lunes, marzo 22, 2010

LOS DONES DEL ESPIRITU SANTO [2Parte]

Las lenguas sirven para la exhortación pública

Volviendo a la segunda función de las lenguas, la exhortación pública, [1Corintios 14] funda los dones del Espíritu sobre los firmes cimientos del amor [1Corintios 14.1]. El uso público de las lenguas también exige observar una serie de normas como la clave para mantener el orden en nuestras comunidades y en los cultos de adoración. Tras aceptar que ha habido quienes han abusado de este don y se han vanagloriado abusivamente de él, debemos reconocer que éste puede convertirse en parte vital y valiosa del culto cuando se le emplea correctamente para la edificación del cuerpo de Cristo [1Corintios 14.12-13].

Sin embargo, el creyente sincero y lleno del Espíritu no se ocupará solamente de este don, porque ve en él sólo uno de los muchos dones dados para que la Iglesia alcance la plenitud; de ahí que no participe en el culto o se reúna con otros exclusivamente con el propósito de hablar en lenguas. Tal intención sería una señal de inmadurez, vanidad e idolatría. Por el contrario, los creyentes sinceros se reúnen para adorar a Dios y prepararse para toda buena obra por medio de la enseñanza de su Palabra [2Timoteo 3.16-17]. Consecuentemente, el creyente sensible a las enseñanzas de la Escritura reconoce las siguientes recomendaciones del Nuevo Testamento sobre los dones espirituales:

1]- Hablar en lenguas sólo edifica en las reuniones públicas cuando se interpretan; quien adora debe orar por la interpretación, y si ella no llega, guardar silencio, a menos que se sepa que está presente alguien en posesión del don de interpretación [1Corintios 14.5, 28].

2]- El Espíritu se manifiesta sólo para edificar; por lo tanto, dondequiera que está verdaderamente presente todo se halla en orden y nadie siente vergüenza o se perturba [1Corintios 14.26, 40].

3]- Los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas [1Corintios 14.32]. Toda persona que de verdad sea llena del Espíritu es capaz de ejercer el dominio propio; de ahí que la confusión pueda y deba ser evitada de manera que prevalezcan la decencia y la unidad [1Corintios 14.40].

4]- El fundamento de todos los dones es el amor. El amor, no la experiencia de un don, es lo que califica a aquellos que ejercitan los dones espirituales. De esa forma, en la administración de la autoridad espiritual en la congregación local, la Palabra exige que juzguemos [1Corintios 14.29] a fin de confirmar que aquellos en posesión de dones sigan el amor y procuren los dones espirituales [1Corintios 13.1–13] [1Corintios14.1].

5]- El autor y dispensador de los dones es el Espíritu Santo, que los reparte según su voluntad; por lo tanto, ningún don se convierte en posesión exclusiva de un creyente para su edificación personal y vanagloria. Al contrario, los dones son dispensados a la Iglesia para ser ejercitados por ella en la mutua edificación de los creyentes [1Corintios 12.1–11] y como un medio para extender su ministerio.

6]- La práctica del don de lenguas debe limitarse a una secuencia de dos o tres manifestaciones a lo sumo [1Corintios 14.27]. Aunque muchos sostienen que ésta es una norma muy rígida, otros la consideran una guía para mantener el equilibrio en el culto de adoración. En la práctica, el Espíritu Santo raramente se mueve más allá de estos límites; sin embargo, en ocasiones, por razones y necesidades especiales, puede que se produzca más de una secuencia de dos o tres manifestaciones apropiadamente espaciadas en un culto dado. La pauta principal es la siguiente: Pero hágase todo decentemente y con orden [1Corintios 14.40].

El testimonio contemporáneo

Moviéndonos más allá de la plenitud del Espíritu, es importante comprender el impacto de los dones en la vida y el testimonio de la Iglesia.

La experiencia de la plenitud del Espíritu representa algo más que hablar en lenguas. Es, en realidad, entrar en posesión de la plenitud de los dones y el fruto del Espíritu, como se describe en el Nuevo Testamento [1Corintios 12.7–11] [Gálatas 5.22, 23]. También abarca, en sentido amplio, el ejercicio de los dones de Dios para la edificación espiritual que se mencionan en [Romanos 12.3–8] [Efesios 4.7–12].

La palabra griega charisma [singular] o charismata [plural] se utiliza para designar los dones espirituales, y de acuerdo con una terminología más técnica, dones de la santa gracia. En [Efesios 4.11–13], las palabras dorea y doma también se usan para designar los dones, calificándolos como aptitudes que nos equipan para el servicio personal en el reino de Dios. Asimismo, la palabra pneumatika, empleada en [1Corintios 12.1], se utiliza para describir los dones como cosas del Espíritu. El asunto es que cada uno de estos términos revela el significado actual de la acción sobrenatural del Espíritu en nuestras vidas, en tanto nos prepara para crecer en gracia y en el servicio del reino. Con ese fin, se nos llama a procurar los dones mejores [1Corintios 12.31]. Así que superar la pasividad, y buscar ardientemente cómo obrar y qué actitud adoptar ante todos los dones espirituales es lo correcto desde el punto de vista bíblico.

Sin embargo, hablar de los dones nunca implica exclusivismo alguno. Los dones son dispensados a la Iglesia como recursos para ser utilizados donde sea necesario ministrar el cuerpo de Cristo. Ello quiere decir que no todos los creyentes poseerán los mismos dones. Por el contrario, el Espíritu Santo es el autor y dispensador de los dones para hacer que las expresiones del culto y el reino posean integridad.

Los dones de la Divinidad

Muchos consideran útil la clarificación de las funciones específicas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que desempeñan en la dispensación de los dones a la humanidad. En sus orígenes, como es natural, nuestra existencia, la vida humana, la debemos al Padre [Génesis 2.7] [Hebreos 12.9], quien también entregó a su Hijo Unigénito como redentor de la humanidad [Juan 3.16]. Desde el punto de vista de la redención, Jesús es el dador de la vida eterna [Juan 5.38–40] [Juan10.27- 28]. Dio su vida y derramó su sangre para ser acreedor de ese privilegio [Juan 10.17-18] [Efesios 5.25–27]. Aún más, el Padre y el Hijo enviaron juntos al Espíritu Santo [Hechos 2.17, 33] a fin de hacer avanzar la obra de la redención por medio del ministerio del culto, el magisterio de la Iglesia y la evangelización.

[Romanos 12.3–8] describe una serie de dones dispensados por Dios como Padre, los cuales parecen identificarse con motivaciones básicas, esto es, inclinaciones inherentes a cada persona, según las cualidades que les concedió el Creador desde su nacimiento. Aunque sólo se mencionan siete categorías, al observarlas vemos que a pocos individuos se les puede describir con un solo don. Lo más común es encontrar una combinación de varios dones, con diferentes rasgos de cada don presentes hasta cierto grado, mientras que a la vez uno es el rasgo dominante en la persona. Sería un error pensar que uno cumple con el llamado bíblico a procurar los mejores dones [1Corintios 12.31] si se limita a desarrollar uno o más de los dones del Creador mencionados en estas categorías. Estos dones que Dios nos da para ocupar nuestro lugar en su creación son la base.

En segundo lugar, en [1Corintios 12.7–11] se relacionan los nueve dones del Espíritu Santo. Su propósito es específico: para provecho del cuerpo de la Iglesia. [Provecho, del griego sumphero, significa reunir, beneficiar, favorecer, lo cual ocurre mientras la vida colectiva del cuerpo se fortalece y se expande por medio de su ministerio evangelístico]. Estos nueve dones están a disposición de cada uno de los creyentes pues el Espíritu Santo es quien los reparte [1Corintios 12.11]. No se debe adoptar una actitud pasiva ante ellos, sino desearlos y buscarlos activamente [1 Corintios 13.1] [1Corintios14.1].

En tercer lugar, los dones dispensados por el Hijo de Dios constituyen el fundamento que garantiza que las primeras dos categorías de dones se apliquen al cuerpo de la Iglesia. [Efesios 4.7–16] no solamente indica que estos dones los ha dado Cristo a la Iglesia de acuerdo con su propósito. El ministerio de los líderes es equipar al cuerpo de Cristo ayudando a cada persona:

1]- A que perciban el lugar que el Creador les ha reservado, de acuerdo con las cualidades con que los ha dotado, y las posibilidades que la salvación les ofrece ahora para la realización del propósito divino en sus vidas.

2]- Para que reciban el poder del Espíritu Santo, y comiencen a responder a los dones que cada creyente recibe a fin de expandir sus capacidades innatas en aras de llevar a cabo su ministerio redentor, edificar la Iglesia y evangelizar al mundo.

A la luz de lo anterior, examinemos las siguientes categorías de dones claramente identificadas: los dispensados por el Padre [Romanos 12.6–8], el Hijo [Efesios 4.11] y el Espíritu Santo [1Corintios 12.8–10]. Si bien el análisis va más allá de los dones aquí mencionados, y de la estructura de los dones de la Divinidad a que antes nos hemos referido, el siguiente bosquejo general puede ayudarnos de dos maneras. En primer lugar, nos ayuda a identificar las diferentes funciones y la obra del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en nuestro perfeccionamiento. En segundo lugar, contribuye a que no confundamos nuestras cualidades innatas en la vida y en el servicio a Dios con nuestra búsqueda consciente de la plenitud del poder y los recursos del Espíritu Santo para servir y ministrar en la Iglesia.

Los dones del Padre [Romanos 12:3-8] [Propósitos y motivaciones básicas de la vida]

1]- Don de profecía

Hablar con franqueza y visión, especialmente cuando lo hacemos bajo la inspiración del Espíritu de Dios [Joel 2.28].

Demostrar valor en lo moral y un inquebrantable compromiso con los valores dignos.

Influir sobre los que están en nuestra esfera de acción con un espíritu positivo de justicia social y espiritual.

NOTA: Como las tres categorías de dones los del Padre, los del Hijo y los del Espíritu Santo involucran aspectos proféticos, hace falta hacer algunas distinciones. En la primera categoría [Romanos 12] se destaca lo general; aquel nivel del don de profecía al alcance de cada creyente [toda carne]. El don de profecía dispensado por el Espíritu Santo [1Corintios 12] se refiere a la inspiración sobrenatural, hasta el punto que el hablar en lenguas y su interpretación se incluye en esta categoría [1Corintios 14.5]. El don de oficio de profeta, dado por Cristo a la Iglesia a través de los ministerios individuales, constituye otra expresión del don de profecía; aquellos que lo desempeñen deben llenar tanto los requisitos del Antiguo Testamento sobre la fidelidad del mensaje como las exigencias del Nuevo Testamento en torno a las normas de vida y carácter requeridas para ejercer el liderazgo espiritual.

2]- Don de servicio

Ministrar y servir amorosamente a todos los que están en necesidad. Ministrar tal como corresponde al trabajo y oficio del diácono [Mateo 20.26].

3]- Don de enseñanza

Habilidad sobrenatural para explicar y aplicar las verdades recibidas de Dios para la Iglesia. Presupone el estudio y la inspiración del Espíritu que permite presentar con claridad la verdad divina al pueblo de Dios. Considerada diferente a la actividad del profeta, quien habla directamente en nombre de Dios.

4] Don de exhortación

Significa literalmente llamar a alguien para animarlo a algo. En sentido amplio, equivale a suplicar, consolar o instruir [Hechos 4.36] [Hebreos 10.25].

5]- Don de repartir

Su significado esencial es dar en un espíritu de generosidad. Desde un punto vista técnico se refiere a aquellos que proveen recursos a quienes no los tienen. Este don debe ser ejercido con liberalidad, sin ostentación ni vanagloria [2Corintios 1.12] [1Corintios 8.2] [1Corintios 9.11-13].

6]- Don de presidir

Alude a alguien que se pone al frente en alguna actividad. Abarca la acción modeladora, supervisora y directriz del Espíritu Santo sobre el cuerpo de Cristo. El liderazgo debe ser ejercido con diligencia.

7]- Don de hacer misericordia

Identificarse con el sufrimiento de otros. Establecer relaciones de comprensión, respeto y sinceridad con otros. Para que sea efectivo, este don debe ser ejercido con amabilidad y alegría, no como una obligación.

Los dones del Espíritu Santo [1Corintios 12:8-10,28]

1]- Palabra de sabiduría

Perspectiva sobrenatural para determinar los medios de cumplir con la voluntad de Dios en situaciones dadas. Poder recibido de lo alto para resolver un problema valiéndose de la intuición espiritual. Sentido de dirección divina. Ser guiado por el Espíritu Santo a fin de actuar apropiadamente en determinadas circunstancias. Conocimientos correctamente aplicados; la sabiduría interactúa con el conocimiento y el discernimiento.

2]- Palabra de ciencia

Revelación sobrenatural del plan y voluntad divinos. Visión sobrenatural o comprensión de las circunstancias o de un conjunto de evidencias por medio de revelaciones; es decir, sin ayuda humana alguna, gracias solamente al auxilio divino. Implica una comprensión más profunda y amplia de la revelación de Dios. Supone sabiduría moral para vivir y relacionarse correctamente con otros. Requiere comprensión objetiva sobre las cosas divinas en los asuntos humanos. Puede aludir también al conocimiento de Dios o de las cosas que pertenecen a Dios, como se relatan en el Nuevo Testamento.

3]- Fe

Habilidad sobrenatural para creer en Dios sin reserva alguna. Habilidad sobrenatural para combatir la incredulidad. Habilidad sobrenatural para enfrentar circunstancias adversas, confiando en el mensaje de Dios y su Palabra. Convicción interna que obedece a un llamado urgente de lo alto.

4]- Dones de sanidad

Alude a la sanidad obtenida por medios sobrenaturales, sin ayuda humana. Puede incluir la aplicación de terapias y medios de cura humanos bajo la dirección divina. No excluye el uso de los dones innatos que recibimos de Dios.

5]- Don de hacer milagros

Poder sobrenatural para contrarrestar fuerzas humanas o diabólicas malignas. Significa literalmente un despliegue de poder que va más allá de lo natural. Opera junto con los dones de fe y sanidad para ejercer autoridad sobre el pecado, Satanás, la enfermedad y las fuerzas que causan ataduras en este mundo.

6]- Don de profecía

Predicción divinamente inspirada y declaración ungida. Proclamación sobrenatural en un lenguaje conocido. Manifestación del Espíritu de Dios, no del intelecto [1Corintios 12.7]. Puede ser poseída y practicada por todos los que están llenos del Espíritu Santo [1Corintios 14.31]. Este don pone en acción el intelecto, la fe y la voluntad, pero su ejercicio no está basado en el intelecto. Constituye la proclamación de un mensaje del Espíritu de Dios.

7]- Discernimientos de espíritus

Poder sobrenatural para detectar el mundo de los espíritus y conocer su actividad. Implica la posesión de visión espiritual para revelar sobrenaturalmente los planes y propósitos del enemigo y sus fuerzas.

8]- Diferentes tipos de lenguas

Expresiones sobrenaturales no conocidas por quien habla: estos lenguajes puede que existan en la tierra, procedentes de antiguas culturas, o desconocidos en el sentido que son medios de comunicación inspirados por el Espíritu Santo [Isaías 28.11] [Marcos 16.17] [Hechos 2.4] [Hechos 10.44–48] [Hechos 19.1–7] [1Corintios 12.10, 28–31] [1Corintios 13.1] [1Corintios 14.2, 4–22, 26–32].

Sirve de evidencia y señal de la plenitud y la acción del Espíritu Santo.

9]- Interpretación de lenguas

Poder sobrenatural que permite revelar el significado de las lenguas. Funciona no como una operación de la mente humana, sino de la mente del Espíritu. No constituye una traducción [el intérprete nunca comprende la lengua que interpreta], sino una declaración de su significado. Su ejercicio es un fenómeno milagroso y sobrenatural, como ocurre con los dones de hablar en lenguas y el don de la profecía.

Los Dones del Hijo [para equipar el cuerpo de la Iglesia y facilitar su misión]

[Efesios 4.11] Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas, a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.

[1Corintios 12.27-28] Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.

1]- Apóstol

En los días apostólicos se trataba de un selecto grupo escogido para llevar a cabo el ministerio de Cristo; incluía la tarea encomendada a unos pocos de completar el canon de las Sagradas Escrituras.

Implica el desempeño de un papel especial de liderazgo asignado por Cristo. Funciona como mensajero o enviado de Dios. En nuestra época se refiere a quienes poseen un destacado espíritu apostólico, hacen una contribución destacada a la ampliación de la obra de la Iglesia, abren nuevos campos misioneros y supervisan los principales órganos del cuerpo de Jesucristo.

2]- Profeta

Un vocero espiritualmente maduro, portador de un mensaje divino especial dirigido a la Iglesia o el mundo. Una persona que en ciertas ocasiones recibe el don de prever los acontecimientos futuros.

3]- Evangelista

Se refiere fundamentalmente a un don especial de predicación o testimonio que atrae a los incrédulos a la experiencia de la salvación. Desde el punto de vista funcional, el don de evangelista contribuye al establecimiento de obras nuevas, mientras que los pastores y maestros se ocupan entonces de organizar y sostener. Esencialmente, el don de evangelista contribuye a hacer conversos y a reunirlos física y espiritualmente en el cuerpo de Cristo.

4]- Pastor/Maestro

La palabra pastor deriva de una raíz que significa proteger. Implica la función de nutrir, enseñar y cuidar de las necesidades espirituales del cuerpo, que ejerce un pastor/líder.

5]- Misionero [algunos incluyen al apóstol y al evangelista en esta categoría].

Implica desarrollar un plan para dar a conocer el evangelio a todo el mundo [Romanos 1.16]. Da ejemplo de la humildad necesaria para seguir el llamado de acudir a regiones remotas y enfrentar situaciones desconocidas. Connota una compulsión interna para guiar a todo el mundo a una comprensión del mensaje de Jesucristo [2Corintios 5.14–20].

Gracias especiales

1]- Hospitalidad

Significa literalmente, amar, hacer el bien o auxiliar a otros con alegría. Ilustra la noción de Pedro sobre una de las dos categorías de dones: enseñar y ministrar [1Pedro 4:10-11]

Se manifestaba en el cuidado prodigado a creyentes y obreros que llegaban de visita para adorar, trabajar y formar parte del cuerpo de Cristo. Se ejemplifica en las enseñanzas de Cristo sobre el juicio de Dios [Mateo 25.35, 40].

2]- Celibato [Mateo 19.10] [1Corintios 7.7–9, 27] [1Timoteo 4.3] [Apocalipsis 14.4].

La Biblia considera el matrimonio como algo honorable, ordenado por Dios, y una necesidad de cada individuo. Implica un don especial, que libera al individuo de los deberes, presiones y preocupaciones de la vida familiar, permitiéndole dedicar toda su atención a la obra del Señor.

3]- Martirio [1Pedro 4.12, 13].

Se ejemplifica en el espíritu de Esteban (Hechos 7.59, 60). Se cumplió en la actitud de Pablo [2Timoteo 4.6–8).

El propósito principal de todos los dones espirituales es fortalecer a la iglesia y al creyente, podemos notar en [1Co 14:26] que son para edificación, que significa estimular la vida espiritual, la madurez y el carácter piadoso en los creyentes. Es una obra del Espíritu Santo mediante los dones espirituales por la cual a los creyentes se les transforma espiritualmente cada vez más a fin de que no se adapten al mundo actual [Ro 12:2-8], sino que se edifiquen en santificación, amor a Dios, interés por los demás, pureza de corazón, buena conciencia y fe sincera.


¡Paz a vosotros, que la Gracia abunde en vuestros corazones!