lunes, abril 26, 2010

LA IGLESIA PRIMITIVA [1Parte]

a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha  [Efesios 5:27]

La Iglesia Primitiva

La palabra griega que las versiones en español traduce iglesia es eclesía, que procede de la palabra hebrea caleo [yo llamo]. En la literatura secular la palabra eclesía se refiere a cualquier tipo de asamblea de personas, pero en el Nuevo Testamento la palabra tiene un significado más especializado. La literatura secular usaba esta palabra eclesía para denotar cualquier tumulto, concentración política, una orgía, o cualquier reunión con cualquier propósito. Pero el Nuevo Testamento usa eclesía para referirse únicamente a la reunión de cristianos congregados para adorar a Cristo. Por esto los traductores de la Biblia usan el término iglesia en lugar de usar un término más general tal como asamblea.

¿Qué es la iglesia? ¿Quiénes integran esta asamblea? ¿Qué quiere decir Pablo cuando llama a la iglesia el cuerpo de Cristo?

Para responder a cabalidad estas preguntas necesitamos comprender el contexto social e histórico de la iglesia del Nuevo Testamento. La iglesia primitiva surgió en la encrucijada de las culturas hebrea y helenista.

En este artículo dirigimos nuestra atención a la historia de la iglesia primitiva en sí misma. Veremos lo que los primeros cristianos entendieron como su misión, y cómo los inconversos la consideraron.

I]- FUNDACIÓN DE LA IGLESIA

A]- La comunidad en Jerusalén
B]- El asesinato de Esteban

II]- ESFUERZOS MISIONEROS

III]- GOBIERNO DE LA IGLESIA

IV]- MODELOS DE ADORACIÓN

A]- Orden de la adoración
B]- La Cena del Señor
C]- El Bautismo
D]- El calendario de la iglesia

V]- CONCEPTOS NEOTESTAMENTARIOS DE LA IGLESIA

A]- El cuerpo de Cristo
B]- El nuevo Israel
C]- Características comunes

VI]- DOCTRINAS DEL NUEVO TESTAMENTO

Vivir en Cristo
Enseñar la doctrina correcta
La doctrina de Dios
Dios como Padre personal
La doctrina de la redención
El Dios Creador
El hombre caído
La Salvación, Redención, Justificación
La naturaleza del pecado
El infierno
El Lago de fuego
La muerte sacrificial de Jesús
La resurrección de Jesús
El Reino de Dios

I]- Fundación de la iglesia. Cuarenta días después de su resurrección Jesús dio sus instrucciones finales a sus discípulos y ascendió al cielo [Hch 1.1–11]. Los discípulos regresaron a Jerusalén, y se retiraron por varios días para ayunar y orar, esperando al Espíritu Santo que Jesús dijo que vendría. Alrededor de 120 seguidores de Jesús esperaban en ese grupo.

Cincuenta días después de la Pascua, en el día de Pentecostés, un estruendo como de un viento recio que soplaba llenó la casa donde estaba el grupo reunido. Lenguas como de fuego se posaron sobre cada persona, y ellos empezaron a hablar en otros idiomas según el Espíritu Santo les daba que hablaran. Los visitantes extranjeros se sorprendieron al oír a los discípulos hablar en sus idiomas nativos. Algunos se burlaron del grupo, diciendo que estaban borrachos [Hch 2.13].

Pero Pedro hizo callar a la multitud, y explicó que lo que estaban presenciando era el derramamiento del Espíritu Santo que habían anunciado los profetas del Antiguo Testamento [Hch 2.16–21] [Joel 2.28–32]. Algunos de los visitantes extranjeros preguntaron qué debían hacer para recibir el Espíritu Santo. Pedro dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo [Hch 2.38]. Alrededor de tres mil personas recibieron a Cristo como Salvador personal aquel día.

Por varios años Jerusalén fue el centro de la iglesia. Muchos judíos creían que los seguidores de Jesús eran nada más que otra secta dentro del judaísmo. Sospechaban que los cristianos estaban tratando de empezar una nueva religión de misterio alrededor de Jesús de Nazaret.

Es cierto que muchos de los primeros cristianos continuaron adorando en el templo [Hch 3.1], y algunos insistieron en que los gentiles convertidos debían circuncidarse [Hch 15]. Pero los líderes judíos pronto se dieron cuenta de que los cristianos eran más que una secta.

Jesús les había dicho a los judíos que Dios haría un nuevo pacto con el pueblo que le era fiel [Mt 16.18] El había sellado este pacto con su propia sangre [Lc 22.20]. Así que los primeros cristianos intrépidamente proclamaban que habían heredado los privilegios que una vez pertenecieron a Israel. No eran sencillamente una parte de Israel; era el nuevo Israel [Ap 3.12] [Ap 21.2] [Mt 26.28] [He 8.8] [He 9.15]. Los líderes judíos se estremecían de miedo de que esta nueva y extraña enseñanza no era judaísmo estrecho, sino que extendía a todos los hombres el privilegio de Israel en la alta revelación de un Padre de todos.

A]- La comunidad en Jerusalén. Los primeros creyentes formaron una comunidad estrecha en Jerusalén, después del día de Pentecostés. Esperaban que Cristo retornara muy pronto.

Este grupo compartía sus bienes materiales [Hch 2.44–45]. Muchos vendieron sus propiedades y dieron a la iglesia el producto de la venta, la cual distribuía los recursos [Hch 4.34–35].

Los cristianos de Jerusalén todavía iban al templo a orar [Hch 2.46], pero empezaron a celebrar la Cena del Señor en sus propios hogares [Hch 2.42–4]. Esta comida simbólica les recordaba su nuevo pacto con Dios, el cual Jesucristo había hecho al sacrificar su propio cuerpo y sangre.

Dios obraba milagros de sanidad por medio de estos primeros cristianos. Los enfermos se reunían en el templo para que los apóstoles pudieran tocarlos al acudir a la oración [Hch 5.12–16]. Estos milagros convencieron a muchos que los cristianos verdaderamente estaban sirviendo a Dios. Los oficiales del templo arrestaron a los apóstoles, en un esfuerzo por suprimir el interés del pueblo en esta nueva religión. Pero Dios envió un ángel para librar de la cárcel a los apóstoles [Hch 5.17–20], lo cual produjo más emoción.

La iglesia creció tan rápidamente que los apóstoles tuvieron que nombrar siete hombres para que distribuyeran las provisiones a las viudas necesitadas. El líder de estos hombres era Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo [Hch 6.5]. Aquí vemos el principio del gobierno de la iglesia. Los apóstoles tuvieron que delegar en otros líderes algunas tareas. Con el paso del tiempo, los oficios de la iglesia se organizaron en una estructura más bien compleja.

B]- El asesinato de Esteban. Un día un grupo de judíos arrestó a Esteban y le llevaron ante el concilio del sumo sacerdote, acusándole de blasfemia. Esteban hizo una elocuente defensa de la fe cristiana, explicando cómo Jesús cumplió las antiguas profecías en cuanto al Mesías que libraría a su pueblo de la esclavitud del pecado. Denunció a los judíos como entregadores y matadores del Hijo de Dios [Hch 7.52]. Mirando al cielo exclamó que veía a Jesús a la diestra de Dios [Hch 7.55]. Esto enfureció a los judíos, quienes le llevaron fuera de la ciudad y lo apedrearon [Hch 7.58–60].

Esto dio comienzo a una oleada de persecución que obligó a muchos cristianos a salir de Jerusalén [Hch 8.1]. Algunos se establecieron entre los gentiles en Samaria, donde convirtieron a muchos [Hch 8.5–8]. Establecieron congregaciones en varias ciudades gentiles, tales como Antioquía de Siria. Al principio los cristianos vacilaron en recibir a los gentiles en la iglesia, porque lo veían como un cumplimiento de la profecía judía. Sin embargo, Jesús había instruido a sus seguidores: haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo [Mt 28.19]. Así que la conversión de los gentiles era nada más que el cumplimiento de la comisión del Señor, y el resultado natural de todo lo que había ocurrido antes. Así que el asesinato de Esteban dio comienzo a una era de rápida expansión de la iglesia.

II]- Esfuerzos misioneros. Cristo había establecido su iglesia en la encrucijada del mundo antiguo. Las rutas comerciales traían comerciantes y embajadores a Palestina, en donde entraban en contacto con el evangelio. Así en el libro de Hechos vemos la conversión de oficiales de Roma [Hch 10.1.48], Etiopía [Hch 8.26–40] y de otras tierras.

Poco después de la muerte de Esteban empezó un esfuerzo sistemático para llevar el evangelio a otras naciones. Pedro visitó las principales ciudades de Palestina, predicando tanto a judíos como a gentiles. Otros fueron a Fenicia, Chipre y Antioquía de Siria. Oyendo que el evangelio era bien recibido en esas regiones, la iglesia de Jerusalén envió a Bernabé para animar a los nuevos creyentes en Antioquía [Hch 11.22–23]. Bernabé entonces fue a Tarso para buscar a un joven convertido llamado Saulo. Bernabé llevó a Saulo de regreso a Antioquía, en donde enseñaron a la iglesia por más de un año [Hch 11.26].

Un profeta llamado Agabo predijo que el imperio romano sufriría una gran hambruna en tiempo del emperador Claudio. Herodes Agripa estaba persiguiendo a la iglesia de Jerusalén; ya había ejecutado a Jacobo el hermano de Jesús, y había echado a Pedro en la cárcel [Hch 12.1–4]. Así que los cristianos de Antioquía recogieron una ofrenda monetaria para enviarla a los creyentes de Jerusalén, y la enviaron por medio de Bernabé y Saulo. Estos regresaron a Jerusalén con un joven llamado Juan Marcos [Hch 12.25].

Para entonces varios evangelistas habían surgido dentro de la iglesia en Antioquía, así que la congregación envió a Bernabé y a Saulo en un viaje misionero a Asia Menor [Hch 13–14]. Este fue el primero de tres grandes viajes misioneros que Saulo [más adelante conocido como Pablo] hizo para llevar el evangelio hasta los rincones del imperio romano.

Los primeros misioneros cristianos se concentraban en las enseñanzas sobre la persona y obra de Jesucristo. Declaraban que era el Siervo e Hijo de Dios, sin pecado, que había dado su vida para expiar los pecados de todos los que pusieran su fe en Él [Ro 5.8–10]. Dios lo había resucitado para derrotar a los poderes del pecado [Ro 4.24–25] [1Co 15.17].

III]- Gobierno de la iglesia. Al principio los seguidores de Jesús no vieron ninguna necesidad de desarrollar un sistema de gobierno de la iglesia. Esperaban que Cristo regresara pronto, así que resolvían los problemas internos conforme surgían; generalmente de manera muy informal.

Cuando Pablo escribió sus cartas a las iglesias, ya los cristianos se daban cuenta de que necesitaban organizar su trabajo. El Nuevo Testamento no da ningún cuadro detallado del gobierno de la iglesia primitiva. Al parecer, uno o más ancianos [presbíteros] presidían sobre los asuntos de cada congregación [Ro 12.6–8] [1Ts 5.12] [He 13.7, 17, 24], así como los ancianos presidían en la sinagoga judía. Estos ancianos eran escogidos por el Espíritu Santo [Hch 20.20], sin embargo los apóstoles los nombraban [Hch 14.13]. De este modo el Espíritu Santo obraba por medio de los apóstoles para ordenar líderes para el ministerio. Parece que algunos ministros llamados evangelistas viajaban de una congregación a otra, así como los apóstoles. Su título quiere decir hombres que manejan el evangelio. Algunos han pensado que eran delegados personales de los apóstoles, como Timoteo lo fue de Pablo; otros suponen que se ganaron el nombre al manifestar un don especial de evangelización. Los ancianos asumían los deberes pastorales normales entre las visitas de estos evangelistas.

En algunas congregaciones las iglesias nombraron diáconos para distribuir provisiones a los necesitados y para atender otros asuntos materiales [1Ti 3.12]. Los primeros diáconos fueron los hombres de buen testimonio que los ancianos de Jerusalén nombraron para que atendieran a las viudas de la congregación [Hch 6.1–6].

Algunas cartas del Nuevo Testamento se refieren al obispo de las iglesias primitivas. Este término se presta a confusión, puesto que estos obispos no constituían el rango superior del liderazgo de la iglesia como ocurre en algunas iglesias que usan ese título hoy. Pablo les recordó a los ancianos de Éfeso que eran obispos [Hch 20.28], y parece que usa los términos anciano y obispo en forma intercambiable [Tit 1.5–9]. Tanto obispos como ancianos estaban a cargo de supervisar a la congregación. Al parecer ambos términos se refieren a los mismos ministros de la iglesia primitiva, es decir, los presbíteros.

Pablo y los otros apóstoles reconocieron que el Espíritu Santo les daba a algunas personas cierta capacidad especial de liderazgo [1Co 12.28]. Así que cuando le daban a algún creyente un título oficial, estaban confirmando lo que el Espíritu Santo ya había hecho.

En la iglesia primitiva no había centro terrenal de poder. Los cristianos comprendían que Cristo era el centro y fuente de todos sus poderes [Hch 20.28]. Ministerio quería decir servir en humildad, antes que dictar órdenes desde una oficina encumbrada [Mt 20.26–28]. Cuando Pablo escribió sus epístolas pastorales, los cristianos ya reconocían la importancia de presentar las enseñanzas de Cristo mediante ministros que se dedicaban al estudio especial que usa[n] bien la palabra de verdad [2Ti 2.15].

La iglesia primitiva no ofrecía poderes mágicos a los individuos mediante rituales o de alguna otra manera. Los cristianos invitaban a los incrédulos a su grupo, el cuerpo de Cristo [Ef 1.2] el cual sería salvo como un todo. Los apóstoles y evangelistas proclamaban que Cristo retornaría por su pueblo, la Esposa de Cristo [Ap 21.2] [Ap 22.17]. Negaban que los individuos pudieran ganar poderes especiales de Cristo para sus propios fines egoístas [Hch 8.9–24] [Hch 13.7–12].

IV]- Modelos de adoración. Al adorar congregados los primeros cristianos establecieron modelos de adoración que fueron muy diferentes de los servicios en la sinagoga. No tenemos un cuadro claro de la adoración cristiana primitiva hasta el año 150 d.C., cuando Justino Mártir describió en sus escritos los cultos típicos de adoración. Sabemos que los primeros cristianos celebraban sus reuniones el domingo, el primer día de la semana. Lo llamaron el día del Señor, porque fue el día en que Cristo resucitó de los muertos. Los primeros cristianos se reunían en el templo en Jerusalén, en las sinagogas y en los hogares [Hch 2.46] [Hch 13.14–16] [Hch 20.7–8]. Algunos eruditos piensan que la referencia a Pablo enseñando en la escuela de uno llamado Tiranno [Hch 19.9] indica que los primeros cristianos algunas veces rentaron escuelas u otros edificios. Por más de un siglo después de Cristo no tenemos evidencia de que los cristianos hayan construido edificios especiales para sus cultos de adoración. Donde eran perseguidos, tenían que reunirse en lugares secretos, tales como las catacumbas [tumbas subterráneas] en Roma.

Los eruditos creen que los primeros cristianos adoraban los domingos al anochecer, y que su culto giraba alrededor de la Cena del Señor. Pero en algún punto los cristianos empezaron a tener dos cultos los domingos, como lo describe Justino Mártir, uno temprano en la mañana y al caer la tarde. Las horas se escogían en secreto y para favorecer a las personas que trabajaban y que no podían asistir a los servicios durante el día.

A]- Orden de la adoración. Generalmente el culto de la mañana era un tiempo de alabanza, oración y predicación. El culto de adoración espontáneo del día de Pentecostés, sugiere un modelo que tal vez se usaba en general. Primero, Pedro leyó las Escrituras. Luego predicó un sermón que aplicaba las Escrituras a la situación presente de los fieles [Hch 2.14–42]. La gente que recibía a Cristo era bautizada, siguiendo el ejemplo del mismo Cristo. Los fieles participaban en cantos, testimonios y palabras de exhortación para completar el culto [1Co 14.26].

B]- La Cena del Señor. Los primeros cristianos comían la comida simbólica llamada la Cena del Señor para conmemorar la última cena, en la cual Jesús y sus discípulos celebraron la fiesta judía tradicional de la Pascua. Los temas de las dos celebraciones eran los mismos. En la Pascua, los judíos se alegraban porque Dios los había librado de sus enemigos y miraban con expectación a su futuro como hijos de Dios. En la Cena del Señor, los cristianos celebraban cómo Jesús los había librado del pecado y expresaban su esperanza por el día cuando Cristo retornaría [1Co 11.26].

Al principio la Cena del Señor consistía de una comida completa que los cristianos comían en los hogares. Cada invitado traía un plato para la mesa común. La comida empezaba con una oración común, y comiendo pedacitos de una sola hogaza de pan que representaba el cuerpo partido de Cristo. La comida concluía con otra oración y la participación de una copa de vino, que representaba la sangre derramada de Cristo.

Algunas personas especulan que los cristianos participaban en un rito secreto al observar la Cena del Señor, y se inventaron historias extrañas respecto a estos cultos. Alrededor del año 100 d.C. el emperador romano Trajano prohibió las reuniones secretas. Entonces los cristianos empezaron a celebrar la Cena del Señor durante los cultos de adoración en la mañana, abiertos al público.


                                                                                                   Continúa . . .