a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese
mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha [Efesios 5:27]
La Iglesia Primitiva:
La palabra griega que las
versiones en español traducen de iglesia
es eclesía, que procede de la palabra hebrea caleo [yo llamo]. En la literatura
secular la palabra eclesía se refiere a cualquier tipo de asamblea de personas,
pero en el Nuevo Testamento la palabra tiene un significado más especializado.
La literatura secular usaba esta palabra eclesía para denotar cualquier
tumulto, concentración política, una orgía, o cualquier reunión con cualquier
propósito. Pero el Nuevo Testamento usa eclesía para referirse únicamente a la
reunión de cristianos congregados para adorar a Cristo. Por esto los
traductores de la Biblia usan el término iglesia en lugar de usar un término
más general tal como asamblea.
¿Qué es la iglesia? ¿Quiénes
integran esta asamblea? ¿Qué quiere decir Pablo cuando llama a la iglesia el
cuerpo de Cristo?
Para responder a conciencia
estas preguntas necesitamos comprender el contexto social e histórico de la
iglesia del Nuevo Testamento. La iglesia primitiva surgió en la encrucijada de
las culturas hebrea y helenista.
En este artículo dirigimos
nuestra atención a la historia de la iglesia primitiva en sí misma. Veremos lo
que los primeros cristianos entendieron como su misión, y cómo los inconversos
la consideraron.
Fundación de la iglesia:
Cuarenta días después de su
resurrección Jesús dio instrucciones finales a sus discípulos y ascendió al
cielo [Hch 1.1–11]. Los discípulos regresaron a Jerusalén, y se retiraron por
varios días para ayunar y orar, esperando al Espíritu Santo que Jesús dijo que
vendría. Alrededor de 120 seguidores de Jesús esperaban en ese grupo.
Cincuenta días después de la
Pascua, en el día de Pentecostés, un estruendo como de un viento recio que
soplaba llenó la casa donde estaba el grupo reunido. Lenguas como de fuego se
posaron sobre cada persona, y ellos empezaron a hablar en otros idiomas según
el Espíritu Santo les daba que hablaran. Los visitantes extranjeros se
sorprendieron al oír a los discípulos hablar en sus idiomas nativos. Algunos se
burlaron del grupo, diciendo que estaban borrachos [Hch 2.13]. Cabe recordar y
párrafo aparte; los movimientos pentecostales trajeron doctrinas erróneas,
tales como el hablar en lenguas, dicho sea de paso, lenguas que nunca se
pudieron interpretar, ni humanamente, ni por el Espíritu Santo; con ello
trajeron religiosidad, encadenando a mujeres y hombres a preceptos y
mandamientos de hombres y de ahí en más salieron denominaciones innumerables; y
ahora en el tiempo del fin vemos los resultados.
Pero Pedro hizo callar a la
multitud, y explicó que lo que estaban presenciando era el derramamiento del
Espíritu Santo que habían anunciado los profetas del Antiguo Testamento [Hch
2.16–21] [Joel 2.28–32]. Algunos de los
visitantes extranjeros preguntaron qué debían hacer para recibir el Espíritu
Santo. Pedro dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre
de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu
Santo [Hch 2.38]. Alrededor de tres mil personas recibieron a Cristo aquel día.
Por varios años Jerusalén
fue el centro de la iglesia. Muchos judíos creían que los seguidores de Jesús
eran nada más que otra secta dentro del judaísmo. Sospechaban que los
cristianos estaban tratando de empezar una nueva religión de misterio alrededor
de Jesús de Nazaret.
Es cierto que muchos de los
primeros cristianos continuaron adorando en el templo [Hch 3.1], y algunos
insistieron en que los gentiles convertidos debían circuncidarse [Hch 15]. Pero los líderes judíos pronto se
dieron cuenta de que los cristianos eran más que una secta.
Jesús les había dicho a los
judíos que Dios haría un nuevo pacto con el pueblo que le era fiel [Mt 16.18]
El había sellado este pacto con su propia sangre [Lc 22.20]. Así que los
primeros cristianos intrépidamente proclamaban que habían heredado los
privilegios que una vez pertenecieron a Israel. No eran sencillamente una parte
de Israel; eran el nuevo Israel [Ap 3.12]
[Ap 21.2] [Mt 26.28] [He 8.8]
[He 9.15]. Los líderes judíos se estremecían de miedo de que esta nueva
y extraña enseñanza no era judaísmo estrecho, sino que extendía a todos los
hombres el privilegio de Israel en la alta revelación de un Padre de todos.
La comunidad en Jerusalén:
Los primeros creyentes
formaron una comunidad estrecha en Jerusalén, después del día de Pentecostés.
Esperaban que Cristo retornara muy pronto.
Este grupo compartía sus
bienes materiales [Hch 2.44–45]. Muchos vendieron sus propiedades y dieron a la
iglesia el producto de la venta, la cual distribuía los recursos [Hch 4.34–35].
Los cristianos de Jerusalén
todavía iban al templo a orar [Hch 2.46], pero empezaron a celebrar la Cena del
Señor en sus propios hogares [Hch 2.42–4]. Esta comida simbólica les recordaba
su nuevo pacto con Dios, el cual Jesucristo había hecho al sacrificar su propio
cuerpo y sangre.
Dios obraba milagros de
sanidad por medio de estos primeros cristianos. Los enfermos se reunían en el
templo para que los apóstoles pudieran tocarlos al acudir a la oración [Hch
5.12–16]. Estos milagros convencieron a muchos que los cristianos
verdaderamente estaban sirviendo a Dios. Los oficiales del templo arrestaron a
los apóstoles, en un esfuerzo por suprimir el interés del pueblo en esta nueva
religión. Pero Dios envió un ángel para librar de la cárcel a los apóstoles
[Hch 5.17–20], lo cual produjo más emoción.
La iglesia creció tan
rápidamente que los apóstoles tuvieron que nombrar siete hombres para que
distribuyeran las provisiones a las viudas necesitadas. El líder de estos
hombres era Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo [Hch 6.5]. Aquí
vemos el principio del gobierno de la iglesia. Los apóstoles tuvieron que
delegar en otros líderes algunas tareas. Con el paso del tiempo, los oficios de
la iglesia se organizaron en una estructura más bien compleja; y de ahí
salieron las religiones y sus religiosos; que no se pueden salvar a sí mismos y
no dejan que se salven los demás.
La Iglesia Primitiva
celebraba el partimiento del pan en sus hogares [Iglesias en casa]; recordaban
la muerte Expiatoria de Cristo; simbólicamente recordaban el Nuevo Pacto de
Dios con el hombre, y sellado con sangre; la sangre de su propio Hijo Jesús.
Algunos se atribuyen la
gloria; gloria que pertenece solamente al Espíritu Santo; y nadie puede decir
que son los pioneros de formar las [Iglesias en casa]; desde ya es una aberración
pensar de esa forma y una falta de respeto al Espíritu Santo. El pionero de
formar la Iglesia fue el Espíritu Santo; y los primeros cristianos se reunían
en sus hogares con humildad y sencillez de corazón y guiados por el Espíritu Santo.
La Iglesia es una confraternidad
espiritual:[Gr.Koinonía] [2Co 13:14]; [Fil. 2:1]. Eso abarca la morada del Espíritu
Santo [Lc. 11:13]; [Jn. 7:37-39]; [Jn. 20:22], y la unidad del Espíritu [Ef.
4:4], y el bautismo en el Espíritu [Hch. 1:5]; [Hch. 2:4]; [Hch. 8:14-17];
[Hch.10:44]; [Hch. 19:1-7]. La confraternidad debe demostrar amor visible y
cuidado mutuo [Jn. 13:34-35].
La Iglesia es el Cuerpo de Cristo: [1Co. 6:15]; [1Co. 10:16-17]; [1Co. 12:12-27]. esa imagen del matrimonio pone de relieve la devoción y la fidelidad de la iglesia a Cristo y el amor y la familiaridad de Cristo con su iglesia.
La gente está cansada de
jugar a la religión, la gente está cansada de filosofías vacías que no conducen
a nada; la gente está cansada de tantas mentiras y no tener resultados. La
Iglesia es un organismo vivo que nace en los hogares cimentados por el Espíritu
Santo y donde Cristo está presente.
Gracia y Paz sean a tu vida!