[Mateo 10:28]: Y no temáis a los que matan el
cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir
el alma y el cuerpo en el INFIERNO.
Jesús enseña
que hay un lugar de castigo eterno para los que están condenados delante de
Dios. Es la realidad espantosa del castigo perpetuo, del lugar “donde el fuego
nunca se apaga”.
¿Que es el
infierno?
Término de
origen latino (infernus que significa la parte de abajo) con que se traduce la
voz hebrea Seol, y las griegas Hades, Gehenna y Tártaros (Inmortalidad).
Seol
aparece en el texto hebreo del Antiguo Testamento sesenta y cinco veces. Se
traduce en la Reina-Valera por (sepulcro, sepultura, infierno, profundo, sima)
y otras palabras. También se traduce por
Hades, nombre que los griegos aplicaron primero al rey del mundo invisible y
posteriormente al lugar de los espíritus. El uso de Hades en vez de una
transcripción de Seol demuestra que las dos palabras se consideraban como
sinónimos, aunque siempre había una diferencia: Para los griegos, al Hades lo
gobernaba un dios independiente de los dioses del cielo y de la tierra; los
hebreos creían que el Seol era parte del reino de Jehová [Sal 139.8]; [Pr
15.11]. Los griegos pensaban que no existía salida del Hades, pero los piadosos
hebreos, si bien contemplaban el Seol con cierto temor, esperaban salir de allí
pues creían en la resurrección del cuerpo [Dn 12.2]; [Hch 26.6–8]. Sin embargo,
las ideas hebreas acerca del estado futuro siempre eran vagas; Pablo afirma que
fue Cristo el que “sacó a luz la vida y la inmortalidad” [2 Ti 1.10].
Hades
aparece once veces en el Nuevo Testamento. Cristo librará a su Iglesia del
Hades [Mt 16.18]. La doctrina del Nuevo Testamento en cuanto a la morada
después de la muerte difiere mucho de la del Antiguo Testamento. El Nuevo
Testamento afirma repetidas veces que los espíritus de los muertos redimidos se
separan del cuerpo para estar con Cristo [Jn 14.2, 3]; [Jn 17.24]; [2Co 5.8]; [Flp
1.23].
Para
explicar esta diferencia entre los testamentos, algunos han sostenido que
Cristo al bajar al Hades [Hch 2.27, 31] o a “las partes más bajas de la tierra”
[Ef 4.9], proclamó allí las buenas nuevas de la redención efectuada en la cruz
[1P 3.18–20], en otras palabras Cristo
descendió al infierno. Habiendo preparado un lugar en la casa de su Padre,
“llevó cautiva la cautividad” [Ef 4.8], es decir, llevó al mismo cielo los
santos redimidos que se hallaban en el Hades. Estos no habían ido antes al
cielo porque si bien habían sido redimidos mediante el sacrificio de animales
según la Ley del Antiguo Testamento, lo habían sido solo por promesa porque “la
sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados” [Heb
10.4]. No hubo salvación completa sino hasta que Cristo derramó su propia
sangre en la cruz. Desde entonces no hay redimidos en el Hades, sino solamente
injustos en tormento.
Gehenna
aparece unas doce veces en el Nuevo Testamento. Es la transcripción griega de
Hinnom, adoptada por los judíos después de la cautividad, y posteriormente por
Jesús, para designar el lugar de tormento donde serán arrojados las personas
reprobadas, Lucifer y los espíritus malignos. El Señor habla del Gehenna en términos
solemnes y terribles [Mt 5.22, 29, 30]; 10.28; [Mt 18.9]; [Mt 23.15, 33]; [Mr
9.43–48]; [Lc 12.5]; [Stg 3.6]. El Gehenna de los Evangelios y de Santiago se
asemeja en mucho al Seol del Antiguo Testamento [Job 26.6], y parece ser
sinónimo del “horno de fuego” de [Mt 13.42]; del “lago de fuego” de [Ap 19.20];
[Ap 20.10, 14, 15] y de la “perdición” de [Ap 17.8, 11].
El
“tártaros” que se traduce por incienso en [2Pedro 2.4], era el lugar de castigo
según la mitología griega.
Bajo el
gobierno de un Dios infinitamente santo, justo, sabio y amoroso, obligado por
su propia naturaleza y por el cuidado que tiene del bienestar de su universo a
expresar su aborrecimiento hacia el pecado, la existencia del infierno es una
necesidad [Ro 6.23]; [2 Ts 1.6–11]; [Ap 20.11–15]. Los que son castigados en el
infierno son criaturas libres, responsables, pecadoras e impenitentes, que han
empleado mal el tiempo de prueba que se les ha concedido y rechazado la gracia
que Dios les ha ofrecido a través de Cristo. El gran deseo divino de librar a
los hombres del infierno se manifiesta en la muerte de Cristo y en las
amonestaciones dirigidas a los pecadores en la Biblia.
No se
puede hacer caso omiso de lo que la Biblia enseña acerca del infierno.
I - LAS
PENAS DEL INFIERNO
Las penas
del infierno consistirán en la privación de la presencia y del amor de Dios, la
ausencia de toda felicidad, la perpetuidad del pecado, el remordimiento de
conciencia por las culpas pasadas, la convicción íntima de ser objeto de la
justa ira de Dios, y todos los demás sufrimientos del cuerpo y el alma que son
los resultados naturales del pecado o los castigos estipulados en la Ley de
Dios [Mt 7.21, 23]; [Mt 22.13]; [Mt 25.41]; [2Ts 1.9].
El grado
de los tormentos se medirá según el grado de la culpa [Mt 10.15]; [Mt 23.14]; [Lc
12.47, 48].
Este
castigo será eterno, como lo será también la felicidad en el cielo.
La Ira de
Dios nunca dejará de existir sobre las almas perdidas [Mt 25.46].
Nada en
todo el universo debe temerse tanto como una eternidad en el infierno.
II – ¿PARA
QUIENES ESTA RESERVADO EL INFIERNO?
La Biblia
enseña que la existencia humana no termina con la muerte sino que continua para
siempre, ya sea en la presencia de Dios o en un lugar de castigo. Con respecto
a la condición de los perdidos, se debe observar lo siguiente:
1]- Jesús enseña
que hay un lugar de castigo eterno para los que están condenados delante de
Dios [Mt 5:22,29-30]; [Mt 10:28]; [Mt 18:9]; [Mt 23:15,33]; [Mr 9:43, 45,47]; [Lc
10:15]; [Lc 12:5].
Es la
realidad espantosa del castigo perpetuo, del lugar “donde el fuego nunca se
apaga” [Mr 9:43], del “fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” [Mt
25:41], del “lloro y el crujir de dientes” [Mt 13:42,50], del estar atado en la
oscuridad [Mt 22:13], y del tormento, de la angustia y de la separación del
cielo [Lc 16:23].
2]- La
enseñanza de las epístolas es esencialmente la misma. Los apóstoles hablan de
un juicio venidero de Dios para castigar a los que desobedecen el evangelio
[2Ts 1:5-9], de una separación de la presencia y la gloria del Señor [2Ts 1:9],
y de la destrucción de los enemigos de Dios [Fil 3:18-19]; [Ro 9:22]; [1Co
16:22]; [Gá 1:9]; [2Ti 2:12]; [Heb 10:27]; [2P 2:4]; [Jud 1:7]; [Ap 14:10]; [Ap
19:20]; [Ap 20:10,14].
3]- La
Biblia enseña que el juicio sobre los malhechores es inevitable. La idea
central es la condenación, el sufrimiento y la separación de Dios sin límite de tiempo. A los creyentes
esa doctrina les puede parecer desagradable o difícil de entender; pero la
Palabra de Dios enseña sobre este lugar de tormento eterno; por lo tanto debe
ser predicado y expuesto el tema y sin reservas.
4]- Se
debe recordar que Dios envió a su Hijo a morir a fin de que nadie perezca [Jn
3:16]; y que todos procedan al arrepentimiento [2P 3:9], Dios espera la
decisión del hombre. A éste lugar van los que rechazan la salvación que Él ha provisto [Ro 1:16];
[Ro 2:10].
La
realidad del infierno debe hacer que todo el pueblo de Dios aborrezca el pecado
con fervor, busque sin cesar la salvación de los perdidos y le advierta a todo
el mundo del futuro juicio de Dios; iglesias enteras preocupándose por la fama,
el dinero, los primeros lugares, peleándose unos con otros por las ovejas y por
el dinero de las ovejas; y no preocupándose en dar mensajes de arrepentimiento
a los perdidos que se van directo al infierno; es una vergüenza que líderes se
preocupan por sí mismos y no por los que Lucifer se está llevando al infierno
con engaños sutiles.
III - LA
MUERTE SEGUNDA: [Ap 20:14] Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de
fuego. Esta es la muerte segunda.
La Biblia
describe un cuadro terrible del destino final de los perdidos.
1]- Habla
de “tribulación y angustia” [Ro 2:9], “lloro y crujir de dientes” [Mt 22:13];
[Mt 25:30], “eterna perdición” [2Ts 1:9], y un “horno de fuego” [Mt 13:42,50].
Habla de “prisiones de oscuridad” [2P 2:4], “castigo eterno” [Mt 25:46], un
infierno donde el fuego “no puede ser apagado” [Mr 9:43], un “lago de fuego que
arde con azufre” [Ap 19:20], y el “humo de su tormento sube por los siglos de
los siglos” [Ap 14:11]. No cabe duda de que “¡horrenda cosa es caer en manos
del Dios vivo!” [Heb 10:31]. “Bueno le fuera a ese hombre no haber nacido” [Mt
26:24]; [Mt 10:28].
2]- Los
creyentes de la iglesia del Nuevo Testamento sabían bien cuál sería el destino
de los que vivían en pecado. Por eso predicaban con lágrimas [Mr 9:24]; [Hch 20:19], y defendían la inefable Palabra de Dios y el evangelio de salvación
contra toda tergiversación y falsa doctrina.
3]- El
hecho solemne del castigo eterno para los malos es el mayor móvil para llevar
el evangelio a todo el mundo y hacer todo lo posible por persuadir a las
personas a que se arrepientan y reciban a Cristo antes que sea demasiado tarde.
La Iglesia
actual o creyentes deben entender que el Evangelio no es un juego, ni tampoco
una promoción o una venta de algo o tal cosa; la predicación del Evangelio es
para salvación de las almas, llamándolas al arrepentimiento. El Evangelio es
serio; el Evangelio es uno solo; no hay dos ni tres evangelios; el Infierno es
serio y el Lago de Fuego también; donde no hay retorno; en otras palabras, es
un viaje a la condenación eterna.
[2Ts 1:7-9] y a vosotros que sois atribulados,
daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo
con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que
no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los
cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y
de la gloria de su poder.
[Ap 21:8] Pero
los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y
hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago
que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
¡Gracia y
Paz! Sean a tu vida.