domingo, noviembre 21, 2010

CONFORMADOS A LA IMAGEN DE JESUS.


[2Corintios 3:18] Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

¿Por qué y para qué  estoy en este mundo? Sin duda, esta pregunta cruza la mente de muchos en algún momento. Las teorías no bíblicas dicen que no hacemos más que ocupar tiempo y espacio, y que volveremos a la nada cuando dejemos de existir o muramos. Hay quienes dicen que nosotros elegimos nuestro propio destino; en otras palabras, que podemos vivir para cualquier causa que podamos elegir. ¡Pero todo eso es absolutamente falso! El Señor nos ha rescatado, nos ha librado, nos ha limpiado con su sangre, nos ha hecho sus hijos amados y nos ha puesto en la tierra para cumplir su propósito.

Nuestro Padre celestial tiene un plan especial para la vida de cada persona, pero quiere que todos tengamos un mismo objetivo: Ser conformados a la imagen de su Hijo Jesucristo. El proceso de nuestro perfeccionamiento moral, espiritual y físico comienza aquí en la tierra y se termina en el cielo. Gran parte del trabajo que el Señor hace en nuestras vidas terrenales se centra en nuestro carácter. Él nos enseña a ser tan amorosos, misericordiosos y pacíficos como Jesucristo. El trabajo que Dios hace en nosotros es como la vasija de barro en las manos del alfarero; moldeándonos, sacando las impurezas, limándonos, dándonos la forma que Él quiere. Y de eso se trata, ser conformados a la imagen de su Hijo Jesús.

Uno podría pensar que ser como Jesús el Hijo de Dios, debe requerir un gran esfuerzo. Pero la verdad es que no somos llamados a hacerlo nosotros mismos; la regeneración la hace el Espíritu Santo que habita en nosotros. Los cristianos tenemos la responsabilidad de someternos a su guía, ha someternos a la transformación y a someternos al cambio de nuestro carácter que Dios quiere de nosotros.

El Señor soberano está detrás de todo lo que nos sucede, ya sea que Él provoque directamente la situación, o la permita. Tanto los reveses como los triunfos están concebidos para que se cumpla el gran propósito de Dios: Que seamos conformados a la imagen de su Hijo Jesucristo; y que tengamos una vida que refleje su amor y su gloria al mundo; y de esta manera rescatar a las personas del poder de Satanás y del reino de las tinieblas; y que la humanidad llegue al conocimiento pleno de Dios en Cristo Jesús.

De manera que estamos en esta Tierra para cumplir su propósito; nada más ni nada menos que eso; para ser transformados a la imagen de su Hijo Jesús.

No debemos descansar sin conocer el poder transformador del evangelio, por la obra del Espíritu Santo, que nos lleva a buscar y ser como el carácter de Cristo y a la unión con Él. Contemplamos a Cristo como en el cristal de su palabra, y como el reflejo de un espejo hace que brille el rostro, así también deben brillar nuestros rostros y reflejar el carácter de Cristo; no solamente a HACER sino fundamentalmente a SER. Ese debe ser el carácter de Cristo en nosotros; y para eso estamos en este mundo.

!Gracia y Paz sean a tu vida¡