jueves, febrero 04, 2016

Solamente palabras vanas




                   

“Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia” [Efesios 5:6].

Hoy en día no estamos muy acostumbrados a oir hablar sobre la ira de Dios en las iglesias; tal vez porque suena muy asombroso para muchos, y para otros quizás, sea un poco molesto y dejen de congregarse. Tal vez parece que el miedo de perder miembros obliga a los predicadores a omitir el tema; ya que éste, no los hace muy populares. El amor, la Gracia, el perdón, la misericordia, la prosperidad, y las riquezas de Dios siempre están a la orden del día en los temas que se van a exponer desde los púlpitos; y dicho sea de paso, ¡Benditos sean!; todos son bíblicos.
Son temas atractivos, hacen sentir bien a la gente; a ¿Quién no le gustaría que Dios le diera riquezas, carros nuevos, mansiones de lujo, billeteras llenas de dinero, cuentas gordas en los bancos, yates, trajes de lujo, relojes finos, etc.? y la lista sería muy larga; total la fe da para todo, pero, en definitiva es todo material y arderá en fuego; todo eso es vanagloria. Claro está, que hay iglesias que buscan todo esto y están llenas, y los miembros, jamás se pierden una reunión, o un culto, ni siquiera por un catarro; es que evidentemente éstos temas satisfacen a todos los públicos y no incomodan a nadie; ni siquiera al infierno, y Lucifer también asiste a la congregación a escucharlos atentamente.
Éstos temas sensibilizan la mente de las personas y causan una sensación de que todo marcha bien y en victoria y que al fin de cuentas, después de todo, el Dios del Cielo, les abrirá las puertas a todos, sin importar como estén; manchados, rayados, listados, pintados o abigarrados, como el ganado de Jacob; no importa, somos todos hijos de Dios; y todo el que crea diga ¡Amén!
Es muy difícil, tal vez contradictorio, imaginar la ira de Dios, o un Dios que esté enojado con alguien cuando su propia Palabra  dice que “Él es amor” [1Juan 4:8,16].
Su Palabra no puede contradecirse, Él es tanto amor como justicia; y nunca tolerará injusticia o pecado entre sus hijos. Quién conoce y cree la verdad, pero vive en la mentira, vive en las cosas vanas, vive en la vanagloria de la vida, en las tentaciones de los ojos, en la soberbia, en la arrogancia y en cosas mundanas que ofrece el mundo y los demonios, está jugando con la fe y la salvación del alma.
El pueblo de Israel enfadaba a Dios con sus idolatrias, con sus quejas, con su desconformismo, con su rebeldía y desobediencia, y ellos pensando que la observancia de las tradiciones religiosas compensaba sus pecados. Hoy en día no se está muy lejos de ser como el pueblo de Israel, es exactamente lo que le ha sucedido a muchos creyentes en la actualidad; ellos piensan que el amor y la gracia de Dios cancelarán sus carnalidades. Tal vez se olvidaron de predicar este pasaje, que está escrito y no se ha borrado, tal vez algunos lo quieran quitar de la Biblia, otros hacen la vista gorda, en fin, el pasaje en cuestion [Romanos 1:18] Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad.
La ira de Dios es una expresión de su justicia y amor; es el enojo de Dios y su reacción permanente a todo pecado e injustica [Ezequiel 7:8-9] provocada por la conducta malvada de algunas personas. El mismo Jesús manifestó su ira cuando entró en el templo y echó afuera a todos los que hacían negocios en el mismo templo. Hoy en día cuántos hacen negocio con la Palabra de Dios; la tuercen, la tergiversan, le dan vueltas, la enroscan, le hacen torniquetes a ver si sale, o lo que salga; y le dan otro sentido a lo que quiere decir, la moldean a gusto y placer; y todo esto, lo hacen en el mismo templo, engañando a la gente. Muchos se han enriquecido con la venta de levadura, en ésta gran masa que es el mundo de la religión. Si estás con uno eres obediente; si estás con el otro eres rebelde; la idolatría da al cuello y quieren que digas lo que ellos quieren. Mejor no decir absolutamente nada, como cordero al matadero. ¡Amén!
Que nadie cuente con la compasión y la benevolencia de Dios para mantenerse en el pecado, porque la ira de Dios se revela sobre todos los rebeldes, hijos de la desobediencia.
Debemos aprovechar el poco tiempo que nos resta para hacer un examen de conciencia y firmar una alianza con Dios y alejarnos de todo lo que nos distrae, nos perjudica, y no ser cómplices con aquellas personas que adulteran la Palabra de Dios para su conveniencia, para su enriquecimiento o llenar las arcas de las ofrendas para su propia perdición. Debemos recordar que Dios es amor, pero también es fuego que consume.