sábado, marzo 06, 2010

LA NUEVA VIDA EN CRISTO [2Parte]

“Como tú no obedeciste a la voz de Jehová, ni cumpliste el ardor de su ira contra Amalec, por eso Jehová te ha hecho esto hoy”. [1Samuel 28:18].
Cuando Saúl desobedeció a Dios y empezó a apartarse de él, entonces Dios ya no le siguió dando más instrucciones, por eso menciona la escritura que Dios guardó silencio y ya no le habló más.

Otro ejemplo de esto lo encontramos en los escritos de Salomón:

“Entonces me llamarán, y no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán. Por cuanto aborrecieron la sabiduría, y no escogieron el temor de Jehová, ni quisieron mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía” [Proverbios 1:28-30]

Los ejemplos anteriores hablan de cómo Dios en ocasiones permanece en silencio a causa de nuestro pecado, pero a veces responde con una negativa:

“..Me fue dado un aguijón en mi carne…respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. [2 Corintios 12:7-9].

“Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió”. [Hechos 16:6-7].

A veces creemos que estamos haciendo o pidiendo lo correcto, y de hecho puede ser que así sea, sin embargo, aun cuando lo que pidamos sea bueno, debemos recordar que Dios nos ofrece cosas mejores que las que le pedimos.

Cuando Dios responde a la oración, suceden cosas como las siguientes:

“Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo: Sol, detente en Gabaón; y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel”. [Josué 10:12-14]

Recuerde que la oración es un arma poderosa en cualquier circunstancia.

HUMILDAD

¿Cuál es el principio para no apartarnos de Dios?

La respuesta es: La humildad ante Dios y los hombres.

Dentro de los muchos principios de la Palabra de Dios, tales como de santidad, amor al prójimo, obediencia, etc., existe también el de humildad. Este último principio, no es más importante que los demás, pero sí es ampliamente necesario en la vida de cada creyente para poder seguir en comunión tanto con Dios, como con el hombre.

Lo anterior está probado una y otra vez en las narraciones bíblicas, mostrándonos la importancia y la repercusión de tener la humildad o la falta de ella en nuestra vida diaria.

Jesús mismo hace mención en el siguiente pasaje acerca de este principio:

“Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido”. [Lucas 14:11].

Esta aseveración tal vez no sea comprensible del todo, por lo tanto, necesitamos conocer algo más al respecto:

“Ser humilde significa tener un concepto de sí mismo acorde a la realidad, sin alterar la autoestima; teniendo en claro los límites que tenemos como seres humanos y aun como hijos de Dios”.

Veamos lo que dice el apóstol Pablo en el siguiente pasaje:

“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”. [Romanos 12:3].

Conforme a lo que acabamos de ver, nos damos cuenta de lo que significa ser humilde y de la importancia que esto representa. A continuación, veremos cómo ser humildes ante Dios.

Reconocer la grandeza de Dios.

[Salmos 8:3-4] menciona: “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que lo visites?”.

El salmista reconoce la bajeza del humano y su insignificancia al comparar las obras de Dios con él. Declara que el humano no es digno de ser visitado por Dios, y se hace estas interrogantes mostrando la humildad del humano ante su creador.

Buscar a Dios en medio de la aflicción.

“Entonces Josué rompió sus vestidos, y se postró en tierra sobre su rostro delante del arca de Jehová hasta caer la tarde, él y los ancianos de Israel; y echaron polvo sobre sus cabezas”. [Josué 7:6].

No podemos salir por nuestras propias fuerzas de los problemas que nos afectan, por lo tanto debemos voltear siempre a Dios buscando su favor.

Venciendo el orgullo.

“Pero David respondió a Saúl: ¿Quién soy yo, o qué es mi vida, o la familia de mi padre en Israel, para que yo sea yerno del rey?”. [1 Samuel 18:18].

David recibió una oferta del rey Saúl, la cual era la mano de una de sus hijas y así convertirse en un príncipe de Israel, sin embargo, David no se llenó de orgullo ni de vanidad, por el contrario mostró una humildad genuina y rechazó la oferta.

Siendo obediente.

“Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio”. [2 Reyes 5:14].

Un general sirio llamado Naamàn estaba enfermo de lepra, y acudió a un profeta de Israel para ser sanado. El profeta le dijo que se zambullera en un río el cual estaba “sucio” y el general se rehusó, sin embargo sus siervos lo hacen cambiar de parecer y él finalmente accede. En esta actitud, el general dejó de lado su orgullo y accedió a lo que el profeta de Dios le decía, practicando así la humildad a través de la obediencia, de manera que tomando ésta actitud él sanó de la lepra.

Reconociendo limitaciones.

“Espera, oh Israel, en Jehová, desde ahora y para siempre”. [Salmos 138:3].

Alejarse de la soberbia.

“Ciertamente la soberbia concebirá contienda...”. [Proverbios 13:10].

Ser como niños ante Dios.

El Señor Jesús en repetidas ocasiones mencionó a los niños como modelos de vida a seguir, y esto no significaba que debiéramos tener conductas infantiles, sino más bien, que viviéramos como viven ellos, es decir, de una manera inocente ante lo malo, ser totalmente dependientes a sus padres [en este caso nosotros ante Dios como nuestro Padre] y sin afanes ni conflictos de ninguna índole.

Veamos lo que dice Jesús en el siguiente pasaje:

“En aquél tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos”. [Mateo 18:1-4].

Queda claro en este pasaje que la humildad está presente en los niños de una manera natural, y como dijo Jesús, debemos ser como ellos.

Reconocer el poder de Dios en nuestra vida.

El Apóstol Pablo reconoció que lo que él era y lo que había logrado, era porque Dios lo había permitido, y no por sus propios medios.

Al igual que Pablo, debemos reconocer a Dios como el autor material e intelectual de todo lo que tenemos, somos y lleguemos a ser.

“Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo” [1Corintios 15:9-10].

Sirviendo a los demás desinteresadamente y sin egoísmo.

“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya pues en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús”. [Filipenses 2:3-5].

[Salmo 138:6] menciona:

“Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos”.

Queda claro entonces que Dios demanda humildad en nuestro diario vivir, en cualquier parte en que nos encontremos y bajo cualquier circunstancia.

Si usted quiere que Dios atienda sus peticiones, aprenda a ser humilde

¿Es lo mismo humillarse o ser humillado?

No. Aunque parece lo mismo existen grandes diferencias al respecto.

La Biblia nos habla acerca del tema mostrando la respuesta a esta pregunta.

Algunos ejemplos de personajes que fueron humillados de una manera vergonzosa a consecuencia de sus actos, y que de ningún modo practicaron la humildad. Estos personajes son:

Sansón.

“Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él. Mas los filisteos le echaron mano, y le sacaron los ojos, y le llevaron a Gaza; y le ataron con cadenas para que moliese en la cárcel”. [Jueces 16:20-21].

El pueblo de Israel.

“Traeré, por tanto, los más perversos de las naciones, los cuales poseerán las casas de ellos; y haré cesar la soberbia de los poderosos, y sus santuarios serán profanados”. [Ezequiel 7:24].

El rey Nabucodonosor.

“Habló el rey y dijo: ¿no está la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? Aun estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete años pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere”. [Daniel 4:30-32].

Por otro lado, hubo otros personajes que decidieron humillarse de una manera totalmente diferente. Estos fueron enaltecidos cuando se sometieron a Dios.

Abel.

“Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y su ofrenda”. [Génesis 4:4].

Noé.

“Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”. [Génesis 6:8].

Abraham.

“Y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos”. [Génesis 22:16,17].

También aquí la lista podría continuar, dado que hay muchos otros personajes que se sometieron a Dios y disfrutaron de los beneficios que esto traía. Uusted decide si quiere “ser humillado” por su pecado, o “humillarse ante Dios” para ser enaltecido por él. Porque:

“Cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido”. [Lucas 14:11].

Nacidos de Dios

Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente [Efesios 4:17]

El trabajo básico y fundamental del Espíritu Santo en la vida de una persona es el nuevo nacimiento. Cuando hablamos de la palabra nueva, significa que hay algo anterior, algo viejo, y esto debe conducirnos a reflexionar acerca de las prácticas que antes teníamos. En cuando a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos. [Efesios 4:22]

La verdad central de cristianismo es que una persona debe ser nacida de Dios. El Espíritu Santo comunica la vida nueva a través de un nacimiento espiritual. No hay ningún misterio en esto. Esto es un milagro que sólo puede ser experimentado cuando Dios lo hace. Esta vida espiritual es una transformación del ser humano, desde adentro hacia afuera. También debemos poner de nuestra voluntad para dejarnos transformar por la mano de Dios y no ser rebeldes. [Jeremías 18:6]¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.

[Romanos 9:21] ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?

La nueva vida en Cristo significa cambiar de actitud frente a la manera actual de pensar y actuar. En Cristo la vida tiene una nueva dimensión y una calidad de vivirla. Esta nueva vida comienza desde el momento en que creemos en Él y le aceptamos como nuestro Señor y Salvador, reconociendo nuestras faltas y arrepintiéndonos de corazón.

Este nuevo estado de nuestra vida es nuevo estilo de vida, un nuevo caminar, donde en nuestro ser no puede haber cabida para Dios y para el diablo. Decimos juntamente con el apóstol Pablo: Porque para mí el vivir es Cristo [Filipenses 1:21]. Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí [Gálatas 2:20]. Ahora bien, si Cristo vive en mí, entonces debemos tener el mismo sentir de Él, como lo señala Pablo en su carta a los Filipenses [Filipenses 2:5]. Es tener sentimientos de amor, de bondad, humildad y compasión por los demás.

Nuestra nueva vida en Cristo debe reflejarse en hechos y palabras; una nueva manera de actuar y una nueva manera de hablar, y ser un fiel testimonio de un cambio espiritual. No es lo mismo decir que somos creyentes cristianos, y en la práctica nuestros hechos y palabras dicen lo contrario a esa nueva vida en Cristo. La vida cristiana es una forma de vida y no debe ser sólo una postura o un hermoso enunciado. La vida cristiana es vivir en Cristo y ser testimonio al mundo de un cambio de que realmente somos hijos de Dios.

No por gusto el apóstol Pablo nos exhorta a que ya no andemos como otros andan. Debemos despojarnos del viejo hombre o de la vieja mujer y vestirnos del nuevo hombre o de la nueva mujer. Eso implica dejar de mentir, no airarnos en demasía, no dar lugar al diablo, no robar, no hablar palabras corrompidas, no apagar el Espíritu Santo de Dios, no amargarse, no enojarnos, no tener ira, ni gritería y maledicencia, nada de malicia en nuestros corazones [Efesios 4:25-31].

La nueva vida en Cristo es ser benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como Dios nos ha perdonado a través de Cristo [v 32]. Pablo nos exhorta a ser imitadores de Dios como hijos muy queridos y andad en amor, así como Cristo nos amó entregándose en sacrifico por nosotros como una ofrenda a Dios [Efesios 5:1-2]. En esta nueva vida en Cristo debemos tener la mente de Cristo y pensar en todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad [Filipenses 4:8]. Para que así de esa manera podamos dar un buen testimonio consagrado al Señor y ser la sal de la tierra y la luz del mundo [Mateo 5:13-16].

La transformación mental es la clave para una transformación en nuestro estilo de vida. Si tú quieres ver un cambio profundamente asentado en tu vida, requerirá de un cambio profundamente en tu manera de pensar. No estamos hablando a cerca de un cambio radical en toda nuestra perspectiva de vida. Esto está enfatizado en las palabras del [v 23].

El Apóstol Pablo, vivió toda su vida dedicado y consagrado a lo que para él era la verdad de las Escrituras y conforme a su creencia consagró su vida, haciendo con diligencia lo que creía era la voluntad de Dios. En ese sentido, lo encontramos en los primeros capítulos del libro de los Hechos de los apóstoles persiguiendo con insistencia a un nuevo grupo de religiosos, una secta que estaba plagando su ciudad y las regiones aledañas. Él se preocupó de tal manera, que ni aún le importó tener que llegar hasta el extremo de consentir la muerte de muchas personas contar de que no se propagara más aquello que para él atentaba contra los principios Escriturales.

Cada uno de nosotros andaba por el mundo conforme a nuestras concupiscencias y deseos engañosos y pecaminosos; seguramente muchas veces fuimos detrás de aquellos que para nosotros eran raros y hasta tontos: los cristianos, cual Pablo, teníamos una fuerte persecución en contra de aquellas personas que no practicaban nuestras creencias o pensamientos. Nuestra vida debe marcarse como se marcó la historia de la humanidad: Antes y después de Cristo; no podemos pretender que después de haber sido alcanzados por el maravilloso amor de Dios, nuestra vida continúe siendo la misma.

Hoy día se han levantado doctrinas falsas que invitan a las personas a que vivan una vida despreocupada y tranquila, predican un evangelio diferente y con liviandad y dicen solo recibe al Señor en tu corazón y continúa tu vida normal, no hay ningún problema, Dios conoce que somos débiles, lo importante es que tu nombre esté inscrito en el libro de la vida y puedes continuar siendo el mismo y ser salvo. Debemos tener cuidado con las iglesias modernas y aquellos falsos maestros que confunden a la gente con enseñanzas extrañas.

Pero la Biblia enseña una doctrina muy diferente, dice que nuestro nombre podría ser borrado del libro de la vida [Apocalipsis 3:5], adicionalmente, en el pasaje tomado inicialmente, el Apóstol Pablo está haciendo una de tantas invitaciones registradas en las Escrituras a que vivamos diferente.

El Apóstol Pablo es un máximo ejemplo de esto, como ya se dijo, él llevaba una vida que no era del agrado de Dios, pese a que era un importante miembro del concejo judío, tuvo que tener un verdadero encuentro con Dios que lo marcó y lo hizo una nueva criatura [2 Corintios 5:17]. Tal era su estilo de vida, que cuando quiso hacer lo bueno, le huían, le tenían miedo [Hechos 9:21], pero con el paso del tiempo, el dio testimonio de que en verdad Dios había tratado con él y ahora era una persona diferente.

De ahí que en el texto base de este mensaje, el apóstol habla con insistencia acerca de nuestro nuevo estilo de vida y menciona algunas de las cosas a las que se suponen deben ser parte de los frutos de alguien que ha nacido de nuevo.

En primer lugar habla de que debemos marcar una diferencia con los inconversos. “No andéis como los otros gentiles que andan en la vanidad de su mente”. Antes vivíamos conforme nos parecía que era bueno, pero ahora en nuestra mente no hay vanidad, porque debemos tener la mente de Cristo [1Corintios 2:16].

En el versículo siguiente teniendo el entendimiento entenebrecido, en la epístola a los Romanos, el Apóstol Pablo nos invita a no conformarnos a la forma de vivir de nuestros contemporáneos y habla de que hemos sido transformados por medio de la renovación de nuestro entendimiento, en otras palabras, nuestra mente ahora no está entenebrecida, ha sido renovada y esto, dice el apóstol, debe llevarnos a una nueva manera de vivir.

Ajenos de la vida de Dios, por la ignorancia que en ellos hay, una de las cosas más maravillosas de Dios es su justicia, el hecho de que Él conoce cada una de nuestras debilidades, de ahí que aunque el apóstol habla de la oscura forma de vivir de los inconversos, aclara también que esto se da porque son ignorantes de Dios.

!Paz a vosotros, los cristianos!