viernes, noviembre 04, 2011

Transformaos:


[Romanos 12:1-2]  Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.  No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Transformar [Gr. Metamorfóo].

La palabra griega significa “cambiar la forma”, al igual que el derivado en español metamorfosis. En el Nuevo Testamento, esta palabra se usa para describir una renovación interna de nuestra mente por medio de la cual nuestro espíritu interior es cambiado a la semejanza de Cristo. Pablo les dice a los creyentes romanos: “transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” [Ro. 12.2]. A medida que nuestra vida cristiana progresa, debemos gradualmente darnos cuenta que nuestra vida pensante cambia de no cristiana a una semejante a la de Cristo. La transformación no sucede en una sola noche; nuestra transformación es continua. Somos conformados a la imagen de Cristo gradualmente al pasar tiempo en comunión íntima con Él [2Co 3.18].

Dios tiene planes buenos, agradables y perfectos para sus hijos. Él quiere transformarnos en un pueblo con una mente renovada, vivos para honrarle y obedecerle. Debido a que Él solo quiere lo mejor para nosotros y por haber dado a su Hijo para que tengamos vida nueva, deberíamos ofrecernos con gozo en sacrificio vivo para su servicio [Romanos 12:1]: Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en SACRIFICIO VIVO, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.

Los cristianos tenemos este llamado: “No os conforméis a este siglo”. No hemos de estar conformes con la conducta y costumbres de este mundo, que por lo general son egocéntricas y a menudo corruptas. Muchos cristianos dicen sabiamente que la conducta mundana se extralimita demasiado. Nuestro rechazo a formar parte del mundo, sin embargo, debe ir más allá del nivel de conducta y costumbres. Debe estar firmemente arraigado en nuestras mentes: “Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”. Es posible evitar muchas de las costumbres mundanas sin dejar de ser orgullosos, codiciosos, egoístas, obstinados y arrogantes. Solo cuando el Espíritu Santo renueva, reeduca y reorienta nuestra mente somos en verdad transformados.

[Romanos 8:5-8] Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.

Pablo divide a la gente en dos categorías: Los que son de la carne y los que son del Espíritu Santo. Todos estaríamos en la primera categoría si Jesús no nos hubiera ofrecido una vía de escape. Una vez que aceptamos a Jesús, le seguimos porque su senda nos brinda vida y paz. Cada día debemos decidir a conciencia centrar nuestras vidas en Dios; y cambiar la mentalidad para con Dios. Utiliza la Biblia para ver los mandatos de Dios y practícalos; en cada situación dudosa; hazte la pregunta: ¿Qué quiere Jesús que haga? Cuando el Espíritu Santo te muestre lo que es bueno, hazlo con entusiasmo.

[Romanos 8.9] ¿Te has preguntado alguna vez si eres cristiano de verdad o no? Cristiano es todo el que tiene el Espíritu de Dios morando en Él. Si has confiado sinceramente en Cristo como Salvador y lo has reconocido como Señor, el Espíritu Santo ha entrado a tu vida y ya eres cristiano. Uno no sabe que ha recibido el Espíritu Santo porque haya sentido ciertas emociones, sino porque Jesús lo ha prometido. Cuando el Espíritu Santo obra en nosotros, creemos que Jesús es el Hijo de Dios y que la vida eterna se obtiene a través de Él [1 Juan 5.5]; empezamos a actuar bajo la dirección de Cristo [Romanos 8.5]; [Gálatas 5.22, 23]; encontramos ayuda en los problemas cotidianos y en la oración ([Romanos 8.26, 27]; podemos servir a Dios y hacer su voluntad [Hechos 1.8]; [Romanos 12.6]; y somos parte del plan de Dios para la edificación de su Iglesia [Efesios 4.12, 13].

La vida cristiana es un camino; y se debe practicar; “transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”. Dios no quiere una iglesia religiosa; Dios no quiere una iglesia mundana, Dios quiere una iglesia transformada, una iglesia renovada por su Espíritu, una iglesia sin mancha y sin arruga!

Gracia Y Paz! En el Señor!