jueves, enero 31, 2013

¡NUNCA OS CONOCÍ¡





No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad [Mateo 7:21-23]


I- NO TODO EL QUE ME DICE SEÑOR; SINO EL QUE HACE LA VOLUNTAD DE MI PADRE:

Jesús enseñó enfáticamente que el cumplimiento de la voluntad de su Padre Celestial era una condición para entrar en el reino de los cielos [Mt 19:16-26]; [Mt 25:31-36]. Sin embargo, eso no significa que haya que ganar o merecer la salvación mediante las obras y los esfuerzos humanos. Esto es cierto por las razones siguientes:


1]- Se recibe el perdón mediante la fe y el arrepentimiento, hechos posibles por la Gracia y la muerte expiatoria de Cristo [Mt 26:28].

2]- La obediencia a la voluntad de Dios exigida por Cristo es en efecto una condición permanente para la salvación; pero Cristo también afirma que es una gracia de la salvación del reino. Como tal se debe orar continuamente por ella, recibirla y hacerla eficaz mediante una fe sincera y un esfuerzo intenso. Hay indicaciones de eso en el Padrenuestro [Mt 6:9-13] y en las muchas exhortaciones dirigidas a los creyentes para que hagan morir el pecado, crucificar al viejo hombre con las obras de la carne y se presenten a Dios como sacrificios vivos [Ro 6:1-23]; [Ro 12:1].

3]- Cada uno puede hacer la voluntad de Dios y llevar una vida recta en virtud de ese don, es decir, de la gracia y del poder de Dios, y de la vida espiritual que continuamente se le da por medio de Cristo [Ef 2:5]. Las Escrituras declaran que “por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios… porque somos hechura suya [Ef 2:8-10].

4]- Dios siempre pone a disposición del creyente la obediencia que Él exige de sus hijos. Se atribuye a la acción redentora de Dios. “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. No obstante, el don de la gracia de Dios no anula la responsabilidad ni la acción humana. Cada uno debe responder positivamente al don de la obediencia a Dios [Ef 4:22]; porque sigue siendo libre para rechazar la gracia de Dios, para no querer acercarse a Dios por medio de Cristo y para negarse a pedir y a aceptar la vida de obediencia.

II- MUCHOS ME DIRÁN EN AQUEL DÍA: SEÑOR, SEÑOR.

Jesús declara enfáticamente que habrá, “muchos dentro de la iglesia en general que servirán en su nombre y creerán que son sus siervos; Ejemplo: [Falsos apóstoles, falsos maestros, falsos profetas, y demás seguidores], pero que en realidad nunca Él los conoció. Para escapar del engaño de los últimos días, los dirigentes de las iglesias y los demás creyentes deben estar totalmente comprometidos con la verdad y la justicia reveladas en la Palabra de Dios y no deben considerar el éxito ministerial como la norma o patrón por la cual juzgar su relación con Cristo. Hoy en día el cristianismo verdadero no se encuentra por ningún lado; y lo que llamamos el cristianismo moderno ha perdido la brújula bíblica y espiritual y han vendido a Cristo por treinta monedas de plata haciendo mercadería de la gente [2Pedro 2:3]: y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme.
Hoy en día pueden predicar una gran verdad; pero viven una gran mentira. Los falsos ungidos viven un mundo de mentiras; engañando a la gente y siendo engañados por Lucifer; son grandes actores (hipócritas), deberían trabajar en Hollywood. Muy pronto se verá quienes realmente son.


[Mateo 7:22]: Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?

Estas palabras de Cristo ponen muy en claro que es posible proclamar el evangelio en el nombre de Cristo, expulsar demonios y hacer milagros sin tener genuina fe salvadora en Cristo.

1]- Las Escrituras enseñan que en esta época se puede predicar con fervor el evangelio, demostrar celo por la justicia y hacer milagros bajo la influencia y el poder de Satanás [Éx 7:22]. Pablo advierte que el “mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia” [2Co 11:14-15]; [Mt 24:24]. Una unción poderosa aparente puede ser “la obra de Satanás” [2Ts 2:9-10]; [Ap 13:3,12].

2]- Muchas veces Dios hace caso omiso de la actividad de Satanás en los falsos predicadores a fin de salvar o sanar a los que sinceramente responden a la Palabra de Dios [Fil 1:15-18]. Dios siempre desea que quienes proclamen el evangelio sean personas justas [1Ti 3:1-7]; pero cuando una persona mala o inmoral predica la Palabra de Dios, aún así Él puede obrar en el corazón de quienes reciben su Palabra y se consagran a Cristo. Dios no respalda a ningún inicuo predicador del evangelio, pero sí respalda la verdad bíblica y a los que la acepten con fe, a fin de salvarlos de los juicios venideros y de la condenación eterna.

III- ¿PORQUÉ ME LLAMÁIS SEÑOR, SEÑOR, Y NO HACÉIS LO QUE YO DIGO?

¿Qué significa la palabra Señor?

κύριος kúrios; de κῦρος kúros (supremacía); supremo en autoridad, i.e. (como sustantivo) controlador; por Señor (como título de respeto): Señor, soberano, ungido, amo, Cristo, Dios, dueño.

SEÑOR: Término que traduce varias voces hebreas y griegas que expresan la idea de una persona que merece respeto o ejerce autoridad. Como designación de Dios, Señor traduce “Adon”, título de cortesía para superiores (amo o rey); [Sal 97.5], empleado usualmente en la forma Adonay (mi Señor). Cuando dejó de pronunciarse el nombre de “Jehová”, Adonay se adoptó también en el culto (Dios). Nombres como Baal, jefe o cuidador [Nm 21.28]; [Is 16.8] se aplicaron a veces a Dios, pero no prevalecieron porque se asociaban con los cultos paganos [Os 2.16].

La Septuaginta traduce Adon con kyrios (Señor), pero la mayor parte de las veces kyrios es traducción de “Yahveh”. En el arameo [Dn 2.47]; [Dn 4.19, 24] (se utiliza la expresión maran (elevado, exaltado, señor) y fue esta la que los primeros cristianos aplicaron a Jesús en la oración Maranata (“Señor, ven”; [1Co 16.22]; [Ap 22.20]. Aplicado a Dios, Señor expresa la afirmación fundamental de la Biblia: Dios es soberano en la naturaleza y en la historia.
Señor se utiliza en el Nuevo Testamento como un título común por ejemplo, [Mt 8.6] para dirigirse cortésmente a alguien. Pero tiene también el significado de una invocación [Jn 20.28].
Lo más probable es la aplicación de este nombre sagrado a Jesucristo (“el Señor” o “el Señor Jesús” en [Lc y Hch]; “el Señor Jesucristo” a menudo en (Pablo). Constituye la primera confesión de fe cristiana [1Co 12.3]; [Flp 2.5–11], y por tanto los cristianos rehusaron llamar “Señor” al César del imperio romano, o a cualquiera de Roma.
Más que ver un trasfondo griego (no del todo ausente; cf. [1Co 8.5], nos inclinamos a ver en la nominación de Señor el nombre divino (Adonay-Yaveh) y por tanto, la afirmación de la deidad de nuestro Señor.
La palabra “Señor” implica obediencia y servicio. Sin duda muchos de los que seguían a Jesús disfrutaban sus favores (sanidad, panes y peces, etc.) sin someterse a Él como Señor. El orar es sumamente importante, pero muchas religiones (por ej., el catolicismo y el islamismo) enfatizan mucho el orar y aún tienen reglamentos y horario para orar pero completamente descuidan la ley del Señor. Este texto es la continuación del asunto de cómo conocer a los falsos profetas. En los versículos anteriores hay énfasis sobre el fruto que llevan [Lc 6:43-45]. En este texto hay contraste entre la profesión y la obra. Es correcto llamarle "Señor, Señor" [Jn. 13:13] pero al decirlo debemos aceptar lo que implica: que Jesús es Soberano, el Dueño, el Gobernador, el Maestro y Guía de nuestra vida. El que no acepta lo que la palabra implica no debe decir, "Señor, Señor".
Decimos "Señor, Señor" cuando cantamos, cuando oramos y en toda profesión de ser sus discípulos. Decimos "Señor, Señor" al llamarnos cristianos y miembros de la iglesia de Cristo. La profesión es hermosa, pero se requiere mucho más que la mera profesión. Nos conviene meditar sobre lo que significa. Implica que debe haber conocimiento. Primeramente debemos aprender de Él [Mat. 11:29, 30]; [Mt 28:19]; [Jn. 6:44, 45]. Como cristianos, es imposible seguirle si no sabemos su voluntad. También implica la obediencia. No basta con oír la Palabra. No basta con decir "Señor, Señor" (orando o profesando fe en Cristo). No basta con bautizarnos, porque el bautismo, siendo la muerte y la sepultura del "viejo ser" (la vida pasada) implica un cambio radical de vida, un verdadero arrepentimiento. La obediencia no es completa si no vivimos conforme a las enseñanzas del Sermón del Monte. Este sermón no es, como dicen algunos, una especie de "constitución" de la religión de Cristo, pero sí contiene enseñanzas básicas que deben gobernar nuestro corazón y nuestra conducta. Es muy importante aplicar [Mat. 7:21]; [Mat. 7:24] a este mismo sermón (como también al resto de las enseñanzas del Nuevo Testamento. Implica, pues, el reconocimiento de su autoridad.

Hay eficacia en la oración del justo, [Stgo 5:16]; [Mat. 6:9-13]; [Mt 7:7-11]. Hay muchos textos que nos enseñan la importancia de orar sin cesar. Todas las religiones dan mucha importancia a la oración: los judíos tenían sus horas de oración (los mahometanos siguen la práctica); los católicos rezan (el "Padrenuestro", el "Ave María"), contando las repeticiones; también los evangélicos rezan el "Padrenuestro" y otras oraciones. Muchísimas personas dicen que son creyentes, que pueden orar en casa, y que por eso no tienen que asistir a ninguna iglesia. El orar es su único acto de culto. (El asistir para cantar, para tomar la cena del Señor, para ofrendar, para estudiar la Biblia y para orar con otros no cuenta para ellos, no tiene importancia). El orar es su religión. Su creencia es semejante a la creencia de los que enseñan la salvación por "la fe sola"; escogen una sola cosa y le dan toda la importancia. Sin embargo, la obediencia no puede ser sustituida por el orar. El problema con esta actitud es que solamente ellos hablan (en oración), pero no dejan que Dios les hable a través de su Palabra. Hablan pero no escuchan. Pero los que no escuchan a Dios no serán escuchados por Dios.
Lamentablemente muchos no dan a la obediencia el mismo énfasis que dan a la oración. Jesús da suma importancia a la obediencia. En los siguientes textos dice: [Mt. 6:10], "hágase tu voluntad"; [Mt 7:21], "sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos"; [Mt 7:24], "Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace"; [Mt 12:50], "Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre"; [Mt 21:31], "¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?"; [Lc. 6:46], "¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?" [Jn. 7:17]; [Rom. 2:12, 13]; [Heb. 5:8, 9]. Pero tantos hombres no le dan la misma importancia que Jesús le da. Más bien buscan el camino ancho en la religión, doctrinas que agradan a los hombres. Buscan su propia conveniencia; otros por amor al dinero se acomodan en el púlpito moderno. La prueba principal del amor es la obediencia. "El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama" [Jn 14:21-24].

CONCLUSIÓN:

Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, vé hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios. Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle. [Mateo 21:28-32].

"¿Por qué me llamáis 'Señor, Señor', y no hacéis lo que yo digo?" 
La palabra Señor viene del griego “kurios”, y se refiere al "dueño, amo, a alguien en autoridad suprema"; y esto no se discute. Jesús estaba diciendo: “Vosotros decís que yo soy vuestro amo, dueño, autoridad y Señor, pero si es así ¿porque no hacéis lo que yo os digo?, ¿Entonces, porque seguís viviendo como vuestros propios amos?”

Debe haber una comunión auténtica con Cristo (Kurios); y hay algo que no podemos eludir, ni esquivar, ni tan solo ignorar; Él debe ser nuestro Señor (Kurios) en todo sentido; demasiado dolor enfrentó a esa cruz para dejarlo a Él en segundo lugar.

Uno de los grandes problemas con la Iglesia moderna; profética o apostólica, o como quiera llamarla, es: demasiada gente haciendo lo que quiere, o lo que se le da la gana, simplemente porque se le da la gana; y todo en el nombre del “Señor”.