[Isaías 53:4-6] Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y
sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios
y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros
curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por
su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
Isaías 53 es un capítulo donde se hace
referencia al cordero de Dios, porque contiene una semblanza impresionante en
relación con los sufrimientos que el Señor Jesucristo sufrió cuando estuvo en
la tierra. Los capítulos que narran los sufrimientos de Jesús, el Mesías de
Israel en el Nuevo Testamento, son un fiel reflejo del pensamiento profético de
Isaías.
¿Qué es la expiación?
La expiación es el acto por el que se
quita el pecado o la contaminación mediante un sacrificio o pago establecido
por Dios. Algunos sugieren la palabra aramea que equivale a «borrar», pero es
más probable que venga de una raíz que significa «cubrir». El concepto básico
parece ser el de eliminar el obstáculo que impide la bendición de Dios.
Básicamente la expiación se hace por el PECADO que contamina tanto al hombre
como a las cosas, y del cual la impureza ceremonial es solo una ilustración. El
medio de expiación variaba, podía muy bien ser una ofrenda en efectivo [Nm
31.50]. Pero principalmente la expiación se hacía mediante la muerte de una
víctima, y por la sangre como símbolo de su vida derramada [Lv 17.11]. A veces
el culpable mismo debía morir [Nm 35.33], pero en la mayoría de los casos se
ofrecía un animal como sustituto. La expiación presenta el pecado como algo que
contamina al hombre y que interrumpe su relación con Dios. Indica que es Dios
mismo el que brinda el medio para restablecer la relación rota por el pecado ya
que el hombre no puede hacerlo. Demuestra la justicia de Dios, porque Él
demanda un castigo por el pecado. También su amor, porque Él provee un
sustituto para el pecador. Por último, demuestra los beneficios para aquel que
acepta la provisión expiatoria de Dios. Hay limpieza de la contaminación,
perdón de la culpa y liberación del castigo merecido.
Hay una necesidad de expiación:
1]- En el libro de [Levítico 16:30]
dice: Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de
todos vuestros pecados delante de Jehová. La necesidad de la expiación se
originaba en el hecho de que el pecado de Israel, sino se expiaba, los
sujetaría a la ira de Dios. Así que el propósito del día de la expiación era
proveer de un amplio sacrificio por todos los pecados que pudieran no haberse
expiado en los sacrificios ofrecidos durante todo el año anterior. Con eso el
pueblo sería limpio de sus pecados del pasado año, apartaría la ira de Dios
hacia ellos y mantendría la comunión de Dios con ellos.
2]- Por cuanto Dios deseaba salvar a
Israel, perdonar sus pecados y reconciliarlo consigo mismo, proveyó una vía de
salvación al aceptar en su lugar la muerte de una vida inocente; en este caso
de un animal que era sacrificado. Este animal llevaba la culpa y el castigo de
ellos y cubría sus pecados mediante su sangre derramada.
En el Antiguo Testamento Precisamente
en [Levítico 16] describe el día de la expiación, el día santo más importante
del año judío. En ese día el sumo sacerdote, vestido de vestiduras sagradas,
primero se preparaba con purificaciones especiales. Luego, él tenía que ofrecer
un becerro por sus propios pecados y su casa; de esta manera quedaba limpio, y
sus pecados eran borrados, y así poder expiar los pecados del pueblo. Después
de todo esto, tenía que hacer la expiación por los pecados del pueblo tomando
dos machos cabríos y echaba suertes: Uno se convertía en el sacrificio, el otro
sería el chivo expiatorio. Mataba el primer macho cabrío, tomaba su sangre,
entraba en el santuario detrás del velo y esparcía la sangre sobre el
propiciatorio, poniendo así la sangre entre Dios y las tablas de la ley que
estaban bajo el propiciatorio; de esa manera se hacía expiación por los pecados
de toda la nación. Como un paso final tomaba el macho cabrío vivo, ponía las
manos sobre su cabeza, confesaba sobre ella todas las iniquidades y rebeliones
de los israelitas, y lo enviaba al desierto, simbolizando que sus pecados eran
llevados fuera del campamento para desaparecer y morir en el desierto.
1]- El día de la expiación debía ser
una reunión solemne, un día en el cual el pueblo ayunaba y se humillaba delante
del Señor; esa reacción recalcaba la gravedad del pecado y el hecho de que la
obra expiatoria de Dios era eficaz solo para los que tenían un corazón contrito
y una fe que perseverare.
2]- El día de la expiación se consumaba
por todos los pecados y transgresiones no expiados durante el año anterior y
tenía que repetirse cada año de la misma manera.
Dios se canso de los sacrificios
[Isaías 1:11-14] 11¿Para qué me sirve,
dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos
de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de
ovejas, ni de machos cabríos.
12¿Quién demanda esto de vuestras
manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios? 13No me
traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de
reposo,* el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras
fiestas solemnes. 14Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene
aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas.
Isaías condena al pueblo por participar
en injusticias y obras inicuas, mientras el pueblo continúa llevando ofrendas y
sacrificios a Dios y orando y adorándolo. La adoración y la alabanza se
convierten en una abominación para Dios si el corazón no está sinceramente
dedicado a Él y a sus caminos santos. [Is. 66:3]; [Jer. 7:21-26]; [Os.6:6];
[Am. 5:21-24]; [Mi. 6:6-8].
En realidad, el sacrificio de expiación
en este día tan especial no cubre todos los pecados de una vez por todas,
porque tuvo que ser repetido anualmente. Fue un "tipo" junto con
todos los demás sacrificios Judíos de la expiación, que Dios un día quería proveer
el sacrificio perfecto el Cordero de Dios, Jesucristo. Nuestro gran sumo
sacerdote, Jesús Cristo, ofrecido a sí mismo en el derramamiento de su propia
sangre en el Calvario para expiar los pecados del mundo, una sola vez y para
siempre. [Hebreos 9:11, 12]; [Ro. 3:25]; [Ro.5:9-10]; [1Cor. 5:7]; [2Cor.
5:18-21]; [Gál. 3:13-14]; [1Pe. 1:18-19]; [1Jn. 2:2]; 1Jn.4:10]; [Apoc. 5:9].
La muerte de Jesucristo es el
cumplimiento de todo lo que fue representado en el sistema expiatorio del
Antiguo Testamento. Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo [2Cor.
5:19].
El sacrificio de Jesucristo garantiza
nuestra "eterna redención." Lo que el
imperfecto sacrificio de los animales no puede hacer, Jesucristo lo hizo
de una vez por todas para todos los que en Él creen.
Cristo nos representó en Su muerte. Él
es nuestro sustituto. "Uno murió por todos" [2 Cor. 5:14]. Nuestro
abogado ante el Padre en defensa de nuestro caso, con Su sangre [1Jn. 2:2].
Dios gentilmente proveyó el sacrificio perfecto por nuestros pecados. Fue un
acto de gracia de Dios para el hombre pecador. La muerte de Jesucristo es lo
que ofrece expiación por el pecador. Nosotros podemos venir ante la presencia
de Dios solamente por la sangre [Mat. 26:28]; [Lc. 22:20]; [Col. 1:20]. La
expiación de Jesucristo es de una vez por todas, nunca se repite.
En el Antiguo Testamento la idea de la
sustitución es frecuente en la expresión "por nosotros", "por
mí". Jesús "se dio a sí mismo en rescate por todos" [1Tim. 2:6],
[2Cor. 5:21]; [Mr. 10:45]. Se convirtió en una "maldición por
nosotros" [Gálatas 3:13]. El derramamiento de sangre fue central para
hacer expiación por el pecado. Una muerte ocurrió. Alguien murió por el castigo
del pecado [Hebreos 9:22]; [Rom. 5:8]; [Jn. 1:29, 36]; [1Pe. 1:18-19].
Una de las expresiones más claras de la
idea de la sustitución es la involuntaria profecía del sumo sacerdote Caifás en
el juicio de Jesús en las primeras horas de la mañana del día en que Jesús
murió. "ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y
no que toda la nación perezca" [Juan 11:50].
Es fundamental que cada individuo se
apropie de la expiación de Jesucristo por la fe. Nadie más lo puede hacer por
usted. Usted debe poner su fe en Cristo como su sustituto, a fin de ser salvo
del pecado y de pasar la eternidad con Dios en el cielo.
Estos pasajes nos explican cómo fue
realizado el plan:
1]. [Rom. 5:6-8].
2]. [2Cor. 5:21].
3]. [IPedro 2:24] [1Pedro 3:18].
La Expiación y el Nuevo Testamento
El sacrificio del Antiguo Testamento es
un cuadro, una sombra, y una copia terrenal de realidades concretas, así como
lo son los sacramentos del Nuevo Testamento. Cristo es el Sumo Sacerdote
arquetípico [Heb. 7:26-27] y por tanto, hace expiación por su pueblo.
“Porque no entró Cristo en el santuario
hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse
ahora por nosotros ante Dios” [Heb. 9:24].
La sangre de animales nunca podía ser
un sustituto real por el pecado: “porque la sangre de los toros y de los machos
cabríos no puede quitar los pecados” [Heb. 10:4]. Pero sí proveía un cuadro y
una promesa del Mesías venidero. Por tanto, es crucial entender que en su
muerte Cristo cumplió todo lo que los sacrificios prefiguraban [Mat. 26:28].
“el cual fue entregado por nuestras transgresiones” [Rom. 4:25]. Su sangre fue
derramada “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”
[Efe. 1:17]; [Col. 1:14]. Él hizo “purificación por los pecados” [Heb. 1:3]. “Y
él es la propiciación (sacrificio que desvía la ira de Dios) por nuestros pecados”
[1Jn. 2:2]. Su sangre es “la sangre del nuevo pacto” [1Cor. 11:25]. Cristo “se
entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a
Dios en olor fragante” [Efe. 5:2].
“Nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” [1Cor. 5:7].
Fuimos redimidos no con cosas corruptibles tales como plata y oro “sino con la sangre preciosa de Cristo,
como de un cordero sin mancha y sin contaminación” [1Ped. 1:19]. “He aquí el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” [Juan 1:29].
La muerte de Cristo fue representativa
para nosotros: “si uno murió por todos, luego todos murieron” [2Cor. 5:14]. La
muerte de Cristo fue un pago de rescate, un precio pagado para comprar a un
esclavo y ponerlo en libertad: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido,
sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” [Mar. 10:45]. Dios
“al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros
fuésemos hechos justicia de Dios en él” [2Cor. 5:21]. “Todos nosotros nos
descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó
en él el pecado de todos nosotros” [Isa. 53:5-6].
La muerte de Cristo revela el amor de
Dios por los hombres: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que
siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom. 5:8).
“Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito” [Jn. 3:16].
El día de la expiación está repleto de
simbolismo que señala la obra del Señor y Salvador Jesucristo. En el Nuevo
Testamento, el autor de la epístola a los Hebreos subraya el cumplimiento en el
Nuevo Pacto de la tipología del ceremonial del día de la expiación; por ejemplo
dice, en [Hebreos 9:6-7] lo siguiente: Y así dispuestas estas cosas, en la
primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir
los oficios del culto; pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez
al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de
ignorancia del pueblo.
El hecho de que los ceremoniales
expiatorios del Antiguo Testamento tenían que repetirse anualmente indica que
había algo temporal en cuanto a ellos. Señalaban por anticipado el tiempo en
que Cristo vendría a quitar de manera permanente todo pecado confesado.
La muerte de Cristo fue el misterio de
los siglos ¿Por qué? En [Juan 3:16] dice: Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, mas tenga vida eterna. Esa es la razón por la cual Dios entregó a su
Hijo a morir en la cruz; por amor a la humanidad. Era necesario el
derramamiento de la sangre de Cristo para cubrir el pecado del ser humano y
restablecer una nueva relación con Dios.
La muerte de Cristo fue: Un Misterio de
humillación.
1. La humillación más profunda era
hacerse hombre. [Fil. 2:7].
2. Dejó su gloria, para venir al mundo
[Fil. 2:6].
3. Se hizo pobre, siendo rico [2Cor.
8:9].
4. Siendo rey, se hizo siervo [Fil.
2:7].
La muerte de Cristo fue: Un Misterio de
dolor [53:2, 5].
1. Su rostro desfigurado [53:2].
2. Su cuerpo maltratado y herido
[53:5].
3. Su corazón traspasado.
La muerte de Cristo fue: Un Misterio de
tristeza [53:3].
1. Se llenó de tristeza por el
comportamiento humano [53:5].
2. Fue menospreciado [53:3].
3. Se llenó de tristeza por el abandono
de sus amigos [Mat. 26:38].
4. Fue avergonzado públicamente [53:9].
Lo Provisorio de los Sacrificios
En el hecho del sacrificio, la
purificación se le concede al hombre porque la culpa del hombre es imputada al
animal sacrificado. En otras palabras, sacrificar es realizar una sustitución,
una satisfacción vicaria. La sangre sirve para la expiación por ser portadora
de la vida [Lv 17.11], pues es la vida de la víctima la que es ofrecida para
conservar la vida del alma humana delante de Dios. Sin embargo, la sangre de la
víctima es capaz de expiar no por su naturaleza, sino porque Dios en su
misericordia lo establece así. La sangre y la vida del animal no son sustituto
perfecto y completo para la vida humana. La total sustitución, satisfacción,
propiciación y purificación se obtienen solo por la sangre de Cristo [Heb
9.12]; [1 Jn 1.7]; [Ap 1.5].
El Nuevo Testamento señala más
detalladamente lo provisorio e imperfecto de la institución del Antiguo
Testamento. Cada año debía presentarse un nuevo sacrificio en el día del perdón
[Heb 9.25], pues la sangre de machos cabríos o de becerros no podía purificar
perfectamente. Por estos sacrificios más bien se hacía memoria de los pecados
[Heb 9.12; 10.3]. Además, tal institución era imperfecta por cuanto el sumo
sacerdote mismo era una persona que necesitaba presentar sacrificios por sus
propios pecados antes de hacerlo por los pecados del pueblo [Heb 7.27].
Mediante el hecho de que el sumo sacerdote solamente podía entrar una vez al
año en el Lugar Santísimo, «el Espíritu Santo daba a entender que aún no se
había manifestado el camino al Lugar Santísimo» [Heb 9.8].
El oficio sacerdotal de Cristo puso fin
a todas las imperfecciones sacrificiales antiguas. Con su muerte, los sacrificios
sangrientos pasaron a ser innecesarios, porque «somos santificados mediante la
ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre» [Heb 10.10]. A
este sustituto «Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre»
[Ro 3.25].
Gracia y Paz sean a tu vida!