jueves, junio 14, 2012

LA INCREDULIDAD (Apostasía personal)







Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de INCREDULIDAD para apartarse del Dios vivo [Hebreos 3:12].


La incredulidad es causada por un corazón endurecido debido al engaño del pecado. El resultado es la apostasía, apartarse del Dios vivo. El autor ve el abandono de la fe cristiana como el apartarse de Dios. El constante aliento, dentro de una relación de cuidado fraternal, ayudará al creyente a mantenerse fiel.
A intervalos regulares a través de esta carta, el autor advierte a sus lectores sobre el peligro de apartarse de la FE.
Los creyentes podemos permanecer con valor y esperanza hasta el fin. No somos salvos por perseverar, pero la perseverancia revela que nuestra fe es verdadera. Sin esa fidelidad permanente, pudiéramos fácilmente ser alejados por los vientos de la tentación, las falsas enseñanzas o la persecución. Muchas veces la Biblia nos advierte que no endurezcamos el corazón. Eso significa que nos rebelemos contra Dios hasta el punto de que ya no podamos volvernos a Él en busca del perdón. Tal endurecimiento comienza cuando nos negamos a obedecer la voluntad revelada de Dios. Los israelitas endurecieron el corazón cuando desobedecieron el mandato de Dios para conquistar la tierra prometida; en la “provocación“; [Números 13; 14; 20] y [Salmo 95]. Procuremos con cuidado obedecer la Palabra de Dios y no permitamos que se endurezca nuestro corazón. Nuestro corazón nos aparta del Dios vivo cuando obstinadamente nos negamos a creer en Él. Si persistimos en nuestra incredulidad, finalmente Dios nos dejará solos en nuestros pecados. Pero Dios puede darnos un nuevo corazón, nuevos deseos y un nuevo espíritu [Ezequiel 36.2227]. Un antídoto para un corazón incrédulo es un constante compañerismo con otros creyentes, hablar cada día acerca de nuestra fe mutua, ser conscientes del engaño del pecado (atrae pero también destruye) y animarnos los unos a los otros con amor e interés. Los israelitas tuvieron problemas para entrar en la tierra prometida porque dejaron de confiar en Dios. No creyeron que Dios podía ayudarles a vencer a los gigantes de la tierra [Números 14, 15]. Por esa razón Dios los envió al desierto donde anduvieron errantes durante cuarenta años, una alternativa desdichada para el don maravilloso que Él había planeado para ellos. La pérdida de confianza en Dios siempre nos priva de recibir lo mejor de su parte.

I- ¿ QUÉ ES LA APOSTASÍA?

La apostasía (gr. Apostasía) aparece dos veces en el Nuevo Testamento como sustantivo [Hch 21:21]; [2Ts 2:3]; y en [Heb 3:12] como verbo (gr. Afistemi, traducido apartarse”). El vocablo griego se define como deserción, rebelión, abandono, retirada o separación de aquello a lo que se ha acercado antes.
Apostasía significa cortar la relación salvadora de uno con Cristo o apartarse de la unión vital con Él y la verdadera FE en Él. Debemos notar que la apostasía personal es posible sólo para los que primero han tenido la experiencia de salvación, regeneración y renovación por medio del Espíritu Santo [Lc 8:13]; [Heb 6:4-5]; no es la simple negación de parte de los inconversos de la doctrina del Nuevo Testamento que observan en la iglesia. La apostasía puede abarcar dos aspectos separados pero relacionados:
A]- La apostasía teológica, es decir, el rechazo de todas o algunas de las enseñanzas originales de Cristo y de los apóstoles [1Ti 4:1]; [2Ti 4:3].
B]- La apostasía moral, es decir, el antiguo creyente deja de permanecer en Cristo y vuelve a hacerse esclavo del pecado y de la inmoralidad [Is 29:13]; [Mt 23:25-28]; [Ro 6:15-23]; [Ro 8:6-13].
 
II]- ADVERTENCIAS SOBRE LA APOSTASÍA:

La Biblia imparte advertencias apremiantes sobre la apostasía, destinadas a alertar sobre el peligro mortal de abandonar la unión con Cristo y a motivar la perseverancia en la FE y la obediencia. El propósito divino de esos pasajes de advertencia no se debe debilitar con la opinión: “Son ciertas las advertencias, pero no la posibilidad de la apostasía propiamente dicha”. Más bien hay que considerar esas advertencias como referencias a la realidad del período de prueba, y con alarma si se quiere obtener la salvación final. Algunos de los muchos pasajes bíblicos de advertencia del Nuevo Testamento son: [Mt 24:4-5,11-13]; [Jn 15:1,6]; [Hch 11:21-23]; [Hch 14:21-22]; [1Co 15:1-2]; [Col 1:21-23]; [1Ti 4:1,16]; [1Ti 6:10-12]; [2Ti 4:2-5]; [Heb 2:1-3]; [Heb 3:6-8,12-14]; [Heb 6:4-6]; [Stg 5:19-20]; [2P 1:8-11]; [1Jn 2:23-25].
Ejemplos de apostasía se pueden encontrar en: [Ex 32]; [2R 17:7-23]; [Sal 106]; [Is 1:2-4]; [Jer 2:1-9]; [Hch 1:25]; [Gá 5:4]; [1Ti 1:18-20]; [2P 2:1,15,20-22]; [Jud 4,11-13].
 

III]- LOS PASOS QUE CONDUCEN A LA APOSTASÍA:


1]- Los creyentes, por la incredulidad, dejan de tomar muy en serio las verdades, las amonestaciones, las advertencias, las promesas y las enseñanzas de la Palabra de Dios [Mr 1:15]; [Lc 8:13]; [Jn 5:44,47]; [Jn 8:46].
2]- Cuando las realidades del mundo llegan a ser mayores que las realidades del reino celestial de Dios, los creyentes poco a poco dejan de acercarse a Dios por medio de Cristo [Heb 4:16]; [Heb 7:19,25]; [Heb 11:6].
3]- Mediante el engaño del pecado, se vuelven cada vez más tolerantes del pecado en su vida [1Co 6:9-10]; [Ef 5:5]; [Heb 3:13]. Ya no aman la justicia ni aborrecen la maldad.
4]- Por la dureza del corazón [Heb 3:8,13]; y el rechazo del plan de Dios [Heb 3:10], no hacen caso de la advertencia continua y la reprensión del Espíritu Santo [Ef 4:30]; [1Ts 5:19-22].
5]- Se entristece al Espíritu Santo [Ef 4:30]; [Heb 3:7-8], se apaga su fuego [1Ts 5:19] y se viola su templo [1Co 3:16], de modo que Él termina por apartarse de los antiguos creyentes [Jue 16:20] [Sal 51:11]; [Ro 8:13]; [1Co 3:16-17]; [Heb 3:14].

IV- APOSTASÍA SIN FRENO:

Si la apostasía sigue sin freno su curso, las personas pueden finalmente llegar a un punto en que no es posible volver a comenzar.
1]- Los que una vez tuvieron una experiencia de salvación con Cristo pero deliberada y continuamente endurecen el corazón a la voz del Espíritu [Heb 3:7-19], siguen pecando intencionalmente [Heb 10:26] y se niegan a arrepentirse y a volver a Dios pudieran llegar a un punto sin retorno donde ya no son posibles el arrepentimiento y la salvación [Heb 6:4-6]; [Dt 29:18].
2]- Los que reiteradamente rechazan la clara reprensión y convicción del Espíritu Santo [Jn 16:8-11] y menosprecian su castigo y corrección [Heb 12:5-11,25] corren el riesgo de endurecer su corazón hasta el punto de ser desheredados de la misericordia de Dios. Nadie puede seguir pecando y rechazando la gracia, la misericordia y el amor de Dios sin que al fin sufra por eso de manera irreparable [Pr 29:1].
3]- La paciencia de Dios tiene un límite [Mt 12:31-32]; [2Ts 2:9-11]; [Hch 10:26-29,31]; [1Jn 5:16].


La blasfemia contra el Espíritu Santo es el rechazo continuo y deliberado del testimonio del Espíritu Santo respecto a Cristo, de su Palabra y de su obra convincente de culpa en cuanto al pecado [Jn 16:711]. El que rechaza la voz del Espíritu Santo y se le opone se separa de la única Persona que puede conducirlo al perdón.

4]- No puede determinarse por adelantado ese punto sin retorno. Por lo tanto, la única salvaguarda contra el peligro de la apostasía extrema se encuentra en la amonestación: "Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones" [Hch 3:7-8,15]; [Hch 4:7].
Debemos decir que, aunque la apostasía es un peligro para todos los que se desvían de la fe [Hch 2:1-3] y se apartan de Dios [Hch 6:6], no se completa sin el pecar intencional y constante contra la voz del Espíritu Santo [Mt 12:31].
Los que por incredulidad del corazón se apartan de Dios [Hch 3:12] pudieran pensar que son salvos, pero su indiferencia a las exigencias de Cristo y del Espíritu Santo y a las advertencias de las Escrituras indican lo contario. Debido a esa posibilidad de engañarse a sí mismos, Pablo exhorta a todos los que se dicen ser salvos: "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos" [2Co 13:5]. No hay conocimiento alguno que sea tan importante para los creyentes como la certeza de que tienen vida eterna. Todo el que sostiene que cree en Cristo debe examinarse para ver si su salvación es una realidad presente; y depende mucho, y éste es un punto importantísimo, del diario vivir bajo la dirección del Espíritu Santo [Ro 8: 12-17]; [Gá 6:8].
La apostasía es la gran señal del fin de la Gracia; [Mt 24:14] y el evangelio del reino siempre se ha predicado, pero el problema es que se ha multiplicado la maldad, tanto dentro y fuera de la iglesia; y no hay duda de que los acontecimientos predichos, la mayoría están cumplidos. El Señor, por su gran misericordia y bondad, espera por la humanidad. Los que de veras se preocupan por su estado espiritual, y tienen en el corazón el deseo de volver a Dios en arrepentimiento, tienen una prueba segura de que no han cometido la apostasía imperdonable. La Palabra de Dios afirma con claridad que Dios no quiere que nadie perezca [2P 3:9]; [Is 1:18]; [Is 55:6-7]. Dios siempre está con los brazos abiertos, a todo aquel que cree, y su perdón está al alcance de todos los que, aunque hayan pecado, confiesen sus pecados, se arrepientan y acepten la purificación de Dios mediante la sangre de Cristo [Lc 24:46-47]; [1Jn 1:9]. La Biblia afirma que Dios recibirá a todos los que una vez estuvieron bajo la gracia salvadora si se arrepienten y vuelven a Él [Gá 5:4]; [Gá 4:19]; [1Co 5:1-5]; [2Co 2:5-11]; [Lv 15:11-24]; [Ro 11:20-23]; [Stg 5:19-20]; [Ap 3:14-20].

CONCLUSIÓN:

Nuestro corazón nos aparta del Dios vivo cuando obstinadamente nos negamos a creer en Él. Si persistimos en nuestra incredulidad, finalmente Dios nos dejará solos en nuestros pecados. Pero Dios puede darnos un nuevo corazón, nuevos deseos y un nuevo espíritu [Ezequiel 36.2227]. Un antídoto para un corazón incrédulo es un constante compañerismo con otros creyentes, hablar cada día acerca de nuestra FE mutua, ser conscientes del engaño del pecado (atrae pero también destruye) y animarnos los unos a los otros con amor e interés.
Los israelitas tuvieron problemas para entrar en la tierra prometida porque dejaron de confiar en Dios. No creyeron que Dios podía ayudarles a vencer a los gigantes de la tierra [Números 14, 15]. Por esa razón Dios los envió al desierto donde anduvieron errantes durante cuarenta años, una alternativa desdichada para el don maravilloso que Él había planeado para ellos. La pérdida de confianza en Dios siempre nos priva de recibir lo mejor de su parte.
No debería ocurrir que a muy poco de ser arrebatados, nuestro corazón se llene de incredulidad; debemos pensar seriamente en esto, que no nos ocurra como a los israelitas que se llenaron de incredulidad y al fin perdamos la posibilidad de entrar a la tierra prometida celestial y de entrar a las moradas eternas.
¡ Gracia y Paz del Señor!