lunes, abril 26, 2010

LA IGLESIA PRIMITIVA [2Parte]

C]- El bautismo. En el tiempo de Pablo el bautismo era un suceso común de la adoración cristiana [Ef 4.5]. Sin embargo, los cristianos no fueron los primeros en usar el bautismo. Los judíos bautizaban a los gentiles que se convertían, algunas sectas judías practicaban el bautismo como símbolo de purificación, y Juan el Bautista hizo del bautismo una parte importante de su ministerio. El Nuevo Testamento no dice si Jesús bautizaba regularmente a los que se convertían, pero por lo menos en una ocasión antes del encarcelamiento de Juan se dice que bautizaba. [Puede haber sido, sin embargo, el bautismo de Juan el que administraba]. En cualquier caso, los primeros cristianos eran bautizados en el nombre de Jesús, siguiendo el ejemplo de Jesús [Mc 1.10] [Gá 3.27].

Parece ser que los primeros cristianos interpretaron de varias maneras el significado del bautismo: como símbolo de la muerte de la persona al pecado [Ro 6.4] [Gá 2.12], de limpieza de pecados [Hch 22.16] [Ef 5.26], y de la nueva vida en Cristo [Hch 2.41] [Ro 6.3]. Ocasionalmente se bautizaba la familia entera de un nuevo convertido [Hch 11] [Hch 16] [1 Co 1.16], que pudiera haber significado el deseo de la persona de consagrar a Cristo todo lo que tenía.

D]- El calendario de la iglesia. El Nuevo Testamento no da evidencia de que la iglesia primitiva celebrara días festivos, aparte de celebrar sus cultos de adoración el primer día de la semana [Hch 20.7] [1Co 16.2] [Ap 1.10]. Los cristianos no guardaron el domingo como día de descanso sino hasta el siglo cuarto d.C., cuando el emperador Constantino designó el domingo como día santo para todo el imperio romano. Los primeros cristianos no confundían el domingo con el sábado judío, y no trataron de aplicar al domingo la legislación del sábado.

El historiador Eusebio nos dice que los cristianos celebraron la Pascua de Resurrección desde los tiempos apostólicos; [1Corintios 5.6–8] tal vez se refiera a tal celebración. La tradición dice que los primeros cristianos celebraron la resurrección en el tiempo de la Pascua judía. Alrededor del año 120 d.C. la iglesia católico romana cambió la celebración al domingo después de la Pascua, mientras que la iglesia Ortodoxa Oriental continuó celebrándola durante la Pascua.

V]- Conceptos neotestamentarios de la iglesia. Es interesante estudiar los varios conceptos neotestamentarios en cuanto a la iglesia. Las Escrituras se refieren a los primeros cristianos como familia y templo de Dios, como rebaño y esposa de Cristo, como sal, levadura, pescadores, baluarte de la verdad de Dios, y de muchas otras maneras. Se pensaba de la iglesia como un solo compañerismo mundial de creyentes, del cual cada congregación local era un resultado y muestra. Los primeros escritores cristianos se refirieron a la iglesia como el cuerpo de Cristo y el nuevo Israel. Estos dos conceptos revelan mucho de la comprensión de los cristianos respecto a su misión en el mundo.

A]- El cuerpo de Cristo. Pablo describe a la iglesia como un cuerpo en Cristo [Ro 12.5] y su cuerpo [Ef 1.23]. En otras palabras, la iglesia abarca en una sola comunidad de vida divina a todos los que están unidos a Cristo por el Espíritu Santo a través de la fe. Ellos son partícipes de su resurrección [Ro 6.8], y son llamados y capacitados para continuar el ministerio de Cristo de servir y sufrir para bendecir a otros [1Co 12.14–16]. Están unidos en una comunidad para encarnar el reino de Dios en el mundo.

Debido a que estaban unidos a otros cristianos, estas personas comprendían que lo que hacían con sus propios cuerpos y capacidades era muy importante [Ro 12.14] [1Co 6.13–19] [2Co 5.10]. Comprendían que las varias razas y clases llegan a ser una en Cristo [1Co 12.3] [Ef 2.14–22], y deben aceptarse unos a otros de manera que esto se demuestre en la realidad.

Al describir a la iglesia como el cuerpo de Cristo, los primeros cristianos hicieron hincapié en que Cristo era cabeza de la iglesia [Ef 5.25]. Cristo dirigía sus acciones y merecía toda alabanza. Todo su poder para adorar y servir era don divino.

B]- El nuevo Israel. Los primeros cristianos se identificaron con Israel, el pueblo escogido de Dios. Creían que la venida y ministerio de Jesús cumplió la promesa de Dios a los patriarcas [Mt 2.6] [Lc 1.68] [Hch 5.31], y sostenían que Dios había establecido un nuevo pacto con los seguidores de Jesús [2Co 3.6] [He 7.22] [Hch 9.15].

Ellos sostenían, que Dios había establecido su nuevo Israel sobre la base de la salvación personal, antes que por linaje familiar. Su iglesia era una nación espiritual que transcendía todo linaje cultural y nacional. Cualquiera que ponía su fe en el nuevo pacto de Dios al entregarle su vida a Cristo se convertía en descendiente espiritual de Abraham y como tal, parte del nuevo Israel [Mt 8.11] [Lc 13.28–30] [Ro 4.9–25] [Ro 11] [Gá 3–4] [He 11–12].

C]- Características comunes. Algunas cualidades comunes emergen de las varias imágenes de la iglesia que hallamos en el Nuevo Testamento. Todas muestran que la iglesia existe debido a que Dios la hizo existir. Cristo ha comisionado a sus seguidores para que continúen con su obra, y esa es la razón de la existencia de la iglesia.

Las varias imágenes de la iglesia que hallamos en el Nuevo Testamento recalcan que el Espíritu Santo capacita a la iglesia y determina su dirección. Los miembros de ella participan de una tarea común y un destino común bajo la dirección del Espíritu.

La iglesia es una entidad activa, viva, exhibe la manera de vida que Dios propuso para toda persona, y proclama la Palabra de Dios para la era presente. La unidad y pureza espiritual de la iglesia está en agudo contraste a la enemistad y corrupción del mundo. Es responsabilidad de la iglesia en cada una de las congregaciones en particular en las que se hace visible, practicar unidad, amor e interés de manera que muestre que Cristo verdaderamente vive en los que son miembros de su cuerpo, de modo que la vida de ellos sea la vida de Cristo en ellos.

VI]- Doctrinas del Nuevo Testamento. La Biblia establece las enseñanzas fundamentales de la fe cristiana. La iglesia primitiva vivió de acuerdo a estas doctrinas y las preservó para nosotros. Enfoquemos nuestra atención en cómo el Nuevo Testamento presenta al cristianismo.

A]- Vivir en Cristo. Primero que nada, se nos dice que Dios el Padre pone a los cristianos en comunión consigo mismo, como hijos en su familia, mediante la muerte y vida resucitada de Jesucristo, el eterno Hijo de Dios. Como Pablo escribió: Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo [2Co 5.19]. Así el Hijo eterno tomó carne humana. Jesús de Nazaret, plenamente Dios y plenamente hombre, reveló el Padre al mundo. Los primeros cristianos se veían como pueblo mediante el cual creéis en Dios [1P 1.21]. Hallaron nueva vida en Jesucristo, y llegaron a estar unidos con el Dios viviente por medio de él [Ro 5.1].

Jesús prometió que, habiendo nacido de nuevo los seres humanos hallarían su relación apropiada con Dios y entrarían salvos al reino de Dios [Jn 3.5–16] [Jn 14.6]. Los cristianos primitivos proclamaron este sencillo pero asombroso mensaje en cuanto a Jesús.

Toda religión importante del mundo ha proclamado que su fundador tenía un conocimiento único respecto a las verdades eternas de la vida. Pero los cristianos afirman incluso más, porque Jesús mismo nos dijo que él es la verdad, no solo uno que enseña la verdad [Jn 14.6] Los cristianos del primer siglo rechazaron las religiones y filosofías paganas de su día, para aceptar al Verbo de Dios encarnado.

B]- Enseñar la doctrina correcta. La religión pagana de Roma era un rito más que una doctrina. En efecto, el emperador declaraba: Esto es lo que debes hacer, pero puedes pensar como te plazca. Los fieles romanos creían que necesitaban tan solo realizar las ceremonias apropiadas de la religión, sea que las comprendieran o no. En lo que a ellos se refería, un escéptico hipócrita podía ser tan religioso como el creyente verdadero, en tanto ofreciera sacrificio en el templo de los dioses.

Por otro lado, los primeros cristianos insistieron en que tanto la creencia como la conducta son vitales, y que las dos van mano a mano. Tomaron en serio las palabras de Jesús de que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad [Jn 4.24]. Lo que un cristiano creía en su cabeza y sentía en su corazón, lo haría con sus manos. Así que los primeros cristianos obedecían a Dios [1Jn 3.22–24], y contradecían y se oponían a los que se llamaban cristianos que trataban de esparcir falsas enseñanzas [1Tim 6.3–5].

Esto es esencialmente lo que queremos decir cuando hablamos de cristianismo. Es una nueva vida en Jesucristo, que trae genuina obediencia a sus enseñanzas.

El artículo sobre Jesucristo describe sus enseñanzas en detalle. Aquí recalcaremos las diferencias entre lo que Jesús y sus seguidores enseñaban, y lo que enseñaban sus vecinos paganos.

C]- La doctrina de Dios. Casi toda religión importante enseña que algún Ser Superior gobierna el universo, y que la naturaleza demuestra que este Ser todopoderoso está obrando. Estas religiones con frecuencia describen a tal ser en términos de fuerzas naturales, tales como el viento y la lluvia. Pero los cristianos primitivos no miraban a la naturaleza en busca de la verdad de Dios; miraban a Cristo. Creían que Jesús reveló completamente al Padre celestial [Col 2.9]. Así comprendían a Dios en términos de Jesús, y basaban en la vida de Cristo su doctrina de Dios.

D]- Dios como Padre personal. Jesús enseñó a sus discípulos que Dios es Mi Padre y vuestro Padre [Jn 20.17]. En otras palabras, les mostró que Dios se interesaba por ellos personalmente, así como un padre humano se preocupa por sus hijos. Se atrevió a hablar a Dios el Creador como un hijo le habla a su padre, y les dijo a sus discípulos que Dios le había dado todas las cosas [Mt 11.27].

Jesús explicó que Dios ama a los que le reciben [a Jesús] en sus vidas [Jn 17.27]. Les recordó a sus seguidores que el Padre Dios se preocupa por los detalles más pequeños de sus necesidades diarias [Mt 6.28–32].

Jesucristo enseñó que su Padre es santo, y que él y el Espíritu Santo comparten la misma santidad y actúan en concordancia con ella [Jn 15.23–26]. A diferencia de los dioses de la mitología griega y romana, que eran iracundos e inmorales, el verdadero Dios es justo y recto [Lc 18.19]. Interviene para salvar a su pueblo de su pecado. Jesús explicó que para este fin Dios lo había enviado al mundo; trajo la misericordia de Dios a una humanidad pecadora y moribunda, y en él vemos cumplido el propósito santo de Dios [Jn 15.9–14]. De nuevo, vemos a Jesús recalcando el amor personal que Dios tiene por todo ser humano.

Jesús demostró en su propio ministerio este amor. Hizo todo lo posible por hallar personas que sufrían por los efectos del pecado, para poder librarlos. Los rabinos daban la bienvenida al pecador en su arrepentimiento. Pero ir a buscar al pecador, era algo nuevo en la historia religiosa de Israel.

Jesús estuvo dispuesto a pagar cualquier precio, incluso el precio de la muerte, para salvar a la humanidad de las garras del pecado. Es más, cuando uno de sus discípulos le aconsejó que no lo hiciera, replicó: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! [Mt 16.23]. Jesús demostró que Dios es el gran Rescatador que los profetas del Antiguo Testamento habían descrito [Is 53].

Jesús también derribó los límites nacionales estrechos que los judíos habían levantado alrededor de Dios. Jesús extendió el amor de Dios a todas las personas, de toda raza y nacionalidad. Envió a sus discípulos por todo el mundo para que ganaran a los hombres para Dios [Mr 16.15]. Los cristianos primitivos obedecieron este mandamiento, llevando el evangelio al judío primeramente, y también al griego [Ro 1.16].

E]- La doctrina de la redención. Jesús enseñó que Dios redime a los individuos así como a las naciones. Esto fue un pensamiento radicalmente nuevo en el mundo judío. Sin embargo la doctrina de la salvación personal era el corazón de la enseñanza cristiana.

F]- El Dios Creador. La doctrina cristiana de la salvación se erguía sobre el hecho de que Dios creó a la raza humana. Incluso esto era una idea impopular en los días de Jesús.

Muchos filósofos griegos y adeptos a sectas insistían en que Dios no podía haber hecho este mundo malo, y que éste emanó de Dios mediante algún proceso natural, así como las olas emanan cuando se lanza una piedra en un lago. Pero el Antiguo Testamento mostró que Dios creó el mundo por iniciativa propia. Escogió hacerlo así. Y debido a que Dios creó el mundo, podía tratar con él como quisiera [Is 40.28] [Ro 1.20]. Los sectarios creían que las fuerzas del mal habían distorsionado las emanaciones de Dios, corrompiendo al mundo.

La Biblia enseña que Dios creó al mundo perfectamente, e hizo al hombre a su propia imagen, pero éste escogió rebelarse contra él [Gn 3]. Los griegos creían que las fuerzas del bien y del mal tenían al mundo en un impasse; pensaban que el mal había corrompido al bien, y el bien evitaba que el mal se apoderara del control absoluto del mundo. Los cristianos rechazaron esa idea; y enseñaban que el mundo todavía le pertenece a su Creador, y que las fuerzas del mal no pueden finalmente prevalecer. El mal tiene solo la influencia que Dios le permite tener [Ro 2.3–10] [Ro 12.17–21].

G]- El hombre caído. Jesús le dio al mundo una nueva comprensión del hombre. Sus seguidores se dieron cuenta de que cada persona es un hijo perdido de Dios que el Padre está tratando de restaurar a la familia, mediante Cristo [Jn 1.10–13] [Ef 2.19].

Los mitos griegos decían que el hombre es una mezcla extraña de espíritu y carne, llevada de aquí para allá por las fuerzas impredecibles del mundo. Los mitos orfeicos [relatos que tienen que ver con el dios griego Orfeo] insistían en que el hombre tenía una naturaleza interna como los dioses. Platón había tomado esta idea en su filosofía del Mundo Alma; opinaba que los seres humanos tenían una chispa de inteligencia divina, y que un hombre se vuelve más semejante a un dios conforme desarrolla su intelecto y capacidad para razonar.

Las Escrituras contradicen esta idea griega sobre el hombre. Sabían que la prueba más importante del carácter de un hombre era su fibra moral, no su intelecto; y en estos términos ¡el hombre ciertamente no podía aducir ser semejante a Dios! Como está escrito, les dijo Pablo a los cristianos en Roma; no hay justo, ni aun uno [Ro 3.10]. Los primeros cristianos creían que, aun cuando el hombre es totalmente indigno del amor de Dios, Dios continúa buscándolo y tratando de traerlo de regreso a la comunión santa con Él [Ro 5.6–8].

Los primeros predicadores cristianos hablaban claramente sobre la caída del hombre de la gracia de Dios en el huerto del Edén. Reinó la muerte desde Adán, escribió Pablo, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán [Ro 5.14]. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados [1Co 15.22] [1Co15.45].

Los cristianos creían que el pecado de Adán en el Edén fue el primer acontecimiento clave de la historia humana. Esto quería decir que el hombre era una criatura caída que necesitaba regresar a Dios.

H]- La naturaleza del pecado. Escritores griegos y romanos criticaban la inmoralidad del mundo antiguo, pero no tenían un concepto definido del pecado. Temían que la vida descontrolada destruiría la armonía de su sociedad, pero de ninguna manera pensaban que la inmoralidad ofendía a los dioses. ¿Por qué debería hacerlo? Según sus mitos, los dioses eran más lujuriosos y avarientos que lo que el hombre jamás podría imaginar.

Jesús enseñó que el pecado definido en [1Jn 3.4] como infracción de la ley es rebelión contra Dios; es la decisión humana de despreciar el amor de Dios y rechazar su camino, y esto trae juicio. Porque si no creéis que yo soy [es decir, el Redentor], en vuestros pecados moriréis [Jn 8.24]. Jesús predijo que el Espíritu Santo convencería al mundo de pecado porque no creen en mí [Jn 16.9]. El hombre escoge pecar, y a los ojos de Dios es plenamente responsable por su posición.

I]- La muerte sacrificial de Jesús. Los sacerdotes del Antiguo Testamento ofrecían por los pecados del pueblo sacrificios de animales y rociaban la sangre sobre el altar. Jesús les dijo a sus discípulos que él derramaría su sangre para remisión de los pecados [Mt 26.28]. Dios mismo, en la persona de Jesucristo, estuvo dispuesto a entregarse para morir por los pecados del hombre. De esta manera cerró la brecha que el pecado había abierto entre sí mismo y el hombre. La encarnación del eterno Hijo de Dios le permitió ser el sacrificio final por el pecado.

Jesús se entregó a las autoridades judías que se ofendían del mensaje que él trajo al mundo. Le acusaron de pervertir a la nación al enseñar a sus seguidores que era el largamente esperado prometido Mesías [Lc 23.2]. Jesús no había violado ninguna ley romana, pero el gobernador romano Poncio Pilato permitió que sus soldados ejecutaran a Jesús para apaciguar a los líderes judíos. Jesús no fue culpable de quebrantar ninguna ley ni de Dios ni del hombre; incluso su traidor Judas Iscariote confesó: Yo he pecado entregando sangre inocente [Mt 27.4]. Sin embargo los centuriones romanos clavaron a Jesús en la cruz como si fuera un criminal común. Es más, Cristo llegó a ser el puro sacrificio de Dios por el pecado del hombre, y los primeros cristianos enfatizaban esto en su predicación y enseñanza [He 10].

J]- La resurrección de Jesús. Los cristianos declaraban que el ministerio de Jesús no había terminado en la cruz, porque Dios levantó a Jesús de la tumba. Jesús ministró entre sus discípulos por varias semanas antes de que Dios le llevara para que se sentara a su diestra en el cielo [Hch 7.56].

Los cristianos primitivos le dijeron al mundo cómo habían sido testigos de la muerte, resurrección y ascensión de Jesús. Esto electrizó al imperio romano, e hizo que muchas personas consideraran a los cristianos como un grupo de fanáticos [Hch 17.6]. Pero Pablo les dijo a sus amigos cristianos: Si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron [1Co 15.17-18].

K]- El reino de Dios. Ya hemos notado que Jesús se concentró en la salvación divina del individuo; pero también enseñó que Dios trae a su pueblo a una gran comunidad de redimidos, el dominio de la soberanía salvadora de Dios, a la cual llamó el Reino de Dios. En este Reino (al presente expresado en la iglesia), Dios requería que su pueblo viviera una vida de amor fraternal. Debían practicar la ética de Cristo y trabajar por la redención de toda la humanidad. Jesús no limitó el Reino a los judíos; explicó que pertenecía a cualquiera que produzca los frutos de él [Mt 21.43]. El Evangelio de Mateo en particular registra muchas parábolas [ilustraciones de la vida real] sobre el reino; véase especialmente [Mt 20.1–16] [Mt 22.2–14] [Mt 25.1–30].

Nótese que muchas de estas parábolas señalan el fin de los tiempos, cuando Dios reunirá a todo el pueblo de su reino eterno para reinar con él para siempre. Los primeros evangelistas cristianos recalcaban el mensaje de Jesús acerca del fin de los tiempos, porque creían que vivían en los últimos días. Esto motivó a los cristianos a llevar el evangelio hasta los rincones del imperio romano. Tenían un deseo ardiente de ganar a las almas perdidas para Jesucristo antes de que llegara el fin.

! Gracia y Paz a vosotros ¡