jueves, diciembre 09, 2010

LAS MORADAS ETERNAS


[Juan 14.1-6] No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

Debido a que la humanidad está ligada a la tierra hasta la muerte, son comunes las ideas falsas acerca del cielo. Algunas personas lo imaginan como un mundo etéreo de espíritus amorfos que flotan, mientras que otros niegan rotundamente su existencia. Algunas personas han regresado de experiencias cercanas a la muerte, y han descrito lo que vieron. En medio de todas las opiniones confusas y contradictorias, haríamos bien en recordar que nuestra única fuente segura y correcta de información sobre el cielo es la Palabra de Dios.

El Señor Jesús tenía un conocimiento directo del cielo, porque había venido del Padre a la tierra. Poco antes de morir, les dijo a sus discípulos que regresaría a la casa de su Padre a preparar un lugar para ellos, y que volvería después a llevarlos a su nuevo hogar. Varias semanas más tarde, mientras estaba en el monte de los Olivos, los discípulos vieron el cuerpo resucitado de Jesús ascender al cielo [Hechos 1.9-11] Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.

Desde ese día, los creyentes han estado esperando el prometido regreso del Señor. Cada uno recibirá un cuerpo inmortal de resurrección semejante al de Cristo. Será físico, visible y reconocible para todos. Incluso seremos capaces de comer [Lucas 24.41-43] Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos.

Y finalmente dejaremos este mundo de sufrimientos, dolor y mentiras. El cielo es literalmente un lugar para cuerpos físicos, un lugar para vivir, servir a Dios, adorarle y disfrutar de Él para siempre.

Conocer todos los detalles de nuestro hogar celestial es imposible, pero podemos estar seguros de que Jesús cumplirá su promesa de regresar por nosotros; su Palabra es verdad. Al entrar a esa morada hecha a nuestra medida, sabremos que finalmente habremos llegado a nuestro hogar, y que por la eternidad jamás podremos estar separados de Dios.

[Salmo 24:7] Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria.

Las puertas de los cielos pronto se abrirán para que entre el Rey de Gloria y nosotros, sus hijos para habitar aquellas moradas prometidas.

¡Gracia y Paz sean a tu vida!