jueves, noviembre 12, 2009

LA GENEROSIDAD DEL CRISTIANO

Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas, pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos. Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios; de manera que exhortamos a Tito para que tal como comenzó antes, asimismo acabe también entre vosotros esta obra de gracia. Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia. No hablo como quien manda, sino para poner a prueba, por medio de la diligencia de otros, también la sinceridad del amor vuestro [2 Corintios 8:1-9; 15].

Parece ser que la generosidad es un don, y efectivamente es un don. El Apostol Pablo nos ruega por las misericordias de Dios que presenteis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto tracional. En el capitulo 12 de Romanos, la liberalidad aparte de ser un don, es un deber cristiano. Es por eso que nos diferenciamos del mundo; un mundo egoista, donde mucha gente pasa necesidades, ninos pasando hambre, enfermedades por donde quiera, desnutricion por todos lados, y muchos lideres religiosos pensando en enriquecerse con el evangelio. Y cada vez se nota mas el egoismo de ellos; solo pidiendo para agrandar mas los templos, solo pidiendo para agrandar mas los altares, solo pidiendo para comprar mejores instrumentos musicales, solo pidiendo para mejores luces, solo pidiendo para mejores pulpitos; piden, piden, dinero, dinero y mas dinero.
Cuando compartimos generosamente lo nuestro con los demás, estamos demostrando gratitud y aprecio por las dádivas de Dios y ya no hay cabida para el egoismo.; tambien eso se llama negarse asi mismo, aunque Ud. no lo crea. El que siembra escasamente; también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará [2 Corintios 9:6].
El sembrar, no significa que Ud tenga que dar siempre la ofrenda a su iglesia; el sembrar tambien significa ayudar al necesitado, a las viudas, a los huerfanos, a los que padecen necesidad; la liberalidad y la generosidad se utiliza dentro y fuera de la iglesia; y no solo con los hermanos en Cristo, sino tambien con los del mundo; y ese es el mejor testimonio que podemos dar del inmenso amor de Dios.

La generosidad cristiana ha sido siempre un distintivo especial del creyente. El amor de Cristo y el impulso del Espíritu Santo son elementos que facilitan en el creyente la actitud dadivosa. Por cierto que uno de los resultados más sobresalientes del derramamiento del Espíritu Santo en el día de Pentecostés fue este nuevo espíritu de generosidad ayuda voluntaria que caracterizó a la Iglesia primitiva. Durante el ministerio terrenal de Cristo, multitudes iban tras él viendo qué podían recibir. Ahora eran miles de creyentes los que se interesaban más en lo que pudieran dar. Esa actitud generosa se manifestaba con la misma intensidad hacia Dios y hacia los demás creyentes y necesitados. Los pobres entre ellos no tenían necesidad de sufrir las calamidades de la vida. Al mismo tiempo la obra de Dios contaba con todos los recursos humanos y materiales necesarios para seguir adelante.

Un llamado a la generosidad cristiana. [2 Corintios 8:1-7]

La generosidad de los macedonios: Cuando Pablo y Bernabé se reunieron con los apóstoles en Jerusalén y les presentaron los detalles del evangelio que estaban predicando entre los gentiles, aquellos les dieron su aprobación y les extendieron la diestra de compañerismo. Pero también les pidieron una cosa en especial: que Pablo y Bernabé se acordaran siempre de los necesitados. "Solamente nos pidieron que nos acordásemos de los pobres; lo cual también procuré con diligencia hacer" [Gálatas 2:10]. Pablo demostró su preocupación por cumplir con esta recomendación cuando él y Bernabé trajeron, de parte de la iglesia de Antioquía de Siria, una ofrenda para los necesitados de Jerusalén, después de que les fue revelado por una profecía que habría una fuerte hambre en aquella región [Hechos 11:28-30]. Otra vez manifestó este mismo amor cuando solicitó de los corintios que levantaran una colecta de amor para los hermanos de Judea.
¿Por qué les escribió Pablo a los corintios acerca de la forma sacrificial en la que daban los creyentes de Macedonia?
Es muy probable que la petición presentada en [1 Corintios 16:1-2] haya sido pasada por alto por los corintios. En esa ocasión Pablo les había dado instrucciones de apartar algo cada primer día de la semana con este fin, de acuerdo a como Dios les hubiese prosperado. Pero es evidente que con tanto problema que empezó a surgir dentro y fuera de la iglesia, los corintios dejaron de practicar tales recomendaciones del apóstol. En cambio, las iglesias del norte, incluyendo a Tesalónica, Filipos y Berea, habían tomado la delantera en esto y ya estaban preparadas para enviar una buena ofrenda para los santos en Jerusalén.
¿Fueron más generosos los macedonios en sus ofrendas para los santos porque gozaban de mayor prosperidad que los de Corinto?
De ninguna manera. Según las informaciones que tenemos de parte de Pablo, los creyentes de Macedonia dieron en un tiempo bastante difícil, en medio de aflicciones y persecución. Pero había en ellos abundancia de amor, de tal manera que de la profunda pobreza en la que se encontraban dieron abundantes riquezas para ayudar a otros que estaban en mayores necesidades. Es más, Pablo ni siquiera tuvo que pedirles nada. Espontáneamente ellos dieron de acuerdo a la medida en que Dios los había ayudado, y aun más allá de sus limitaciones.
Aparentemente, el apóstol Pablo vaciló en aceptar una ofrenda tan grande de parte de un pueblo que estaba atravesando un período tan difícil en lo financiero. Pero ellos le suplicaron no solamente que recibiera esta ofrenda sino que también se hiciera partícipe con ellos en esta gracia de dar, llevando las donaciones y distribuyéndolas de la mejor manera entre los hermanos necesitados en Jerusalén.
El amor con el cual los macedonios habían ofrendado era solamente el resultado del hecho de que primero se habían entregado ellos mismos al Señor y a la obra de Dios que administraba Pablo y sus colaboradores. Lo que pasó fue que Dios había usado a Pablo de una manera muy especial para traer un avivamiento espiritual a las iglesias de Macedonia. La reacción de los creyentes a la predicación y las enseñanzas del apóstol fue una consagración personal a Dios. De la abundancia de su amor al Señor surgió esta generosidad que los motivó a dar abundantemente a pesar de la pobreza en la que se encontraban. Por otra parte podemos estar seguros de que no había ni sombra de egoísmo en su actitud para ofrendar. Debido a que primeramente se habían entregado ellos mismos al Señor, ahora estaban dispuestos a entregarlo que tenían para bendición de otros, sin esperar nada como recompensa de su actitud. Los creyentes de esas iglesias estaban rebosando de felicidad en Cristo y no podían hacer menos que rebosar también de deseos de dar para los necesitados.

Los capítulos 35 y 36 del libro de Éxodo nos dan un gran ejemplo de liberalidad en esto de dar para Dios y para su obra. En [35:5] Moisés apeló a corazones de los israelitas para que dieran una ofrenda voluntaria. La respuesta fue tan grande y espontánea versículo 29 que pronto le llegó a Moisés un informe en el que se le decía que el pueblo había traído más de lo necesario. Tan abundante fue la ofrenda del pueblo que Moisés tuvo que decirles que ya era suficiente y que no trajeran nada más [36:5-7]. ¿Qué pastor del día de hoy no quisiera solucionar los problemas económicos de su iglesia de la manera en la que le sucedió a Moisés en el desierto?
El pueblo se dio a sí mismo [tanto talentos como habilidades] a fin de que se construyera un lugar para adorar a Dios. No es de extrañarnos, pues, de que cuando se terminó la obra de construcción, "una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo" [Éxodo 40:34]. Cuanto poder tiene la generosidad.

Un desafío para los corintios: ¿Expresa el apóstol Pablo palabras de reproche o condenación contra los corintias por haberse descuidado en cuanto a la ofrenda que les había solicitado?
Por el contrario, sus palabras encierran expresiones de elogio por todas las cosas buenas que estos creyentes habían hecho. Sus palabras registradas en [2 Corintios 8:7] son elocuentes: "Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia." Las virtudes que se mencionan aquí son dones de la gracia de Dios en los cuales esta iglesia siempre había abundado. Ahora él hace uso de todo lo positivo para invitarlos a extender su esfera de acción y demostrar su amor no solamente por él que era quien les había ministrado el evangelio, sino también hacia otros creyentes que estaban pasando por necesidades en ese momento. Notemos que el dar como lo hacian los macedonios es considerado aquí como una gracia de parte del Señor.


La demostración de un amor genuino [2 Corintios 8:8-15]

La prueba del amor: El apóstol estaba conmovido al ver la generosidad y el amor de los creyentes de Macedonia. El deseaba que también los corintios reaccionaran de la misma manera. El no quería que estos creyentes dieran solamente porque él les estaba haciendo ver sus responsabilidades. Tampoco deseaba que se sintieran motivados a dar únicamente porque otros estaban dando. Lo que Pablo deseaba ver era que los hermanos de Corinto se sintieran impulsados a dar por una corriente profunda del sincero y genuino amor cristiano. Esta campaña de recolección de ofrendas para los santos de Jerusalén sería utilizada por él como un instrumento de prueba, como una demostración del amor que había en sus corazones.

El más grande ejemplo de amor que el mundo ha conocido es el que se verificó en el hecho consumado por Cristo Jesús cuando fue llevado a la cruz a morir por nosotros. Este amor de Cristo brotó de la pura gracia de Dios, una bondad inmerecida y concedida sin tomar en cuenta los méritos del pecador [Romanos 5:6-8]. Aunque Cristo era rico y ha disfrutado por la eternidad de todas las glorias del cielo, El se despojó de todo ello y se hizo pobre en extremo para poder tomar nuestro lugar. [Filipenses 2:5-8]. Para comprender esa clase de amor, basta notar el enorme contraste que hay entre las glorias eternas del cielo con la terrible pobreza y miseria en la que nació Jesús en un establo de Belén. Pero todo lo hizo para que a través de su extremada pobreza nosotros pudiésemos ser extremadamente ricos.
En su llamado a los corintios para demostrar su amor cristiano, Pablo hizo uso de varios argumentos.
En primer lugar, como ya lo señalamos, él hizo mención de la generosidad de las iglesias de Macedonia. Esos creyentes eran muy pobres y estaban pasando por momentos de tribulación, y sin embargo, dieron con toda liberalidad. En segundo lugar él hizo mención del ejemplo maravilloso de Cristo Jesús. La bondad de Jesús empezó a manifestarse en el cielo cuando se despojó de toda la gloria de la que estaba revestido. Pero su amor no dejó de manifestarse cuando entregó su vida para salvarnos, porque hasta hoy El sigue dándonos abundantemente desde la diestra del Padre. En tercer lugar el apóstol hizo mención de las virtudes que ya poseían los corintios y las cosas en las que ellos ya abundaban. Todo lo que había hecho era digno de elogios; solamente les faltaba poner en práctica ese espíritu de generosidad que es el resultado de la consagración y de la espiritualidad de los creyentes.

La palabra "enriquecidos" [2 Corintios 8:9] es la misma que encontramos en [1 Corintios 1:5]. Allí se dice que "en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia". De esta manera vemos con toda claridad que Cristo da al creyente riquezas abundantes en todas las cosas. Pero el mayor énfasis lo notamos en las cosas espirituales, los dones del Espíritu Santo y las demás virtudes que El nos confiere. La posesión de estas cosas es el resultado de la comunión que el cristiano mantiene con su Señor.
Esta relación, por supuesto, está basada en la fe. Esto mismo nos hace recordar que las riquezas de Cristo no están necesariamente limitadas al ámbito material ni pueden medirse analizando el grado de prosperidad temporal. De hecho, lo contrario quizá sea la verdad en esto. La Biblia registra el ejemplo de Moisés quien consideró que sufrir desprecios y reproches por Cristo [el Mesías] era de más valor que todos los tesoros y las incontables riquezas de los egipcios [Hebreos 11:26]. Es decir, Moisés captó una vislumbre de los planes y de las promesas de Dios para los suyos. Entendemos que por medio del Mesías, la verdadera simiente de Abraham, todas las familias de la tierra recibirían abundante bendición. Las promesas de Dios eran para él de más significado y valor que todas las cosas que había en Egipto. Este es un magnífico ejemplo para nosotros.

Un espíritu voluntario: ¿Qué tenía pensado Pablo cuando hizo que los corintios recordaran el ejemplo de Jesús quien se hizo pobre para que nosotros fuésemos enriquecidos?:
Pablo creía que sería muy beneficioso para los corintios no sólo participar en las ofrendas que se estaban recogiendo para los pobres sino también despertar en ellos la misma disposición que habían demostrado un año antes. La primera vez que el apóstol les habló acerca de esta ofrenda ellos manifestaron mucha alegría y parecían estar dispuestos a cooperar. Ahora los insta a que hagan realidad lo que deseaban hacer antes. En otras palabras, quería ver en ellos esa buena disposición y buena voluntad de dar parte de las cosas que Dios les había dado. Cuando hay voluntad de dar, lo importante es dar de lo que uno tiene, no de lo que no se tiene. Esto quiere decir que Dios no pone tanta atención en la cantidad de lo que uno da, sino en la actitud con la que se da.
El apóstol no tenía la intención de obligar a los corintios a quedarse escasos con tal de suplir las necesidades de los pobres de Jerusalén. Sólo deseaba que- hubiera igualdad. Ahora era oportuno que los corintios abrieran su corazón para suplir las más urgentes necesidades de los hermanos de Judea; ya vendría el momento en que los creyentes de aquellas regiones pudieran demostrar el mismo amor y dar de la misma manera. Dios suplió las necesidades de los israelitas en el desierto dándoles el maná del cielo. Pero en su providencia divina El les dio alimento en tal forma que aquellos que acapararon mucho no tuvieron exceso, y a los que recogieron poco no les faltó qué comer. [Éxodo 16:18]. Nosotros no sabemos cómo ocurrió esto en los días de Moisés. Pero sí vemos claramente que el apóstol esperaba que ocurriera lo mismo entre los cristianos de todo el mundo en cuanto a su manera de dar. Es decir, si Dios había permitido que los corintios tuvieran más era para darles la oportunidad de compartirlo con los de Jerusalén a quienes les faltaba. Quizá llegarla la ocasión en que, si a ellos les faltaba algo, Dios utilizaría a otros para que les suplieran de lo suyo.


Dios ama al dador alegre: [2Corintios 9:6-15]

La ley de la siembra y la cosecha: Pablo no les ordenó a los creyentes corintios que dieran una cantidad determinada. Por el contrario, esperaba que la liberalidad cristiana fuera una expresión de la gracia de Dios en ellos y del desarrollo de su carácter cristiano. Además, la ofrenda que dieran tenía que ser una consagrada expresión de la gratitud de ellos a Dios por todas las bendiciones dispensadas. Como un incentivo adicional él les hizo recordar la ley de Dios de la siembra y la cosecha. [Proverbios 11:24, 25]. La generosidad cristiana es bendecida de parte de Dios cuando se da un poquito más, cuando se va con el prójimo una segunda milla.
¿Qué otra característica debe haber en la generosidad cristiana?
Debemos dar según lo hayamos propuesto en nuestro corazón. Eso quiere decir que en lugar de responder emocionalmente a una petición en la iglesia o en una campaña, debemos analizar cuidadosamente el propósito de la ofrenda que hemos de dar y las necesidades que dicha ofrenda va a suplir. Además debemos considerar bien nuestra capacidad para ofrendar. La Biblia también nos enseña que el hombre que no se preocupa en proveer lo necesario para el bienestar de su familia es peor que un incredulo. [1Timoteo 5:8].
Cuando el creyente da, previa consideración cuidadosa de lo que ha de dar, jamás tiene que lamentar o entristecerse por lo que ha hecho. Los padres no ayudan a sus hijos de mala gana o con dolor. Ellos reconocen las necesidades de su hijo y hacen lo posible por suplirlas sin quejarse de ello. De la misma manera, el creyente que está consciente de las necesidades de la obra del Señor y da para ella sin murmuraciones.
Esto significa que nuestras ofrendas no deben provenir de la presión o a fuerza de la necesidad. Algunos ofrendan solamente porque ven que otros lo hacen y piensan que se vería mal si ellos no hicieran lo mismo. Otros dan porque lo consideran un deber del que no pueden escapar, o algo así como el pago de los impuestos. Pero Dios quiere que nuestras ofrendas sean voluntarias y espontáneas. [Éxodo 25:2].
Es más, Dios ama al que da con alegría. Nadie experimenta la gracia de generosidad cristiana hasta que llega al punto de regocijarse al ofrendar. A Dios le agrada ver felices a los creyentes cuando ofrendan. Lo que busca el Señor en nosotros es que nuestra ofrenda se dé con un espíritu de adoración, colmado de gozo. [Romanos 12:6, 8].

Todos conocemos a creyentes que se han consagrado a Dios con todo lo que tienen, menos su billetera. Cuando estos hermanos dan su ofrenda lo hacen debido a la presión que pesa sobre ellos, y dan la menor cantidad posible.
Nuestra actitud hacia el sostenimiento financiero de la obra del Señor dice mucho sobre nuestro carácter cristiano y nuestra devoción a Dios.

La superabundante gracia de Dios: ¿En qué sentido el dar es un privilegio y por qué debemos regocijarnos en ello?
En primer lugar el ministerio de dar nos concede la oportunidad de confiar en Dios. Al dar tenemos que confiar en que el Señor ha de suplir nuestras necesidades y así aprendemos por experiencia que la gracia y las bendiciones del Señor son ilimitadas. El puede hacer que abunde en nosotros todo lo necesario para que podamos abundar en toda buena obra. Es decir, si realmente queremos servir a Dios y saciar las necesidades de los que sufren, el Señor nos concede abundante gracia y poder para que lo hagamos.
Por otra parte veremos que la generosidad cristiana hará que aquellos que son beneficiados por ella alaban a Dios. De esta manera el mundo se dará cuenta de que los cristianos estamos sujetos a las enseñanzas del evangelio de Cristo. Al mismo tiempo nuestro corazón generoso es un testimonio de nuestra gratitud a Dios por sus bendiciones.
Finalmente, la generosidad cristiana que satisface las necesidades de los demás creyentes es una manera correcta de expresar nuestro agradecimiento a Dios por su don inefable.
¿Cuál es el "don inefable" de Dios? El regalo inexplicable de Dios es el que se presenta en [Juan 8:16], el don del Hijo unigénito de nuestro Dios. Si El nos amó tanto, al grado de dar a su único Hijo, ¿qué más podemos hacer nosotros sino dar todo lo que somos y lo que tenemos para Dios y para el desarrollo de su obra? [1 Juan 4:19]. La mejor manera de mostrar nuestro amor a un Dios que nos amó a nosotros primero es dando en forma sistemática, premeditada, voluntaria y llena de alegría. [Mateo 25:34-40].

La verdadera generosidad cristiana es el resultado de una vida cristiana con fiel testimonio del amor de Dios en nuestras vidas. Esta actitud no proviene de la matemática ni de la filosofía personal, sino del amor de Dios que fluye de lo profundo del corazón. Cuando se ha consagrado por completo a Dios esta manera de dar es espontánea y el Espiritu Santo nos da gracia para que el mundo vea que somos diferentes y que Cristo ha hecho un cambio.

Que la bendicion de Dios este siempre en nosotros! Amen.