrificio [2Co 8:3], porque ese es el espíritu en que el Señor Jesús se entregó a sí mismo por todos.

5]- Se debe dar con alegría [2Co 9:7]. Tanto el ejemplo de los israelitas en el Antiguo Testamento [Éx 35:21-29] [2Cr 24:10] como el de los cristianos macedonios en el Nuevo Testamento [2Co 8:1-5], sirven de modelos para los creyentes.

6]- Dios ha prometido recompensar a los creyentes conforme a cómo le hayan dado a Él [Dt 15:4] [Mal 3:10-12] [Mt 19:21] [1Ti 6:19] [2Co 9:6].

EL DIEZMO EN EL NUEVO TESTAMENTO

Cristo no rechaza el diezmo pero enseña una referencia nueva: Dar ya no el 10% sino darse del todo por amor, sin contar el costo, y nuestra fe, produce obediencia a Dios.

En ninguna de las cuatro veces que el diezmo aparece en el Nuevo Testamento [Mt 23.23] [Lc 11.42] [Lc 18.12] [Heb 7.2-9] se nos enseña a guiarnos por esa medida. El Nuevo Pacto no se limita a la ley del 10% sino que nos refiere al ejemplo de Jesucristo que se dio sin reservas. Jesús vive una entrega radical y nos enseña que debemos hacer lo mismo. Él nos da el siguiente modelo:

LA OFRENDA DE LA VIUDA: [UNA ACCIÓN DE GENEROSIDAD].

Levantando los ojos, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas. Vio también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas. Y dijo: En verdad os digo, que ésta viuda pobre echó más que todos. Porque todos aquéllos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; más ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía. [Lc 21:1-4]

Mucho más importante para Dios que el valor monetario de lo que se da es el sacrificio implicado.

Los creyentes pueden dar generosa o escasamente. El Apóstol Pablo no considera el dar como perdida sino como una forma de ahorrar que produce grandes beneficios a los que dan; no se refiere principalmente a la cantidad que se da, sino a la calidad de los deseos y motivos del corazón.

Jesús da una lección sobre la manera como Dios mide la acción de dar:

1]- La ofrenda de una persona no se determina por la cantidad que da, sino por el sacrificio que hace para dar. A veces los ricos dan de lo que les sobra y no les cuesta nada. La ofrenda de la viuda, al contrario, le costó todo. Ella dio tanto como podía.

2]- Este principio se puede aplicar a todo el servicio que se le preste a Cristo. Él juzga la obra y el ministerio dedicados a Él, no por su tamaño ni por su influencia o éxito, sino por la dedicación sincera, el sacrificio, la fe y el amor puestos en ellos. [Pr 11:24-25] [Pr 19:17] [Lc 6:38].

El creyente que da lo que puede para ayudar a los necesitados comprobara que la gracia de Dios le suplirá todo lo necesario, y aún más, de manera que abunde para toda buena obra [2Co 9:8].

Para que se exprese exteriormente la generosidad, el corazón debe enriquecerse con amor sincero y compasión por los demás. El darse a sí mismo y el dar las posesiones tiene como consecuencia:

1]- La provisión para las necesidades de los hermanos más pobres.

2]- La alabanza y la acción de gracias a Dios.

3]- El amor reciproco de los que reciben la ayuda.

LA OFRENDA PARA LOS SANTOS [RIQUEZAS DE GENEROSIDAD]

El creyente pertenece a Dios, y reconoce que lo que tiene le ha sido encomendado por el Señor.

En la carta Segunda a los Corintios en los capítulos 8 y 9 encierran los principios y las promesas importantes del ofrendar:

1]- Debe tomar la decisión fundamental en el corazón de servir a Dios y no al dinero [Mt 6:24]

2]- Da para ayudar a los necesitados [2Co 8:14] [2Co 9:12] [Pr 19:17] [Ga 2:10]

3]- Da para hacer progresar el reino de Dios [1Co 9:14] [Fil 4:15-18]

4]- Da para acumular tesoros en el cielo [Mt 6:20] [Lc 6:32-35]

5]- Da para aprender a temer al Señor [Dt 14:22-23]

6]- Dar en proporción a los ingresos, haciéndolo de manera sacrificada [2Co 8:3,12] [1Co 16:2]

7]- Debe ofrendar como prueba de su amor [2Co 8:24]

8]- Dar de una manera voluntaria [2Co 9:7]

9]- Dar a Dios siembra fe, tiempo y servicio, y segará en abundancia [2Co 8:5] [2Co 9:6,10-12]

10]- Dar para aumentar la dedicación a Dios [Mt 6:19-21].

Con respecto a los diezmos, se ha creado una gran confusión; y mucha gente en las iglesias, inclusive líderes, cree y enseñan que la prosperidad de Dios viene por dar el diezmo u la ofrenda, enseñan a las personas a pactar con los diezmos. El pueblo de Dios debe tener sumo cuidado con esa clase de pactos, porque eso escapa a la voluntad de Dios. Cuando el creyente da; el Señor le retribuye de acuerdo a su bondad y amor por sus hijos; de manera que no debemos confundir la bondad de Dios con la prosperidad. Otro punto importante es dónde el creyente siembra; si el creyente da el diezmo a través de los pactos !cuidado¡ eso es anti bíblico, no está en las Escrituras; si el creyente da ese tipo de diezmos a líderes que no son llamados por Dios, [Hebreos 5:4]; nunca Dios le retribuirá nada; Dios es Santo y no puede ser burlado.

Otro punto importante que debemos saber y entender es que la iglesia lavada con la sangre de Jesús no está bajo la Ley, sino bajo la Gracia; y debemos ser maduros en esto, el creyente debe dar conforme a lo que tiene; y no a lo que no tiene y conforme a lo que propuso en su corazón; y esto es en cuanto a las ofrendas se refiere, y las enseñanzas del Nuevo Pacto son claras a como el creyente debe ser; y nadie te va a maldecir por ello.

También debemos entender que estamos en apostasía religiosa, donde se han lanzado falsos profetas, falsos maestros y falsos líderes, que se dicen ser cristianos, aprovechándose y haciendo mercadería con la gente, y que el propósito de ellos es el dinero y todo por amor al dinero, obligando a la gente a pactar con Dios con los diezmos.

El pueblo de Dios debe tener mucho cuidado con respecto al dinero:

1] Cuando tú veas a un líder que no es llamado por Dios, y tú des tu dinero, nunca serás bendecido; en otras palabras: Si el Ministerio no viene del cielo, nunca serás bendecido. Debemos recordar que hay muchos ladrones en el 
lpito.

 

2]-Cuando tú no das tu dinero y te dicen que eres maldito porque le robas a Dios conforme a [Malaquías 3:10]; no les creas, ellos mismo utilizan ese pasaje para saquearte; el diezmo de Malaquías es para los hijos de Jacob; el creyente no es hijo de Jacob, es hijo de Abraham en cuanto a la FE. El problema con estos líderes religiosos que ellos también maldicen a la gente que no les da dinero.

Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores [1Timoteo 6:10]

El apóstol Pablo da una clara idea de lo que es el amor al dinero, está en juego la fe, y el alma del creyente está en riesgo de ser traspasado de muchos dolores.

MELQUISEDEC Y ABRAM [Génesis 14:17-24]

Cuando Abram volvía de derrotar a Quedorlaomer se encontró con Melquisedec, Rey de Salem (Jerusalén) y sacerdote del Dios Altísimo. ¿Quién era este misterioso sacerdote? Hay tres hipótesis principales sobre su identidad:

1]- Que era Sem. Esta es la tradición hebrea. Si es así, Sem sería la persona más anciana en ese momento. El murió a la edad de 600 años.

2]- Que era Cristo mismo. Los teólogos lo llaman una Cristofanía (una aparición del Señor Jesucristo en el Antiguo Testamento anterior a Belén). Aquellos que abogan por esta teoría utilizan [He 7:1-4] para apoyarla.

3]- Que era sencillamente el primer rey de Jerusalén que se menciona en la Biblia. Melquisedec significa literalmente “Rey de Justicia”, y se piensa que Salem es el nombre primitivo que se daba a Jerusalén.

A Melquisedec se le menciona nuevamente en el [Salmo 110], y en el Nuevo Testamento lo encontramos en [Hebreos 5:6-10]; [Hebreos 7:1-22].

Melquisedec sacó para Abram pan y vino y le bendijo. Esta es la primera mención que se hace de pan y vino en la Biblia y habla de la obra futura de Cristo en la cruz.

Esta es también la primera vez que aparece la palabra sacerdote en la Biblia [Gn 14:18]. Es apropiado señalar en este punto cuáles son los tres grandes oficios en el Antiguo Testamento: Profeta, Sacerdote y Rey.

El profeta era uno que representaba a Dios ante el hombre [1R 19:16]

El sacerdote era aquel que representaba al hombre ante Dios [Lv 8:12]; [Sal 133:2]

El rey era uno que gobernaba sobre el hombre bajo la dirección de Dios [1S 10:1; [1S 16:13].

En el Nuevo Testamento encontramos que estos tres oficios le corresponden a Nuestro Señor Jesucristo.

Él fue un profeta (su primer ministerio) [Jn 1:18]; [Mt 21:11]; [Lc 7:16]; [Jn 4:19]; [He 1:1-2].

Es un sacerdote (su ministerio presente) [Ro 8:34]; [He 4:14-16]; [He 7:24-25]; [1Jn 1:1].

Será un Rey (su ministerio futuro) [Ap 19:11-16].

Después que Melquisedec le bendijo, Abram le dio los diezmos de todo lo que
tenía.
 
Algunos creen que la práctica de diezmar (el dar nuestro dinero a Dios) era algo para ser hecho solamente por el pueblo de Israel que vivía bajo la Ley y por lo tanto no nos toca a nosotros que vivimos bajo la Gracia del Nuevo Testamento.

Pero debemos entender algo que es muy importante; Abram diezmaba mucho antes que Israel llegara a ser nación, y como 400 años antes de que la Ley fuera dada.

En el Nuevo Testamento se nos enseña que no solamente el diezmo, sino todo lo que tenemos le pertenece a Dios [1Co 6:19,20]. Esto incluye nuestro tiempo [Ef 5:16]; [Sal 90:12]; nuestros talentos [Ro 12:6]; [1Co 7:7]; [2Ti 1:6]; nuestro dinero [1Co 16: 1-2]; [2Co 9:7].

Otro punto muy importante, Abram rechazó la oferta materialista de Bera, el impío rey de Sodoma, de repartirse el botín de guerra. Debemos tener cuidado cuando nuestros corazones se carguen de materialismo y de glotonería [Lc 21:34].

Quiere decir que Cristo siendo Melquisedec nos bendice totalmente cuando ponemos en práctica aquello; no solamente con pan y vino, sino que nos bendice con mucho más y cuando Él sabe cuándo y cómo bendecirnos.


! Gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo ¡