El patriarca Job hizo
una pregunta que muchos han considerado desde aquel tiempo: “Si el hombre
muriere, ¿volverá a vivir?” [Job 14:14]. Luego expresa lo que muchos sienten: “Yo
sé que mi Redentor vive, y al fin se levantara sobre el polvo; y después de
deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios” [Job 19:25,26]. La Biblia
dice que ésta establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de
esto el juicio” [Hebreos 9:27]. En la descripción del juicio, que relata [Mateo
25:31-46], se ve que habrá una gran separación ë irán éstos (los injustos) al castigo eterno, y los justos
a la vida eterna” (v46). Hay solamente dos destinos: El infierno, con su
tormento descrito en el Evangelio de Lucas, capitulo 16, y el cielo, cuyo
esplendor y gloria están descritos en Apocalipsis 21 y 22.
La salvación se refiere
al lugar y al estado del alma, en los cuales el hombre vivirá eternamente. Todo
el mundo sabe que Dios no permite al hombre llevar sus pecados consigo al
cielo. Por lo tanto, algo tiene que efectuarse en el hombre para librarle del
pecado si es que va a pasar la eternidad en el cielo. Esta obra por la cual el
alma del hombre queda libre de la condenación del pecado se llama la salvación.
¿Cómo conseguimos la salvación?
¿Cómo podemos estar seguros de que viviremos en el cielo y no iremos al
infierno? Los hombres han dado muchas respuestas a estas preguntas: Unos dicen
que el hombre tiene que mortificar la carne, hacer votos, hacer bienes a otros,
llevar una vida moral, etc.; otros declaran y decretan que es necesario confiar
en la iglesia, dar diezmos, ofrendas y pactos de dinero; hay otros que señalan
que se debe confiar en personas piadosas que puedan abogar por ellos; otros
dicen que es preciso recibir los ritos de la iglesia y cumplir con ellos. Pero
cuando se trata de un asunto tan importante como el destino del alma deseamos
basarnos en la absoluta verdad; y a fin de hallar la verdad en cuanto a asuntos
espirituales, debemos ir a la autoridad suprema de toda verdad, la Palabra de
Dios; y esa es la autoridad para el cristianismo.
¿Qué dice la Biblia?
“Sabiendo que fuisteis
rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros
padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre
preciosa de Cristo” [1Pedro 1:18-19]. “Quien (Jesucristo) llevo él mismo
nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando
muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis
sanados” [1Pedro 2:24].
El apóstol Pablo
declara:
“Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por
obras, para que nadie se gloríe” [Efesios 2:8-9].
Nadie puede ser salvo por
buenas obras de amor ni grandes esfuerzos por obedecer los mandamientos de
Dios. La persona se salva por la gracia de Dios. Las razones para eso son las
siguientes:
1]- Todos los que no
son salvos están muertos espiritualmente [v1], bajo el dominio de Satanás [v2],
esclavizados al pecado [v3] y bajo la condenación de Dios [v3].
2]- Para ser salvo uno
debe recibir la provisión de Dios de salvación [vv 4-5], recibir el perdón del pecado
[Romanos 4:7-8], obtener la vida espiritual, ser liberado del poder de Satanás
y del pecado [Colosenses 1:13], ser hecho una criatura [v 10]; [2Corintios
5:17] y recibir al Espíritu Santo [Juan
7:37-39]; [Juan 20:22]. Ningún esfuerzo propio, por grande que sea,
puede lograr lo anterior.
3]- Lo que produce la salvación
es la gracia de Dios por la fe [vv 5-8].
El don de gracia de Dios incluye lo siguiente:
A]- Primero se produce
el llamado al arrepentimiento y a la fe [Hechos 2:38]. Junto con ese llamado
viene la obra del Espíritu Santo dentro de la persona, que le da el poder o la
capacidad de convencer de pecado y responder a Dios.
B]- Los que responden
en fe y arrepentimiento y aceptan a Cristo como Señor y Salvador reciben gracia
adicional para ser nacidos de nuevo mediante el Espíritu y ser llenos del Espíritu
[Efesios 5:18]; [Hechos 1:8]; [Hechos 2:38].
C]- Los que llegan a
ser nuevas criaturas en Cristo reciben continua gracia para vivir la vida
cristiana, resistir el pecado y servir a Dios [Romanos 8:1314]; [2Corintios
9:8].
Jesucristo dice:
“Porque de tal manera
amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. El que en él cree, no es condenado;
pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del
unigénito Hijo de Dios” [Juan 3:16-18].
La salvación no depende
de ningún hombre, ni de las obras del hombre, o sea, de hacer bien a los demás o
de hacer buenas acciones; la salvación no depende de la iglesia donde tú estás,
ni de la cantidad de dinero que ofrezcas; no depende del diezmo, de la ofrenda,
ni de los pactos de dinero que te pidan; la salvación depende pura y
exclusivamente de la obra redentora de Jesucristo quien tomó el lugar del
pecador en la cruz del Calvario. La acción que debe tomar el hombre es creer en
Cristo, confiar en él como Salvador de la condenación eterna, y obedecerle como
el Señor.
Jesús dijo: “Venid a mí
todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” [Mateo
11:28].
¡Gracia y Paz del Señor
¡